ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 19
CAPÍTULO 19
Jimin POV:
En poco tiempo el ambiente había cambiado a uno
mucho más alterado y ruidoso. Tan solo en cuestión de una hora, las personas
comenzaron a llegar, sorprendentemente tan solo del sexo femenino y con
carencia de ropa en las partes más pudorosas de sus cuerpos, tentando con
premeditación la más lasciva de las lujurias animales. Los chicos a mi
alrededor se ven ciegos a la par que sus ojos salen de sus cuencas, excepto yo,
que tan solo busco entre la sombra de mi mano, un lugar donde resguardarme de
la pecaminosa escena ante mi rostro. La copa en la mano de Yoongi se ha vaciado
hace tiempo, es decir, mi copa, con lo que la ha rellenado esta vez de un licor
mucho mas intento y de color amarillento. Su olor no es nada agradable y sin
embargo él parece satisfecho, bebiendo como si saciase una voraz sed que le
consume. De vez en cuando, cuando se despista, miro a Jeon sentado lejos de
nosotros, cruzado de brazos y sobre su regazo, un cuerpo femenino que se
regodea de su asiento frente a otras compañeras. Sin embargo este, luciendo un
permanente puchero nos observa envidioso, tal vez incluso furioso de que la
atención de Yoongi esté tan solo en mí, no sé que hay exactamente entre ellos
pero puedo notar una clara amistad dependiente de atención que refleja una
inmadurez tan solo por parte de Jeon. Por parte de Yoongi, una distancia
demasiado inquebrantable, una férrea independencia.
Todos se divierten, casi todos. Todos beben,
casi todos. Todos están en sus propios asuntos, casi todos y este último que se
quita de diversión por responsabilidad es Yoongi, que desde que se ha sentado a
mi lado no me ha quitado los ojos de encima buscando mi seguridad o incluso tal
vez me haga creer la ilusión de que tal vez esto sea lo que me espera de la
fiesta, no moverme de su vera sin beber, sin divertirme. ¿Qué le hace pensar
que no yo quiero a una mujer sentada en mi regazo como el resto del personal?
¿Qué le hace beber como un cosaco tan solo buscando en el fondo del vaso algo
de diversión? Me gustaría pensar que su comportamiento es el normal pero estoy
seguro de que él se desmadra tanto o más como el resto y que tan solo se
contiene por mi presencia a su lado, pero, ¿qué intenta esconder? No lo
comprendo.
Suspiro fuertemente mientras le miro de reojo
como es plenamente consciente de mi mirada, se hace el loco sin embargo y
suspira, algo cansado, regresando el borde de su vaso a sus labios humedecidos.
Una vez ha dejado los hielos desnudos de líquido a su alrededor, se incorpora
con un gemido anciano y una mueca desagradable y se agarra el costado tal y
como haría un octogenario. Camina alrededor del sofá y al pasar frente a mi me
mira de arriba abajo con una sonrisa un poco avergonzada. Es sin duda una de
las sonrisas que más miedo me han dado de él. Cuando llega al rincón a mi
derecha donde se acumulan las botellas que aun contienen liquido, mira entre ellas
buscando alguna que le agrade y alcanzando una con grandes letras en color
naranja, se sirve y regresa al mismo lado en el sofá donde estaba segundos
antes. Se desploma, suspirando amargamente y me mira, descaradamente con un
puchero pensativo. Yo le correspondo con mis ojos tristes y él me extiende la
copa que acepto un poco dudoso de su contenido.
–¿Qué es? –Pregunto temeroso y sujeto la copa
con una mano mientras con la otra me retiro el pelo de la frente haciendo que
sus ojos me sigan la mirada de mis dedos por mi cuero cabelludo.
–Vodka naranja, mi favorito. –Con una infantil
sonrisa me atrevo a probarlo y cuando mis labios rozan la ácida textura me
aparto con rapidez un poco disgustado.
