BAJO UN VESTIDO (YoonMin) - Capítulo 3

 CAPÍTULO 3


YoonGi POV:

 

Con el agua ya hirviendo en la cazuela, hecho un sobre entero de sopa deshidratada que en cinco minutos me asegurará tener una buena y contundente comida, a parte del segundo plato. El sonido que entra desde la terraza en un agradable verano a las afueras de Seúl es gratamente sorprendente. Puedo ver, por las ventanas que dan al jardín, todos los árboles y el conjunto de ellos formando un camino enrevesado y muy complejo. La perfecta silueta de los árboles me hace notar la buena mano que ha cuidado de ellos y a lo lejos, distingo una fuente aunque no me llegue su sonido. Sonrío con la imagen y ya puedo notar como la sopa se condensa y forma una deliciosa mezcla con la pasta de fideos en ella. Las verduras cortadas y sofritas están ya dispuestas en una bandeja junto con un par de filetes de ternera. Dispuestos para ser servidos tras la sopa.

Una campanita suena. Una campana desde el salón tocada y después de ella, el sonido de una voz grave que intenta sobresalir por encima del sonido del ambiente.

—¡Yoongi! ¡La comida! –La voz de señor Min, lejos de ser autoritaria o maleducada, solo intenta informarme de que ya están dispuestos en la mesa para comer y yo me recoloco el incómodo uniforme mientras revuelvo un par de veces la sopa en la cazuela y la sirvo en una fuente de porcelana con un cazo para servirla en el interior. Con un suspiro y el intento de sonrisa que ya es natural en este acto, me encamino con la fuente de la mano hacia el salón que he dispuesto para los señores. Cuando llego, me esperaba la mirada de todos, sin embargo, nadie parece interesado en mí más que los propios paltos que esperan ser llenados.

—La sopa, señores. –Digo pero solo la señora Park parece tener la capacidad para asentir mientras mira atenta la pantalla de su móvil. Al igual que la señora, el señor Park también está con su tablet a un lado de la mesa mirando, por lo que veo, las noticias del día comparándolas en varios periódicos online. Me detengo a su lado para apoyar la fuente y servirle a él primero. El olor de la sopa le hace despegar los ojos del dispositivo y me mira con una agradable sonrisa que desaparece por una más divertida tras verme en el uniforme. Yo me sonrojo y camino alrededor de él para dirigirme hacía la señora Park sentada a su vera pero, al otro extremo del padre, sentado en la mesa, un joven adolescente mira tan atento como el resto su móvil mientras hace caso omiso de mi presencia.

Ojos pequeños, rasgados sutilmente sobre su rostro. Perfilados y muy bien amoldados al resto de su cara. Una nariz, pequeña, igual de adorable que sus ojos. Sutil sombra sobre su rostro. Unos labios, despampanantes. Llamativos y sin duda extravagantes. Jugosos, acolchados, se mueven sutilmente mientras se contonean. Un rosa acaramelado se desdibuja en su brillo y en sus mejillas, el mismo color avergonzado pero que sin embargo parece ser permanente en él. Su pelo oscuro recorta su frente y en sus pequeñas orejas un par de pendientes. Todo él es la perfecta imagen de la perfección y lejos de sentirme atraído, me siento avergonzado por presentarme ante él de esta desagradable forma. Doy gracias al cielo de algo que se interpone en mi camino interfiriendo en mi normar andar provocando que tropiece y caiga al suelo a dos pasos de la señora Park que sufre mi caída como una lluvia de sopa que la cala por completo. Caigo de bruces al suelo y la señora delante de mí se levanta despavorida mientras grita bien alto por mi despido. Yo rápido cubro mi rostro también empapado con mis manos y me limpio mientras veo como todo un lago de sopa se esparce por el suelo. Una de mis manos va inevitablemente a mi falda para cubrir mi trasero pero nada se ha descubierto y rápido me levanto avergonzado mientras la señora Park se sacude el vestido con las manos como si realmente pudiera secarse haciendo eso.

