EL PRECIO DEL ARTE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 46
Capítulo 46
Jungkook POV:
03/07/1995
Veo como Yoongi se mete en la habitación
de Jimin y mía y cierra detrás de él con un sonido sordo. Oigo sus pasos en el
interior pero no me quedo de espectador ni de oyente a esperar que algo pase. Me encojo de hombros y me doy
una palmadita en el hombro por mi asombrosa capacidad de convicción. Sin más
remedio que el desamparo de no tener mi habitación para dormir me encamino a la
cocina y rebusco entre la nevera algo que llevarme a la boca, lo más parecido a
una bebida alcohólica. Como lo más cercano que encuentro es un pequeño zumo de
uva, me encojo de hombros y lo rescato del fondo de la nevera cerrándola una
vez me marcho y me encamino al salón para dejarme caer con estrépito en el sofá
y encender la televisión a un volumen bajo que no moleste a nadie pero que a mí
me evite escuchar los gemidos que se puedan producir en la habitación de al
lado.
Dándole un pequeño sorbo al zumo, Taehyung
sale del cuarto de baño y se encamina al salón, no sé si solo para asomarse,
curioso de que la televisión esté encendida, o porque venga a buscar algo, pero
se queda entre el salón y la cocina mirando a ambos lados, confusos. Después me
mira a mí y cómo yo me estoy descalzando mientras miro a la televisión,
distraído.
—¿Y Yoongi? –Pregunta algo curioso y yo
señalo el cuarto de Jimin con un dedo mientras que me desabotono la camisa con
la otra. El pequeño tetrabrik de zumo queda abandonado en la mesa delante de mí
y Taehyung frunce el ceño—. ¿Qué hace ahí? Pensé que se iría también a dormir
ya…
—Si le estás esperando para ir a dormir
olvídate, creo que se va a quedar a dormir con Jimin. –Digo y me encojo de
hombros, deshaciéndome de la camisa.
—¿Y tú? –Pregunta, más confuso que
curioso.
—Yoongi me ha cedido su cama.
—¿Y cómo es que ahora quiere dormir en tu
cama? –Me pregunta a mí y yo frunzo el ceño hasta que caigo en su confusión.
—No va a dormir en mi cama, sino con
Jimin. –Le aclaro y le veo mirar a la nada unos segundos, pensativo, como si
por delante de su rostro apareciesen cientos de incógnitas incapaces de
resolver hasta que de repente me mira con una mueca algo temblorosa y yo
asiento, resolviendo todas sus dudas de un solo golpe.
—Ah… —Dice monótono, sin más. Mira de
reojo al cuarto donde ambos están encerrados y después me mira a mí con esos
ojos divertidos de un niño pequeño. Yo le devuelvo una mirada divertida de
igual forma y me quedo tan solo con el pantalón sentado en el sofá, cruzado de
piernas mientras rescato el zumo de la mesa.
—¿Me pasas el mechero? –Le digo en
respecto al mechero que hay sobre la mesa de la cocina y él asiente, yendo a
prisa hasta la mesa y rescatándolo con una mueca aun levemente extrañada. Yo me
enciendo un cigarrillo y él se me queda mirando, no solo a mí, sino a todo el
panorama a mi alrededor. Comienza a aclarar ciertas dudas en alto.
—¿No te vas a la cama?
—No. Aún no. Voy a esperar a que se me
baje la borrachera un poco. –Digo con una sonrisa bobalicona—. Si me voy a la
cama ahora no dormiré bien. Además, quiero esperar a ver si estos dos congenian
o al final sí duermo en mi cama… —Suspiro dando la primera calada y Taehyung
vuelve a mirar hacia la puerta esta vez con una expresión algo asustada y se
encamina a mi lado en el sofá con una apariencia levemente perturbada—. ¿Tú no
te vas a dormir?
—No tengo mucho sueño. –Dice encogiéndose
de hombros y yo me encojo de igual forma, sintiendo su peso a mi lado en el
sofá. Yo descruzo mis piernas y me siento en forma de indio, colando mi zumo en
el hueco entre mis piernas y acercándome el cenicero, para dejar caer los
restos de la ceniza sobrante de la punta del cigarrillo—. ¿Qué estás viendo?
–Me pregunta y yo hago un puchero con los labios.