–Sabe a jarabe. –Rápido ríe de mis palabras
haciendo que en sus carrillos se formen unas arrugas agradables a la vista. Su
mano se acerca a la copa pero antes de que pueda arrebatármela siento el
impulso, extraño y primitivo, de volver a degustar ese líquido en que un
principio me ha parecido tan desagradable e insulso la segunda toma es incluso
placentera y el calor que proporcionaba en mis mejillas por la graduación del
alcohol ha desaparecido. Ya nada queda de ese regusto amargo de bebida
alcohólica, solo la naranja endulzada y la agradable sensación de adicción por
el pecado. Esto le hace reír mucho más alto que antes haciendo que alguna de
las miradas en la sala me observen como si fuera el culpable. Nada más lejos de
la realidad pues han sido mis infantiles impulsos los que le han provocado
reír.
–No es tan desagradable, ¿verdad? A mí me
encanta
–Siento ser una molestia. –Le digo mientas le
extiendo el brazo para devolverle la copa que él acepta encantado y tras darle
un largo trago, me la pasa nuevamente.
–¿Por qué dices eso?
–No te diviertes por mi culpa, por favor, no te
sientas obligado a cuidar de mí, ya soy mayor. –Hace un extraño puchero y
gruñe, no queriendo proporcionarme una respuesta–. ¿No quieres que me lleve una
mala impresión de ti, hyung?
–No es eso.
–¿Seguro? Mira que no tienes el listón muy
alto... –Comienzo a reír yo solo provocando en sus labios una mueca y en su
frente, un ceño enfadado–. Es broma hyung, no te enfades. Por favor,
diviértete, no te preocupes por mí.
–¿Cómo has venido hasta aquí? –Pregunta de
repente y no es la intimidación lo que me hace responder sino su total calma y
tranquilidad tal vez incluso preocupación. Tal vez, efecto del alcohol.
–Le di mi teléfono a JungKook ayer. –Susurro
sentándome más cerca de él temiendo que el nombrado nos oiga–. Me lo pidió
cuando te fuiste, de veras que no era mi intención desobedecerte, ni hacerte
enfadar o preocuparte.
–Pues has conseguido las tres. –Dice pero no
enfadado, más bien tan solo informativo.
–Entiéndeme, hyung. Esta es la primera vez que
hago este tipo de cosas, la primera vez que miento a mi madre.
–¿Qué le has dicho?
–Que estoy estudiando con un grupo de amigos de
la facultad.
–Oh Jimin...
–Hyung, solo quiero divertirme un poco, no me
hará daño.
–Solo te advierto, nada de lo que veas aquí
debes contárselo a nadie, ¿entendido?
–¿Va a aparecer el demonio y va a violarnos a
todos? –Río haciendo que él también sonría pero de sus labios aparece una
hermosa sonrisa que es más aterradora que divertida provocándome un escalofrío
por toda mi columna.
–Tal vez. –Susurra y me esfuerzo es tomármelo a
broma pero de Yoongi no me fio y suspiro mordiendo mis labios mientras me
extiende la copa que ya le falta media cantidad.
–YoonGi. –Habla Taehyung desde la mesa sentado
maniobrando con un cacharro en sus manos– Ven, ayúdame. –Yoongi, con un mohín
cansado en sus labios, niega con el rostro acongojado y cierra los ojos
derrotado.
–Que te ayude Jimin, que tiene manos pequeñas.
–Doy un respingo con sus palabras y rápido miro mis manos enrojeciendo al
instante. Me escondo entre mis mangas blancas y le miro sintiéndome ofendido
por ello. Ante este gesto tan solo recibo un humilde encogimiento de hombros
que me asquea y suspirando pesadamente me incorporo y me arrodillo frente a la
madera a la derecha de Taehyung. Este está con una especie de cacharro alargado
y con curvas semejantes a las de una mujer, completamente desmontado.
–Esto es una cachimba, ¿Sabes cómo funciona?
