EL PRECIO DEL ARTE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 31
Capítulo 31
JungKook POV:
Sábado. 19 –
03 – 1995
Dejo salir lentamente una bocanada de humo
de entre mis labios. Es un humo grisáceo que junto con la luz de la ventana
atravesándola se vuelve incluso blanquecino. Podría jurar que es una nube que
se ha colado en mis pulmones y ahora sale después de una bocanada de aire que
la obliga a salir. Se expande a mí alrededor y consigue hacer del espacio en el
que estamos un lugar más íntimo y acogedor. Es curioso como la poca visibilidad
del humo que nos rodea lo hace todo más amable y agradable. No lo consigo entender
pero a mí me resulta mucho más acogedor este pequeño espacio del salón
levemente ahumado que cualquier otra estancia de la casa. Tal vez sea por la
presencia de Yoongi a mi lado mientras paso mi brazo por sus hombros o la
sonrisa de Jimin en el sofá de al lado mientras ve un programa de televisión.
Todos estamos de vuelta a beber con un vaso cada uno en la soledad de nuestra
casa. Nuestra, sí. Después de más de una semana instalados en ella se ha hecho
todo mucho más agradable e íntimo.
Sobre la mesa delante de nosotros quedan
los tres vasos de bebida ya dejando un cerco de humedad sobre la mesa, un
cenicero lleno de colillas y algunas de la sobras de la comida como un plato de
galletas a medio comer y algo que parece ser un palillo de madera roto en varias
partes. Hoy hemos pedido comida china a un restaurante de aquí al lado y Jimin
se ha dedicado a astillar uno de los palillos mientras veía los trocitos ahí
tirado en el sofá. Son más de las seis de la tarde y el único que se ha movido
para hacer algo he sido yo, que ha devuelto los platos a su sitio y ha servido
las copas. Hoy bebemos lo mismo que la última vez, habiéndonos suministrado de
más zumos de manzana y de algo más de ron. Jimin bebe ron como nosotros, y no
lo ha dicho, pero seguramente esté temeroso de cogerse otra borrachera a base
de ginebra y morir de madrugada con ese ardor de estómago que le debió
provocar. El humo alrededor es del último porro de marihuana que nos quedaba y
el último que fumaremos en mucho tiempo, o eso me ha dado a entender Yoongi que
me ha mirado con una mueca extraña. Me ha asustado por un momento pero lo he
dejado correr.
La luz entra a través de las ventanas del
salón y también de las de la cocina. La luz entra atravesando las corinas y
penetra a través de nosotros con una presencia un tanto monótona. Estoy cansado
de ver sol, del calor, del verano, de que Jimin se pase la mano a través de sus
clavículas en tirantes y de que Yoongi se haya quitado los pantalones vaqueros.
Yo me mantengo en pantalones holgados y camiseta negra también holgada y de
manga corta. Yoongi se apoya en mi clavícula derecha y descansa ahí su cabeza.
El olor de su pelo es el mismo que el mío, el mismo que el de Taehyung, pero el
de Jimin sigue siendo diferente. Seguro que es el único que se ducha con sus
propios materiales de higiene personal. Qué ridículo, ambos acabamos respirando
el mismo aire, al fin y al cabo, ¿qué importa si se ducha con el mismo champú?
Las manos de Yoongi sujetan un libro que
es justamente uno de los míos. Rojo y negro de Stendhal. Al parecer no ha
dudado demasiado cuando le he preguntado si quería leer algo y se ha lanzado
sobre este libro casi de cabeza. He tenido que frenarle o revolvería la caja
entera. Sin dudar tampoco en la ubicación del punto a comenzar se ha dirigido a
una de las últimas páginas, ha oteado las anteriores y posteriores y se ha
sentado en el sofá después de comer donde se ha inmerso hasta ahora. Le quedan
apenas un par de páginas para terminar el libro y mientras, entre página y
página, le da una calada al porro del que yo me he apropiado. Jimin ha negado
con el rostro cuando le he ofrecido y he acabado por terminármelo yo. La última
calada ha sido de Yoongi que, con las piernas sobre la mesa, se ha doblado para
dejarlo ahí dentro del cenicero y ha vuelto a apoyarse sobre mi clavícula para
seguir leyendo. Yo le rodeo con mi brazo y sigo prestándole atención a la tele
aunque me pueda dejar de mirar sus pálidas piernas tatuadas, la forma de sus
espinillas surcándolas como largas dunas sobre arena blanca. Después la línea
negra de un calzoncillo al principio de su pantorrilla y su camisa a cuadros
que suele llevar a menudo. Su cintura es menuda, sus manos son precisas. Huele
a mí. Y eso me gusta.
