EL PRECIO DEL ARTE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 7
Capítulo 7
JungKook POV:
10/06/1995
Abro la puerta de la casa haciendo un
evidente sonido con las llaves tintineando esperando que alguien de dentro sea
consciente de mi presencia, no queriendo asustar a nadie ni que nadie me dé a
mí un vuelco al estómago. Cuando abro la puerta lo primero que recibo es a lo
lejos el sonido de voces provenientes del salón. Al principio pienso que es la
televisión pero cuando escucho una sonrisa algo más exagerada reverberando a
través del pasillo me doy cuenta de que no es cierto, son personas de carne y
hueso hablando animadamente mientras de fondo, se escucha la verdadera tele en
un canal imperceptible a mi oído. Sin darle más importancia me introduzco
dentro mientras paso el dorso de mi mano a través de mi frente para limpiar el
sudor que ha provocado subir esta maleta azul a través de todas las escaleras.
Cuando estoy dentro cierro detrás de mí con un golpe seco de la puerta y
escucho como las voces en el salón se silencian un segundo por el sonido y es
mi momento de hacerme presente.
—Soy Jeon Jungkook, he llegado. –Digo pero
nadie me responde y la conversación sigue su curso como si nada. Yo ruedo los
ojos y me desplazo con el traqueteo de las ruedas de la maleta a través del
pasillo mirando a través de las habitaciones, comprobando las personas que
somos. De momento solo me fijo en una maleta negra y una bolsa de viaje en la
habitación que al parecer da a un patio interior. Me decanto por mirar este
cuarto más a fondo y soy consciente de que una de las dos camas no parece estar
ocupada. Sin preguntar me introduzco en el interior y lo primero que noto es un
fuerte olor cítrico de algo que no soy capaz de discernir. A medida que me
acerco a la cama ocupada va siendo más intenso el olor y puedo percibir que es
de las propias maletas que hay sobre el colchón lo que huelen así. Al menos no
tendré de compañero de habitación a un chico maloliente. No hay persona que más
odie en este universo.
Dejo mi maleta sobre la cama desocupada y
miro alrededor asegurándome de ese hecho. Con una mueca de cansancio y
volviendo a pasar mi mano a través de mi frente suspiro largamente mirando mi
maleta con mis cosas personales, las pocas con las que he vivido estos últimos
años. Saco poco a poco mis cosas de higiene personal. Mi pequeña mochila con el
material de trabajo que tenía en casa y no suelo llevar a clase y dejo la ropa
aun en la maleta, en la necesidad de parlamentar con mi otro compañero la
distribución del armario que compartiremos. Con un largo suspiro coloco mis
manos sobre las caderas y escucho de fondo la conversación que están
manteniendo ambas personas en el salón. Por el rato que llevo aquí y solo haber
oído dos registros diferentes de voz me decanto por pensar que solo hay dos
personas en esta casa, aparte de mí y ambas se encuentran en el salón
manteniendo lo que parece ser una amable y cordial conversación.
Sin más dilación salgo del cuarto y me
desplazo a través del pasillo hasta el salón donde me reciben dos miradas de
dos chicos sentados en el sofá. Recaen tan solo un segundo en mí y después
siguen con su conversación. Tan solo Yoongi agacha levemente la cabeza como
forma de saludo. Al quedarme mirándolos me percato de varias cosas dado el
contexto. Yoongi se ha quitado la sudadera negra que portaba hace apenas una
hora y está tirada encima de la mesa. Debajo portaba una camiseta de manga
corta del mismo color de la que se ha remangado las mangas, y señala uno de sus
tatuajes mientras Jimin se ha deshecho de su chaqueta deportiva y muestra
también un par de tatuajes de sus antebrazos. Fijándome más detenidamente y
teniendo a Jimin más cerca de mí, puedo recaer en que en su muñeca izquierda
tiene el número 86 tatuado con los colores negros y rojo alrededor. A través de
su antebrazo también encuentro un pez koi japonés y lo que parece ser un
conjunto de dibujos como un cronómetro, una banda con algo escrito y florituras
desde su hombro a su antebrazo. Puedo distinguir algo entre sus clavículas,
pero los tirantes de su camiseta blanca me prohíben mirar más. Yoongi también
exhibe sus tatuajes con una sonrisa amable mientras se señala uno en concreto.
