BAJO EL SUBSUELO (Jimin x JungKook x YoonGi x TaeHyung) [One Shot]
BAJO EL SUBSUELO [One Shot]
JungKook POV:
La música de fondo hace mella en mi cabeza.
Sentado frente a una copa de vodka con limón es mucho más dolorosa. Remuevo con
una pajita negra el líquido en el interior del vaso que rezuma humedad y
suspiro amargamente mientras las voces de mis amigos debaten una estúpida
teoría a voces en medio de un bar nauseabundo. Miro a mí alrededor
encontrándome con grupos de chicos de nuestra edad cercana o ancianos ya ebrios
recostados sobre la barra del bar mientras se debaten entre la locura y el
alzhéimer. Con un gruñido me llevo la pajita a los labios y tiro de ella
llevándome un buen trago de Eristoff a
la garganta. Trago a disgusto por el mal sabor y recobro la compostura mientras
intento hacer un esfuerzo por escuchar la conversación de mis compañeros.
–Ella me dijo que quería hacer el trabajo
conmigo, creo que le gusto. –Habla uno de mis amigos, un año mayor, estudiante
de terapia ocupacional.
–¿A ti te gusta? –Continúa otro, estudiante de
filología. La luz del bar es tenue, tan solo con una visibilidad suficiente
como para no confundirme de rostros y copa. Estamos, como la mayoría de las
personas, sentados en una de las mesas redondas que se predisponen en el ala
derecha del local. De fondo una música electrónica suena tan solo para amenizar
la velada y para atraer a gente como nosotros que sin una música que llene el
espacio de la conversación vacía con silencio no podemos sobrevivir. Mis
amigos, los cuatro sentados en torno a la mesa junto conmigo cinco, se han
arreglado más de lo previsto. Es verano y aun así no parce serles suficiente
las pocas prendas de ropa y el llamativo color de estas. Uno con el cuello
hasta el final del tórax abierto. Puedo ver a través la curva de sus dos
pectorales. Otro con una camiseta de tirantes que deja al descubierto sus dos costillares
a través de las axilas. El tercero con una camisa blanca con los primeros
botones abiertos y el último con una manga corta negra y unas bermudas
elegantes. Me siento fuera de lugar con mis vaqueros negros y mi sudadera gris.
–No me gusta. –Contesta el primero–. Bueno, ya
sabes, para un polvo no está mal. Pero yo no quiero compromisos–. El resto
alaba su repuesta pero yo río disimuladamente por la nariz consciente de que
solo se hace el interesante. Pongo los ojos en blanco y me dejo caer en la
silla mientras el tercero de nosotros le contesta golpeando su espalda.
–Haber cuando sientas la cabeza, eh… que ya
estás mayor. –Vuelvo a poner los ojos en blanco–. Mira a nuestro pequeño Jeon,
perdido en la vida. –Sonrío falsamente.
–Eso, Jeon, cuando vas a ligarte a una de una
vez. Nos tienes en vilo. –Llevo mi mano instintivamente a mis vaqueros y saco
el paquete de Camel al que estoy acostumbrado a acudir cuando la conversación o
bien no me gusta o no me interesa. Lo saco y el peso es considerable pero solo
por la presencia de un mechero dentro. El resto está vacío a excepción de un
par de migas de tabaco por el fondo. Suspiro amargamente y sin informar me
levanto y camino al otro extremo del bar mientras escucho a lo lejos las reprimendas
de mis compañeros por mi mala educación al levantarme.
Saco la cartera una vez he llegado a la máquina
de tabaco y saco un billete de cinco mil wons y lo introduzco en la máquina
escuchando como se traga el billete y la música desciende considerablemente en
el ambiente para mostrarnos una noticia en la televisión que al camarero le
parece de importante relevancia porque al mirar en su dirección veo el rostro
preocupado del joven barman apuntando hacia la televisión con el mando a
distancia mientras sube el volumen. Yo miro mientras pulso el botón del Camel
en la pantalla de la máquina. Una reportera, de corte profesional y adulta nos
mira con un rostro un poco desencajado tal vez por la noticia o un simple
fingimiento profesional. Sus palabras son, sin embargo, violentas y
desgarradoras. Angustiosas. Muy nerviosas.