–Rápido niego con la cabeza un poco intimidado y él suspira mientras soy
plenamente consciente de que Yoongi quema mi nuca con su mirada. Poco a poco el
chico a mi lado coge una botella de agua del suelo, una ya con la etiqueta
descolorida y con agua un poco reposada, y la vierte sobre un recipiente de
cristal que entiendo es la base de la cachimba. No lo rellena, tan solo vierte
hasta la mitad de la cantidad y lo pone en el centro de la mesa, apartado de lo
que él vaya a manejar antes–. ¿Sabes qué se hace con una cachimba? –Pregunta
gracioso, casi condescendiente y mi negación hace que él ría mucho más alto de
lo que me gustaría–. Tú solo haz lo que te diga.
–Sí. –Asiento y él saca de una pequeña caja de
cartón un tubo de aluminio que cubre una serie de carboncillos negros como
caramelos en una secuencia de negrura carbonizada. El simple olor me recuerda a
las parrillas y la carne asada lo que me hace sentir tal vez un poco de hambre.
Lo huelo ante la sonrisa de Taehyung que me mira como quien trata con un
chiquillo aún infantil e inmaduro. De la caja saca también unas pinzas de
metal, endebles y algo inseguras, exactamente del tamaño de mi mano, y un
paquete de lo que parece tabaco con letras en árabe sobre la portada.
–Yo voy a por un poco de papel de aluminio. Tú
pon un poco de tabaco aquí. Con los dedos, no te importe mancharte. –Me
extiende una de las piezas de la estructura de la cachimba con forma de cuenco
de porcelana roja rosada. Al olerla, el olor a menta es agradable y mientras
veo a Taehyung marcharse, cojo el paquete de tabaco sacando de él una bolsita
de una especie de gelatina grumosa y pegajosa de color verde. Miro a Yoongi,
titubeante, y asiente. Con cuidado me pongo un poco de esa gelatina pastosa en
mis dedos y con cuidado la pongo sobre el recipiente extendiéndolo bien por la
base.
–Un poco más. –Me dice y repito el proceso
mientras le miro como bebe de la copa atento a mis dedos.
–Huele bien. ¿Qué clase de tabaco es este?
–Para cachimbas, idiota. –Hago un puchero y
sigo con el trabajo viendo como Taehyung regresa con un pequeño trozo arrugado
de papel de aluminio y se sienta de nuevo a mi lado alabando mi trabajo lo cual
me hace sentir bien. Alcanzo un trapo sobre la mesa y me limpio las manos
completamente atontado con la delicadeza con la que cubre la superficie de la
pieza de porcelana con el papel haciendo que quede tenso y cuando está bien
apretado, hace sobre su superficie cinco o seis agujeros con un pequeño punzón
enganchado a las pinzas.
Con cuidado de no derramar el agua en la base
de la estructura y de no estropear el papel de aluminio, monta toda la
arquitectura dejándola erguida e intimidante frente a nosotros. A sus dos
lados, como dos brazos o bien dos trompas, salen dos mangueras que terminan en
dos picos de plástico, como dos bocas de flauta dispuestas para unos labios.
Las manos de TaeHyung escogen uno de los carboncillos con forma de pastilla no más
grande que una goma de borrar y me la extiende junto con las pinzas y un
mechero.
–Quémalo. Vamos. –Ante sus palabras me siento
perdido y pretendo encender el mechero mientras con la otra mano sujeto el
carbón pero él me lo hace sujetar con las pinzas para evitar quemarme. De poco
sirve porque nada más que, guiado por las manos de Taehyung, pongo bajo el
carboncillo el mechero, comienzan a salir pequeñas chispas que dañan mis manos
y suelto las dos cosas asustado y tremendamente preocupado de quemarme la ropa.
–Vamos. –Me anima Yoongi–. No es para tanto.
Quejica.