Cuando pasan al menos dos minutos, más o
menos, se oye la puerta de la entrada abrirse y el sonido del tintineo de unas
llaves. Caen pesadas sobre el mueble de la entrada y me sobresalto mirando a mi
espalda sin ver nada, igual que Jimin, que se tensa y mira en dirección a la
puerta que da al pasillo, sin tener capacidad para ver más allá. Yo tampoco
puedo y me limito a mirar en esa dirección mientras escucho dos pares de pasos
acercarse poco a poco. Cuánto echo en falta la amabilidad de anunciarse al
momento de entrar al menos con un grito que nos ponga en conocimiento de quien
se atreve a interrumpir nuestro momento de paz. Yo suspiro tranquilo cuando veo
a Taehyung aparecer por la puerta y a Namjoon siguiéndole. Nos saludan con una
tranquila sonrisa que usa Jimin para desentenderse y volver la atención a la televisión.
Yo frunzo el ceño y los señalo con un dedo acusador.
—Tú llegas tarde. –Le digo a Taehyung que
me mira con ojos aburridos—. Y tú llegas pronto. –Le digo esta vez a Namjoon
que me muestra una sonrisa bonachona.
—Llego cuando me dé la gana. –Me contesta
Namjoon pero cuando lo pienso más a profundidad, me doy cuenta.
—¿Habéis comido juntos? –Pregunto y
Namjoon y me mira con una sonrisa temerosa—. Lo habéis hecho. ¿Qué pasa aquí?
–Pregunto nervioso y Jimin se gira a mí, nervioso, como si yo estuviese loco.
Yoongi no despega la vista del libro.
—No te pongas paranoico. –Me dice Jimin
recolocándose en el sofá, con una voz seria y cansada a la vez—. No seas
pesado. –Me dice seco pero yo miro a Namjoon y a Taehyung, el cual evita
mirarme mientras deja su americana sobre el respaldo de una de las sillas de la
mesa de la cocina. Namjoon elude mis palabras mientras mira alrededor, a través
del humo.
—¿Ya estáis otra vez? No se os puede dejar
solos. –Dice mirando el humo y las bebidas sobre la mesa. Jimin rescata la
suya, le da un trago y la regresa a su sitio, al lado del cerco que había
dejado anteriormente. Namjoon deja su maletín sobre el suelo y el de Taehyung
está apoyado junto a su americana. Este se destensa la corbata sobre el cuello
y se dirige a la nevera, de dónde saca una botella de agua de cristal. Yo
frunzo el ceño y comienzo a morderme el labio inferior. Puedo verlo en la
expresión de ambos, algo está aconteciendo. Algo está a punto de suceder.
—Ayúdame a quitar las cosas de la mesa.
–Le dice Namjoon a Taehyung considerando que la mesa justo enfrente nuestro es
la más adecuada para lo que quiera que estén a punto a hacer, mejor que la de
la cocina que, aunque más amplia, está llena de cacharros de cocina y
obviamente, no tenemos imagen de querer levantarnos de nuestro lugar. Ahora sí
Jimin mira alrededor un tanto curioso, también comenzando a preocuparse al ver
como se llevan su copa lejos. Se sienta mejor en el sofá y comienza a
revolverse, nervioso.
—¿Qué pasa? –Pregunta y de repente suena el
timbre, haciendo que todos menos Yoongi demos un respingo—. ¿Quién es?
