EL PRECIO DEL ARTE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 9

 Capítulo 9

 

JungKook POV:

10/06/1995

 

Llevo el mechero de Yoongi hasta la punta de mi cigarrillo. El mechero es sorprendentemente atrevido. Mientras que el cuerpo de este es transparente, hay un dibujo a color de una calavera descomponiéndose con gusanos saliéndole de los ojos y la boca abierta. No da repulsión, dado que es un dibujo simple de colores neutros, pero en sí, la idea es repulsiva y a la vez, divertida. Me lo quedo mirando mientras cumple la función de encender la punta de mi cigarrillo. El tercero en lo que llevo aquí. Una hora y media. Me gustaría pensar que es mi record pero no es cierto y menos teniendo en cuenta que estoy fumando por dos porque Yoongi me sigue el ritmo y mi paquete se vacía a la velocidad de la luz. Él, cada vez que le ofrezco uno, me lo acepta con una sonrisa apenada de no poder devolverme el gesto pero a cambio me recompensa con una amable conversación inteligente que ansiaba en alguien.

Ahora sin embargo es con Jimin con quien más está hablando y pasado tiempo desde que me he sentado en este sofá, parece que sus humos se han calmado y acepta con diligencia que una nueva persona, más inteligente y alta, se haya unido a la convivencia en esta casa. Por lo poco que sé de él y no necesito mucho más, puedo comprobar que es un niñato malcriado de un extracto de la sociedad adinerada que no solo no está acostumbrado a tratar con otros seres vivos, sino que no está hecho para la convivencia con ellos. Esta casa será un espacio demasiado reducido para él y yo, por el contrario, ansiaba la conversación de alguien que no me conociese tan solo por sacar las mejores notas. Pero a juzgar por lo único que se sabe de mí aquí, así se me va a etiquetar.

Hasta ahora no hemos hablado más que de tonterías sin sentido en donde contamos alguna anécdota graciosa, algo divertido o relacionado con la televisión. No nos hemos abierto los unos a los otros y cada vez que pienso que vamos a hacerlo, ninguno de los tres parece querer ser el primero. La mesa se ha llenado de cervezas vacías, de dos zumos de uva estrujados y de colillas en un cenicero de cristal traslúcido. Puedo ver como una capa de aire emponzoñado de humo de cigarrillo flota en la parte superficial de la estancia y estoy a punto de levantarme cuando Taehyung entra por la puerta y mira alrededor un poco intimidado por nuestra presencia y el silencio que se ha generado de golpe por su presencia. Es un comportamiento del todo lógico. Nos sonríe tímido y mira la cocina, desplazándose hacia ella. Le veo mirar alrededor con un bulto de ropa sobre sus brazos y la mete en la lavadora dubitativo. Después me mira de reojo y rebusca en la nevera.

—¿Querías comer algo? –Pregunto a lo que asiente mirándome un tanto desazonado.

—¿Hay algo rápido? No me apetece cocinar.

—Mira por los armarios. Creo que puedes encontrar algo de bollería o cualquier guarrería. –Le digo y asiente mientras le veo en calcetines blancos ponerse de puntillas para alcanzar los armarios más altos y después los que están más a su alcance. Lo hace tranquilo, mirando a todas partes y acaba cogiendo una bolsa de patatas fritas, una pequeña empanada de la nevera y un vaso de agua. Se desplaza hasta el salón y deja las cosas sobre su regazo sentándose en el sofá a mi lado. Cuando se sienta tose un poco, apartándose un poco de humo del rostro, probablemente humo que acabo de soltar de la nariz, y yo me disculpo dejando el cigarrillo en el cenicero mientras me levanto con cuidado y me dirijo a una de las ventanas para abrirla y dejar que el aire limpio entre, sacando de vuelta el humo. Cuando regreso a sentarme le veo devorar un gran bocado de la empanada, al parecer de atún con tomate, y dar un largo trago de agua.