—No lo sé. –Digo, siendo consciente de que
están los anuncios—. Creo que un debate político. –Me aseguro buscando
información en el mando de la televisión pero al verme incapacitado para ello,
acabo suspirando y dejando el mando por alguna parte. Me muerdo el labio inferior,
doy otra calada al cigarrillo y miro a Taehyung, que mira hacia la televisión
como si fuera lo más interesante del mundo. Yo sin duda estoy siendo espectador
de algo mucho más divertido, sus ojos mirándome de reojo sabiendo que le estoy
mirando.
—¿Qué? –Me pregunta, confuso y levemente
avergonzado. Yo chasqueo la lengua.
—Estaba pensando en la cena… —Digo, como
si eso sirviese de excusa para mirarle.
—¿Y?
—Nada, pensaba en lo que dijiste.
–Reconozco—. Y comprendo cómo te sientes mejor de lo que crees. Me acuerdo del
primer día, algo que dijiste. –Le comento—. Algo de que por mucho que nos
esforcemos, nunca conseguimos lo que deseamos.
—Sí. –Dice, acordándose.
—Pues bien, creo que tienes razón, pero
algo se podrá hacer…
—La única solución que yo veo… —dice
pensativo, de forma más lenta de la que yo quisiera—. Es cambiar de objetivos
en la vida. Tal vez así, nuestras metas puedan cumplirse.
—Yo a veces he pensado que ni aun así,
podríamos librarnos de que la sociedad nos detuviese a punto de cumplir
nuestros sueños.
—¿Y cuál es la solución que tú propones?
–Pregunta, curioso y divertido.
—Dejarse de metas, de objetivos. Vive con
lo que tienes y no pienses en ello. Esa es mi filosofía de vida.
—Pero eso es muy triste.
—La vida es triste, y por mucho que
intentes sobrepasarla, siempre se adelantará a ti. Es inevitable. No intentes
dialogar con ella ni hacer pactos con el Diablo, no sirve de nada. Si tienes un
puesto de mierda y eres el perro de tus jefes, vive con ello y piensa que de lo
contrario podrías estar tirado en medio de una calle entre cartones. –Le digo
serio pero entonces él me señala con la mirada, con ese repugnante gesto de
cabeza que odio de mis profesores.
—¿Y tú qué? ¿Qué piensas hacer con tu
vida?
—¿Yo? Yo sí que estoy jodido por culpa de
intentar hacer malabares con la vida. Me he dado cuenta tarde de que hay que
aceptar las cosas tal como te vienen.
—Que deprimente eres...
—Es verdad. Ya no puedo volver a clase ni
quiero volver a casa de mis padres. No van a darme trabajo ni puedo seguir
estudiando otra cosa porque no me alcanza el dinero. ¿Qué esperas que haga?
Hacer mi mejor esfuerzo en este puñetero trabajo, ganar una pasta gansa, y
después pensar en las posibilidades que me quedan.
—¿Tan simple?
—La vida es simple, no hay que complicar
las cosas. Tienes opciones claras, escoges una y apechugas con las
consecuencias de tu error. –Digo, encogiéndome de hombros y le doy una calada
al cigarrillo como forma de sentencia a mi teoría.
—¿Y qué pasa con el resto de personas?
¿Alguna vez piensas en ellas?
—A veces, pero solo como meros objetos
exteriores a mis posibilidades.
—Eso se llama egoísmo.
—Sí. –Afirmo—. Pero quería decirlo con un
poco de clase. –Digo y él se ríe, divertido por mis palabras que van totalmente
en serio. Bebo un poco de zumo y suspiro, dejándome caer en el sofá con la
cabeza apoyada en el acolchado tras mi espalda.
—Que idiota eres… —Suspira y yo me encojo
de hombros.
—Un idiota que está borracho. –Completo
con una sonrisa malvada y apoyo mi mano en su hombro, haciéndole dar un
respingo—. Y cuando estoy borracho no soy una grata compañía, así que mejor
vete a dormir.
—No hables como un abuelo. –Me espeta con
el ceño fruncido—. Además, soy yo quien debería —decir eso. La última vez no
fui muy amable…
—Es cierto, —Asiento, dándole unas
palmaditas en el hombro—. No lo fuiste, y además, te quedaste dormido en mi
cama…
—Lo siento. –Dice por lo bajo y yo me
encojo de hombros.
