ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 31

CAPÍTULO 31


Jimin POV:

 

Frunzo el ceño. Siento los músculos de mi cara contraerse con el despertar y rápido llevo mis manos a mis ojos donde siento un terrible dolor de cabeza a causa de un malestar general. No he dormido bien. Preocupación. Remordimientos. Cansancio. Tristeza. Mis manos se humedecen al rozar mis ojos. He llorado. Palpo mi cuerpo por encima de la tela del pijama y no siento sábanas que me cubran, que debería cubrirme pero no lo hacen. Siento frío y mi cuerpo tiembla pero un par de haces de luz entran por la ventana. Una luz intensa, amarilla y resplandeciente. Es de día y sin embargo la ventana no está orientada a lo que estoy acostumbrado y me levanto de un salto mirando a mi alrededor desorientado. El olor de Yoongi entra en mis fosas nasales y lo expulso por mis labios igual que una buena calada de humo que en vez de llevarse los recuerdos me rememora las penas y el motivo por el que me encuentro donde estoy. Miro más detenidamente a mi alrededor descubriendo que nadie ha interrumpido mi sueño, nadie ha dormido conmigo. Él no ha llegado aún.

Mordiéndome los labios me incorporo y salgo de la cama rodeándome los brazos con mis propias manos, destemplado, temblando y sintiendo como todo mi cuerpo se aleja del olor de Yoongi. Eso duele más que nada y mientras salgo del cuarto busco a mi madre o a alguien con la vista nadie. Entro en mi cuarto, esperando encontrarle tumbado en la cama por la circunstancia de que yo ocupaba la suya pero la cama está vacía tal y como yo la dejé anoche. Recojo el teléfono de la habitación de Yoongi pero nada sé de él. Con un largo suspiro bajo al salón y busco a alguien con la mirada. Nadie hay, nadie aparece.

–¿Mamá? –Entro en la cocina y encuentro sobre la nevera una nota en un posit amarillo. Me acerco a él para leer:

“Voy a la compra, vuelvo cuanto antes”

Asiento a la nota de mi madre y sin apetito alguno me conduzco al sofá donde una manta de pelo blanco me espera y me arropo con ella mientras enciendo el televisor tan solo para evadirme. Tiro el móvil a mi lado enfadado, pero al mismo tiempo temeroso de cogerlo en cualquier momento si es necesario, porque la posibilidad de volver a llamar a Yoongi es muy palpable. La televisión me muestra un programa de cotilleo y yo hago un puchero cambiando de canal. Otro más similar, el siguiente uno de cantantes. Idiotas todos. Sin embargo las noticias me sorprenden con las imágenes de varias ambulancias. La voz de la presentadora me pasa desapercibida, solo veo motos en el suelo. Hombres tirados a su vera, muertos, heridos, destrozados. Las luces de las ambulancias iluminando los rostros de aquellos que han caído. Los de aquellos que se inclinan con uniformes de médicos en el suelo. Gente llorando, policías, detenidos. Me obligo a escuchar con atención.

–Cinco muertos en un accidente en una carrera de motos ilegal. Al verse sorprendidos en la carretera por un camión, dieron varios volantazos y chocaron entre ellos. El conductor del camión solo está herido, pero los chicos han muerto por el impacto.

Mi corazón se detiene en un suspiro. Mi estómago da un vuelco y aprieto mi puño cerrado en la manta sobre mi cuerpo. Rápido cojo el móvil pero no puedo evitar seguir escuchando atentamente esperando que me dé indicaciones de quienes son los fallecidos o dónde ha sido el accidente. Nada.

–Detenidos seis hombres por concertar la carrera, otros cuatro por juegos de apuestas.

Antes de darme cuenta lloro de nuevo y abundantemente. Llevo una de mis manos a mis labios para contener un gemido pero ya no importa. Sollozo en alto mientras me levanto del sofá con el móvil de la mano para subir por la escalera y vestirme de inmediato y salir en busca del hospital donde hayan ido los accidentados pero a mitad de la escalera el sonido de la puerta me detiene y creyendo que es mi madre desciendo rápidamente encontrándome con un rostro hierático y un poco adormilado entrando por la puerta. Cuando me ve aparecer de la nada y con el rostro empapado en lágrimas, su expresión se torna mucho más sorprendida. No sabe cuánto estoy yo sorprendido de lo sucedido y rápido camino hasta él para abrazarle con todas mis fuerzas obteniendo de él un gemido amargo y confuso.

–¿Qué diablos haces?

–¡Hyung! ¡Hyung! –Sonrío, no puedo evitarlo. Él mira por encima de mi hombro la televisión con las noticias en directo. Las noticias de lo acontecido anoche. Comprende al instante mi llanto pero no le dejo reaccionar cuando se separa de mi y beso sus labios con fuerza. Mis lágrimas humedecen sus mejillas y mis labios hinchados por el llanto chocan violentamente con los suyos para devorarlos. Tiemblo en su abrazo y él sonríe en el beso. Vuelvo a abrazarle y él corresponde con fueras el abrazo.

–Ya, ya Jiminie… vas a ahogarme.

–¡¿Dónde has estado?! ¡¿Eh?! ¡¿Por qué llegas a estas horas?! ¿Por qué me colgarse? –Besa mis labios con fuerza impidiéndome hablar de nuevo. Eso no me calma pero sorprendentemente cuando despega sus labios de los míos, ya no hablo más. Solo hago un puchero y espero sus respuestas.

–Te amo, mocoso. No fui. No podía ir si sabía que estabas preocupado. Perdóname. Me quedé hasta tarde trabajando y después dormí en casa de Jeon. No quería llegar a las seis de la mañana a casa. Gracias por preocuparte, me has salvado. Ya he visto lo que ha sucedido.

Suspiro aliviado pero rápido regreso a mirarle enfadado, tremendamente furioso.

–¿En casa de Jeon? ¿Qué hiciste con Jeon? –Él ríe de mí, sin contestarme.

–Mi pequeño mocoso. –Pasa su brazo por mis hombros y camina conmigo por el salón, escaleras arriba–. Hoy no he ido a trabajar. He adelantado todo el trabajo para estar contigo hoy, ¿quieres refunfuñar todo el día o hacer algo divertido? –Me mira con ojos alegres, brillantes y pícaros.

–¿Divertido? –Pregunto emocionado, limpiando las lágrimas de mis ojos. Él asiente, sonriendo, mientras la mano que estaba en mi hombro baja por mi espalda hasta azotar mi trasero. Doy un respingo, sorprendido y rápido descubro que su juego ha dejado de ser inocente. Mi sonrisa se amplía. Ambos nos besamos escaleras arriba.

 

 


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