EL PRECIO DEL ARTE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 6
Capítulo 6
Jimin POV:
10/06/1995
Las maletas suenan como mil demonios. Odio
el sonido de las ruedas por las pequeñas baldosas de la acerca. Irregulares y
sobresaliendo con esas protuberancias asquerosas. El traqueteo de las ruedas de
plástico se me mete en el interior del cráneo y me da la sensación de que solo
consigo llamar la atención a mi alrededor, más aún de la que suelo llamar
normalmente. Ahora sin escolta y sin mi representante a mi lado que me proteja
de la vista de la gente me siento vulnerable, pero es la consecuencia de
abandonar todo lo conocido para sumergirme en un mundo abstracto del que más
bien me siento acongojado y preocupado. Aún no concibo la idea de toda la
información que acaban de darnos y juraría que esto es una broma a gran escala
para famosos o algo por el estilo. Miro alrededor buscando cámaras o algo que
me indique que estoy siendo estafado, y Dios, ojalá fuera así, pero me temo que
la realidad es mucho más retorcida que eso y estoy seguro de que una vez todo
termine, podré liberarme de la presión de toda esta situación.
Camino escondido bajo la visera de mi
gorra y con las gafas de sol ocultando todo rastro de mis facciones. Es
impresionante como dos meros complementos pueden borrar todo mi rostro de un
plumazo y puedo sentirme protegido en la idea de ser un desconocido. Esta no es
una de las calles principales de la ciudad y la aglomeración de la gente es
mínima. El piso ha sido bien escogido. Es un bloque de piso para estudiantes por
lo que no se extrañarían de ver a varios chicos conviviendo juntos. Es una zona
alejada del centro de la ciudad por lo que no hay grandes aglomeraciones de
personas. Y algo más importante, no nos conocemos entre nosotros así que está
descartada la idea de vernos entrar juntos o salir agrupados, de forma que no
se nos pueda identificar a todos como los propietarios del mismo piso. Miro ya
el portal desde lejos y acelero un poco más mis pasos para llegar cuanto antes
y evadirme de la gente alrededor y del sol golpeando un poco de mi piel. Del
aire rozándome, de la inexplicable sensación de inseguridad que me está
sobrellevando. Se me llevan los demonios de pensar en que tal vez pueda estar
siendo reconocido. De que alguien me esté grabando.
Acabo llegando al portal y me introduzco
rápido en el interior con la llave que nos han dado al salir. Lo hago con sumo
cuidado mientras llevo conmigo una maleta de ropa casi tan grande como yo y una
bolsa de viaje que cuelga de uno de mis hombros incomodándome a la hora de
atravesar la puerta metálica. Conduciéndome a través de las escaleras me doy
cuenta del peso que tengo que cargar hasta la quinta planta y respiro
largamente mientras frunzo el ceño y comienzo a tirar del asa de la maleta
escalón por escalón haciendo que retumbe el sonido a través de todo el
descansillo de cada uno de los pisos a los que voy llegando. Cuando llego al
segundo me quito la bolsa de viaje del hombro y la pongo sobre la maleta para
que no me incomode a la hora de subir los escalones. Tomo aire y continúo con
la misma fuerza de voluntad con la que he competido en mis carreras. En el
cuarto piso me tengo que detener de nuevo, me pongo mis manos sobre mis caderas
respirando con dificultad y mirando alrededor, confuso y cansado, miro al piso
superior y como nadie me ayuda. Acabo resignándome a huir del tedio y cuando
llego me apoyo sobre la madera del umbral de la puerta y comienzo a gemir
cansado mientras introduzco la llave en la cerradura y cierro los ojos
frunciendo el ceño mientras me debato entre caer nada más entrar o simplemente
desplomarme en este mismo instante. Acabo entrando y arrastrando la maleta que
hace un sonido frío por este suelo de madera.
—He llegado. –Digo con una expresión
cansada pero no hay nadie que responda a mis palabras más que el sonido de la
televisión sonando al final del pasillo y el chasquido de una lata al abrirse.
Alguien bebiendo de ella. Ruedo los ojos y doy por hecho que YoonGi y yo somos
los únicos que estamos en la casa y mientras me desplazo pasillo adelante voy
viendo que las habitaciones están vacías y las juzgo rápido con solo una mirada
analítica. Cuando finaliza el pasillo dejo mis maletas en la puerta al comedor
y me asomo al salón para encontrarme a un YoonGi en vaqueros rotos con los pies
sobre la mesa y una lata de cerveza sobre su mano. La escena es muy similar a
la que me he llevado al marcharme y juraría que solo se ha levantado para
rescatar esa lata de cerveza en la nevera en algún lado. Me apoyo con la mano
en el umbral pero mi presencia no parece ser suficiente para él para prestarme
atención.
—¿He sido el primero en llegar? –Le
pregunto a lo que él asiente sin apartar la mirada de la televisión y como
respuesta bebe un poco de su cerveza mientras veo como medio cigarrillo humea
en el cenicero sobre la mesa. Si fuera un poco más vago se habría puesto el
cenicero sobre su vientre recostado en el sofá—. Genial. Entonces elegiré cama.
–Digo y rápido salgo del salón para coger mi maleta y llevarla a la habitación
más cercana al salón de las tres que hay y con dos camas. Las dos se ven
perfectas pero por lo que he elegido este cuarto es por la pequeña terraza que
tiene. Es agradable en las noche de verano tenerla abierta y solo pensar en esa
idea tiro sobre la cama más cercana al balcón mi bolsa de viaje. Yo exclamo—:
¡Me quedo con la cama del balcón! –Digo a lo que la voz de YoonGi se sobresalta
en el salón.