—Ya, bueno. Da igual. –Suspiro y le miro
divertido. A los segundos, vuelvo a mirarle—. ¿Quieres repetir, acaso?
¿Dormiste bien?
—Idiota. –Murmura y sonríe avergonzado
mientras niega con el rostro, enrojecido. Yo chasqueo la lengua, apago el
cigarrillo en el cenicero y apago la televisión, haciendo de ese un pitido en
forma de aviso. Con el zumo a medio beber en la mesa y con incipiente sonidos
confusos en la habitación de al lado, me incorporo y levanto a Taehyung de la
mano que me mira con ojos confusos. Cuando lo tengo de pie frente a mí lo cojo
en mis brazos y este comienza a reírse nervioso, no sé si por el alcohol en su
sangre o porque la sensación de estar en mis brazos le hace gracia—. Bájame… —Dice
intentando regular el nivel de su voz, pero yo niego con el rostro.
—No, nada de eso. Es tarde, hay que ir a
dormir. –Digo y me oigo como la voz de un padre que lleva a su hijo a dormir.
Me deshago de esa idea negando con la cabeza y me encamino con él a su cuarto.
Cuando llego enciendo la luz de este y lo primero que percibo es el olor de
Yoongi en el interior. Me hace sonreír la idea que se pasa por mi mente y de
nuevo, es una idea que deshecho pero que regresa poco a poco. Cuando le suelto
en el suelo del cuarto retrocede un paso por la impresión de haber estado sobre
mis brazos y me sonríe, algo temeroso de volver a caer presa de ellos. Apago la
luz del salón, después la del pasillo y me interno en la habitación donde
Taehyung se me queda mirando con ojos recelosos.
—No vuelvas a hacer eso. –Me dice
desplazándose por la habitación mientras baja la persiana y se queda frente al
armario, sacando su pijama.
—Que tiquismiquis…
—Deberías tener más respeto con alguien
que es mayor que tú. –Me dice con un puchero que es sin duda una demostración
de que la madurez no es su fuerte.
—Hago lo que me da la gana. ¿O no te he
dicho que soy un egoísta?
—Pero eso no debería quitarte de ser un
maleducado. –Me dice tirándome un pijama suyo a la cara, el cual rescato y me
lo quedo mirando, confuso.
—¿Por qué me das esto?
—Para que te lo pongas. –Me dice y me señala
la cama de Yoongi—. A dormir, es tarde, ¿no? –Me dice burlón y yo suspiro
resignado mientras me termino de desvestir y me pongo poco a poco su pijama. No
me está mal pero no me siento del todo cómodo dado que la tela no es de mi
agrado. Tampoco me apetece dormir desnudo en la cama de otra persona por lo que
acabo resignándome y él comienza a desvestirse con cuidado. Es metódico con su
ropa y la deja doblada en un lugar del armario apartado, seguramente para
mañana echarla a lavar o yo qué sé. Se la queda mirando y después se pone el
pijama, con la misma minuciosidad.
Yo me siento en la cama de Yoongi,
sintiendo que puedo estar invadiendo un espacio demasiado personal pero después
recuerdo que apenas llevamos un mes viviendo aquí y se me quita el miedo. Miro
el poster de Jimin en la pared, después a través de la ventana cerrada a la
nada, y vuelvo mi mirada a un Taehyung que ya se está colando por el interior
de las sábanas. Me mira expectante y yo le imito en esta cama, que se siente
tan fría, que tanto necesita alguien más para calentarla. Apago la luz a mi
lado en la mesilla y Taehyung hace lo mismo con la suya. Quedamos en un
silencio y en una oscuridad que dan tanto miedo… cuanto me molestan, más aún
que los gemidos lejanos que se oyen al otro lado del pasillo. Taehyung ríe
porque ambos estamos oyéndolos y yo sonrío, divertido pero levemente
avergonzado, como si no tuviera que estar oyéndolos. Me tapo los oídos,
intentando pensar alto en mi mente para no oír nada, pero el sonido de algo
golpeando una pared me hace sentir tremendamente incómodo. Suspiro y me levanto
de la cama con una mueca resignada y chasqueando la lengua. Camino a través de
la habitación a tientas hasta que me topo con la cama de Taehyung, el cual, da
un respingo cuando me siente internándome en el interior de sus sábanas.
