FRENTE A LA COMIDA (YoonMin / VKook) - Capítulo 12
Capítulo 12
Narrador
omnisciente POV:
La luz que entra desde la ventana de los pasillos es una luz cálida, amable y amigable. Se ilumina en distorsionados cuadrados en la forma de las ventanas sobre las baldosas blancas sobre el suelo. Muy lentamente la luz va cambiando de posición en el sentido en que el sol se esconde poco a poco pero los únicos cambios que podemos notar a simple vista son la sombra de algún pájaro cruzando frente al cristal o como las nueves se interponen entre el sol y nuestra vista. A lo lejos podemos escuchar una extraña canción francesa salida de la nada. Tal vez alguna habitación lejana de la que no tenemos constancia. Es la canción Les amants d'un jour de Edith Piaf.
Con la canción nos sumergimos poco a poco en una extraña atmósfera de nostalgia que interpretan los doctores y doctoras caminando de un lado a otro con camillas, camillas, alguna que otra bandeja de comida y algunos goteros sobre sus estructuras de metal en ruedas. Nuestros ojos se detienen en un pequeño banco al lado de una especie de salida al exterior. Una salida cerrada que da a la azotea despejada del hospital. Sobre el banco está TaeHyung sentado con las manos dentro de los bolsillos de su sudadera y con las piernas cayendo del banco. Las mueve de vez en cuando con un sutil balanceo y otras, se detiene mirando los cordones en sus converse. Nosotros también las miramos y nos damos cuenta de que están un poco sucias de polvo y barro. Deben ser muy viejas y lo vemos en algunas costuras descosidas ya y en la goma desgastada de la suela. Apenas parece importarle pues se ve cómodo en ellas. Tal vez ni siquiera se haya fijado y solo las mire como entretenimiento.
Un cuerpo aparece de la nada por la esquina del pasillo y cuando sus ojos se clavan en el cuerpo de TaeHyung, una sonrisa aparece en su rostro. Una sonrisa animada y unos pasos en la dirección le siguen. Camina contento hasta quedarse parado frente a él y hacer que su sombra le llame la atención. Taehyung le mira, con ademán de querer ignorarle, pero Jeon le habla como saludo.
–¿Qué haces aquí?
–¿Me buscabas? –Pregunta desganado, apoyándose en la cristalera a su espalda.
–No, pero ahora que te encuentro me preguntaba si no te importaría que me sentara aquí contigo. –Taehyung se encoje de hombros y Jeon se sienta a su lado en el trozo de banco libre. Mirando a fuera coge un poco de aire y frunce el ceño–. ¿Qué haces aquí?
–Pensar.
–¿Pensar en qué?
–No te importa.
–Hum. –Dice Jeon como si nada–. En YoonGi, ¿verdad? Este chico… –Jeon frunce los labios y niega con el rostro–. Como se recupere pienso darle un par de collejas… –Como TaeHyung no dice nada, Jeon sigue hablando para sí–. Hoy hace un día muy bueno. Ojalá pudiéramos salir a dar un paseo o algo así, ¿no te parece?
–No me gusta.
–¿No te gusta pasear?
–No me gusta salir. –Jeon frunce el ceño.
–¿No? Bueno, pues podemos simplemente quedarnos aquí, pero no hay mucho que hacer, la verdad. ¡Aish! –Se estira–. Voy a acabar muerto de aburrimiento. No hay nada que quiera leer, no hay nada para hacer ejercicio… hecho muchas cosas en falta.
–Solo llevas dos meses, acabarás acostumbrándote.
–¿Tú cuanto tiempo llevas aquí?
–Mucho.
–¿Mucho?
–Desde que tengo quince años. –Jeon hace cuentas y se sorprende, comprendiendo la complejidad de su situación.
–Oh, ya veo. Bueno, si tú te has acostumbrado yo también puedo. Además, no es mi intención estar aquí siempre.
–¿Insinúas que la mía sí? –Taehyung le mira, despectivo.
–No, no quería decir eso. –Jeon alza las manos, inocente–. Me refiero a que, bueno, algunas enfermedades son más sencillas de tratar que otras… ¿Entiendes?
–No depende de la enfermedad, sino de la fuerza de voluntad de las personas.
–¿Tú crees?
