BAJO UN VESTIDO (YoonMin) - Capítulo 18
CAPÍTULO 18
YoonGi POV:
La cena de los viernes suele ser mucho más
tranquila de lo que debería ser. A las puertas del fin de semana nada cambia
para una familia acomodada como esta. Una familia a tomarse el ocio como una
costumbre más que como una recompensa o una inesperada sorpresa. Mucho más que
agradarme esta conducta me parece demasiado hipócrita y despreciable. Pero,
¿qué puedo hacerle cuando no soy más que un simple empleado bajo un vestido? El
sonido de los cubiertos rozando indiscriminadamente sobre la cerámica de la
vajilla es molesto incluso cuando estoy de tan buen humor y puedo disfrutar
plenamente de mi presencia en la estancia.
Apoyado en una pared donde tan solo los ojos de
Jimin pueden verme me abrazo a la bandeja esperando que los señores me
necesiten o yo me vea obligado a recoger la mesa. No es hasta un rato después
que no me llaman la atención pero antes de que eso ocurra Jimin y yo nos
lanzamos miradas furtivas que quedan suspendidas en el aire cuando alguno de
los dos se siente avergonzado o reprimido. Nos sonreímos, cómplices de un beso que
hemos compartido pero que en realidad no llegó a mayores. Aún recuerdo
vivamente el tacto de sus acolchados labios sobre los míos y ansío con fuerza
repetir el contacto pero la realidad me golpea con su cinismo sarcástico. Una
mujer se interpone en medio cuando soy yo quien lleva la falda por las
rodillas.
—Mañana, y hasta el domingo, tu padre y yo
estaremos fuera. –Jimin detiene todos y cada uno de sus movimientos, e incluso
juraría que se le ha detenido la respiración. Levanta la mirada para mirar a ambos
señores sentados a la mesa, comiendo despreocupadamente mientras él frunce el
ceño.
—¿Y eso?
—Haremos un viaje a Busán. –Contesta el padre
sin importancia alguna y Jimin tampoco parece muy interesado por lo que se
encoge de hombros y continúa comiendo—. No te olvides de ir mañana a la fiesta
que dan los señores Kim. Es importante que vayas por ti y también
representándonos a nosotros.
—Claro. Está bien.
—Susan irá. –Dice la madre y rápido los ojos de
Jimin vuelven a cobrar interés por la conversación. Me mira, mira a su madre y
rápido a su padre.
—No lo sabía. –Se excusa.
—¿Eso es un inconveniente para que vayas? –Le
rebate el padre y Jimin se ve obligado a negar con el rostro, aunque con aire
alicaído.
—No seas vergonzoso, no estaremos nosotros pero
debes hablar con ella y relacionarte. Os casáis el año que viene, en la
primavera. –Dice la madre y yo siento un pequeño pinchazo el vientre. Es en
este momento cuando me arrepiento de haberme quedado ante la conversación pero
las palabras de la señora Park me introducen en una controversia en la que no
me quiero ver envuelto—. Yoongi, por favor, mañana asegúrate que el señorito
Park esté preparado y listo para salir antes de las ocho y media, que es cuando
debe presentarse allí. ¿Entendido? –Asiento con humildad y Jimin me mira
culpándome por mi sumisión pero compadeciéndose de mí por ella.
—Es una chica lista, agradable y hermosa. –Le
dice su padre—. ¿No es un buen partido? Seguro que es también una buena madre.
Ya eres mayor. Y cuanto antes tengas una familia, mejor.
—Solo tengo…
—¿Importa eso? –Le corta su padre. Yo doy un
respingo. La vida es mucho más cruel de lo que me habría podido imaginar y
antes de poder librarme de mi presencia frente a ellos, unos ojos lastimeros me
miran con una ternura que me enloquece. Suspiro y me encamino a la cocina para
apoyarme débilmente sobre la encimera y respirar con tranquilidad, mientras
siento nacer un extraño nudo en mi garganta que se me antoja desconocido. No me
gustaría tener que reconocerme la realidad pero es muy evidente, por lo que aun
no me atrevo a nombrarla.
…
La mañana reaparece con el sonido de unas
pequeñas maletas discurriendo por las escaleras como estridentes martillazos
que me hacen dar un respingo en la cama y levantarme aun en braguitas rosas y
sin la peluca. Me descubrirían de salir corriendo afuera, y lo harían si
alguien entrase pero rápido recuerdo que son los señores Park yéndose a Busán y
caigo exhausto mirando mi despertador y como quedan apenas cinco minutos para
levantarme y desayunar. Lo apago. Ya no volvería a conciliar el sueño.
