EL PRECIO DEL ARTE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 17

 Capítulo 17

 

Taehyung POV:

11/06/1995

 

Las once en punto y la aguja del reloj me incita a abandonar mí puesto de trabajo. Suspiro largamente mientras termino por mandar a imprimir el último documento del día y se apagan las luces de la oficina de alado. Sale el hombre que haya estado trabajando ahí y desaparece pasillo adelante dejándome a solas en esta sección. Suspiro de nuevo vertiendo el último resquicio del café de la taza en mi gaznate y me levanto hacia la impresora para comprobar que los folletos publicitarios salen correctamente. Me encamino de vuelta a mi escritorio mientras los panfletos se imprimen y comienzo a recoger todo alrededor. Meto los bolígrafos que me pertenecen en la parte superior del maletín, unos papeles que tengo que llevarme conmigo para firmarlos, y un sobre con el contenido que he impreso de todo lo referente a lo que Namjoon me ha ordenado. Reviso su interior con cuidado de que nadie me vea. Información policial del propio museo que vamos a atracar, todo lo referente a seguridad externa y de transporte de obras. Cualquier cosa que tenga que ver con ellos. Modelos anteriores al actual y la legislación vigente. Suspiro metiéndolo en un sobre marrón y este, posándolo en el maletín. Introduzco dentro también mi tarjeta con mi identificación policial y cierro el maletín apagando después el ordenador tras haber borrado el historial de impresión.

Cuando recojo los papeles impresos de publicidad me los llevo conmigo fuera de la sala y los dejo sobre el escritorio vacío de la secretaria. Me los ha pedido para mañana a primera hora pero es cuando se llena la impresora y he preferido dejarlo hecho. Camino hasta el ascensor escuchando aún algún teclado por ahí siendo aporreado y los suspiros de alguien. El sonido de una taza. Alguien tiene que hacer horas extra. Cuando estoy en el ascensor me miro en el espejo y me aplano un poco el pelo revuelto del estrés de cada día. Después me miro a los ojos y me digo a mi mismo que me reconozco aunque es una mentira que mi reflejo se traga. Me sujeto con fuerza al maletín y cuando las puertas se abren siento una leve brisa de la puerta de la calle abierta por la ventilación necesaria tras un día caluroso. El guardia de seguridad me saluda con un gesto de cabeza aparcado junto a la puerta fumando un cigarrillo. Yo le devuelvo el saludo y paso por su lado mirando mi teléfono móvil, asustado por encontrarme un mensaje de Jeon en él.

—“¿Te esperamos para cenar?” –Me ha preguntado a las diez y cuarto a lo que de seguro que han desistido de esperarme. Yo le contesto con un mensaje en lo que respiro profundamente el aire puro de una ciudad levemente contaminada.

—“Siento no haber contestado. He estado ocupado. Voy de camino”

Cuando termino el mensaje me conduzco calle abajo viendo a lo lejos ya el edificio de nuestro piso. Agradezco que hayan reducido el camino de regreso porque de media hora andando a cinco minutos se me hace muy agradable de asimilar. Camino en silencio y puedo ver a mi alrededor a las personas que disfrutan este viernes maravilloso para salir ya de fiesta. A otros más jóvenes regresar a casa o incluso a parejas que disfrutan de un agradable paseo de este buen tiempo que nos han regalado los primeros días de verano. Yo sin embargo, me arrastro con mi maletín de la mano a través de las aceras para regresar a una confortable cama que me recoja con dulces brazos cariñosos y me haga resguardarme en el olvido.

Antes de llegar a la puerta del portal me adelanta un taxi por la carretera y se detiene justo frente a la puerta. Yo titubeo unos segundos pero continúo como si nada sin quitarle los ojos al taxi. De este baja Namjoon con un maletín parecido al mío y se despide del taxista pagándole con una suma de dinero que no soy capaz de apreciar. Yo llego justo en el momento para que él me vea y me salude con una sonrisa y un gesto de su cabeza. Ambos entramos a la par en el portal y nos encaminamos escaleras arriba. Por el camino me pregunta.