—Bien, ya estamos todos, supongo. –Salta de repente Yoongi acomodándose mejor en el sofá con la espalda un poco más erguida sin perder su pose desentendida. Jimin se gira un poco más a nosotros y Taehyung nos mira a todos, alternativamente. Seguro que yo tengo la misma expresión pérdida.

—¿Todos? –Pregunto—. Solo estamos cuatro.

—Los cuatro que hemos sido sacados de nuestras rutinas para complacer los servicios de gente superior. –Dice Yoongi tranquilo y yo asiento encogiéndome de hombros. Jimin desvía la mirada a la televisión, desinteresado y yo me desenvuelvo mientras intento comprender qué quiere decir.

—¿Qué pretendes?

—Digo que es hora de presentarse formalmente. ¿No? –Pregunta mirando a Taehyung que ha sido el último en llegar.

—¿Entonces estas dos horas hablando no han servido de nada? –Pregunta Jimin con un intento de sonrisa sarcástica y Yoongi se encoge de hombros mientras se lleva un cigarrillo a los labios.

—Recuérdame que le diga a Namjoon que necesitamos suministro de tabaco para un par de meses. –Me dice Yoongi y yo sonrió mientras se lleva el último cigarrillo de mi paquete a los labios. Yo asiento sonriendo y rescato el mío dándole una calada.

—Y algo de alcohol. –Dice Jimin y Yoongi le mira con enfado.

—No estamos aquí de fiesta, niño. –Le dice despectivo y Jimin le frunce el ceño ofendido pero Yoongi piensa algo más detenidamente—. Pero sí. Se lo diremos también. –A lo que Jimin sonríe por lo bajo.

—En fin. –Digo retomando la conversación. Odio cuando la gente se va por las ramas y no saben regresar el punto de partida de la trama—. Hablemos en serio. –Digo. Todos me miran, ser el centro de atención me sobresalta—. Estamos aquí para, lo que parece ser, un robo. ¿No? –pregunto mirando a Yoongi a lo que este asiente.

—Eso es. Un robo a un museo nacional. ¿Qué te parece? –Me pregunta y yo entrecierro los ojos.

—Tú sabes demasiado… ¿hum? –Le digo—. ¿Debería tener cuidado de no decir nada malo, o de decir algo en contra de esto? ¿Eres quien nos va a vigilar?

—¿Tengo pinta de ser responsable? –Me pregunta con expresión cansada y yo entrecierro aún más los ojos—. No seas escéptico. Limítate a decir lo que piensas. Si te parece bien como si te parece mal, a mi me da igual. –Se encoge de hombros.

—¿La verdad? A mí me parece toda una locura. Y me da que voy a ser el responsable de que esto salga bien así que me parece que…

—¿Quién te ha nombrado responsable? –Pregunta Jimin señalándome con un dedo pequeño y regordete. Yo levanto una ceja, incrédulo.

—Dado que soy el único de aquí que sabe algo de arte, me parece que va a ser mi responsabilidad que todo salga como es previsto sin que las obras sufran un solo rasguño.

—Eres el más joven, niño genio. Me parece que vas a tener la mínima responsabilidad, y no solo eso, deja de creerte tan guay, prepotente. –Me dice y yo suspiro rodando los ojos.

—A mí me parece buena idea. –Dice Taehyung a mi lado mientras mastica una patata que cruje entre sus dientes. Todos le miramos pero él no nos presta atención. Mira directo al interior de la bolsa de patatas como si hablase con alguien en el interior.

—¿De veras? –Pregunto mientras me mira de reojo.

—Sí. –Se encoge de hombros—. Nos darán una buena cantidad de dinero y no tendré que volver a trabajar en una maldita oficina. –Dice con rasgos enfadados y yo desvió la mirada, sintiendo que sus palabras son mucho más conscientes de lo que ha parece. Cuelo mi mano dentro de la bolsa de patatas y rescato una mientras la como en silencio. Jimin señala la bolsa con ojos necesitados y le extiendo un par de patatas que acepta feliz.