–Pregunta Jimin, con el tono más alto, pero Namjoon le habla a Taehyung, ignorándonos.
—Ve a abrir, es Hoseok. –Taehyung asiente
a sus palabras y yo me siento erguido deshaciéndome de mi brazo alrededor de
Yoongi. Este se apoya en el respaldo del sofá como si nada y sigue leyendo.
—¿Qué pasa? –Pregunto nervioso y Jimin se
sienta también de cara a la mesa entre ambos. Namjoon sigue quitando las cosas
de la mesa y yo me quedo mirándole, con una expresión perdida pero desconfiada.
—Las cosas se han precipitado un poco.
–Dice, algo pensativo—. Tenemos que adelantar los acontecimientos. –Sentencia
como si fuera suficiente información para nosotros pero yo me quedo pensativo
mientras veo como Jimin se queda mirando a Namjoon con una mueca de repulsión e
ira.
—Déjate de tanto misterio y palabrería,
dinos qué sucede aquí.
—Es muy sencillo. Ahora cuando llegue
Hoseok os lo contaremos. –Dice y Taehyung aparece de nuevo en el salón
haciéndose con una bayeta y limpia la mesa en la que estamos. Yo miro a Yoongi
a mi espalda que parece inmerso en el libro. Ahora mismo me gustaría quitárselo
y golpearle con él. No creo que esté tan ausente como parece. Simplemente sabe
que esto iba a acontecer y no parece interesado en participar de nuestra
histeria colectiva. Un tanto nervioso y comenzando a sentir que esto es una
situación que no solo no comprendo, sino que se escapa de mis manos detengo a
Namjoon en el momento en que se lleva el cenicero y me enciendo un cigarrillo,
dejando el cenicero sobre mi regazo.
—¿No te parece suficiente el humo que hay
ya en el salón? –Me dice pero yo ignoro sus palabras encendiéndome el
cigarrillo con los ojos centrados en la pequeña llama del mechero. Se oyen unos
pasos en la entrada y después el sonido de la puerta al cerrarse. Jimin mira a
todas partes con ojos grandes y enfadados. Hoseok, uno de las personas que
estuvieron el primer día con nosotros, aparece de la puerta del pasillo y nos
saluda a todos con una inclinación de torso. Nadie le imita menos Taehyung y
Namjoon que están más pendientes de dejar todo en orden para la visita. No,
para la visita no. Para nosotros. Cuando parece que ha terminando todo el
revuelo, Taehyung se sienta al lado de Jimin y este le mira pidiendo
explicaciones, de la misma forma en que yo miro a un Yoongi absorto. Le doy una
segunda calada al cigarrillo en el momento en que Namjoon saca algo de su
maletín y se encamina frente a nosotros. Nos vemos rodeados de su presencia, al
fin, alguien habla—. La situación ha cambiado, me temo.
—¿Ha cambiado en qué? –Pregunto nervioso.
—La exposición en la que nosotros teníamos
que meternos se suponía que iba a celebrarse durante dos semanas en el mes de
septiembre, —dice Taehyung, mirándonos a todos—, pero el estado y la consejería
de educación y cultura ha decidido que se celebre desde mediados de junio hasta
mediados de agosto. –Yo miro a Namjoon, después a Jimin que mantiene ojos
atentos y después a Taehyung que me devuelve una mirada seria pero levemente
preocupada—. Me han dado esta mañana los informes de la exposición y todo el
servicio policial que tendrá que protegerla. –Suspira—. Se ha decidido de esta
forma porque han considerado que es durante los meses de vacaciones donde más
gente irá a la exposición y no a principios de curso donde el público joven, y
por ende, las familias, no podrán ir. –Mira a Namjoon que le toma el relevo.
Mantiene un papel doblado sobre sus manos.
