FRENTE A LA COMIDA (YoonMin / VKook) - Capítulo 11

 Capítulo 11


Narrador omnisciente POV:

 

Cae una fina lluvia. Una lluvia que ha aparecido de la nada pero que ahora se hace notar. Nuestros ojos están fijos en la ventana sobre una de las camas de las habitaciones. Estamos casi hipnotizados por como las gotas chocan como kamikazes contra el cristal y este se mueve ligeramente por el viento. Un murmullo por este colándose por las ventanas nos estremece y pareciera que quiere hablarnos de algo, una humilde y desesperada conversación inesperada. Nosotros lo ignoramos y nos acercamos un poco más al cristal. Podemos ver que el frio fuera, un frio también repentino de una estación un tanto revuelta, hace que se empañe el interior de los cristales.

Es de noche y a punto estamos de ver ir a la gente a dormir pero aun no. Aún quedan unos minutos en los que Jimin, a nuestro lado sentado en el escritorio con el flexo encendido, se divierte viendo las imágenes de las revistas, nuevamente. Nos damos cuenta de que es casi como una obligación, aunque no le guste. Sentarse y embotarse esos cánones de belleza por muy mal que le sienta, por poco que avance su recuperación. Nos sumimos sin darnos cuenta en las revistas a su lado y le vemos con un dedo pasar la yema de este por la superficie del papel, delineando el contorno de uno de los modelos de ropa interior que aparece en él.

Jimin frunce su ceño, preguntándose hasta qué punto este hombre frente a él es perfecto. Sin darse cuenta ha dejado de ver en estos modelos un ideal de perfección. Hoy ha abierto la revista y cuando ha visto la primera foto, se ha desencantado. Casi por arte de magia. Ya no le parecen iguales, han perdido el brillo en su piel, han perdido la elegancia y la soltura. Parecen cuerpos muertos cayendo a plomo sobre el papel. Meros hombres y mujeres dibujados a lápiz. Cuando se ha dado cuenta de que estas fotografías ya no le satisfacen se ha puesto a mirarlas fijamente buscando en ellas, a conciencia, el encanto que han perdido. Se pregunta dónde ha quedado la elegancia y la sutileza, donde se ha ido el deseo y la pasión.

Pasa el dedo sobre el papel pintado y se descubre a sí mismo recordando el cuerpo de YoonGi bajo la luz de la luna. Se recuerda escondido tras la puerta mientras sus ojos recorren el pálido reflejo de la luz. No ve en YoonGi el mismo ideal que recuerda de sus revistas pero está seguro de que es por su culpa que ahora ya no sienta el mínimo interés por estas. Se deja caer sobre las palmas de su mano apoyando los codos en la mesa y suspira largamente y con un discontinuo  ritmo, está tembloroso y dubitativo. Nervioso y muy enfadado. No se ha vuelto a sentar con YoonGi ni a la hora de comer ni a la de cenar. No le ha dirigido la palabra y cuando se ha dirigido a él, solo le ha ignorado. Duele.

Como el murmullo del mar en aumento, y acompasando la caída de la lluvia, un revoloteo comienza a nacer fuera. Jimin no lo atiende, tampoco le incumbe, pero aun así, todos lo escuchamos. Unos pasos acelerados de un lado a otro del pasillo. Unas voces lejanas, que no van con nosotros pero que el mero tono nos pone los pelos de punta. Miramos hacia la puerta pero no la traspasamos. Por debajo, vemos la sombra de algo conduciéndose a gran velocidad pasillo a la izquierda. Algo grande, violento, y con dos pares de ruedas. Es ahora cuando Jimin despega los ojos de la revista y mira, como nosotros, el traqueteo de las ruedas de aquello que ha pasado por delante. Se queda unos segundos pensando en la posibilidad de que algo así cruce de buenas a primeras su puerta pero no alcanza a comprender el sentido. No se levanta, sin embargo. Sigue escuchando, paralizado como nosotros, las voces que se oyen desde el exterior. Unas voces impropias de las horas.

–¡¿Qué ha pasado?! –Se oye la voz de un desconocido caminando por delante de la puerta.

–¡¡Ayudadme!! –La voz de Jin hace dar un respingo a Jimin, poniéndose en pie con cuidado–. ¡Ha perdido mucha sangre!

