EL PRECIO DEL ARTE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 22

 Capítulo 22

 

Yoongi POV:

12/06/1995

 

Llegamos a Cheonggyecheon pasadas las doce del medio día. El sol pega fuerte y agradezco tener una gorra sobre mi cabeza o de lo contrario me había sentido delirar en poco tiempo. La ropa oscura no ayuda demasiado pero es ligera y agradable, y la leve brisa que sopla el viento se cuela a través de mis mangas y mi cuello abierto haciéndome sentí refrescado. Y más aún, esa sensación de frescor, y aumenta a medida que nos acercamos al pequeño arroyo por el que circula la gente alrededor. Es un olor agradable el de la humedad en plena ciudad, y más aún lo es el sonido del agua circulando alegremente, con un sonido relajante y apaciguador. Muchas de las personas que vemos alrededor están solas, simplemente sentadas a la orilla del pequeño riachuelo disfrutando de las vistas y de un dulce comienzo de verano pero yo hace tiempo que me he soltado del brazo de Jimin y camino a su lado con la sensación de que ni siquiera ha notado que le he retirado la mano. No importa tampoco, solo es un gesto socialmente aceptado que nada tiene que ver con nosotros.

Comenzamos a caminar en una de las dos orillas del riachuelo y es extraña, la sensación de que caminamos a alguna parte sin tener un objetivo en realidad. Solía hacerlo antes, pero ya no estaba acostumbrado a caminar por el placer de hacerlo y se me hace extraño verme de nuevo en la calle, entre personas, ante miradas que de nada me conocen pero yo me sé muchas anécdotas que podrían devolverme a la cárcel. Suspiro largamente mientras me quedo mirando el riachuelo correr hacia adelante y como a lo largo de este se pueden ver alguna que otra hoja verde y unos cuantos pétalos rosas de algunas flores alrededor que han decidido marchitarse, con la llegada del calor. Son preciosos. Son libres.

—¿Qué miras? –Me pregunta Jimin acercándose a mi lado y mirando en mi dirección, pero al no ver nada de lo que yo aprecio, niega con el rostro y sigue caminando hasta adelantárseme un par de pasos. Regreso a su lado y él me recibe con un gesto sutil de su mano rozando mi brazo. Me hace sentir tranquilo y confiado de que aún es consciente de mi presencia, pero aun así me siento tan pequeño ante la realidad que se me presenta alrededor que comienzo a sentir como todo me supera. La realidad me aplasta, la sociedad me consume. Llega un punto en que el calor me hace romper a sudar a través de mi sien y miro como Jimin camina distraído hacia delante. Me siento ahogado y le detengo agarrándole de la mano haciendo que se sobresalte. Le susurro cerca de él.

—¿Podemos ir a otro sitio con menos gente?

—¿Te encuentras bien? —Me pregunta soltándose de mi mano para posar la suya sobre mi hombro. Asiento queriendo parecer confiado pero no acaba por creerme y pasa sus manos a través de sus hombros caminando tranquilamente conmigo a una salida de las calles principales, y más tarde, nos alejamos poco a poco hacia unas calles más alejadas. Parece recaer en algo y se fija en una pequeña tiendecita de helados, con aspecto demasiado infantil, pero con un gran interior tranquilo que no parece demasiado poblado a estas horas de la mañana. Señala la tienda y antes de que me pregunte yo asiento y nos encaminamos en la dirección.

Cuando llegamos el interior nos sorprende con una música apacible y el aire acondicionado que ambos deseábamos. Entramos y pedimos dos helados, el mío de vainilla y él suyo de fresa. Cuando nos los sirven miro a Jimin con una mueca avergonzada y le susurro que no tengo dinero.

—Lo sé, yo invito. –Dice y le paga al dependiente con lo que ambos nos encaminamos con nuestras tarrinas a una de las mesas en la parte más alejada a la puerta donde el aire acondicionado nos refugiará de cualquier resquicio de calor. Donde las paredes y las mesas de por medio me refugiarán de cualquier pequeño contacto con otros humanos—. ¿Seguro que estás bien? –Me pregunta y yo asiento de nuevo quitándome las gafas y la gorra, pasando el dorso de la mano por mi frente sudada. Él se ha sentado de forma intencionada de espalda a la puerta de salida y aprovecha la situación para quitarse la mascarilla y la gorra. Lo hace tranquilo, sin apartarme la vista y yo miro hacia el exterior, por donde pasa gente de un lado a otro.

—Es solo que hace calor. –Digo pero él me mira con una mueca escéptica—. ¿Qué es esa mirada?

—No hace tanto calor, Yoongi. Y te recuerdo que yo llevo una camiseta de manga larga. –Me dice señalándose la camisa y estirándose de las mangas hacia arriba. Puedo ver los tatuajes de sus brazos y después le miro la claridad de su rostro sorprendiéndome con una mirada preocupada.

—Me he agobiado. –Digo hundiendo la cuchara de plástico dentro de las bolas de helado y esta se me queda levemente atrapada mientras espero a que el helado ceda por la fuerza del calor.

—¿He hecho algo mal? –Pregunta y yo le miro curioso.