Frunciendo el ceño y completamente indignado y
molesto me sumo de nuevo a la tarea y aferro con fuerza las pinzas
sosteniéndolas sobre el mechero candente en la mano de Taehyung. El carboncillo,
desde su centro, se calienta y se torna rojo fuego tan intenso que asusta, pero
no desisto. Taehyung retira el mechero y al verle soplar delicadamente sobre
esa parte roja, yo me sumo también solapando ambos alientos, haciendo que esa
mancha roja se extienda a todo el carboncillo hasta que conseguimos encenderlo
por completo y lo colocamos exactamente sobre la parte del papel de aluminio
donde estaban los agujeros. Sonriendo completamente satisfecho me manoseo las
manos en donde las chispas me han saltado y me incorporo sentándome al lado de
Yoongi en el sofá.
–Buen trabajo, Jimin. Tienes unas manos
habilidosas. –Dice Taehyung y se levanta también acercándose a la mesa en el
suelo hasta los pies del sofá desde donde nos extiende las mangueras que salen
del cuerpo de la cachimba–. Bienvenido, disfrútala. –Asiento sonriendo pero
cuando se aleja sentándose en el suelo al lado del sofá con Hoseok me quedo
mirando la manguera en mi mano y como Yoongi con la suya se la acerca a los
labios y aspira a través de ella produciendo en la estructura sobre la mesa un
extraño gorgoteo de agua. Cuando se deshace de ella en sus labios, de ellos
deja escapar una poderosa nube de humo blanco, limpio, con un olor a menta y
tabaco que me atrae poderosamente a la par que me intimida.
–Yo no fumo… –Digo como si él no lo supiera ya,
pero hace caso omiso y se encoge de hombros.
–Pruébalo, no pierdes nada. Si no te gusta no
lo repitas y listo. –No debe verme del todo convencido–. ¿No querías
divertirte? –Asiento–. Vamos, solo aspira el humo y suéltalo.
Con un fuerte suspiro me llevo la boquilla a
los labios y aspiro profundamente sintiendo el mentolado aire entrar por mi
tráquea hasta los pulmones, y no es hasta que no lo expulso que no toso
atragantándome con la ultima bocanada de humo en mis pulmones. Él palmea
seguido mi espalda y me extiende la copa con el vodka, la cual no deniego y
bebo un gran trago intentando liberarme de la quemazón en mis pulmones. Lo
consigo, y fascinado por la sensación de verme liberar humo de entre mis
labios, vuelvo a consumir tabaco esta vez olvidando como el humo raspa en mi
garganta y como me entran nuevamente esas irremediables ganas de toser.
Simplemente disfruto de cómo ante la claridad, arrojo a la nada esa extraña
nube, que lejos de ser consistente, tan solo es permanente unos segundos,
después se disuelve en el aire poco a poco creando una neblina que se estanca y
perdura hasta la siguiente bocanada.
–¿Bien? –Me pregunta y dejo caer mi cabeza
sobre su hombro satisfecho.
–Genial. –Regreso mis labios a la boquilla y de
repente un cálido contacto en mi mano me hace dar un respingo, la mano de
Yoongi me sorprende ahí para acariciar mis dedos mientras los inspecciona
preocupado.
–¿Duelen?
–Ya no, solo eran chispas, hyung. Soy muy
valiente. –Hago un puchero cerca de su rostro y a lo que pensé que le
desagradaría y se alejaría o tal vez, en un arrebato de enfado, me alejaría a
mí, tan solo se me queda mirando con curiosidad esperando porque borre la
extraña expresión de mi rostro. Lo hago y me incorporo pero no le parece
suficiente y tras aspirar profundo una bocanada de humo, me la echa en la cara
nublando completamente mi visión. Enfadado como un niño al que le privan de
vista, muevo mi mano en el aire descubriendo detrás de la neblina, su rostro desencajado
en una sonrisa infantil y completamente atontada. Irremediablemente río con él.
Se ve demasiado adorable.
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