—Por eso he creído necesario que
adelantemos las sesiones de entrenamiento y todo lo necesario para que el golpe
salga bien. Tenemos un mes exacto para prepararnos. –Dice, negando con el
rostro—. Supuse que sería más, pero me temo que haremos lo posible porque todo
salga a la perfección. –Miro a Namjoon que de repente cae en la cuenta de
Yoongi—. Yoongi, atiende por el amor de Dios. –Le dice y este levanta la mirada
del libro con una mueca asqueada.
—De verdad, ¿qué te pasa con Stendhal?
Nunca me dejas terminar de leer este libro.
—Esto es más importante. –Dice, señalando
la conversación alrededor pero Yoongi suspira cerrando el libro.
—Eso lo dudo. –Murmura y yo le paso el
cigarrillo que tengo en los dedos pero niega con el rostro, irguiéndose como yo
en el sofá y sentándose al borde, donde pueda formar parte de la conversación.
Taehyung sigue, sacándose un pequeño papel del interior del bolsillo de los
pantalones. Habla mientras lo mira.
—Supongo que es necesario que sepáis esto
ya. –Dice—. El museo en el que vamos a interferir es el… —Jimin lo detiene.
—Robar. –Le aclara—. Vamos a ROBAR en ese
museo. –Dice y Taehyung obvia sus palabras.
—El museo es el “Museo nacional de Corea”.
–Sentencia con palabras gruesas—. Pero las obras de arte que vamos a ROBAR
–enfatiza—, no son del propio museo sino que son un préstamo de otro país.
—¿Qué país? –Pregunto.
—España. –Dice, mirándome y después mira
el papel—. El día 1 de julio se trasladarán desde Madrid una serie de catorce
obras que residen en el Museo del Prado. –Suspira, leyendo del papel—. La
exposición se abrirá al público desde el día 15 de Julio hasta el día 15 de
agosto en que serán devueltas.
—Nuestra función, —sigue Namjoon—, es
infiltrarnos en el museo la primera semana después de su traslado, robarlas,
sacarlas discretamente y llevarlas a unos almacenes a las afueras de Seúl.
–Dice, y sus palabras nos dejan a todos en silencio.
—¿Catorce obras? –Pregunto—. ¿Qué obras?
Si son pequeños documentos o bocetos de Rubens podemos llevarlos sin problema
debajo de los abrigos. –Digo riéndome pero el miedo me atenaza. Me silencio
llevándome el filtro del cigarrillo a los labios.
—No. Son catorce lienzos. Es la colección
de pinturas negras, de Goya. –Sentencia Taehyung y yo toso atragantándome con
el humo. Yoongi me palmea la espalda y Jimin me mira asustado de mi reacción,
totalmente inesperada.
—¿Son grandes? –Pregunta, temeroso.
—¡¿Cómo se supone que vamos a salir del
museo sin que se note?! ¡Son cuadros pesados y enormes! –Miro a Jimin—. Dos de
ellos tienen más de cuatro metros de largo. –Jimin pone ojos de niño perdido y
busca consuelo en Namjoon, que niega con el rostro.
—Ese es tu problema. –Me dice—. Para eso
estás aquí. Tú has estudiado transporte de obras, su conservación preventiva y
cómo manejarlas al colgarlas y descolgarlas. Obviamente no nos llevarnos los
marcos, solo el lienzo sobre el bastidor. Ese es tu trabajo, esta es la parte
en donde te necesitamos. Nos enseñarás todo lo que sabes aplicado a la
situación que te proponemos y una vez llegado el momento, supervisarás que tus
compañeros sigan tus instrucciones. –Jimin me mira y Yoongi me quita el
cigarrillo de entre los dedos cuando más lo necesito. Suspiro largamente pero
el oxígeno no calma mis nervios.
—Comencemos desde el principio. –Dice
Hoseok, presentándose de nuevo—. Yo me llamo Hoseok, para los que no os
acordéis, y soy uno de los vigilantes nocturnos del museo. –Dice y yo le miro—.