–Se ha encontrado otro hombre asesinado en
extrañas circunstancias en los barrios bajos de Seúl. De nuevo la víctima
cumple el mismo perfil que los anteriores asesinatos. Hombre adulto, vagabundo
y asesinado de noche. De nuevo la sangre que había en el lugar del asesinato no
cumplía toda la cantidad que contiene un cuerpo humano. –Los ojos de la
reportera miran más detenidamente a la cámara–. Su sangre ha sido extraída de
su cuerpo a través de varios cortes en brazos, piernas y cuello. Una vez más no
se ha podido saber quién ha sido el criminal, pero con este ya van diez muertes
con estas características en lo que llevamos de año.
La noticia termina y yo recojo el paquete de la
pequeña trampilla y nada más tenerlo en mis temblorosas manos lo abro y me
llevo uno de los cigarrillos a los labios recogiendo el cambio y regresando a
la mesa donde ahora el ambiente es mucho más tenso que antes, al menos por mi
parte.
–¿Pero cómo puede haber gente así? –Pregunta
uno de ellos cuando me enciendo el cigarrillo y la llama ilumina mi rostro. Al
parecer no van a decirme nada por mi comportamiento porque algo más complicado
ocupa sus pequeñas y confusas mentes. Cuando suelto el humo de mis pulmones el
chico a mi derecha contesta a la pregunta del primero.
–Pues la hay, tío. ¿Qué crees que hacen con la
sangre? –Llevo la mano disimuladamente a mi pecho y tras sentir el tacto del
metal a través de la sudadera respiro aliviado. Vuelvo a darle otra calada al cigarro
y cuando suelto el humo bebo algo del alcohol en mi copa.
–Yo que sé. Prefiero no pensarlo. –Me miran a
mí–. ¿Tú qué crees que hacen? –Me preguntan dados mis estudios de medicina.
–Ni lo sé ni me importa. –Niego con el rostro y
me reclino en la silla.
–Al menos son solo vagabundos. –Dice uno.
–¿Y qué que lo sean? Lo dices como si
tuviéramos que agradecerles algo. –Contesta otro.
–¿Me dices que da igual que sean vagabundos a
que sean niños pequeños e inocentes?
–Pues, sí. En cierto sentido es lo mismo. Ambos
son dos vidas. Una igual de humana que la otra.
–No me jodas. Pues yo no lo veo así.
–No son escoria, si es lo que insinúas. Son tan
respetables como tú o como yo.
–Como yo desde luego. –El otro frunce el ceño y
yo suspiro. Echo un poco de ceniza en un cenicero en el centro de la mesa y
sigo observando la conversación.
–Eres idiota.
–Vamos, chicos. Calmaos. –Dice un tercero pero
los otros dos siguen discutiendo.
–No puedo entender cómo es que crees que todos
somos iguales. Esto no es un país comunista, gilipollas. Aquí los niños y
mujeres tienen prioridad.
–A lo que me refiero es que una vida es una
vida. Es igual de cruel matar a un niño que a un anciano.
–No lo es, un niño tiene más probabilidades de
vivir más años que un anciano. Matar a un anciano es un crimen, matar a un
niño, una crueldad. Pero no estoy diferenciando cosa de edades.
–Ya, ya lo sé. Sino de presupuesto económico.
¿No?
–Tampoco es eso. No lo veas así.
–Eso es exactamente lo que quieres decir.
–Los vagabundos, niños o ancianos, tienes menos
esperanzas de vida que una persona…
–¿Normal? Una persona normal, dilo.
–¿Qué te ha dado ahora con esto? La cosa es que
hay alguien por ahí matando vagabundos. Siéntete agradecido de no vivir en la
calle y cierra esa boca de abraza árboles de una vez. –Ambos dos terminan la
conversación pero yo no puedo dejar que se queda en el aire. Algo dentro de mí
me hace querer dar desesperadamente mi opinión. Tal vez ha sido demasiado
vodka.
–Estoy de acuerdo contigo. –Señalo al chico
frente a mí que se siente honrado–. Es más justo la muerte de un anciano
vagabundo que la de inocentes niños. –El otro me mira queriendo recriminarme
algo pero yo me termino la copa, apago el cigarro y con una tez pálida me
levanto y me recoloco la sudadera sobre mi cuerpo queriendo irme.
–¿Te vas ya? –Me miran confusos. Prometí
quedarme hasta tarde.
