PALABRAS CIEGAS (YoonMin) - Capítulo 14

 CAPÍTULO 14


Jimin POV:

 

Aquí el sol es algo de lo que no parece carecer el tiempo. Con la ventanilla bajada y disfrutando del primaveral tiempo que se acerca más al verano que al invierno, respiro profundamente desde el interior del coche con las manos temblorosas y una sonrisa en mi rostro. Sobre mis ojos, una gafas de sol para facilita mi conducción y sobre mi cuerpo, la ropa más elegante que se me ha antojado ponerme, una camisa blanca, una corbata negra y unos pantalones vaqueros negros que sobresalen por encima de la camisa con un cinturón gris. Me he mirado cinco veces antes de emprender el viaje en la mañana y ni siquiera aun me siento convencido. Demasiado elegante tal vez, demasiado informal, incluso. No me siento a gusto pero ya no hay vuelta atrás porque el resto de mi ropa está en la maleta a mi lado en el asiento del conductor y no tengo tiempo para más cambios.

Los edificios se me muestran altos e imponentes, igual que los de Seúl pero los de este lugar son bien conocidos, son los de mi tierra natal y aunque están en plena construcción estos grandes e insuperables rascacielos, me veo fascinado por ellos. No es sino un humilde piso lo que busco con la mirada mientras con un papel apuntada la dirección en mi mano miro alternativamente entre él y las placas en las calles para guiarme y poder llegar a mi destino. Puedo guiarme sin demasiada dificultad teniendo en cuenta que aquí nací y por mucho tiempo en la necesidad de guiarme solo entre las calles y los edificios. Según voy por la carretera de una urbanización cercana al centro de Busán, detengo mi coche en una tienda de caramelos en la que solía comprar dulces los domingos y más adelante me topo con la escuela de mi infancia, donde tantos recuerdos albergo.

Pasados quince minutos aparco el coche frente a un portal que recuerdo con cariño pues en uno de los pisos, vivía Jeon. Sin embargo no es Jeon quien me aguarda hoy, sino otra persona que estoy ansioso de conocer. Acercándome al telefonillo busco el piso indicado y marco unos tres segundos hasta que creo que es suficiente y aguardo ansioso con una mano temblorosa y sudada en el asa de la maleta. Una voz al otro lado a la que ya me he acostumbrado me responde con un registro más grave que me hace temblar.

–¿Sí?

–Soy Park Jimin. He llegado. ¿Me abres?

–¡Claro! –Contesta animado y rápido la puerta emite un pitido y la empujo para entrar con una sonrisa algo más aliviado. Me alegro de no haberme confundido de dirección y tampoco de ser repudiado por él dejándome en la calle. Son tonterías, pero el nerviosismo me controla más de lo que me gustaría y mientras subo por las escaleras mis piernas tiemblan tan solo hasta que llego al tercer piso. Allí, la luz de una de las puertas llama mi atención y me acerco a ella mientras veo salir a un joven con cara aniñada, pálido y de labios finos y ojos pequeños. Su expresión risueña le hace ver mucho más joven de lo que seguramente es y con un suspiro miro el número del piso y el de la puerta para cerciorarme de que efectivamente, es él.

–¿Min Yoongi? –Pregunto aturdido y él, rápido abre sus ojos sorprendido, una sonrisa estalla en su rostro y me mira de arriba abajo feliz.

–¿Park Jimin? –Asiento y con una enorme sonrisa me acerco a la puerta inclinándome delante de él. El me devuelve el gesto pero siento que para la amistad que hemos creado a partir de unas cartas no es suficiente expresión de cariño y cuando estamos el uno cerca del otro, nos abrazamos haciendo que deje la maleta en el suelo a nuestro lado. Su abrazo es mucho más cálido de lo que habría esperado y estar entre sus brazos me hace sentir reconfortado. Como si un gran peso de años me apaciguase. Es extraño verme abrazado por alguien y sentirme atendido de esta dulce manera. Un poco de la invisibilidad que me rodeaba desaparece con su presencia.

–Me alegro mucho de conocerte al fin. –Le digo mientras nos separamos y abre aún más la puerta de su casa para dejarme espacio. Yo me conduzco dentro con la maleta de la mano pero él me la arrebata y la lleva consigo como muestra de cortesía hasta el interior. Toda la casa me trae recuerdos a pesar de que ha cambiado un poco la distribución y de que los muebles, algunos, son nuevos. Tal vez no sean de YoonGi, sino que Jeon los cambiara antes de irse.

–Y yo, Jimin. ¿Cómo ha estado el viaje? –Me da la espalda para conducirse al salón y deja sobre el sofá mi maleta. Él es tal y como se me describió pero es totalmente diferente a lo que yo me imaginaba, sin duda superando las expectativas. Es mucho más agradable, más cercano. Me siento a gusto con él a mi lado.

–Más corto de lo que me imaginaba pero a la vez muy largo.

–¿Cómo es eso? –Me pregunta una vez se ha puesto de cara a mí y yo le sonrío avergonzado por su intensa mirada en mí.