—¡Esa es mi cama! –Grita medio ofendido
medio aburrido. A lo que yo retiro la mirada de la balaustrada y me fijo en el
lugar en donde he dejado caer mi bolsa de viaje. Lo he hecho sin cuidado
cayendo sobre una camisa a cuadros rojos y negros, dos mudas de ropa interior y
unos vaqueros negros. Miro alrededor buscando algo más que delate esta cama
como algo ocupado pero no percibo nada y me sobresalta la impotencia de no
poder elegir la única cama que tiene dueño. Bufo por lo bajo y me acerco a la
ropa que ha quedado arrugada por el peso de mi bolsa negra, pero al retirar
esta, descubro algo parecido a un trozo de papel enrollado. Me quedo mirándolo
con una mueca confusa y acabo sucumbido a la curiosidad de desenrollarlo,
encontrando mi rostro en él y provocándome un subidón de adrenalina atroz. Más
lo hace la voz de YoonGi en el umbral de la puerta—. No toques mis cosas. –Me
dice con una mueca más que ofendida, curiosa y divertida por mi reacción que es
dejar caer el papel con mi cara en su cama y mirarle casi sorprendido.
—¿Por qué esta es tu cama? –Le digo
encaprichado con ella—. Apenas tienes cosas, puedes meterte donde sea. –Le miro
de arriba abajo y él me mira directo a los ojos mientras viene a mí con aura
intimidadora pero eso no me afecta. Cuando llega a mi lado mira de arriba abajo
las maletas que he traído y después me mira con una sonrisa burlona.
—¿Y tú a dónde vas con tantas cosas? Necesitarás
toda la casa para meter tus mierdas…
—Acostumbrado a estar en una celda, el
sofá es un sitio muy cómodo, ¿verdad? ¿Por qué no te quedas ahí? –Pregunto pero
él no se ofende, al contrario, se encoge de hombros.
—Porque soy mayor que tú y decido donde
dormir. Punto. –Me dice y señala la cama en la que tengo apoyada mi bolsa de
viaje—. Quita tus cosas de encima de mi cama.
—Me he venido de un chalet de tres plantas
con piscina y pista de pádel. Creo que me merezco algo mejor que un camastro de
mierda. –Le digo mientras le miro a los ojos y él vuelve a mostrarse
indiferente.
—Ahí tienes otra igual. –Señala la cama
contigua y yo la miro con asco mientras él sortea mi cuerpo y camina hasta
coger el poster y sacar de su mano un par de chinchetas. Con cuidado sujeta el
póster a un lado de la cabecera de la cama y comienza a ponerle chinchetas para
sujetarlo al muro. Yo frunzo el ceño. Al pasar por mi lado ha dejado un olor
dulce a vainilla.
—¿Qué haces? –Le digo despectivo a lo que
él me contesta cuando termina su trabajo y se queda observándolo con sumo
cuidado.
—Colgar un póster. ¿No te gusta?
—No. –Niego con el rostro y él me mira un
tanto confuso. Después vuelve su vista a mi rostro sonriente en el trozo de
papel.
—¿Sabes qué? Soy un admirador tuyo. –Dice
y siento una repentina arcada en donde me contengo para no forma una expresión
agria y malhumorada, pero es casi inevitable.
—¿No me digas? –Pregunto en forma
sarcástica y él asiente sonriente mientras me señala.
—¿Ves? Eres el del poster. –Yo asiento
mientras me miro con el traje de cuero de las carreras y bajo el rostro
retirando mi bolsa de viaje de su cama, convencido de que no es en esta
habitación en donde quiero vivir.
—He dejado las carreras. –Digo y él me
mira sobresaltándose. Me devuelve una mirada seria y después vuelve a mirarme
en el poster. Frunce el ceño y se encoge de hombros.
—¿Por qué?
—¿No lo has visto en la televisión? –Niega
con el rostro y por un momento olvido que apenas ha salido de la cárcel y la
noticia hace semanas que dejó de ser algo importante—. Lo dejé, y punto.
–Sentencio y cojo mi maleta, dándome la vuelta para salir del cuarto—. Me
instalaré en la otra habitación.
—No me extraña que te hayas retirado. Eras
un perdedor. –Me dice y yo giro mi rostro a él sorprendido por la dureza de sus
palabras pero más me sorprende el hieratismo de su expresión sincera. Entorno
los ojos no queriendo darle importancia y me dirijo a la otra habitación, algo
más pequeña de camas algo más separadas pero con una única ventana que da a lo
que parece ser un patio interior.
No
me lo pienso demasiado y dejo las cosas sobre la cama más cerca de la ventana y
me siento en el borde de esta escuchando como los pasos de YoonGi salen de la
habitación y regresan al salón. Un gemido al caer de nuevo en el sofá y sus
labios aprisionado la lata de cerveza. Me siento ahogado con la idea de que me
conozca y aún más de que me admire. Me hace sentir tan ridículo que me
encerraría en este cuarto de por vida. Es mi primera intención, mi única
alternativa a subsistir dentro del vacío de mi alma, hasta que de nuevo oigo
sus pasos acercarse de nuevo al pasillo y le veo cruzar este hasta quedarse
parado en el umbral de mi puerta con una cerveza en la mano.
—¿Qué quieres? –Le pregunto mientras me
extiende la cerveza cerrada a pesar de que no alcanzo a cogerla. Lo hace como
una mera convencionalidad.
—¿Quieres ver Friends*? Estoy viéndolo en
la tele. –Me dice y yo suspiro largamente mientras noto una disculpa en sus
palabras. Mi orgullo me prohíbe aceptarlo. Niego con el rostro pero él no baja
la cerveza y acabo sucumbiendo al intento de sonrisa por su parte.
———.———
*Friends (estilizado «F·R·I·E·N·D·S» es una serie de televisión estadounidense
creada y producida por Marta Kauffman y David Crane.
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