Con paso cansado me pongo la ropa de cada día a
pesar de que ya no es necesario y me encamino fuera para desayunar lo primero
que encuentre y coloco en una bandeja algo de comida variada. Desde fruta hasta
yogures y algo de chocolate. Café, zumo, tostadas y un pequeño tarro con
mantequilla. El peso es considerable pero cuando llego a la puerta, esta está entre
abierta y puedo ver a través de esta, un cuerpo plácidamente dormido con un
aspecto mucho más infantil del que me gustaría haberme encontrado. Demasiado
acaramelado. Demasiado dulce, mucho más incluso que el chocolate en mi plato.
Entro sin llamar. Sin pedir permiso porque no
me agrada despertarle y aun así me veo obligado a hacerlo cuando tras haber
dejado la bandeja sobre la mesilla y haber levantado las persianas, el cuerpo
de Jimin aún está tendido en la cama con una sábana blanca desdibujando su cuerpo
y creando discretas veladuras que me muestran la figura de su vientre y
piernas. Duerme acurrucado, del lado en donde he dejado la bandeja pero su cama
es lo suficientemente grande como para dejarme espacio y sentarme de ese lado
mirándole con el ceño fruncido.
—Jiminie. –Le llamo con voz acaramelada, todo
lo que puedo pero no responde como me gustaría y gruñe enfadado—. Vamos, Jimin,
tienes que desayunar, hoy es un día importante. –Gruñe de nuevo, esta vez mucho
más fuerte y abre débilmente uno de sus ojitos para escrutarme unos segundos y
volverse a la oscuridad que le proporcionan sus ojos cerrados.
Le zarandeo por el brazo pero no responde y eso
me pone de mal humor con lo que comienzo a juguetear con su cara hundiendo mi
dedo en sus mejillas o acariciando sus pestañas distribuidas del nacimiento en
sus párpados. Tiro de una de sus orejas, y después revuelvo su pelo, pero no es
hasta que no engancho una de sus mejillas con dos de mis dedos y estiro
fuertemente de ella hasta que no consigo una reacción de su parte. No es sin
embargo la que esperaba y mucho menos es agradable porque sus manos rodean
rápidamente mi cintura y con una sonrisa, cómplice de su inocente gesto, me
tira con él en la cama lo que hace que mi peluca salta volando y la pierda de vista
mientras caigo a su lado y él me aprisiona con los brazos rodeándome el pecho.
Intento deshacerme de su agarre, mucho más avergonzado que molesto pero me
retiene las manos y me abraza con mis brazos bajo los suyos. Me inmoviliza pero
no parece darse cuenta porque se vuelve a hacer el dormido y cae en la curva de
mi cuello mientras imita unos ronquidos infantiles y teatreros.
—No… hum… seas infantil. –Me quejo mientras
siento que me aprieta con más fuerza—. Tienes ahí el desayuno. Déjame, tengo
cosas que hacer…
—¿Mis padres se han ido? –Pregunta con una
curiosidad infantil. Su sonrisa sádica y traviesa me indica que sus intenciones
no son nada inocentes.
—Sí... sí pero…
Me besa sin previo aviso y yo me retiro
atusado. Él abre los ojos mirándome desconcertado. Confuso porque le he negado
el beso y enfadado porque he herido su orgullo
—Pueden venir… —Digo como excusa pero esta
desaparece, se convierte en humo, cuando hace un puchero triste y su barbilla
tiembla reflejando su tristeza. Intento resistirme a él, inútilmente porque
antes de darme cuenta ya estoy acercándome de nuevo a él para recibir un dulce
beso que me ponga los pelos de punta. El sonido de nuestros labios chocando me
hace temblar y sus manos deshaciendo el abrazo opresor para rodearme desde la
cintura con más cariño me hace perder todo el control sobre mi cuerpo.
—No me hagas ir. –Me suplica cuando rompe el beso—. No me obligues. Pídeme que me quede y lo haré. –Suspiro apesadumbrado y me incorporo para recoger mi peluca y salir del cuarto con ella de la mano sin proporcionarle una respuesta. No depende de mí, tampoco soy nadie para impedirle nada.
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