–Sí. En el tiempo que llevo aquí he visto tardar años en curar un simple catarro y otros que se han largado en un par de días por una operación mucho más complicada.
–Supongo que tienes razón. Pero yo soy muy fuerte, y puedo con todo.
–Cuando entraste aquí, ni siquiera sabías que estabas enfermo.
–Pero ya me he dado cuenta. –Jeon asiente con el rostro–. Y desde entonces hago el ejercicio necesario simplemente para tener buena salud. –Taehyung no contesta, se limita a sacar sus manos de los bolsillos de su sudadera y a juguetear con sus dedos–. Oye, ¿puedo hacerte una pregunta? –Taehyung mira, curioso.
–¿Puedo evitarlo?
–Me temo que no. –Jeon sonríe–. ¿Quién es el chico que viene a verte? –TaeHyung alza la mirada a la nada y suspira. Ya ha estado esperando esta pregunta durante mucho tiempo y el resto de personas, algunos lo saben, otros no. Jeon no debe saber nada de lo sucedido y se limita a fruncir el ceño buscando las palabras indicadas. Ya ha pensado muchas veces como contárselo a alguien, llegado el momento y este es un buen momento, al parecer. Repite, como un dogma, lo que ha estado ensayando en su mente durante mucho tiempo.
–Es mi hermano mayor. Taemin. –Jeon asiente, sonriendo.
–Es un chico muy guapo. ¿Cuántos años tiene?
–Seis más que yo. –Jeon hace cuentas de nuevo.
–Ya veo. ¿Y tus padres? ¿No vienen a verte nunca? –TaeHyung suspira, baja el rostro.
–Mi madre está muerta. Y mi padre, en la cárcel. –Jeon palidece momentáneamente y coge aire, pero no dice nada unos segundos. Ha quedado repentinamente en shock por la respuesta pero, pasado casi un minuto, se anima a pasar el brazo por los hombros de TaeHyung y a susurrar
–Vaya, lo siento muchísimo, no lo sabía. Perdóname. –TaeHyung se encoje de hombros y hace un ademán de ponerse la capucha, avergonzado por la conversación, intimidado por el contacto de Jeon sobre él. Pero Jeon le prohíbe hacerlo y le sigue hablando–. Si alguna vez quieres hablar de ello, sabes que puedes contar conmigo. ¿Sabes? Te propongo algo. ¿Te gustan los videojuegos? –Taehyung asiente, un poco más interesado en la conversación–. ¡En mi casa tengo un montón de videojuegos! ¡Y una televisión enorme en mi cuarto! Cuando nos recuperemos, un día tienes que venir a mi casa a jugar. ¡Nos pasaremos el día delante de la pantalla! ¿Te gustaría? –Taehyung quiere asentir, y una endeble sonrisa sale de sus labios, pero al rato, niega con el rostro.
–No sé, Jeon. No sé qué será de mí si me recupero…
–¿A qué viene eso? Vamos, no estés triste… –Taehyung pretende contarle sus miedos, sus incertidumbres, pero se contiene a tiempo y se limita a bajar la cabeza, un poco sofocado.
–¿Por qué insistes en ser mi amigo? –Pregunta de la nada.
–¿Por qué no?
–Tienes a mucha más gente aquí dentro. Namjoon es más amable, Hoseok puede darte buena conversación si no está en sus días malos.
–Pero me gusta hablar contigo.
–Tienes que sacarme las palabras a la fuerza, Jeon.
–No lo veo así. Simplemente te has acostumbrado a estar solo, nada más es eso. ¿Hum? Me gusta estar contigo, hyung. –De repente los ojos de TaeHyung le miran, temblorosos. Nunca antes le habían dicho “hyung”. No al menos de una forma tan acaramelada y sutil. Casi pareciera como si le hubieran rozado el cuello con una pluma limpia y sedosa. Taehyung se estremece y no se atreve a seguir mirando a Jeon. Le retira la mirada con las mejillas un poco enrojecidas.
–Déjalo estar. ¿Vale? No me gusta tener amigos.
–Pero a mí sí. Bueno, no sé. La verdad es que nunca he tenido amigos…
–¿Y eso? –Jeon se encoge de hombros y le mira, triste.