–Sí. He tenido prácticas toda la semana en el
hospital y estoy cansado.
–Siempre estas eludiéndonos. Siempre te marchas
o simplemente no vienes.
–Déjalo ya, solo quiero irme a casa. –Recojo el
móvil y el tabaco de la mesa. Otro contesta por mí.
–Déjale ir, si quiere irse que se vaya, luego
pedirá que vayamos con él de fiesta. Ya nos echará de menos. –Vuelvo a tocar el
pequeño trozo de metal escondido en mi pecho con mi mano temblorosa buscando
seguridad.
–Jeon, venga, no te vayas. Tómate otra más.
–Suspiro y me giro despidiéndome con un gesto de mi mano y me marcho mientras
escucho a lo lejos como hablan de mí como buenos amigos. Con un nudo en la garganta
camino despacio conduciéndome por las calles hasta unas semivacías donde el
verano hace que la noche se vea menos noche de lo que debería ser. En invierno
se cubren las calles de una neblina a estas horas de la noche, pero por ahora
solo la oscuridad es capaz de ocultarme de ojos que puedan seguirme, de
animales nocturnos que se sientan curiosas de mi presencia.
Mis pasos conduciéndome por una calle
secundaria hacen mucho más eco ahora y nadie más hay alrededor que yo y mi
propio remordimiento sobre mi conciencia. Con largos suspiros nerviosos llego
hasta unas escaleras que dan a unos almacenes subterráneos y mirando a ambos
lados de la calle bajo por ella asegurándome de que nadie hay más que yo. Las
escaleras dan a un amplio estacionamiento en forma cuadrangular donde varios
almacenes con las trapas bajadas, los que están cerrados y los simplemente
abandonados, se disponen en fila uno a continuación de otro. Entre dos de
ellos, una puerta metálica, oxidada y con suciedad por cada uno de sus rincones
me espera. Camino hasta ella y saco de mi pecho una cadena con una llave
enganchada a ella. La desprendo de mi cuello para introducirla y girar la
cerradura produciendo un sonido que rebota en el eco de espacio a mí alrededor.
Asegurándome nuevamente de que no hay nadie a mí alrededor abro la puerta
mostrando unas escaleras que bajan a una oscuridad que no me deja ver el final
de estas.
Saco el teléfono móvil y buscando la aplicación
de la linterna apunto hacia el vacío en el interior de la puerta mientras veo
sobre mi cabeza las telarañas que anidan en los rincones del techo de la
escalinata. Una vez me he sumergido dentro cierro con llave a mi espalda y
vuelvo a colgarme la llave del cuello sin descuidarme de apuntar a mí alrededor
ya muy conocedor del camino que me espera a continuación. El primer escalón
siempre es el más difícil porque el sonido de madera podrida me hace siempre
temblar pero el segundo es algo menos sonoro y el último, casi imperceptible y
cuando llego a este ya tengo el suficiente valor como para continuar.
Cuando los escalones terminan he desembocado en
un camino de hormigón sin ventanas, sin salidas más que el retroceso o el
avance. Siempre esta es la peor parte porque es la más claustrofóbica y poco a
poco camino conducido por la linterna. A lo lejos el sonido de un par de gotas
cayendo al suelo me hace sentir tranquilo. Un constante sonido que se acompasa
con mis pasos pero no con el sonido de los latidos de mi corazón que se
aceleran por momentos. Poco a poco el largo pasillo termina en un gran espacio
iluminado por la poca e inexistente luz que entra del exterior por unas
alcantarillas situadas en el techo. Estamos bajo tierra, eso es evidente, pero
esto pude descender mucho más y camino adelante conduciéndome de nuevo por otro
pasillo esta vez mucho más largo y por el que tengo que saltar una valla de
metal que cierra el camino. Se supone que esto debe ser algo así como los
caminos abandonados donde hace tiempo los vagabundos habitaban. Ya nadie tiene
el valor de bajar aquí porque se cuentan historias. Historias de monstruos que
habitan entre las sombras de este lugar a la espera de muertos de hambre para
devorar. Al principio solo eran historias. Ahora el cuento se ha hecho real.
