AMNESIA [PARTE II] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 14

Capítulo 14

 

YoonGi POV:

 

La dulce y delicada forma en la que sus ojos miraban a todas partes con curiosidad, con un naciente remordimiento en el fondo de su alma. Él quería aparentar que nada pasaba pero nadie podía creerle, estaba inquieto. La forma en la que sus manos aferraban la taza ya casi vacía de té negro y sus jugosos y aniñados labios degustando el borde de la cerámica aun con intención de entretenerse antes de al menos besarme. Sus mejillas coloreadas ahora por el agradable calor del té. La noche se acercaba y ambos comenzábamos a sentirnos inquietos porque la conversación hacía rato que había dejado de tener consistencia y después de haber hecho un par de sándwiches nada nos mantenía unidos más que el sofá bajo ambos.

Pude estar al menos veinte minutos mirándole mientras me hablaba de sus clases pero yo no me enteraba de nada, abobado como estaba con la delineación en sus párpados coincidiendo con el rabillo de su ojo, en la forma de su nariz y en cómo, cuando sonreía, sus dientes se me mostraban divertidos y felices. Su sonrisa, con una forma tan particular me hacía sentir tan pequeño e inocente que ante ella podría sucumbir como a la mayor razón de fe que jamás había encontrado. Le necesitaba más que como a una necesidad biológica de satisfacer mis carencias sexuales, como a un fiel amigo que me consolase en mi matrimonio. Como a un pequeño secreto que aunque sin valor, era mío, solo mío. Era imperfectamente perfecto y eso pudo conmigo. La desigualdad en su cabello, el desorden en su ropa. Su expresión rota cuando se dio cuenta de que no le estaba escuchando.

–¿Hyung? ¿En qué piensas? No me estás haciendo ni caso. –Hizo un puchero que me tentó a morder. Me contuve.

–Lo siento, estás muy guapo hoy.

–¿Solo hoy? –Me miró divertido. Esa expresión de sádica maldad con una pizca de picardía infantil era mi perdición.

–Siempre estás hermoso.

–¿Debo entender que no me has traído aquí solo para darme explicaciones? –Asentí. Era mucho más listo de lo que me esperaba y eso siempre era un avance.

–Eres muy listo para ser tan joven.

–Hum. –Frunció el ceño–. No soy pequeño. Deja de tratarme así o tendré que borrarte esa altiva expresión de la cara. –Alce mis cejas y ambos estábamos ya perdidos. Nos besamos y caímos de nuevo en el vicio del sexo. Sus labios sabían diferentes y tal vez fuera por el ambiente del peligro de besarle en mi propia casa, pero su sabor era mucho más adictivo de lo que me había imaginado y la adrenalina que ambos sentíamos era el mayor estimulante que ambos podíamos catar. A cada segundo nuestra seguridad iba aumentando y nos deshicimos rápido de toda la ropa y estábamos dispuestos a sucumbir en el sofá pero antes de que pudiera elegir él me cogió en sus brazos como si nada y enredé mis piernas en su cintura mientras caminó conmigo al cuarto–. ¿No sientes morbo al hacerlo en tu propia cama? –Me preguntó y yo ya no podía más que asentí mientras besaba y mordía su cuello casi con desesperación.

El sabor de su piel se había duplicado en dulzura y morder sus clavículas era mucho más placentero ahora que estaba mucho más prohibido. Ahora que estábamos caminando al borde del abismo. Estábamos tentando a la suerte pero aun no habíamos llegado al momento en que estaríamos cayendo del precipicio. Aun el adulterio duraría sus largos meses. Sus largos encuentros.

–Vas a ver quién es grande, YoonGi… –Me miró con ojos lascivos, mucho más parecidos a los de un animal al punto de saltar sobre su presa y eso estaba a punto de hacer. Me lanzó a la cama y se arrastró hasta donde yo estaba para lamer cada pequeño rincón de mi cuerpo haciéndome endurecer como él solo sabía. Yo solo me retorcía debajo de él mientras mis manos vagaron su espalda en arañazos y pequeñas presiones por su boca cerca de mi ingle. No quiso llegar más lejos porque yo no me lo merecía pero me encantaba siempre estar al borde del placer sin obtenerlo. Me animaba a buscarlo más férreamente, a agárrame a su cuerpo con brusquedad. Me encaramé a su cuello mientras besó mi pecho y con su mano me preparaba. Sus manos eran mucho más habilidosas de lo que recordada. Su cuerpo mucho más caliente. Cundo él dominaba, todo estaba bajo su control y su fuerza bruta. Era agradable tenerle bajo control pero cuando él tomaba el control de los mandos toda su juventud se desbordaba saciando hasta la más pequeña de mis carencias. Supo cómo hacerme venir rápido tan solo con sus dedos dentro de mí y cuando aun no me había recuperado se metió de nuevo en mí esta vez con su falo penetrándome.

–¡Kookie! ¡Ah! –Comencé a gemir como nunca me había visto hacer. Eso le emocionó hasta tal punto que perdió el control embistiéndome y el cabecero de la cama golpeaba contra la pared acompasando sus embestidas. Él mismo gemía dolorido por el esfuerzo y yo por la intensidad de su profundidad. Estaba llegando hasta donde nadie había conseguido excitarme y cuando culminó dentro de mí no le dejé salir hasta que no me vine una segunda vez. Caímos rendidos sobre el colchón. Caímos a plomo y respiramos durante varios minutos con dificultad. Nos miramos, nos besamos y nos incorporamos para irnos juntos a duchar. Recuerdo después de eso su expresión avergonzada pero aun altiva. Recuerdo cómo después de aquello se sentó en el sofá dubitativo y yo me senté a su lado sin saber bien qué decir.

–Hyung. Debería irme. –Le miré con ojos suplicantes.

–No lo hagas. –Me miró nervioso.

–¿Por qué no? Ya hemos hablado, follado…

–Quédate a dormir. Solo hoy. Una noche.

–¿Por qué? –¿Qué contestarle? La verdad.

–Te quiero. Quédate una noche. Por favor.

Él me miró con ojos apenados. No por la situación, sino por mí. Por mi sentimiento para con él y por las consecuencias que traería el sentimiento aflorando dentro de mí. Nos miramos unos segundos e intenté sonar lo más adulto que pude cuando le propuse ver una película y unas palomitas. Cuando le prometí que nadie se enteraría de lo que sucedía y que podríamos repetir una ronda más de sexo. Tal vez esto último fuera lo que le convenció y no se negó accediendo a dejar caer la chaqueta de nuevo en el sofá. Pasé un brazo por el suyo besando sus labios. El pecado prohibido, que delicia más adictiva.

 

 


Capítulo 13                   Capítulo 15                   

 Índice de capítulos

 

Comentarios

Entradas populares