–Me ha hecho bien conducir y a medida que me alejaba, me iba encontrando mejor pero estaba muy nervioso por conocerte al fin. –Abre sus brazos en cruz.

–¿Y bien? ¿Qué te parezco? No soy tan mayor, ¿cierto? –Sonrío.

–¿Y yo? ¿Qué tal me veo?

–Mucho más adorable de lo que me imaginaba. –Ambos sonreímos y él termina suspirando y cambia su expresión a una de un completo anfitrión–. ¿Bebes cerveza? –Asiento–. Ven, tengo en la nevera. –Camino con él hasta la cocina y cuando llegamos me hace sentar en la pequeña mesa central mientras llega a la nevera y saca dos latas de cerveza extendiéndome una acompañada de un posavasos.

–Gracias.

–¿Quieres algo de comer? ¿Patatas? Es casi la hora de comer…

–No, gracias. Esperaba que tú aún no hubieses comido para invitarte a comer. –Él me mira sorprendido.

–Te has adelantado, pensaba invitarte yo.

–Nada de eso, ya me dejas estar aquí, lo menos que puedo hacer…

–Jimin, por favor. No importa. Vamos, déjate de formalidades. –Suspiro y asiento mientras le veo sentarse a mi lado y abrir su cerveza produciendo un chasquido. Da el primer sorbo y se limpia los labios con el dorso de la mano. No me pierdo un solo detalle de todo lo que hace y mientras le miro, él quiere evitar mi mirada para que no se produzca un silencio incómodo, pero yo no dejo de mirarle, no puedo.

–Es tan extraño… –Digo al fin–. ¿No crees?

–¿Conocernos al fin?

–No, que me sienta tan a gusto con alguien que apenas conozco. Y sin embargo otros me traen de cabeza…

–Cuanto más conoces a una persona, peor te cae, te lo garantizo.

–Puede ser…

–¿Cómo te va la vida, Jimin? Hace días que no hablamos de ello. ¿Tu esposa?

–Bien, bueno. En realidad no. Ya sabes. Ahí sigue.

–¿Y en el trabajo?

–Igual que siempre. ¿Sabes? No quiero hablar de ello. Estoy aquí contigo al fin y he venido para desconectar. No quiero…

–Está bien, lo comprendo. ¿De qué quieres que hablemos? Podemos hablar de lo que quieras sin miedo a la factura de la llamada ni tampoco a que se nos gaste la tinta del bolígrafo.

Ambos reímos a carcajadas.

–Háblame de ti. ¿Qué es de tu trabajo o…?

–¡No te he dado la noticia! Me han ofrecido trabajar en la revista cómica “Mentiras y medias verdades” de Busán. ¿Sabes cuál es? –Se levanta agitado y camina a mi lado para dirigirse a una pequeña cesta de mimbre sobre la encimera donde hay una pequeña pila de revistas y periódicos. Viene hasta mí y me muestra un par de ediciones recientes que me ponen los pelos de punta. Una revista completa de caricaturas ridiculizando y denigrando a famosos y altos cargos políticos. Sonrío sin querer con las portadas y los reportajes del interior me hacen romper a carcajadas–. Es una revista que apenas tiene dos años de existencia pero sus ventas están disparadas y quieren contratarme. Es una revista de sátira política pero con un carácter muy radical y progresista. Intentan dar las noticias de forma cómica.

–No deberías rechazar la oportunidad. Suena genial.

–Lo único que me tira para atrás es que deberé trabajar con otros dibujantes y eso me escama. Me gusta mi trabajo en el periódico en el que estoy. Me limito a hacer un dibujito al día y ya está. Yo solo y sin presiones.

–¿Habrá un aumento de sueldo, respectivamente?

–Claro, me pagarán casi el doble.

–¿Entonces que hay que pensar? –Le miro de reojo sonriendo pícaro–. A no ser que no te veas capacitado para hacerlo, claro. Hace falta mucho talento para hacer este tipo de cosas. –Con un gran puchero enfadado e indignado se dirige fuera de la cocina y tarda unos segundos en regresar. Los suficientes como para sentirme culpable de mis palabras por hablarle hecho enfadar. Pero cuando regresa, trae en sus manos lo que parece un blog de dibujos y lo tira frente a mí en la mesa. Yo lo abro y él se cruza de brazo esperando por una respuesta de mi parte aunque no es un “perdón” por mis palabras. Sin duda sus dibujos son sorprendentes y al contrario de encontrarme solo caricaturas también puedo ver dibujos tremendamente profesionales ya sean paisajes, arquitecturas o incluso retratos sorprendentemente realistas–. Pe–perdón… son… geniales…

–Ten cuidado la próxima o dormirás en el felpudo. –Me señala con un dedo y yo sonrío haciéndole sonreír también.

–Hyung, eres todo un artista.

–Muchas gracias.

–No, enserio. Me siento muy envidioso. Tu trabajo es algo maravilloso en comparación con el mío.

–Aun no me has dicho en qué trabajas. Solo que estudiaste psicología. ¿Eres psicólogo?

–Ya te hablaré de eso. Ahora déjame seguir admirando tus dibujos.  

 

 

 

 

 

 


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