El final de este pasillo se vuelve cada vez más
oscuro hasta que me sumerjo de nuevo en la oscuridad y tan solo me guío por la
luz de mi móvil que de no tenerlo, tampoco me haría falta pues me sé el
recorrido de memoria. Entre la oscuridad ya puedo ver la trapa metálica que me
espera al final. Una trapa que se supone que guarda un almacén pero de entre
las rendijas puedo ver las luces de neón encendidas. Unas luces y unas sombras
en movimiento. Nada más quedarme frente al metal puedo leer la frase que tan
cansado estoy de ver pintada en sangre.
“Entra
y muere”
Sonrío ante ella y llevo mis manos a la puerta
de la trapa y abro cegado por unos instantes por la luz de neón que me ciega al
principio, acostumbrado como estoy ya en la oscuridad, y unos pasos vienen
rápido a mi encuentro, o tal vez al de la ansiada libertad. No importa, cierro
antes de que unos brazos me rodeen desde la cintura y de que un rostro se
esconda en la curva de mi cuello en un amistoso abrazo de añoranza.
–¡JUNGKOOKIE! –Grita la voz en mi cuello y unas
orejas de lobo no me dejan ver más allá por encima de su cabeza por lo que
retiro el cuerpo de mí disgustado y un rostro con ojos negros como el carbón y
una sonrisa cuadrada me sorprende, expresándome su felicidad en mi
reconocimiento tanto en la expresión de su rostro como en el movimiento de su
cola a su espalda. Sus dientes, afilados como colmillos me sonríen y mi sangre
se hiela tan solo con la imagen. Él sale corriendo contento y feliz mientras
miro a mí alrededor para comprobar que todo sigue igual. Las paredes de este
gran almacén están pintadas con grafitis tremendamente currados y sobre ellos,
en la esquina que une la pared y el techo hay varias luces de neón distribuidas
por todo alrededor. Un sofá en medio de todo, frente a una mesa con varios
trastos sobre ella y a un lado del almacén, una nevera abierta con varias
bolsas de transfusiones de sangre vacías, caídas al suelo y manchándolo todo.
Alguien se ha dado un atracón–. ¡Yoongi! ¡Despierta ha venido JungKook! –Dice
Taehyung mientras regresa corriendo a mi vera y me rodea un par de veces
mientras con su olfato busca algo–. ¿Nos has traído comida? ¿Hum? ¿No? Kookie…
¿No nos traes comida? –Me pregunta esta vez más decepcionado y yo cojo sus
brazos para retirarlos de mí mientras en su expresión veo una decepción que
poco a poco se torna enfado.
–¡Tú! –Señalo el sofá donde un chico de tez
pálida y ojos dormidos se estira haciendo que todo él se vea mucho más sumiso
de lo que parece–. ¡Despierta joder! –Cojo una de las bolsas de sangre del
suelo y se la tiro encima haciéndole dar un respingo en el sofá y recojo el
resto metiéndolas de nuevo en la nevera aunque estén vacías y cierro esta con
disgusto. Yoongi se incorpora poco a poco y llego al sofá para verle bostezar
mostrándome sus colmillos somnoliento. Se relame los labios unos segundos y se
incorpora alcanzando de la mesa un cigarrillo y una caja de cerillas.
–Menos gritos, niño. –Me dice altivo mientras
se coloca el cigarrillo en los labios y lo sujeta ahí mientras me mira con ojos
negros. Completamente oscuros sin nada de blanco en ellos–. ¿No traes comida?
–No. No la necesitáis, hijos de puta. Ya os
habéis dado un festín anoche. ¿Hum? –Sabe de lo que le hablo y se limita a
encogerse de hombros.
–Este estaba dando por culo. –Señala a Taehyung
que se ha sentado en la otra punta del sofá a la que YoonGi está y mueve su
colita nervioso y mirándonos a ambos alternativamente en la conversación–.
Empezó a revolver la nevera y como no encontró nada se fue.
–¿Has sido tú? –Le pregunto pero él niega el
rostro.
–Los tres. ¿Te crees que ellos son más fuertes
que yo a resistir…?
–Si nos trajeras más comida no tendríamos que
salir a buscarla. –Le interrumpe Yoongi–. Y de todas formas, no des tú tampoco
por culo y déjanos en paz.
–Estoy hasta las narices de que me prometáis
que va a ser la última vez y que luego siempre tenga que ver en las noticias
cosas como las que he visto apenas hace media hora. Os van a descubrir y van a
mataros… –Una risa tras mi espalda me pone los pelos de punta y me giro para
ver a Jimin colgado del techo con sus pies en una tubería y mirándome con ojos
divertidos mientras en su sonrisa unos dientes afilados como cuchillas me
saludan como hace siempre, con una perturbadora apariencia.
