AMNESIA [PARTE II] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 13

 Capítulo 13

 

YoonGi POV:

 

Cuando regresé aquella noche Jimin ya me esperaba en la cama. Dormido. Me tumbé a su lado y caí en un profundo sueño en el que casi fallezco cuando terminé mi tercera ronda seguida con Jeon. Cerré los ojos y no me importó que Jimin probablemente no estuviera realmente dormido, y tampoco que sospechase nada. No parecía importante más que lo necesario. A la mañana siguiente, cuando me desperté me sentí desorientado aun recordando haber estado durante horas en una cama que no era en la que me encontraba. Al fondo sonaba algo. Una melodía extraña. Algo inacabado que se repetía en bucle y con notas extrañas y malsonantes. Me giré para ver la persiana de la habitación echada. La oscuridad me rodeaba pero desde la puerta entraba la clara luz de un día en que el mal tiempo nos había dado tregua. Hacía frío, no obstante y me rodeé de una manta mientras salí del cuatro en ropa interior.

Mis ojos se cegaron por la luz. Me sentí por un momento aturdido pero cuando enfoqué la vista en el piano pude verle ahí, sentado, tan despreocupado mientras componía tranquilamente una pieza propia. Estaba vestido tan solo con un chándal de pantalones grises holgados y una camiseta de manga larga negra. Un estampado se dibujaba en ella pero no alcancé a verlo bien. En su mano, un lápiz y frente a sus ojos una partitura a medio hacer. Tan solo estaba completo el primer pentagrama y aun así había varios trozos con borrones. En sus pies, unos calcetines blancos y sobre la madera del piano un cenicero con un cigarro humeante. Lo miré con curiosidad y al mismo tiempo con extrañeza.

–¿Qué haces? –Dio un respingo por mi repentina presencia y me miró con una de esas sonrisas que le hacen ver más joven y estúpido. De estúpido no tenía nada.

–Me he dicho, Jimin, cuando no vas a trabajar te pasas el día durmiendo y viendo la tele, no puede ser. –Puso una voz divertida y animada. Yo me refugié más en mi manta–. He pensado que todo lo que me has enseñado de música no puede quedarse en nada. Hay que invertirlo en una pieza…

–No, yo me refería al cigarrillo. –Me miró sorprendido.

–A veces fumamos. ¿De qué te sorprende?

–La última vez que fumamos fue en la boda de nuestro amigo Jin hace casi dos años. –Negó con el rostro.

–Me compré un paquete el otro día. –Le miré sorprendido y me apoyé en el marco de la puerta de nuestro cuarto.

–¿Y eso?

–Antes de venir a casa nos quedamos Tae y yo en la puerta de la cafetería y se sacó un cigarrillo. Me dio uno y me compré un paquete al día siguiente.

–Solo no lo cojas como hábito. –Le advertí–. No será bueno para ti. –Me giré para dirigirme a la cocina y desayunar pero pude escucharle una risa desde su nariz que me puso los pelos de punta. Juraría haber oído también una risilla sarcástica pero preferí pesar que fueron imaginaciones mías y me interné en la cocina para servir un poco de café en una taza blanca. Me asomé a la pequeña ventanita de la cocina y me apoyé en ella aun con la manta sobre mis hombros para verle entretenido dándole caladas a un cigarrillo mientras sus manos vagaban por las teclas creando, sin darse cuenta, una melodía tétrica y triste pero al mismo tiempo con algo de picardía en sus acordes. Podía sentir como con cada uno de sus gestos intentaba redactar una carta a alguien, retratar un sentimiento oculto tan solo dentro de su mente. Verle animado me hacía sentir bien pero al mismo tiempo me hacía ver que algo estaba mal. Muy mal.

Sonó el teléfono. El teléfono gritó apaciguando la música desde las teclas de Jimin y yo dejé la taza en el primer lugar donde encontré para salir de la cocina y rescatar el teléfono un  poco preocupado. Una voz familiar apareció al otro lado y rápido le pasé el teléfono a Jimin.

–Tu primo de Busán. Parece alterado. –Jimin cogió el teléfono y yo me senté en el asiento del piano mientras él se levantó para atender la llamada.

–¿Primo? –Preguntó asustado pero rápido en su rostro se mostró una gran sonrisa. Nada malo había sucedido–. ¿Enserio? ¿Ya ha nacido? ¡Enhorabuena papá! ¿Está sana? ¿Ha sido un parto fácil? –Me giré sin darle importancia a la conversación que mantenían y miré atentamente las notas escritas en el papel emborronado. Puse los dedos sobre las teclas blancas y estaba dispuesto a intentar tocar la melodía, la poca escrita, pero la mano de Jimin aferrando mi muñeca con una mirada de negación me lo prohibió mientras él seguía hablando animadamente con su primo. Al parecer yo no estaba capacitado para tocarla y retiré mis manos de las teclas para ver cómo el rostro de Jimin se desfiguraba en una de esfuerzo al pensar–. Creo que me dan las vacaciones el dieciséis. –Dijo haciendo una mueca–. Sí. El dieciséis me sustituyen y me dan las vacaciones hasta el diez de enero. ¿Yo? No, no. Yoongi no termina su trabajo hasta el veintitrés. Ya, ya lo sé pero. ¿Cómo voy a dejarle aquí?