Nosotros hemos informado a las oficinas de policía de la llegada anticipada de
los cuadros que hemos pedido a España. –Namjoon extiende el papel que traía sobre
sus manos en la mesa. Es un mapa. El mapa de la institución en la que vamos a
infiltrarnos—. Muy bien. Este es el perímetro de la instalación, y todo esto,
son los jardines traseros en donde suelen hacerse exposiciones y esas cosas. De
esto, olvidaos. –Yo me tengo que sujetar levemente la cabeza para no caerme por
la presión del momento—. Esta es la entrada principal, y toda esta zona es
suelo peatonal, por aquí no pueden circular vehículos, pero no es lo que
buscamos. Las salidas principales están mejor controladas y son muy visibles.
Además, el traslado de obras se hace desde las instalaciones posteriores,
adecuadas para ello.
—¿Qué pasa con las cámaras? –Pregunta
Jimin de repente. Estoy a punto de abofetearle pero me contengo.
—No hay problema. A pesar de que habrá más
vigilancia alrededor de las calles, en el museo estaré yo solo junto con otro
compañero. Me encargaré de él en su momento y me aseguraré de desconectar las
cámaras tanto del interior del museo como las que están en el exterior.
—Vuestra misión. –Dice Namjoon—. Es ir
hasta el museo en un camión blindado especial para transportes de patrimonio
nacional. –Dice, tranquilo—. En la parte trasera del vehículo iréis dos
personas junto con una moto. Y en la parte delantera, Taehyung conducirá y otro
irá de acompañante.
—¿Por qué Taehyung? –Pregunta Jimin,
levemente ofendido—. Yo soy aquí el que es piloto.
—Sí, pero tú no tienes placa. –Le señala
Namjoon y yo miro a ambos, confuso. Jimin se silencia unos segundos—. A la
entrada del museo hay un control de seguridad, y Taehyung falsificará una
solicitud para el trabajo de una obra de arte.
—¿A qué la moto? –Pregunto.
—A eso voy. –Dice, Namjoon—. Cuando hayáis
llegado a la parte trasera Hoseok os abrirá y vosotros sacaréis la moto, para
más tarde, dos de vosotros huir en ella. En el camión no habrá más espacio y en
el peor de los casos en que intercepten el camión, dos de vosotros os habréis
escabullido de ellos. –Dice, y yo cierro los ojos, presionándome las sienes con
los dedos. Es demasiado para un solo momento—. Entraréis por la parte trasera,
empacareis los cuadros con el material que tienen en el almacén, es decir, tal
como han venido de España, y los subiréis al camión con cuidado. –Hoseok se
saca unos papeles de dentro de la americana y me los extiende con lo que me
obliga a soltarme las sienes.
—Estos son unas fotocopias de los
documentos de seguridad que nos ha pasado el museo de España con la forma de
embalaje y el resto de cosas. Tú lo entenderás mejor que yo. Leértelo por si
algo de lo que han hecho ellos no lo has aprendido en la universidad o
cualquier cosa. Toma. –Me extiende una tarjeta de visita—. Llámame si tienes
alguna duda sobre el museo. Cualquiera de vosotros puede llamarme. Estaremos en
contacto estos días. –Yo asiento, un tanto confuso. Mareado.
—¿Y cuando tengamos los cuadros? –Pregunta
Jimin.
—Cuando tengáis el camión cargado, dos de
vosotros si iréis en la moto lo más lejos posible del camión, del museo y del
almacén, para que no puedan relacionaros, y el resto llevareis el camión con
las obras de arte a esa dirección. –Dice Namjoon mirando a Taehyung que del
papel del que estaba leyendo nos muestra una dirección—. Es un almacén a las
afueras. Dejaréis allí las obras, y ya nos encargaremos nosotros del resto.
–Sentencia y yo palidezco. Suspiro largamente y me dejo caer en el sofá—. ¿Algo
que objetar? –Yoongi habla.
—Sí. –Contesta—. Tienes que traernos
tabaco. Este es el último paquete. –Dice y Namjoon le fulmina con la mirada.
Todos lo hacemos.
—Fumar te acabará matando. –Le contesta.
—Tú nos matarás a todos. –Le replica.
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