Uno en el dorso de la mano.
—¿Y ese qué significa? –Le pregunta Jimin
con una voz animada. Yoongi se encoge de hombros sin demasiada importancia.
—Es un cerebro. –Dice—. Y este es un
corazón. Ambos dibujos naturalistas. Es el eterno dilema entre la razón y los
sentimientos. –Dice mostrándole el dorso de sus palmas, pero Jimin se fija en
algo más escondido, en las falanges de sus dedos por las caras interiores.
—¿Qué pone ahí?
—Amor vincit omnia. –Dice Yoongi
mostrándole las palabras escritas entre sus dedos a lo que Jimin frunce el ceño
mostrándole una expresión un tanto confusa pero mis ojos deben iluminarse y
probablemente ponga también una cara extrañada de la idea de que un ex convicto
tenga eso tatuado.
—¿Qué es eso? –Pregunta Jimin casi
aturdido pero antes de que Yoongi responda lo hago yo por él sobresaltándolos a
ambos.
—“El amor victorioso sobre todas las
cosas”. –Digo y cuando tengo la atención de ambos sobre mí, me siento
avergonzado y me desplazo a través del salón hasta acercarme a la mesa y coger
con la mano una de las cervezas abiertas. La muevo, comprobando que está vacía
y hago lo mismo con la otra que hay a su lado, de igual forma vacía. Las
rescato ambos para tirarlas y sigo hablando mientras ellos me siguen con la
mirada—. Es latín, por si no lo sabías. –Le digo a Jimin a lo que este me mira
ofendido y Yoongi asiente con mis palabras.
—Tú, pequeño genio. ¿Qué estás haciendo?
–Me pregunta por mi comportamiento y yo frunzo el ceño mientras me llevo
también el cenicero lleno colillas.
—Limpiar. ¿No lo ves? Está todo lleno de
mierda. –Digo como si nada a lo que ambos me miran un tanto confusos. Yo me
desplazo hasta la cocina que queda al lado y me siguen unos segundos con la mirada
hasta que parece que yo he perdido el interés en ellos y me acerco a la basura
para tirar todo en ella, dejando el cenicero sin colillas y sobre la encimera.
Miro alrededor buscando la nevera y me
cuelo dentro de ella para saciar la sed pero lo único que encuentro son tres
latas de cerveza de una marca blanca horrible y un par de zumos de uva. A parte
de agua de la cual pego un gran trago, me cojo uno de los zumos y pico la
boquilla con la pajita de plástico mientras regreso al salón y vuelvo a ser objeto
de la mirada de ambos unos segundos. Ellos han ocupado parte del sofá de cara a
la tele, por lo que me veo en la obligación de buscarme otro sitio donde
reposar, y me decanto por sentarme en el sitio perpendicular a ambos y al lado
de Yoongi, donde el sofá hace esquina.
—Este me lo hice apenas ingresé en la
cárcel. –Dice Yoongi mientras se estira del cuello de la camiseta y muestra el
tatuaje que recorre parte de su cuello, una calavera rodeada de rosas. El
tatuaje es n blanco y negro y he de reconocer que destaca con el color de su
piel. No me gustan los tatuajes, pero la verdad es que en él se ven bien.
Yoongi me da la espalda estando de cara a Jimin pero este último me mira de vez
en cuando por el rabillo del ojo como absorbo de la pajita mientras no le
pierdo de vista. Ahora es su turno de mostrar uno. Lo hace levantándose un poco
el tobillo del pantalón mostrando una circunferencia en forma de marca de
neumático de coche rodeándole el tobillo—. Es muy original. –Dice y yo ruedo
los ojos mientras los desplazo al televisor que no me muestra más que una serie
de anuncios inacabables.