–¿Pasa algo, amor? –Pregunté y me miró pensativo.

–Mi primo nos ha invitado los dos a pasar las navidades en Busán. –Me encogí de hombros. He de reconocer que Busán me encantaba y la casa de su primero era grande y espaciosa. Preciosa, acogedora. Siempre era agradable estar con ellos.

–¿Y qué problema hay?

–Le estoy diciendo que no iremos hasta que no termines tú de trabajar. –Fruncí el ceño–.  A pesar de que yo termine antes–. La vida se me presentaba fácil y sencilla. Abierta al adulterio.

–Mi amor, puedes ir tú primero si quieres. Yo estaré liado estos días corrigiendo los exámenes finales y será como no estar aquí. –Me miró con un puchero–. Estamos aún a diez, puedes pensarlo, pero no pasaría nada si fueras. Además. Seguro que quieren que vayas para que te ocupes de la niña y le des el biberón a las cuatro de la mañana. –Suspiró y miró el teléfono en sus manos.

–Te llamo mañana, primo. Aun tengo que pensármelo pero no prometo nada. Me parece feo dejar a mi esposo aquí…

 

 

Estuve mucho tiempo pensando que mis palabras le habían convencido. Le repetí que le amaba y esperaba que eso no le creara incertidumbre al marcharse. El día quince, cuando comencé con los exámenes finales, vino su primo a recogerle con el coche. Su esposa y su hija se habían quedado en Busán y después de comer los tres en mi casa se llevó a Jimin a Busán. Esperé un día, un solo día, en el que me aseguraba que no regresase por el miedo, por la pena o por algo que se le hubiese olvidado. Nada. Suspiré alicaído mientras me sentaba en el sofá con un taco de exámenes a corregir y miré a mi espalda, a mi cuarto oscuro y vacío mientras sin darme cuenta tecleaba un par de letras en un mensaje.

––Hola, Jungkookie. ¿Quieres venir a mi casa?

Apenas pasaron cinco minutos y un mensaje me hizo dar un respingo en el sofá. Él había contestado y me sentí liberado cuando su respuesta parecía afirmativa.

––Me encantaría pero tu esposo no nos pillará, ¿no? Además me debes una explicación del otro día.

––No te preocupes. Tenemos todo el tiempo del mundo, se ha ido a Busán.

––Pásame la dirección y me acerco en una hora. ¿Te parece bien? –Sonreí agradecido de sus pocos escrúpulos ante la violenta situación que se refería estar en mi casa.

––Muy bien. Aquí te espero.

 

 

Pasados quince minutos en que me había quedado mirando a la televisión como si nada fui consciente de lo que me había propuesto hacer. Era algo peligroso y debía ser minucioso con todo sin olvidar de que debería ser cómodo para él. Me recorrí un par de veces la casa recogiendo cosas que pudieran hacerle sentir incómodo como ropa de Jimin tirada por doquier u objetos personales que no le gustase ver como fotografías de mi esposo conmigo o cosas similares. Llegó un punto en que me di cuenta de que esas cosas debían estar ahí, no solo para recordarme mi infidelidad, sino para hacer creíble que esta era mi casa y no un simple decorado. Me limité a dejar lo justo y necesario y antes de darme cuenta estaban ya llamando a la puerta. Me acerqué con cuidado y miré por la mirilla asustado de que fuera Jimin o alguien conocido. El rostro de Jeon me sorprendió con una expresión neutra, mirando con curiosidad la madera desde el exterior.

–Hola. –Dije al abrir y él me miró con esa sonrisa que hace ver sus diente mucho más grandes y protuberantes. Yo sonreí con ese gesto.

–Hola, hyung. ¿Puedo pasar? –Me preguntó y asentí mientras entraba primero y él cerraba detrás de sí mismo. Cuando estuvimos dentro miró a todas partes un poco aturdido al principio pero cuando le pedí que se sintiese cómodo y como en casa me miró con ojos enfadados, consciente de que esta no solo no era su casa, sino que era también la de mi esposo. Yo reí y le ofrecí algo de beber a lo que me pidió un té caliente o un café porque el frío de la calle le había enrojecido los mofletes. Al contrario que quedarse en el salón se limitó a quitarse el abrigo del cuerpo y caminar conmigo a la cocina para verme hacer todo el aparejo con los brazos cruzados, atento a todos mis movimientos. Aprendería rápido a manejarse en mi propia casa, pues no sería la última vez que viniese aquí.

–¿Cómo es que tu esposo se ha ido a Busán? –Mi miró sospechoso–. ¿No te habrás desecho de él y lo has matado? –Ambos reímos.