—No, no has hecho nada mal. Es culpa mía. Creo que no estoy acostumbrado a tanta gente. No estoy hecho para ir por la calle, así sin más.

—¿Agorafobia? –Pregunta con una ceja en alto mientras deja la cuchara sobre el helado. Yo niego con el rostro mientras veo sus tropezones de fresa incrustados en esferas perfectas de helado—. ¿Enoclofobia?

—No. No tengo fobia a la gente ni a la calle. Es simplemente que no estoy acostumbrado.

—Tanto tiempo encerrado es normal que al principio te sientas así. –Me dice con rostro serio—. Solo llevas unas semanas fuera, es cuestión de tiempo que te acostumbres.

—No creo que sea por haber estado encerrado, aunque también influye. No sé cómo explicártelo. Me he pasado la vida escondiéndome. Desde que salí de la escuela y me he dedicado a… —No encuentro la palabra—. A eso… ya sabes. –Miro alrededor—. No era recomendable salir por ahí como si nada. Exponiéndome a las personas. Lo fue menos cuando me dediqué a ello profesionalmente. Y además, los cinco años en la cárcel no sirven de ayuda. No soy bueno con las personas. –Digo negando con el rostro—. Pero menos aún para fingir que soy uno más y que camino por ahí, sin más. Las aglomeraciones de personas me hacen sentir atrapado y angustiado. Después de todo lo que he hecho…

—Pensé que me dijiste que solías ir a fiestas de alto standing y cosas así…

—Era diferente. Yo podía tener lo que quisiera, tenía un esmoquin que me daba distinción y anonimato y podía decir que era un alto cargo del gobierno y nadie iba a inmiscuirse mucho más en mi vida. Era buscado en varios países por robo, ¿pero quién iba a buscarme en una cena de lujo en un palacete a las afueras de la ciudad?

—Lo siento. –Dice Jimin bajando el rostro, comenzando a comer un poco de helado de su cuenco.

—¿Por qué? No es culpa tuya.

—No tenía que haberte propuesto salir. –Niega con el rostro, chasqueado la lengua y se muerde el labio inferior—. Cuando terminemos este helado te llevo a casa.

—No te martirices de esa forma. ¡Eh! Soy yo, que tengo que aprender a adaptarme a las personas de nuevo. –Le digo con una sonrisa y él me la devuelve con timidez. Frunciendo el ceño, me pregunta:

—Si sabías que ibas a pasarlo mal, ¿por qué has accedido a salir?

—Porque me lo has pedido. –Le digo sincero pero cuando me oigo sueno demasiado estúpido a lo que mis mejillas se enrojecen y me oculto en el helado en mis manos. Suspiro y me llevo la cuchara a los labios. El dulce sabor de la vainilla me conmueve y cierro los ojos, esperando que Jimin no diga nada al respecto de mis palabras y no lo hace, a lo que yo sonrío internamente.

—Si te sirve de consuelo a mí tampoco me gustan mucho las aglomeraciones de personas. Y menos aún cuando eres el perdedor del país. –Yo le miro con una sonrisa triste y él me la retira—. Han habido veces que me han perseguido hasta el piso, o que me han esperado en el aeropuerto un grupo de radicales nacionalistas o yo qué sé…

—¿Alguna vez te ha pasado algo?

—Nunca mientras he sido corredor, porque tenía a mi seguridad personal, pero cuando declaré que quería dejar las carreras sí. Me estuvieron esperando a la salida de mi antiguo piso y por poco no regreso a casa…

—Lo siento. –Digo a lo que él se encoge de hombros.

—No es culpa tuya.

—Ha debido ser duro dejarlo. ¿Por qué lo hiciste?

—Porque era aún más duro seguir allí cada día. –Asiento y no digo nada más al respecto dado que ha sonado como una sentencia en la conversación y el revuelve el halado en el cuenco. Yo hago lo mismo y suspiro largamente mirando alrededor. Él habla de nuevo pero con una temática diferente—. Hay algo que no consigo entender.

—¿Qué?

—Jungkook sabe de cuadros. –Murmura Jimin acercándose un poco a mí—. Taehyung es policía, tú… bueno, eres tú. ¿Pero por qué yo? Yo no sé hacer nada…

—No nos han cogido a nosotros solo por nuestras habilidades. Sino por nuestro carácter y personalidad.

—Sigo manteniendo que yo no tengo nada que ofrecer a esta gente. Solo sé conducir, y no soy el mejor en ello. –Murmura con una mueca triste a lo que yo suspiro y miro a otro lado.

—Sabes conducir, y por primera vez, conducir te traerá una recompensa. –Digo y él me mira, aun sin entender la situación a lo que yo acabo negando con el rostro y mirando fuera—. Si aun te apetece, a mí sí me gustaría ir a comer contigo.

Jimin me devuelve una mirada divertida a la par que ilusionada y asiente, sonriente. Su sonrisa nunca había sido tan dolorosa como en este momento, o al menos, así me lo parece a mí.

 

 

 

Capítulo 21                Capítulo 23                   

 Índice de capítulos

 

 

Comentarios

Entradas populares