–Mi pequeño Kookie… no tengas miedo por
nosotros… –Abre sus alas de murciélago de golpe y me hace retroceder hasta caer
en el sofá al lado de TaeHyung mientras le veo maniobrar para bajar de la
tubería y caer en la mesa donde se sienta y se apoya en ella con las manos
retrayendo sus alas. En su cabeza, dos protuberantes cuernos negros se
confunden con las sombras y una cola roja juguetea con el paquete de tabaco
vacío sobre la mesa. Me mira con ojos vacíos de alma.
–No sabes de qué somos capaces los humanos… os
matarán y después os diseccionaran, si no hacen algo peor… –TaeHyung a mi lado apoya el rostro en mi
hombro y YoonGi poco a poco se eleva en el aire para su mejor comodidad–. Solo
quiero…
–Sabemos lo que quieres, pequeño. –Mi corazón
late más rápido–. Tenernos a salvo… ¿no? –Asiento. Taehyung hace un puchero
cuando le miro y yo le sonrío triste mientras paso mi mano por su cabeza y
acaricio el espacio entre sus orejas y él sonríe feliz. Maldita sea, que miedo
me dan siempre sus dientes–. Pero entiéndelo, Kookie… tenemos hambre…
–No seas así con el chico. –Le espeta Yoongi–.
Sé claro, no nos gusta tragar sangre fía y embolsada. No me gusta tener que
morder el frío plástico de una bolsa muerta. No me gusta tener…
–Yoongi, se bueno con el muchacho… –Le dice
Jimin y TaeHyung nos mira a los tres sin decir palabra–. Lo sentimos mucho por
que tengas que ver estas desagradables noticias… mi niño…
–Sé que es difícil, pero estoy seguro de que os
acostumbrareis a esto. Lo hago por vosotros…
–Claro que sí, mi pequeño. –Me levanto y saco
de mi bolsillo trasero el paquete de tabaco empezado que he comprado y lo dejo
sobre la mesa mientras los ojos de Jimin me siguen de un lado a otro sin
parpadear. Juraría que puede hacerlo durante horas. Yoongi vuelve a hablar
mientras sus cabellos flotan como él y se cruza de piernas en el aire.
–Debería darnos las gracias. –Le habla a Jimin
pero de mí–. Nos basamos en tu conciencia para matar a viejos y vagabundos y
tampoco viajamos kilómetros para buscarlos. Si fuera por mí devoraba a la
primera niña que apareciera por la calle. –Frunzo el ceño y Jimin coge mi mano
mientras la mira y me hace prestarle atención a él y no a las palabras de
YoonGi que son mucho más frías de lo que he visto en él. Las manos de Jimin
sobre la mía se notan frías y suaves. Juguetea con mi mano un segundo y después
la dirige a su rostro para poner mi palma sobre su mejilla. Yo le miro con una
sonrisa mientras él alza la mirada para verme y me sonríe como respuesta.
–¿Por qué tu corazón late tan rápido? –Me
pregunta Jimin y mis mejillas arden. Le retiro la mirada y él sigue hablando–.
¿Por qué me quieres o porque te doy miedo?
–Un poco de ambas. –Le reconozco y él hace un
puchero intentando parecer inocente y frágil. Infantil. Yo sonrío con ello y él
intensifica el puchero. Con mi pulgar rozo sus labios y deshace el puchero para
besar mi dedo y está a punto de morderlo pero yo retiro el dedo sonriendo y
negando con el rostro, chasqueando la lengua.
–No, no, Jiminie… –Y de repente, sus ojos se
dirigen a los de Yoongi a mi espalda en el sofá y puedo sentir como se dicen
algo, porque para mi desgracia, ambos saben comunicarse sin palabras y antes de
darme cuenta tengo a YoonGi a mi espalda abrazándome en la cintura mientras su
rostro se apoya en mi hombro. Su voz se torna melosa y acaramelada.
–Kookie… lo siento. No quise hablarte así.
–N–No pasa nada… –Sus caderas comienzan a
moverse siguiendo una melodía que solo está en su mente y sus manos en mi
cintura me hacen moverme con él ante la atenta mirada de Jimin que nos observa
curioso pero con una sádica y divertida sonrisa que me pone los pelos de punta.