–No. Nada de eso. A él ya le han dado las vacaciones de navidad en su cafetería y…

–¿Trabaja de camarero? –Asentí y me miró frunciendo los labios–. ¿Dónde trabaja? Solo para no ir por ahí nunca…

–En la cafetería de la calle de abajo. La que tiene la rosquilla rosa de logotipo. –Rápido asintió y me dejó seguir con la historia–. Sus padres murieron hace unos años y su única familia son sus primos en Busán. Su primo ha tenido una niña y ha creído oportuno que pasemos con ellos las fiestas. Pero yo no tengo vacaciones hasta finales de la semana que viene así que le he pedido que se vaya él primero.

–¿Es tan tonto que se ha ido? –Me encojo de hombros.

–Le he dicho que su prima necesitaría ayuda con la niña, ya que es primeriza. Pero vamos, que creo que algo ya se sospecha.

–¿Cómo que sospecha algo? –Frunce el ceño, desconfiado. Suspiro y le miro, triste.

–Nos han visto juntos. El día que fuimos al parque. Nos vio un compañero de trabajo de Jimin. –Me encojo de hombros mientras meto las tazas de agua en el microondas y JungKook abre sus ojos sorprendido.

–No me jodas, Yoongi…

–Yo lo desmentí y golpee al chico que había dicho eso. Pero era verdad. Nos vio. –Jungkook suspira y mira a todas partes pensativo.

–¿Y no aparecerá Jimin aquí como de la nada? Va a matarnos a ambos como nos pille. No me gusta esto…

–No te alarmes. Ya he hablado con él esta mañana está en Busán. Me ha pasado una foto de la niña. –Cuando el agua ya hierve hecho las bolsitas de té negro en cada una de ellas y me conduzco con ambas al salón seguido de Jeon–. El último día que estuvimos juntos me pediste explicaciones. ¿Hum? Bien, pues adelante. –Me senté en el sofá y él sentó a mi lado mientras seguía perdido, mirando a todas partes y detuvo su vista en un marco de fotos que había en una mesilla cerca del sofá. Alargó el brazo para cogerla y mirarla con curiosidad. En ella aparecíamos Jimin y yo en un tiempo después de conocernos. Aún no habíamos formalizado la relación pero ambos ya nos amábamos.

–¿Es él? –Preguntó y yo asentí–. Ahora que le he puesto rostro me da más pena.

–¿Es pena lo que sientes por él?

–¿Qué sino? Vive engañado. –Suspiró y ese suspiro me hizo entender que mucho más que sexo era lo que buscaba de mí. O al menos eso me quise creer yo. Frunció sus labios y me pasó la foto–. ¿Cómo es él? –Ahora era yo quien suspiraba, alicaído más que nervioso.

–Es listo. Agradable, adorable, amable, siempre dispuesto a ayudar, siempre buscando el lado bueno de la realidad. Cuando murieron sus padres salió adelante. Es valiente y cariñoso. Es siempre…

–¿No tiene nada malo? –Preguntó y le miré con ojos dubitativos.

–Sí. Es perfecto.

–¿La perfección es un defecto? ¿Desde cuándo?

–No busco la perfección, Jeon. La perfección es aburrida y siempre monótona. Sabes lo que te esperas de ella.

–¿Entonces porque te casaste con él? –Señala su rostro en la foto en mis manos.

–Me di cuenta demasiado tarde de que la perfección es también cruel y deliberadamente perversa. Te atrapa y no sabes cómo salir de ella. –Asintió comprendiéndome y yo dejé la foto a un lado.

–¿Es por eso que te acuestas con otros? –Le miré ofendido.

–Solo contigo, idiota.

–¿Solo te acuestas conmigo?

–Sí. No soy tan mala persona. –Me miró alzando las cejas y yo retiré la mirada.

–Está bien, dime. ¿Cuántos años de matrimonio lleváis?

–Dos y algo. Más tres de pareja.

–Es poco tiempo. –Me dijo.

–Lo sé. Pero la vida con él no parece tener fin. Cuando nos conocimos rápido comenzamos una vida de pareja normal. No sé si me explico. Citas y esas cosas.

–Sí.

–¿Qué clase de explicaciones quieres?

–¿Por qué no me dijiste desde un principio que estabas casado? Te pregunté si tenías pareja y me dijiste que no.

–Tenía miedo de lo que podrías pensar si te decía que estaba casado pero quedaba con un chico a tomar unas copas.

–Habría pensado que solo querías diversión. –Me guiñó un ojo–. ¿Hasta cuándo habrías alargado toda esta mentira?

–Hasta que pudiese, la verdad. Hasta que no se sostuviera o bien por tu parte o por la de Jimin.

–Que suerte que has tenido al toparte con un chico como yo. ¿Eh?

–No te las des de liberal que casi me comes el otro día por no habértelo contado.

–Soy liberal pero no soporto la mentira. –Frunzo el ceño–. Y, ¿qué piensas hacer ahora?

–¿Cómo que qué pienso hacer?

–Conmigo.

–¿Contigo?

–Sí. ¿Vamos a seguir acostándonos?

–Una vez me dijiste, Jeon, que no creías en el amor. –Asintió sonriendo–. Me temo que yo creo en ello. Y me gustas. Me gustas seriamente. Voy a seguir contigo todo lo que la vida me dé.

 



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