—¿Qué tal el día en la oficina?

—Bien, atareado como siempre.

—Se te ve cansado. –Dice con una expresión de pena y yo me encojo de hombros con gesto desinteresado.

—No importa. He tenido días peores.

—Bueno, mañana solo tienes media jornada, ¿no?

—Sí, hasta la hora de comer.

—Pues mañana a descansar. –Me dice y me mira pero en sus ojos puedo ver una interrogación detrás de todas estas palabras de convencionalidad social. Yo asiento levemente y él sonríe alegre de mi respuesta y de la forma en que he captado sus palabras escondidas.

—¿Qué traes en la bolsa? –Le pregunto con una sonrisa alegre a lo que él se mira la bolsa de cartón que trae en las manos y me devuelve una sonrisa condescendiente, muy paternal. Yo me siento formar parte de lo que a adultos se refiere dentro de este extraño ecosistema que estamos comenzando a formar pero he de reconocer que soy el más débil de todos, y el más cercano a caer desde el abismo de esta depresión.

—Lo que los niños han pedido. –Me dice con una mueca de conformismo y yo asiento, viendo a través de la bolsa dos bocas de botellas transparentes. Sonrío con ello y cuando llegamos arriba me acerco a abrir la puerta mientras él suspira por el cansancio de subir estos pisos.

—Somos Namjoon y Taehyung. –Digo mientras entro y solo JungKook se asoma desde la puerta del salón, de pie como seguro que estaba cerca de la cocina.

—¡Hola! –Dice alegre y yo me encamino hasta ellos a paso tranquilo pero antes me detengo en la puerta de mi cuarto y Namjoon se detiene a mi lado. Con un movimiento ágil abro el maletín y le extiendo el sobre, a lo que él me sonríe con profesionalidad y asiente, llevándoselo consigo al salón. Yo dejo mi maletín a las puertas de mi cuarto y me encamino detrás de Namjoon a la cocina, donde parece que se ha quedado el resto de gente alrededor. Lo primero que recibo al entrar es la atención de JungKook extendiéndome un pequeño bote de plástico de fideos instantáneos. Aún humea, huele delicioso—. Te lo he preparado en cuanto me has mandado el mensaje. No quería que tuvieras que hacerte algo de cenar cuando llegases. –Me dice y yo recojo el bol de fideos con una mueca entre sorprendida y agradecida. Nunca nadie me había preparado la cena y me hace sentir que se me saltan las lágrimas. Le expreso una radiante sonrisa y me siento en la esquina de la mesa. A mi derecha está Yoongi, y frente a este, Jimin. JungKook está parado apoyándose sobre la encimera de la cocina y de pie, de cara a Yoongi y a mí. Namjoon también se queda por ahí de pie, mirando a Jeon.

—¿Y a mí no me has preparado cena? –Le pregunta fingiendo estar ofendido y JungKook se le queda mirando con una mueca perdida.

—¿Quieres que te prepare algo…?

—Es broma, muchacho. No le des vueltas. –Namjoon sentencia y deja la bolsa de cartón sobre la mesa mientras comienza a extraer cosas sobre ella, ante la atenta mirada de todos. Yo comienzo a engullir fideos dado que esto no va conmigo pero presto atención a lo que sucede, curioso ante la desmadrada desesperación del resto—. Aquí tenéis, dos cartones de tabaco. –Saca ambos, uno de marca Lucky Strikey el otro de Winston—. No sabía cual compraros así que me he dejado llevar. –Dice y ambos, Kook y Yoongi, se lanzan a ellos, los dos posándose sobre la marca Winston. Tiran alternativamente de ella pero Yoongi acaba soltando dejando que sea Kook el que saque un paquete de ella.