—Yo no pienso que sea una buena idea, es decir, vamos a cometer un robo muy grande, —dice Jimin y Yoongi rueda los ojos—, pero la verdad es que no tengo otra cosa que hacer con mi vida y la verdad es que me agarraría a un clavo ardiendo con tal de salir adelante. Cuando terminemos con esto desapareceré por ahí en una isla desierta y no se me volverá a ver. Ese es mi plan. –Sentencia metiéndose las patatas entre los labios y yo asiento, teniéndolo como una muy buena idea.

—¿Qué vas a hacer tú cuando terminemos con esto? –Le pregunta Yoongi a Taehyung que se queda pensativo.

—Comprarme un pequeño piso y vivir desahogadamente el resto de mi vida. –Se encoge de hombros.

—¿Y tú? –Me pregunta a mí a lo que me sorprendo porque no tenía nada pensado. Me limito a expresarlo como tal.

—No lo sé. No he pensado en ello aun. –Digo y él asiente, comprendiendo.

—Yo igual. –Dice con una sonrisa cómplice y se encoge de hombros—. Seguramente seguir trabajando para Namjoon robando y esas cosas…

—Cuéntanos de ti. –Le pido—. Venga, hablemos de nosotros, de qué hacíamos antes de llegar aquí. –Como le he preguntado a Yoongi este se siente obligado a ser el primero y la verdad es que me sorprende verle pensar. Al hablar me doy cuenta de que ha estado haciendo cálculos de años.

—A los dieciséis dejé la escuela. Mi padres no podían permitírsela y me sacaron ella. Yo desde pequeño habría idolatrado a Houdini y deseaba ser mago. Tampoco es que me fuera muy bien en clase, siempre estaba distraído, y aprendiendo cosas nuevas para impresionar a mis compañeros. A los diez aprendí a forzar candados de todas clases, a los doce aprendí un montón de trucos de cartas y a los dieciséis decidí dedicarme por entero a ello. Se me daban bien los números y contar cartas, así que un amigo de mi padre me empezó a llevar a partidas de póquer con él para contar las cartas y ayudarle con las apuestas y tal…

—Joder que miedo. –Dice Jimin mirándonos al resto, comprobando que los demás tenemos la misma expresión aturdida.

—Cuando ganamos nuestra primera partida, ganamos 10.000 dólares. El amigo de mi padre me dio 1000 para mí y lo invertí en hacerme mi primer tatuaje. –Se levanta la tobillera del pantalón y muestra una frase alrededor del tobillo: mientras una mano te distrae, la otra hace la magia—. Se lo oí decir una vez a un mago y me gustó tanto que estaba deseando hacérmelo alguna vez. Después de aquello todo ha sido un poco borroso. Empecé a trabajar con es hombre hasta los dieciocho, después me cogieron en una banda para hacer robos. Primero eran robos pequeños a joyerías y esas cosas, hasta que en una emboscada en un supermercado solo yo conseguí salir de allí.

—¿Solo tú? –Pregunta Taehyung.

—Ya sabes, ahora me ves… —Dice divertido Yoongi y yo sonrío—. Después conocí a Namjoon y trabajé con él unos años. Nos alimentaba bien, nos cuidaba, y lo que nos prometía, lo teníamos garantizado. Después por accidente me pillaron y así acabé en la cárcel. –Dice sin más—. Y hasta ahora.

—¿Te pillaron? –Pregunta Jimin y YoonGi se encoge de hombros.

—Hasta los mejores magos a veces cometen errores. –Dice triste—. Y bueno, hasta ahora. Cinco años en la cárcel de treinta que debería haber cumplido y muchos más tatuajes desde ese primero. –Dice sentenciando su historia y mira a Jimin a su lado—. ¿Y tú qué, gran estrella? ¿Qué es lo que te ha hecho dejar las carreras?

