BAJO UN VESTIDO (YoonMin) - Capítulo 24
CAPÍTULO 23
YoonGi POV:
Un par de velas adornan la tan dulce velada que
yo solo he preparado. La señora Park, escondida como un animalillo hibernando,
se pasa horas maquillándose y acicalándose para recibir a los señores como si
realmente ellos hubiesen de invertir esfuerzo en que la velada sea algo
agradable más que en invertir un poco de saliva para el esfuerzo de una
conversación que de todo puno es desagradable. El señor Park va de un lado a
otro dentro de su despacho porque aun su jornada no ha terminado y está
haciendo llamadas desenfrenado. Yo, mientras tanto, coloco cuidadosamente la
vajilla que el señor Park me ha hecho exponer y la cubertería de plata. Mi
hijo, —palabras textuales— se deberá sentar al lado de Susan, así que asegúrate
de eso.
Asentí subordinado mientras con mi mejor
intención recoloco las sillas y distribuyo el resto de los utensilios. La
comida está lista desde hace tiempo. Una ensalada central que se colocará a
disposición de todos en una fuente. Un primer plato de sopa y un segundo de
salmón a la plancha. Me he asegurado de que todo esté listo antes de que nadie
llegue para servir rápido la comida y no tener que pasar excesivo tiempo frente
a Susan y arriesgarme a que me reconozca aunque, enfundado en este degradante
atuendo, lo dudo mucho.
El sonido de un coche me hace dar un respingo
en la cocina mientras termino de empatar el salmón. Antes de que el motor se
detenga, la avalancha de los tacones de la señora Park baja las escaleras y
camina rápido pero con precaución atravesando el recibidor para desembocar en
la puerta y abrirla escrutando fuera con una sonrisa. Yo me giro de nuevo a
seguir emplatando pero la estridente y desagradable voz de Susan me martillea
el cráneo.
—¿Jimin cenará con nosotros?
—¡Claro que sí! Y… te tiene una sorpresa pero
shh… yo no te he dicho nada. –La chica ríe tímida. Puedo imaginarla aunque no
puedo verla. Cubriéndose los labios con timidez mientras sus ojos se forman dos
líneas negras empastadas con maquillaje y rímel negro. Recuerdo su olor, a
putrefacción de cosméticos en sus poros.
—Bienvenidos. –La voz del señor Park baja por
las escaleras y se adentra al salón el primero seguido por el resto de
personas.
Como conozco ya sus costumbres espero unos
minutos hasta que todos están sentados en sus asientos, Jimin incluido, y
cuando me llaman, tras una amena conversación, comienzo a llevarles los
entrantes, la ensalada y las bebidas con algo de pan. Nadie recae en mi
presencia porque en la mente de todos hay algo mucho más importante a lo que
aguardar pero todos y cada uno saben que será al finalizar la cena. Todos saben
del pequeño secreto de Jimin escondido en uno de los bolsillos de su americana.
Una de esas negras que tan bien le quedan en su cuerpo. De esas que se ven
insulsas ante la presencia de su rostro sobre ellas. Un pañuelo blanco decora
el bolsillo, pero algo debe ocurrirle para que apenas ha llegado el ecuador de
la cena y se la quite dejándola sobre el respaldo de la silla y se desata un
poco de la corbata para así poder respirar con más facilidad. Tal vez el peso
de ese pequeño regalo haciendo peso en su cuerpo sea demasiado para él y haya
preferido deshacerse de él a tiempo.
Sus manos sudan. Veo como se limpia las palmas
varias veces por minuto o bien en la servilleta o en el mantel,
disimuladamente. No mira a los ojos a nadie a su alrededor y aunque intenta ser
un buen actor, no consigue engañarme. Cuando estoy sirviendo los segundos
platos paso por su lado y tranquilamente me quedo mirando como muerde sus
labios con fuerza. Está nervioso, sin duda. Pero algo me preocupa más, no toca
la comida que le sirvo y eso me hace enfadar. No puedo evitar interrumpir la
conversación que se desarrollaba.
—¿Cómo es que no has aprobado el examen
práctico? –Pregunta la señora Park a Susan que le recrimina no haber pasado una
prueba de piano. Esta se siente más que avergonzada, humillada y se encara a
ella con impertinencia.