–Kookie es siempre tan bueno con nosotros…
–Dice YoonGi a mi espalda ocultando su rostro en mi hombro y yo suspiro cuando
siento el frío de su piel colarse por cada parte de mi cuerpo. Sus manos viajan
a mis caderas y se cuelan por mi sudadera para sujetarse a la piel de mi
vientre. Mis manos van nerviosas sobre las suyas por encima de la tela y él da
un respingo por el calor en las mías y en mi propio vientre. Al mirar sobre mi
hombro puedo ver las luces de neón reflejarse en su rostro que me mira y me
huele mientras sonríe infantil. Puedo ver el mismo efecto en los ojos de Jimin
que brillan con una luz artificial que siempre consigue ponerme nervioso. Las
manos en mi vientre comienzan a descender hasta llegar a la línea del vaquero y
se cuelan debajo con un respingo de mi parte.
–Yoongi… –Susurro mientras él hace oídos sordos
y comienza con un lento masaje que hace que los ojos de Jimin se abran aún más
y me observe reclinándose en la mesa para una mejor perspectiva. Dejo caer mi
cabeza en el hombro de YoonGi y antes de darme cuenta los ojos de TaeHyung
también me miran sentado en la mesa al lado de Jimin que ambos, como dos buenos
observadores se mantienen en silencio mientras comienzo a gemir a medida que
YoonGi aumenta la velocidad en sus movimientos. De repente para y saca las
manos para abrir mi pantalón y bajarlo junto con los calzoncillos lo suficiente
como para sacar mi pene. Mi pene ya está erecto y lo masturba unos segundos
frente los ojos de Jimin que brillan y la sonrisa de TaeHyung que se relame
entre dientes.
A los segundos lo deja todo para cogerme de la
cintura y hacerme retroceder con él hasta caer ambos en el sofá y él se tumba
bajo mi cuerpo y yo sobre el suyo dándole la espalda. Ambos estamos tirados a
lo largo del sofá y es ahora cuando ambos dos que nos observaban en la mesa se
levantan y caminan hasta alcanzarnos. Jimin se sube en mi cuerpo y TaeHyung se
arrodilla a un lado en el suelo. Yoongi comienza con besos suaves en mi cuello
mientras sus manos levantan mi sudadera y dejan al aire todo un recorrido de
chupetones desde mis pectorales hasta el cuello de otras veces que hemos hecho
esto antes.
Jimin me quita de un tirón los pantalones y los
calzoncillos y se deshace de mis zapatos y mis calcetines. Todo fuera y YoonGi
me quita la sudadera. Les dejo hacer confiado de su criterio y mientras las
manos de YoonGi exploran mi pecho, las de Jimin lo hacen con mis piernas y
TaeHyung juguetea sobre mi rostro repartiendo dulces besos en mis mejillas y en
mis labios. Acaricio suavemente el cabello de TaeHyung y él se anima poco a
poco en el beso hasta que de repente sus dientes rozan con mis labios mordiéndome.
Se retira asustado pero yo regreso al beso emocionado con el rostro de Jimin
escondido en mi entrepierna. La lengua de YoonGi llega a mi lóbulo en la oreja
y doy un respingo por su frío aliento colandose dentro de mí.
–¿Eres tan caliente dentro? –Me susurra y con
una de sus manos dirigiéndose a su entrepierna se saca el pene de los
pantalones y lo reconduce muy lentamente a mi entrada sobre él. Jimin ayuda a
colocarme sobre él y poco a poco me penetra con una estocada. Se mantiene
dentro de mí mientras Jimin lame la base del pene de YoonGi saliendo de mi
entrada. Taehyung ha decidido dejar mis
labios y se dirige a mi pene para lamerlo como un perro. Saca su lengua y
recorre toda mi longitud con ella. Hoy están siendo especialmente atentos y eso
es perturbado pero con una boca en mi pene, otra en mi cuello y una tercera en
mi trasero no puedo pensar con claridad y solo puedo sentir los labios jugosos
estamparse en mi piel. Las lenguas juguetonas deslizándose por mi epidermis y
varios dientes afilados rozar sutilmente mi carne. Jimin se incorpora y se abre
los pantalones sacando su pene erecto de ellos y se coloca entre mis piernas
abiertas y las de YoonGi para meterse dentro de mí. Uno más que se suma a mi
interior y yo me agarro con fuerza a sus brazos para no desfallecer en el grito
que lanzo por el dolor de sus miembros en mi ano.