Jimin deja de oír. Como si la adrenalina repentina en su cuerpo le impidiera ver la realidad, oye un fuerte pitido, producto de tanto alboroto. Se acerca a la puerta con cuidado y gira el pomo con la mano temblorosa. No sabe qué le espera fuera pero cuando abre, el murmullo es más fuerte pero solo ve la pared posterior del pasillo. Solo eso. Se queda unos segundos mirando a la nada y cuando se atreve a sacar la cabeza fuera, la escena que se encuentra es confusa y desamparada. Como él, sus compañeros también han salido, curiosos por los gritos, de sus cuartos y asoman las cabezas fuera para saber qué está ocurriendo. A lo lejos, corre una camilla hacia nuestra dirección. Una camilla ensangrentada, con las sábanas manchadas y arrugadas. Dos enfermeros tiran de ella y Jin la sigue, a paso rápido. Detrás de Jin, aparece de la habitación de YoonGi Jeon, con las manos cubiertas de sangre y el rostro roto en llanto, con una expresión de miedo y tristeza.

Cuando la camilla pasa frente al cuarto de Jimin el tiempo parece ralentizarse. Se queda absorto viendo como el cuerpo de YoonGi está tirado sobre la cama, inconsciente, con una expresión de sosiego en su rostro. Sobre sus brazos, extendido a cada lado de su cuerpo en la camilla, hay varias gasas haciendo presión sobre ellos. Brota sangre, mucha sangre y el cuerpo en sí es más pálido de lo que recordamos, o al menos esa es la impresión que nos da a nosotros. No queremos pensarlo por mucho más tiempo. Los cabellos de YoonGi están revueltos sobre el almohadón. Su rostro, manchado de sangre en algunas partes. Parecen yemas de los dedos de alguien. De los de Jeon al intentar despertarle. La camilla pasa de largo, dejamos que el tiempo siga su curso y nos quedamos mirando como el rostro de Jimin se ha quedado helado, sus manos aferradas con fuerza al pomo interior de la puerta y con ojos nerviosos, mira como desaparece la camilla por el pasillo.

Nuestros ojos, por el contrario, se dirigen al otro extremo del pasillo en donde Jeon cae al suelo, apoyándose la espalda en la pared y con intenciones de cubrir su rostro compungido por el llanto con las manos manchadas de sangre. Se cohíba a tiempo pero de igual forma, llora desconsolado. Namjoon sale de su cuarto a su encuentro y se arrodilla a su lado pasando la mano por su cabello.

–¡No sé si he llegado a tiempo! ¡He entrado y ya estaba así! ¡Yo…! ¡Joder…! –Rompe a llorar más fuerte, mientras NamJoon abraza sus hombros, tranquilizándolo con susurros consoladores. Recorremos el pasillo con la mirada para ver a TaeHyung en la puerta de su cuarto, con ojos temblorosos sobre Jeon y a Hoseok, en medio del pasillo mirando por donde ha desaparecido la camilla. Volvemos a mirar el rostro de Jimin, más enrojecido, con las mejillas ardiendo y los ojos llenos de lágrimas. No es miedo o tristeza lo que siente. Se ha pasado su vida rodeado de estos dos sentimientos y por una vez, no le dominan. Algo peor lo maneja con hilos. Igual que un títere entra en su cuarto sin cerrar detrás de él y se queda apoyado en la mesa con ambas manos, mirando directo a sus revistas. Con una expresión que no habíamos visto en él hasta ahora, las coge de golpe y comienza a destrozarlas. Arranca las páginas, rompe estas en pedazos más pequeños. Las golpea, las tira, las pisa. Cuando la ira se vuelve dolor cae al suelo y se apoya en una de las patas de la mesa y se deja abrazar por el llanto.

Unos ojos desde la puerta le miran, los ojos de Hoseok que se han asomado por el escándalo. Apoyado con una mano en el umbral de la puerta, se ha quedado estupefacto con la reacción de Jimin, consciente de que estas revistas lo son todo para él. También para Hoseok los ideales y los grandes modelos le han condicionado toda la vida. No dice nada. No hace nada. Se queda sin palabras y sin valor para consolarle. No son nada, y acaban de darse cuenta.

 

 

 

Capítulo 10                   Capítulo 12

 Índice de capítulos

 

Comentarios

Entradas populares