—No es tan fácil como se piensa. Seguro que
usted no sabe lo complicado que es tocar un instrumento. ¿No?
—Claro que no. No quería decir eso. Solo digo
que es a lo que te vas a dedicar, y tienes que ser perfecta en…
—Seguro que usted no ha estudiado nada…
Mientras la conversación continúa, sirvo el
plato de Jimin mientras le susurro por lo bajo.
—¿Quiere más agua? ¿Otra cosa de comer?
¿Necesitas…?
—No, gracias. –Niega con el rostro mientras
nada más poner el plato frente a él, lo aleja de sí con desprecio. Continúo
sirviendo los platos que he traído para seguir escuchando la conversación.
—He estudiado filología china, muchacha. Hablo
cinco idiomas. –La chica se calla de repente y miro a la señora Park con una
sonrisa. Al parecer no es un cráneo vacío.
—Hija. –Habla ahora la madre de Susan—. No seas
impertinente, recuerda que hoy es un día agradable. –El último plato de la
remesa que me ha permitido traer la bandeja es para Susan que se sienta,
desafortunadamente, al lado de Jimin y al dejarle el plato mira mi mano con
atención mientras reprime unas palabras que irían dirigidas a su madre. Su
pelo, corto y rubio se mueve con su rostro para alzar la mirada y mirarme
curiosa. Yo rápido me escondo de ella caminando tras su espalda para dirigirme
a la cocina a por más platos pero un escalofrío recorre mi columna y puedo
sentirlo en la mirada de Susan recorrerme de arriba abajo. Cuando regreso,
comienzo a servir platos desde la otra punta hasta acabar en la señora Won que
se sienta a la par que Susan pero ésta rápido me contiene con un grito
infantil, desesperado por atención. Necesitado de una victoria que ha
encontrado muy fácil.
—¡Tú! ¿Nos conocemos? –Me detengo dándole la
espalda pero ella insiste a pesar de que todo el mundo la retenga, tan solo por
educación—. Ven aquí. Sí, te hablo a ti.
—Lo siento. –Doy un paso más hacia la cocina
pero oigo como su silla se mueve y antes de darme cuenta, mi peluca es
arrancada de mi cabeza mostrando mi verdadero pelo. Me giro a ella, cubriendo
mi cabeza con las manos como un enfermo que se avergüenza de su verdadero
estado, pero antes de ser consciente, su sonrisa triunfante me hace dar un
vuelco al estómago y sus ojos, mirándome de arriba abajo me devoran.
—¡Eres un impostor! –Sus palabras dejan de
cobrar importancia para fijarme detenidamente en todos y cada uno de los
rostros en la mesa sentados. Los señores Won están asqueados y confusos, el
señor Park me mira con ojos llenos de ira ciega y la señora Park, con una
expresión decepcionada. Jimin, sin embargo, se deja invadir por el pánico—. ¡Ya
sabía que te conocía!
—¡Esto es una vergüenza! –Grita el señor Park—.
¡Nos has tenido engañados! –Me inclino ante ellos pero ella, Susan, me zafa del
uniforme para que la mire. El pánico me invade a mi también.
—¡Eras tú quien estaba con Jimin en la fiesta!
–Todas las miradas van a Jimin y este se paraliza, por el miedo—. ¡Traidor y
además perro de compañía!
—¿Qué está diciendo tu prometida? –Le pregunta
el señor Park a su hijo pero este no responde, ha perdido la mirada en mis ojos—.
¡Contéstame!
—¡Qué asco! –Dice Susan con el rostro roto en
una expresión de repugnancia. Yo le arrebato mi peluca de su asquerosa mano y
ella me mira, ofendida por mi grosero acto—. ¿Te crees mejor por ser amiguito
del señor? ¡Mírate! –Ríe, desvergonzada—. Que patético.
—¡Basta! –Él señor Park se incorpora y me mira
de pies a cabeza. Con uno de sus brazos aferra el mío con fuerza y me dirige a
hacia las cocinas pero se desvía a mi cuarto para seguir gritando improperios
mientras tira y resquebraja mi uniforme comprobando que efectivamente mi
anatomía coincide con el sexo masculino.