–Nadie quiere ser amigo de un chico pequeño, enclenque y delgaducho. –Taehyung frunce el ceño–. Y tampoco nadie quiere ser amigo de ese chico raro al que los matones le pegan. ¿Sabes? El bullying es una de las peores enfermedades que conozco porque además de ser letal es también muy contagiosa.
–Contagiosa. –Repite TaeHyung masticando la palabra, intentando saborearla.
–Sí. Mucho. Al principio la gente te habla y te saluda como si nada pero a la primera que te golpean, la gente deja de tratarte, temiendo ser también víctimas como tú. ¿Lo entiendes? Si antes tenía pocos amigos, dejé de tener incluso conocidos. Cuando preguntabas por mí, te decían: “Ah sí, el crío ese al que todos los días le meten la cabeza en el retrete. Lo he visto corretear por ahí” o “No, no sé quién es. ¡Ah! Al que colgaron el otro día de uno de esos percheros. ¿No lo habían cambiado de escuela?” Cosas así, solo por miedo a ser también víctimas.
–¿Eso te pasó a ti?
–Sí.
–¿Y tus padres? ¿No hicieron nada?
–No saben nada. –Jeon se encoge de hombros–. En cierto sentido no quería pegarles la enfermedad a ellos también.
–¿Y qué te hace pensar que yo no soy como esos chicos de tu escuela? ¿Hum? Yo también puedo humillarte y golpearte.
–Nah, tú no hyung. –Se acerca Jeon más a TaeHyung y apoya su mejilla en el hombro del mayor–. ¿Quién crees que te cargó como a un bebé el otro día para llevarte a la enfermería? –TaeHyung enrojece, un poco avergonzado–. Vamos no pongas esa cara, que no pasa nada, de todas formas, no pesas nada.
–Déjame.
–¿Qué? ¿Te pone nervioso que esté aquí? –Jeon apoya más cerca de su cuello su barbilla y TaeHyung se aleja levemente. No quiere ser brusco pero es evidente su incomodidad.
–Un poco…
–No lo estés… no pasa nada. –Taehyung coge el valor de mirar a Jeon de reojo y este alza la mirada a sus ojos. Ambos ojos se miran profundamente y contrasta la fina línea de TaeHyung con los enormes ojos castaños de Jeon. Toda su expresión es dulce y aniñada y antes de perder la oportunidad, besa la mejilla de TaeHyung haciendo que este de un respingo por las sorpresa, por la repentina circunstancia. Jamás había sentido ese cálido gesto de nadie. Nunca. A los segundos, vuelve a repetirse el contacto y esta vez sí que mira a Jeon más directamente, confuso y aturdido. Jeon se limita a hacer un puchero con los labios y a abrir más los ojos, mostrando su inocencia en ellos. Después desvía la mirada a su rostro y besa la comisura de sus labios. El sabor es más dulce de lo que Jeon se esperaba, y TaeHyung cierra los ojos sin darse cuenta. Jeon aprovecha el gesto para besar directamente sus labios. Un simple gesto, dulce, amortiguado el sonido por la saliva. No se escucha más que el propio choque de los labios y la entrecortada respiración de TaeHyung.
Todo parece desaparecer alrededor de ambos y se dejan caer en el abismo de otro beso. Uno más. Esta vez con el rostro de JungKook inclinado para que puedan tocarse a la perfección, para que ambas narices no estorben y ahora puede ser más consciente de la entrecortada respiración de TaeHyung sobre su mejilla. Al terminar el simple sello Jeon espera la reacción de TaeHyung alejándose un poco pero lo único que obtiene es una fría mirada de lejanía y desconsuelo. No encuentra en su expresión ánimos para continuar ni tampoco una satisfacción por lo que ha sucedido. Sin darse cuenta retira el brazo sobre sus hombros y se sienta poniendo ambas manos en su regazo, repentinamente incómodo con lo sucedido.
–Lo… lo siento… –Musita Jeon con la mirada perdida en sus manos. Taehyung suspira casado, como un adulto cansado de trabajar, un anciano cansado de vivir, y se levanta con un quejido. Sin mediar palabra camina pasillo adelante hacia los dormitorios y nuestros ojos se quedan fijos en la desanimada expresión de Jeon viéndole marchar. Aún saborea en sus labios el dulce caramelo del beso que ha surgido y con una endeble sonrisa, se consuela.
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