—¿Qué haces? –Me pregunta en un susurro
más alto que de lo que pretendía. Yo suspiro, fingiendo un enfado que en
realidad no siento.
—No quiero oírlos. –Digo, y sueno más
celoso que resignado—. Y tampoco quiero dormir solo hoy, y menos en una cama
que no es mía.
—Eres un tiquismiquis. –Me dice imitando
mi tono de voz y yo me acurruco a su lado, mirándole de frente aunque apenas
pueda ver más que el contorno de su rostro.
—Lo sé. –Asumo—. Háblame de algo, no
quiero pensar…
—¿Pensar en qué?
—¿Tú qué crees?
—¿En ellos? –Señala con la cabeza fuera de
la habitación pero yo niego con el rostro—. Ah… —Cae, como en un precipicio.
—Eso es. –Asumo, con voz triste.
—Mañana será un día muy largo. –Dice, con
la misma tristeza que yo.
—He dicho que no quiero pensar en ello.
–Le digo, enfurruñado.
—¿Y de qué quieres hablar?
—No lo sé. –Digo, encogiéndome de hombros—.
La vedad es que ha llegado un punto en mi vida en que cualquier cosa de la que
hable me hace sentir mal. Y si encuentro algo divertido, mi inconsciente me
hace rehusar de ello…
—Que complicado eres. –Me dice, cínico—.
La vida es más fácil que eso.
—Idiota. –Murmuro—. ¿No puedes decirme
algo que no haya dicho yo antes?
—Lo siento, no tengo la suficiente
personalidad para decirte que me resulta incómodo estar aquí contigo… —Suelta,
dejándome de piedra.
—Joder, Taehyung… —Digo frunciendo el ceño
y me intento incorporar para marcharme pero él me sujeta del brazo, dejándome
confuso.
—Quédate. –Pide—. Tampoco tengo la
personalidad para decirte que me gusta, al fin y al cabo. –Suspiro exasperado y
me tumbo de nuevo a su lado. Una pregunta suscita en mi mente e intento
rehusarla, pero regresa, incapaz de contenerse.
—¿Me echarás de menos, cuando todo haya
terminado y te hayas ido a vivir a una isla lejos de aquí? –Pregunto, sacándole
una risa infantil—. ¿Pensarás en mí? ¿Te acordarás de mí?
—Claro que sí, idiota. –Me dice,
sonriendo. No puedo verle bien, pero sé que está sonriendo.
—¿De verdad?
—Sí. –Dice, seguro de sus palabras—.
Cuando esté tomándome una piña colada en algún lugar del Caribe me acordaré de
los tatuajes de las manos de Yoongi y su forma de mirar cuando alguien dice una
tontería. De la mueca de Jimin al enfadarse por una tontería, de sus palabras
agresivas, y me acordaré de tu prepotencia…
—Ahora sí que me voy. –Digo, ofendido,
pero él me retiene con más fuerza—. ¿No puedes decir nada bonito? Solo te sale
mierda por la boca. –Digo serio y él se encoge de hombros.
—No tengo más que mierda dentro. –Dice,
firme.
—No lo creo. –Digo, seguro pero él vuelve
a encogerse de hombros—. Yo creo que puedes ser alguien mejor de lo que refleja
tu exterior…
—Acabas de decir la mayor tontería del
mundo.
—Yo no digo tonterías. –Digo, doblemente
ofendido— . Solo las hago y punto. –Afirmo.
—¿Cómo qué? –A su pregunta yo me acerco a
él y beso sus labios con una tranquilidad pasmosa. Él se queda en el sitio,
como si se hubiera transformado en piedra y yo me quedo igual, al separarme de
él. Mi primera reacción es tragar fuerte y suspirar, nervioso, pero cuando él
vuelve a besarme de vuelta, me siento algo más reconfortado por el silencio que
se ha creado. Tan solo es un beso. Un humilde beso infantil que ambos dos
necesitábamos. Me quedo levemente confuso ante la idea de que tal vez él no me
esté tomando enserio, ante la posibilidad de que él solo esté jugando con mi
parte inocente, pero tal vez sea yo quien está ablandando su corazón resentido.
Cuando el beso termina él se esconde en la línea de mi cuello con cuidado y
suspira, como exhalando un gran peso que le carcomía. Después me abraza y yo me
abrazo a él, con miedo. Un miedo terrible que nos atenaza a los dos.
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