–¡Duele joder! –Grito mientras comienzan con
las embestidas y todo mi cuerpo se llena de escalofríos cuando las uñas de
Jimin arañan mi vientre en varias líneas paralelas con un único fin que es mi
pene. Lo masturba con su mano y la boca de TaeHyung se dirige de nuevo a la mía
para besarme rápidamente y dirigir sus labios a mis pezones. Jimin sale de mí
nada más da unas cuantas estocadas y sustituye su pene por su cola que se adentra
en mí hasta que toca mi próstata y me golpea ahí de nuevo haciendo que la
adrenalina me domine una vez más. Se retira a besar mis muslos de nuevo entre
mis gemidos y yo ya solo tengo criterio para aferrarme con fuerza a las manos
de YoonGi en mis caderas que me controlan los movimientos.
En un determinado movimiento su agarre es mucho
más intenso intentando no dejar que me zafe de él y sus labios en mi cuello se
vuelven inquietos y su lengua recorriendo mi piel, incansable. Deja de gemir en
mi oído para rozar peligrosamente sus colmillos en mi piel y eso me hace dar un
respingo mientras cierro los ojos con fuerza sintiendo como se adentran en mi
piel.
–¡NO! –Grito mientras sus manos de repente me
agarran las muñecas no dejándome desprenderme de él y salen sus dientes de mi
piel para ver la sangre brotar de mi cuello. No desperdicia una sola gota
llevando sus labios a relamerse en cada una de las pequeñas gotas de sangre.
Si los dientes de YoonGi duelen los de Jimin me
provocan una quemazón que me hacen moverme disgustado con su rostro escondido
en la cara interna de mi muslo derecho, el cual agarra con fuerza evitando que
me zarandee. Dos colmillos no son nada comparado con dos filas de dientes
afilados como sierras. Me muerden con la mayor amplitud que su mandíbula le
permite y se adentra tanto como la longitud de sus dientes le deja. Cuando no
puede profundizar más y aun con mi pierna en su boca me mira y le devuelvo la
mirada para ver como sus ojos negros poco a poco se sumergen en el miedo de mis
ojos y aprieta el agarre de su boca para hacerme gritar de nuevo. Cuando me
suelta mi sangre le resbala de de las comisuras y por la mandíbula hace un rio
de carmín que gotea en su barbilla. Se lanza a mi pierna para pasar su lengua
por las hendiduras de sus dientes en mi pene y una segunda mordedura en mi
cuello me hace dar un respingo. Mis manos intentan zafarse de las de YoonGi y
mi pierna libre del abrazo de Jimin intenta deshacerse de él pero nada consigo.
Taehyung me mira de repente con una sonrisa de dientes
caninos con un hambre del olor a mi sangre. Sus ojos están ciegos por el olfato
y se lanza a mi vientre para morder cerca del ombligo y rebanarme un bocado de
carne. Mis gritos se mezclan con los gemidos de YoonGi en mi cuello y con el
sonido de los gruñidos de TaeHyung devorándome en el vientre. Jimin es más
silencioso mientras se limita a abrazarse a mi pierna. Yo grito hasta dañarme
la garganta y lloro por un dolor punzante en cada uno de mis nervios.
–Esto es delicioso… Kookie… –Susurra Yoongi mientras
besa delicadamente mi oreja. Saca su polla de mí. Ya se ha corrido dentro–.
Eres delicioso… no tienes comparación, pequeño…
–Yoon… yoon…. ¡¡¡AH!!! –Grito al sentir que
Jimin ha vuelto a hundir sus dientes más arriba en mi muslo, cerca de donde se une
con mi glúteo. Grito una vez más cuando TaeHyung se lanza ahora a morder mi
brazo mientras mi vientre sangra abundantemente. Si alzo los ojos puedo ver
como en mi vientre una muesca de la falta de carne sangra y palita con mi
respiración. El aire en el músculo devorado es terriblemente doloroso. Yoongi
libera uno de mis brazos para que TaeHyung lo aprisione entre sus dientes y me
muerde al principio solo tanteando la carne y después, hundiendo sus dientes en
mi bíceps.