—¡No me ponga las manos encima! ¡Viejo decrépito!
–Una bofetada se dirige a mi rostro y tras recibirla, me suelta, convencido de
que realmente soy un chico. Me tira al suelo tras mirarme con ojos violentados
y me grita a pleno pulmón.
—¡Sal de esta casa de inmediato! Recoge tus
cosas y no vuelvas nunca más. –Sale de mi cuarto y me dejo caer en mi colchón
cubriendo mis piernas arañadas con la falda. Aguanto el llanto lo mejor que
puedo y el odio que siento en este momento me ayuda a levantar el rostro y
recoger todas mis cosas lo más rápido que mi cuerpo me permite. Intento no
olvidar nada para no tener una excusa de regresar. Tampoco quiero que quemen
todo rastro de mi existencia en esta casa. Las voces en el exterior dirigidas a
un Jimin paralizado hacen que la casa tiemble.
—¿En qué diablos estabas pensando en llevar a
ese travesti a casa de los Kim?
—¿Cuánto hace que lo sabes?
—¡Estás castigado de por vida! ¿Te has
divertido mucho con tu amiguito? ¡No volverás a verle en la vida!
No oigo la voz de Jimin defendiéndose,
defendiéndome a mí. Tampoco lo espero.
—¡Cariño! –Grita Susan—. ¿Cómo se te ocurre?
¿Con un empleado? ¿Es que estás loco? Si se enteran de esto mis amigas…
—¿Qué es lo siguiente? Jimin… —Habla
decepcionado su padre—. Vas a llevarnos a la ruina así. Tu comportamiento es…
Detiene sus palabras cuando me oyen salir del
cuarto y camino a horcajadas con las maletas en mis manos y una mochila a mi
espalda. He tenido el tiempo justo para ponerme mis únicas prendas masculinas
conmigo. Una sudadera gris, amplia, con unos vaqueros extremadamente ajustados
en mi cuerpo. Ahora sí puedo ver un brillo en los ojos de Jimin cuando accedo
al salón y de todos los ojos mirándome, es lo que más me duele.
—¡Largo de mi casa antes de que te parta la
cara! –Grita el señor Park alzando una mano amenazante pero yo camino
apresurado hacia la salida, espectáculo de todos los rostros atentos a mi
reacción pero antes de alcanzar la puerta, y a causa del peso de las maletas,
una mano me detiene y me coge del cuello en la nuca de la sudadera. Una de mis
maletas cae al suelo y la otra choca con la puerta igual que hace mi espalda
cuando me giro al rostro del señor Park que se siente mucho más que
traicionado. Humillado frente a la familia de su futura nuera—. ¿Cuánto tiempo
pensaba seguir así? ¿Hum? –Nadie en el salón reacciona ante la voz del señor
Park para defenderme. A nadie le interesa. Tan solo soy una anécdota más en sus
vidas—. ¡Vas a pagar por tus mentiras! –Una de sus manos se alza pero no
consigue golpearme. Alguien la ha apartado de mi camino y un cuerpo se interpone
entre ambos. Un cuerpo que jamás pensé que me defendería.
—¡No le pongas una mano encima! ¿Me oyes,
padre? ¡No se te ocurra! –El señor Park, al igual que yo, nos quedamos confusos
unos segundos ante la repentina reacción desesperada de un Jimin que ya no
tiene nada que perder.
—¿Defiendes a tu amiguito? ¡Tú también vas a
pagar tu osadía! –Jimin empuja a su padre lejos cuando intenta agredirnos y se
gira a mí un segundo. El suficiente como para hacerme reaccionar.
—¡Vete! Vamos, ¿A qué esperas? ¡LÁRGATE! –Su
voz y su mano empujándome hacia la puerta me hacen obedecerle aunque no quiera.
Conozco lo suficiente el genio de un padre agresivo como para saber qué
ocurrirá cuando yo desaparezca pero quedarme no evitará que suceda. La voz de
Jimin me hace huir despavorido y mientras me alejo de la casa con mis maletas
en la mano no se me ocurre mirar hacia atrás. Este ya no es mi mundo. Siempre
ha sido el de otras personas.
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