—Cálmate, cariño. Ha sido solo un accidente. –Le intenta calmar el señor Park mientras se ríe de ella y de cómo el maquillaje en sus ojos se corre hasta provocar un par de ríos negros de rímel corriendo abajo por sus mejillas. Yo me levanto y me inclino ante ella disculpándome pero no parece agradarle nada. Antes de darme cuenta, Park Jimin me mira despegando curioso sus ojos de la pantalla. Más que preocupado por su madre, o divertido como su padre, me mira curioso, como si acabase de ser consciente por primera vez de mi presencia y no supiera qué hago aquí.

—¡Me ha empapado! –Grita la señora Park mientras quiero dar un paso hacia ella y me topo de nuevo con algo en el suelo que recojo con curiosidad. Una pequeña mancuerna de color azul—. ¡No puedo creerlo, Jimin! —La señora le reprende pero el chico la mira desinteresado mientras le muestra la mancuerna que me ha hecho caer—. ¿Qué te he dicho de que recojas tus cosas?

—La olvidé. –Dice desinteresado. Más bien aburrido.

—¿Has estado entrenando aquí?

—Pasé con ella y la dejé en la mesa antes de entrar en la cocina. Se debió caer y se me olvidó cogerla. –Dice como si nada y la señora Park, mientras yo recojo la fuente y el cazo, habla con su marido—. ¡Dile tu algo, es tu hijo! –Yo abro los ojos como platos mientras escucho la desagradable discusión y me levanto con todo en mis manos.

—¿Qué quieres que le diga? Parece que no le conoces ya…

—Tienes que enseñarle modales.

—De eso encárgate tú. Yo tengo mucho que hacer. –Dice el señor mientras vuelve a su tablet y yo me encamino a la cocina no sin antes decirle a los dos que se han quedado sin sopa que de inmediato les traeré el segundo plato.

—No te preocupes. –Dice la señora—. Iré a cambiarme. He perdido el apetito. –Asiento mientras pienso en traer solo el segundo plato para Jimin—. Limpia el suelo de inmediato, antes de que alguien se resbale. –Asiento de nuevo y me encamino a la cocina para coger una bayeta de color rosa y pasarla por mi uniforme y por mi rostro moviéndome sin querer la peluca. Rápido me la recoloco y me aliso el pelo mientras paso un papel seco sobre algunos cabellos que se han humedecido. Con un plato en la mano y una fregona en otra, me encamino al salón y dejo el plato de comida al lado de Jimin que ni siquiera hace el esfuerzo de mirarme. Le hablo aunque me ignore.

—Disculpe las molestias. Y la poca comida. –No me mira. Tampoco suelta su celular y hace como si nada mientras me alejo para fregar el suelo mojado. Todo a mi alrededor lo está y cuando he conseguido retirar la mayor cantidad regreso a la cocina con la fregona y salgo con una bayeta seca para quitar la humedad que quede en el suelo y evitar que alguien se resbale. Me arrodillo en el suelo y me desplazo durante toda la comida de los dos hombres presentes por el salón donde la sopa se ha esparcido. No es hasta que no llego a los pies de la silla de Jimin que no me siento incómodo y puedo ver cómo me mira por encima del hombro con superioridad y yo evito crear un contacto visual mientras hago como si nada. Él apenas se ha despegado de su teléfono y cuando se levanta, no se despide. El padre no parece sorprendido por ello y una vez nos quedamos a solas, saco el valor para hablarle—. Siento lo sucedido, no era mi intención fastidiarla el primer día. –El señor Park parece poco interesado en lo sucedido y se toma a chiste mis palabras ríe de ellas y después niega con la cabeza.

—No importa, además, ese vestido de mi mujer lo odio. –Me guiña un ojo, lo que me hace sentir confiado. Con una sonrisa me dirijo a recoger los platos de comida y el de Jimin apenas ha sido degustado. Solo se ha comido medio filete y la verdura la ha dejado intacta.

—¿No estaba rico el segundo? –El señor Park frunce el ceño. Mira el plato de mis manos y le quita importancia.

—Mi hijo no come mucho. Déjale. No te esfuerces en cocinar para él. Para mi mujer tampoco. –Se encoge de hombros y asiento. Camino de nuevo a la cocina. A mi lugar.

 

 

 

 

 

 


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