—No podía con tanta presión. Es decir, cada carrera era como caer en picado a la peor de mis pesadillas. –Yoongi abre los ojos—. Empezando por el principio, a mí siempre me gustaron los coches y las carreras de motores y esas cosas... También los aviones... En un principio a mi padre le entró la locura de que estudiaría ingeniería o algo así, pero la verdad es que yo siempre había querido estar dentro de un coche, no fuera, arreglándolo. Así que tras mucho trabajar y esforzarme, conseguí ser representante de nuestro país en las carreras de F1. Las primeras carreras eran geniales, pero a medida que pasaban los años se me iba haciendo más cuesta arriba.

—¿Por qué nunca has ganado? –Le pregunta TaeHyung y yo miro directo a Jimin que me mira receloso, esperando que no diga nada de mal gusto, pero me llevo el cigarrillo a los labios para silenciarme. Él le contesta, tranquilo—. Soy el mejor del país, pero no del mundo, al parecer.

—¿Tú familia se ha podido permitir tus estudios para…?

—Sí. –Le corta a TaeHyung a lo que este asiente—. Son una familia de bien. No tiene problemas en ese sentido.

—¿Qué opinan tus padres al respecto a que hayas dejado las carreras? –Le pregunto yo a lo que él me devuelve una mirada desinteresada.

—Me han retirado la palabra. Ya no dependía económicamente de ellos y aún tengo ahorros de todo el dinero que he ganado. Hacía años que no les veía, así que tampoco es una gran pérdida. –Dice y yo asiento, comprendiendo—. ¿Y qué hay de ti, niño genio?

—No me llames así. –Le digo tirándole una parata a lo que él la coge al vuelo con la boca, haciéndome quedar mal—. Yo solo soy un estudiante de restauración de obras de arte. No hay nada más. –Digo a lo que él me devuelve una mirada insatisfecha. Todos lo hacen—. ¿Qué? No hay más. Educación normal en una escuela pública, una precipitada decisión a tomar como opción la carrera en la que curso y ahora, a las puertas de terminar la carrera, me dicen que no tendré trabajo a pesar de tener matrículas de honor y ser de los mejores del país. –Me encojo de hombros a lo que YoonGi me mira triste.

—Eso es injusto. –Dice—. Eres todo un genio.

—¿Y crees que eso le importa a alguien? –Digo, en un tono un tanto a la defensiva, a lo que parece que he dado por finalizada la conversación y giro el rostro a TaeHyung que me mira sorprendido—. ¿Y tú?

—Yo, bueno la verdad es que no sé qué decir de mí mismo. Mi familia tampoco ha tenido unos buenos ingresos pero han sabido salir adelante. Desde pequeño quise ser policía y siempre estaba haciendo deporte o cosas así para estar en forma. Soy bastante inquieto pero también tuve buenas notas al salir de la universidad. Me metieron en la oficina general de policía de seguridad cuando cumplí los veintitrés. –Dice pero se queda ahí, como si no hubiera más.

—¿Y? –Pregunto—. ¿Qué más?

—No hay nada más. Sigo como becario con el papeleo y esas cosas… —Sentencia y yo asiento, comprendiendo. Nos quedamos todos un rato en un extraño silencio que rompe él, mirando el plato sobre su regazo—. No sé si lo comprenderéis, pero ¿alguna vez habéis sentido esa extraña sensación de que por mucho que luchéis por conseguir algo, no se os reconocerá el mérito y jamás podréis llegar más alto de lo que ya estáis?

—Sí. –Contestamos los tres a la vez mientras nos miramos entre nosotros con miradas apenadas y amigables. Es un momento en que acabamos de encontrarnos los unos a los otros en este salón con olor a tabaco y empanada de atún. Nos sonreímos avergonzados y Yoongi es el primero en romper el silencio apagando su cigarrillo en el cenicero y levantándose del salón.

—Creo que es hora de que vaya a colocar la poca ropa que tengo en el armario.

 

 

 

 

 


Capítulo 8                  Capítulo 10                   

 Índice de capítulos

 

 

Comentarios

Entradas populares