Jimin sale de mi entrepierna y camina sobre mi
cuerpo hasta sentase en mi vientre y mirarme de arriba abajo, para verme
manchado de sangre y aún con vida. Mis ojos están húmedos de lágrimas y mi
cuello empapado de sangre. El rostro de YoonGi está mirándole y ambos se miran
de nuevo de esa forma que me pone los pelos de punta. La mano de YoonGi se
dirige a mi cabello en mi frente y tira hacia atrás mostrándole a Jimin mi
cuello.
–¿Va–vas a… a matarme? –Le pregunto con un hilo
de voz y él hace ese odioso puchero que desaparece tras una sonrisa cargada de
dientes ensangrentados. Ya no puedo tomar sus dulces palabras en serio cuando
está bañado en mi sangre.
–Kookie… ¿Qué te hace pensar eso?
–Jiminie… –Susurro y suspiro dolorido por cómo
está sentado en la herida en mi vientre–. Hum… ahh…
–Mi pequeño… ¿Quieres que te perdonemos la
vida? Nos has tratado tan bien…
–Jiminie… por favor…
–No puedes seguir trayéndonos comida del
hospital, ¿verdad? Ya no tenemos alternativa, mi vida… me da tanta pena. –Me
dice. Mentira. Su sonrisa sigue en su rostro. Se acerca peligrosamente a mí
mientras me mira con intensidad. Yo no puedo apartarle la mirada por el agarre
de YoonGi en mi pelo pero tampoco quiero ya creer que tienen clemencia de mí–.
Has estado jugando con fuego mucho tiempo. ¿No crees? Vamos, Kookie… juguemos
una vez más.
Besa mis labios con dulzura. Solo un roce que
se intensifica cuando su lengua se cuela dentro de mí y explora toda mi
cavidad. La pérdida de sangre comienza a hacerme efecto mientras poco a poco el
dolor va desapareciendo de mi cuerpo conduciéndome a un estado de
desorientación y mareo que me hace seguir el juego de su lengua en mi boca pero
cometo el error de introducir la mía dentro de la suya y me muerde arrancándome
un trozo de ella. El suficiente como para que esta comience a sangrar dentro de
mi boca y sea mucho más atractivo para él volver a besarme sumergiéndose en el
mar de sangre que me hace atragantar en mi boca. La sangre sale de entre
nuestros labios unidos y deja de contenerse besando mis labios con violencia
clavándome sus dientes en ellos. TaeHyung se ha dirigido a la herida sangrante
en mi pierna y YoonGi sigue aprovechándose de la sangre que brota de mi cuello.
Mis manos ya están liberadas de cualquier
agarre porque las fuerzas no me acompañan y una la dirijo a la nuca de Jimin,
tan solo para acariciar sus cabellos porque no puedo retirarlo de mí, y la otra
a la muñeca de YoonGi y me clava sus uñas en mi cadera. Solo un roce en ella,
tampoco tengo ya fuerza para retirarla de mí. El dolor poco a poco desaparece y
todo se vuelve borroso con los segundos. Los sonidos se amortiguan e incluso
mis propios gemidos de dolor parecen lejanos ya. Mi corazón sigue palpitando y
eso no les anima a detenerse. Lo último que veo antes de perder la consciencia
son las alas de Jimin expandirse sobre nosotros por la felicidad de sentirse
satisfecho por primera vez en mucho tiempo. Ya no siento las piernas, ni los
brazos. Mucho menos mi vientre dolorido. Las yemas de mis dedos aún pueden
incluso captar los mechones de pelo de Jimin y la fuerza de YoonGi. El beso de
Jimin aún se prolonga. Su respiración es irregular sobre mis labios. La de
YoonGi igual y la de TaeHyung otro tanto. Mi corazón por el contrario ya no
tiene sangre que bombear y mi cerebro me confunde. Me siento frío, mareado, confuso
y desorientado. Puedo ver como los ojos de Jimin, abiertos y mirando los míos,
esperan llegar pronto a ver mi muerte. Espera pacientemente y cierro mis ojos
sintiendo como los suyos se tornan victoriosos. Sus últimas palabras me
acompañan junto con el dolor y la inconsciencia.
–Cuando guardas un secreto bajo llave corres el
riesgo de, o bien que lo descubran, o bien que el secreto te devore.
FIN
💜
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