—¿Has comprado alcohol? –Pregunta Jimin contento y Namjoon asiente sacando un pack de seis cervezas y dos botellas de cristal, una de ginebra y otra de ron. Esta última se la extiende a Yoongi que le devuelve una mirada feliz—. ¿Sigues bebiendo ron?

—¿Con “sigues bebiendo” te refieres a ahora o a cuando estaba en la cárcel? –Pregunta divertido a lo que Namjoon niega con el rostro quitándole importancia a su pregunta y Yoongi le sonríe a Jimin como dos niños a los que les han regalado chupetes nuevos.

—Y por último… —Dice sacándose una pequeña bolsita de plástico del interior de la americana—. E voilà. –Dice en francés y mientras que yo sonrío sin necesidad de saber lo que es, JungKook se acerca curioso, ya extendiendo una de sus manos, pero la mercancía cae en manos de Yoongi quien la mira con una mueca satisfecha.

—Será buena… ¿No?

—No es la mejor pero dicen que no decepciona.

—¿Marihuana? –Pregunta Jeon con una mueca curiosa y Jimin le mira con un interrogante escrito en la frente.

—No, romero. ¿Tú qué crees? –JungKook le mira ofendido y Yoongi sonríe, por la inocencia de Jeon.

—Os pediría… —Digo yo—. Que no la fuméis cuando esté yo en casa y que ventiléis. No puedo llegar a la comisaría oliendo a marihuana. –Digo y Yoongi asiente de forma responsable pero Jimin me mira con cara de pocos amigos.

—Seguro que no serías el único. ¿Qué te crees que hacen tus compañeros con toda la droga que requisan? –Pregunta llevándose dos dedos a los labios en forma de estar fumando. Yo ruedo los ojos.

—¿Has traído papelas y filtros? –Pregunta Yoongi y Namjoon asiente, señalando el fondo de la bolsa de cartón.

—Sí, he pensado en todo, no te angusties.

—¡Eh! –Salta Jeon llevándose un cigarrillo a los labios y extendiéndole otro a Yoongi—. Yo mañana no tengo clase, ¿Qué os parece si hoy estrenamos las botellas y la maría? –Pregunta con voz inocente pero de seguro que aguanta el alcohol mejor que todos nosotros juntos. Yoongi se encoge de hombros y Jimin asiente, emocionado, pero yo niego con el rostro, revolviendo los fideos en el fondo del vaso.

—Yo mañana tengo que madrugar. Mañana todo lo que queráis, pero hoy no. Necesito dormir. –Digo y Jimin vuelve a fulminarme con la mirada.

—Que aguafiestas… —Yo ruedo los ojos y suspiro, terminándome los fideos y levantándome para tirar el envase a la basura y los palillos llevarlos al fregadero. A mi espalda Jeon comienza a guardar las bebidas en la nevera y Yoongi se levanta en dirección al sofá, pero yo le detengo, algo molesto.

—Tú, antes de irte a dormir más te vale que consigas hacerte con un pijama. –Él se me queda mirando curioso y el resto me miran, confusos.

—¿Qué? –Me pregunta receloso.

—No voy a aguantar una noche más del castañeo de tus dientes. No me importa si tienes que dormir con sudadera y vaqueros, pero no pases frío. –Le digo y me conduzco a la nevera para rescatar alguna pieza de fruta que llevarme a los labios. Una manzana me espera en parte baja de la nevera y Yoongi me devuelve una mirada seria. No dice nada porque sabe que es verdad y yo no le digo más porque he dicho todo lo que tenía que decir. Es sin embargo a Jimin, el que me ha llamado aguafiestas, al que miro esta vez con ojos divertidos e inocentes—. ¿No eras tú el que tenía que prestarle algo de ropa? –Le señalo el cuarto—. Ale, déjale uno de tus preciosos pijamas de seda.

—Cállate, idiota. –Me dice con una mueca enfadada y yo me encojo de hombros y me despido de Namjoon y Jungkook y me encamino a mi cuarto, para encerrarme entre la oscuridad y el silencio que tanto he aguardado a lo largo del día.

 

 

  


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