ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 30

 CAPÍTULO 30


Jimin POV:

 

Suspiro nuevamente sintiendo como las sábanas me aprietan y me ahogan hasta cortarme la respiración. Me levanto y miro nuevamente la hora mordiéndome los labios viendo que son más de las cuatro de la mañana. Frunzo el ceño convencido de que Yoongi debería haber llegado hace mucho y más en un día de diario. Últimamente a las dos o tres de la mañana como muy tarde llegaba y se iba directo a dormir pero hoy pasan de las cuatro y no aparece y solo pensarlo me hace tragar duro y sentir un gran nudo en mi garganta. Se me corta la respiración y mi pulso se acelera imaginándomelo tirado en una cuneta con el cráneo abierto y la moto a cinco metro de él en el suelo tirada. Con los ojos humedecidos y con un enfado que se mezcla con la preocupación y la desesperación me incorporo y salgo del cuarto con el móvil de la mano saliendo al oscuro y frío pasillo que me muestra la nada más absoluta.

A lo lejos oigo las fuertes respiraciones de nuestros padres y me encamino al cuarto de Yoongi reafirmándome en que aún no ha llegado y cuando entreabro la puerta la oscuridad me golpea junto con el silencio de la evidencia de que nadie hay en su interior. Ni una respiración, ni un ronquido. El frío es permanente y me adentro encendiendo la luz y cerrando detrás de mí. Busco con la mirada algo que me indique su tardanza pero nada parece llamar mi atención y me siento en la cama llevándome las manos a mi rostro. Pienso que no es nada de lo que me tenga que preocupar y al contrario de lo que pueda pensar, tal vez tan solo esté trabajando. Sí, solo eso y… algo llama mi atención en una chaqueta colgada en el perchero. Me acerco y de entre su bolsillo un papel, sobresaliendo, arrugado y muy estropeado. No es viejo, solo manoseado.

En el papel se me muestra la publicidad de una carrera ilegal de motos que se está celebrando exactamente ahora. En este instante. Hoy. Muerdo mis labios con fuerza sintiendo como la ira más ciega me controla y cojo el teléfono para marcar rápido el número de YoonGi. Tarda en contestar y eso me hace sentir mucho más enfadado pero una vez oigo su voz al otro lado suelto un gran suspiro de alivio y me dejo caer en su cama abatido.

–¿Jimin? ¿Por qué llamas a estas horas? –Su voz es preocupada pero la mía le supera.

–Hyung… ¿Dónde estás? Es tarde… estoy preocupado.

–¿Desde cuándo me llamas para esto? –Pregunta divertido pero no contestar a mi pregunta.

–No estoy bromeando, ¿dónde estás?

–No te importa, mocoso. Vete a dormir, vamos.

–Hyung, he encontrado esta mierda en tu cuarto. –No puede verme pero sé que sabe de lo que hablo–. Dime que no estás en la maldita carrera.

–¿Qué diablos haces en mi cuarto? ¿Has buscado entre mis cosas? ¿Quién…? –No le dejo terminar y me gustaría poder gritar pero me contengo por nuestros padres.

–Hyung, ¿qué importa eso? Solo dime que no estás ahí.

–No, estoy aún en el taller, con Jeon. Pero vamos a ir de inmediato.

–¿Qué? ¡No! No vas a ir a ningún lado.

–¿Cómo que no? ¿Se puede saber qué diablos te pasa? Ve a dormir, no estás…

–¡He dicho que no vayas, punto! –YoonGi no contesta pero se oye la voz de Jeon de fondo.

–¿Qué mosca le ha picado?

–¡Hyung, hyung! –Le llamo para que me preste atención pero suspiro largamente ahogando el llanto–. Por favor, hyung, no quiero preocuparme, no quiero que te pase nada malo. Es muy peligroso.

–Eres peor que mi padre, Jimin. Soy mayor para cuidar de mí mismo.

–Hyung, te lo suplico. –Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos rodando por mis mejillas y tengo que cubrir mis labios con mi mano para que no oiga los sollozos. No pasan desapercibidos.

–¿Estás llorando, Jimin? ¿Por qué lloras? –Pregunta enfadado, casi irritado.

–No me hagas esto, hyung. Vuelve a casa, por favor.

–Jimin, tú no lo entiendes…

–Me da igual. –Tiro de mi nariz.

–Rézale a Dios por mí si te sirve, pero no me esperes.

–Min Yoongi, no te burles de mí.

–Venga, buenas noches.

–¡Yoongi! No vayas, como te pase algo… yo… yo… –La llamada se corta.

Muerdo mis labios con fuerza y suspiro cuando puedo soltar el aire gracias al nudo que me lo permite. Trago duro y duele, mi garganta duele, mi pecho duele, me dejo caer en la cama de YoonGi y me arrastro a duras penas hasta posar la cabeza en el almohadón aferrándome a él con fuerza. Su olor es tan agradable que incluso me conforta pero hasta el alivio duele más que nada porque puedo sentir como está aquí conmigo, a mi lado. Apago la luz y suspiro fuerte mientras me acomodo sobre el colchón, a la espera de que YoonGi regrese. Cuando regrese, estaré esperándole.

 

 


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