Sorprendentemente la conversación que se
reproduce a mi lado parece ser lo más interesante de esta sala y me inclino por
ser un espectador de esta muestra de tatuajes sin sentido. Al parecer, Jimin
los tiene algo más en zonas concentradas, pero no tiene la misma cantidad que
Yoongi, ni en comparación. Seguro que en su trabajo no estaba prohibido pero al
parecer a Yoongi le ha sobrado tiempo para tatuarse. Caigo sin darme cuenta en
su brazo más cerca de mí y puedo ver como una partitura recorre rodeando su
antebrazo. No es una partitura cualquiera, es una conocida, es una que he
escuchado un montón de veces y no puedo por menos que sacar la pajita de mi
boca y dirigir una de mis manos a su brazo para sujetarlo, haciendo que él de
un respingo involuntario por mi contacto. Solo necesito voltearlo un poco para
reconocer la partitura.
—¿Lacrimosa? –Digo a lo que él me mira con
una mueca sorprendida y yo enrojezco seguramente por cómo me mira, a la par que
ofendido por el contacto, asombrado por mis palabras.
—Sí. ¿La conoces?
—Mi padre la tocaba al piano cuando yo era
pequeño. –Le digo a lo que él me mira y yo sonrío con su mirada—. He reconocido
la partitura.
—¿Es tu partitura favorita?
—No. –Digo a lo que recibo de Jimin una
mirada algo confusa por haberle robado la atención de Yoongi—. Pero sí la de mi
padre.
—Es la mía también, la escuchaba antes de
cada atraco. –Me dice serio y es justo en este momento en que suelto su brazo y
me vuelvo a situar, retrocediendo, hasta colocarme de nuevo en el sofá con
cuidado y volviendo a absorber de mi pajita de zumo de uva. Suspiro largamente
y Jimin vuelve a rescatar la atención de Yoongi enseñándole algún otro tatuaje
en el brazo. Yo recaigo en algo en lo que tengo que comentar e interrumpo a
Jimin que me lanza una mirada asesina.
—¿Quién de vosotros dos tiene las maletas
en una de las camas de la habitación que da al patio? –Pregunto y Jimin me mira
señalándose.
—Son mías. ¿Por qué?
—Porque yo me he quedado la cama de al
lado. –Digo y está a punto de decir algo a lo que acaba conteniéndose y niega
con el rostro. Vuelve la atención a Yoongi pero no puede contenerse con más
tiempo.
—Espero que no des mucho por culo, niño
genio.
—¿Yo? –Digo sorprendido y él asiente.
—Soy muy maniático con mi espacio y más te
vale no ser una molestia.
—Yo también lo soy. –Le digo a la
defensiva—. Y más te vale no ser un desordenado o un maleducado conmigo, hyung.
–Le advierto a lo que él frunce el ceño.
—¿Sabes con quién estás hablando, niñato?
—Sí. Te he visto en la tele. –Le digo a lo
que él levanta el mentón orgulloso y está a punto de volver a la conversación
con Yoongi dada por finalizada nuestra disputa pero yo soy más rápido—. Ahora
entiendo porque has abandonado. Seguro que no llegabas al acelerador con tu
altura… —Mis palabras los dejan a ambos unos segundos de piedra pero Yoongi
acaba riendo a carcajadas mientras Jimin enrojece de ira y vergüenza. No me
dice nada más y me siento triunfante de esta disputa solo por haber tenido la
última palabra. En sus ojos veo que no lo dejará correr pero yo tampoco le
dejaré creerse mejor que yo, por muchos kilómetros que su coche haya dado
vueltas.
—Me caes bien. –Dice Yoongi riendo
mientras chasquea la lengua y se estira para alcanzar el paquete de cigarrillos
sobre la mesa, llevándose la decepción de que está vacío y que no hay nada en
su interior—. Mierda. –Murmura pero yo me revuelvo en el sofá alcanzando el
paquete de tabaco que rescato de mis vaqueros y se lo extiendo con una mirada
infantil.
—También me caes bien. –Le digo y él me
mira sorprendido, aceptando uno de los cigarrillos y yo cogiendo otro. Él me
presta su mechero y antes de guardar el paquete le ofrezco a Jimin como forma
de enterrar el hacha de guerra pero niega con el rostro.
—No fumo. Y no se te ocurra hacerlo en
nuestro cuarto.
—Nuestro cuarto. –Repito con sorna,
dejándome caer en el sofá—. Qué bien suena.
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