ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 18
CAPÍTULO 18
Jimin POV:
Pasados quince minutos el coche se conduce por
la trasera de un gran edificio con un cartel en Neón encendido que recuerdo
perfectamente. Poco a poco rodeamos todo el edificio hasta desembocar en un
pequeño aparcamiento donde ya hay dos motos y otro coche, que me resultan
completamente desconocidos. Suspiro aliviado.
Bajamos y el frío se hace evidente en
comparación con el tibio ambiente dentro del coche. Los tres nos conducimos al
interior por la puerta por la que entré y rápido me viene a la mente los
recuerdos del día en que Yoongi me golpeó. Siento un escalofrío al pensar que
eso se pueda repetir pero ya estoy demasiado implicado como para regresar a
casa y suspirando tembloroso, nos introducimos al interior del edificio. Allí
dentro, pregunto.
–¿Qué es exactamente este sitio?
–Es un local de alquiler de coches de lujo.
Nuestro amigo Namjoon lo lleva. –Asiento–. Vive aquí, en las plantas superiores
están las instalaciones. –Nos conducimos por unos pasillos hasta llegar a donde
estuvimos aquella vez. Allí, hay ya tres hombres sentados en dos de los sofás y
otro en el suelo jugueteando con unos sobres trasparentes en la mesa.
–Chicos, tenemos un invitado. –Dice Jeon
mientras deja pasar a Taehyung que se sienta derrotado en uno de los sofás–.
Portaos civilizadamente y dejadme servirme una copa de ron con limón. –Rápido
se aleja de mi lado mientras se dirige a uno de los rincones en la sala donde
varias botellas en el suelo crean una privada reunión. Allí, Jeon mira unas
cuantas botellas y como si yo fuese más interesante que ellas, retorna la
atención en mí–. Vamos, no te quedes ahí parado. Deja el abrigo por ahí y ven
aquí. –Con un suspiro casi resignado me deshago de la mochila y el abrigo lo
coloco, dejándolo doblado y sin arrugas, sobre un perchero tras la puerta, para
caminar sorteando dos mechero y tres vasos vacíos con los hielos aún intactos
en su interior hacia Jeon. Cuando llego a su lado él me extiende una de las
botellas y rápido desaparece para volver con dos vasos repletos de hielos hasta
su borde. De la botella que tenía yo en la mano se sirve y me mira expectante–.
Vamos. Dime. ¿Qué quieres beber? –Frunzo el ceño y miro todas las botellas
buscando al menos algo que conozca. Nada.
–Y–Yo no bebo. –Digo y no solo su risa me
inquieta sino alguna lejana en el resto del cuarto.
–Hoy es un día especial. Vamos, escoge una.
–¿Especial? ¿Es el cumpleaños de alguien?
–Nah. Especial porque hoy será la primera vez
que bebas. Vamos. Elegiré yo por ti si tú no lo haces. –De entre todas las
botellas solo una llama mi atención y la cojo en mis manos dubitativo.
“Malibú”–. No es mala opción para tu primera vez.
–Hum. –Asiento y recojo el vaso que me ofrece
mientras con solo olerlo el dulce me hace la boca agua pero al probarlo, el
regusto a alcohol es palpable y frunzo el ceño sintiendo mis mejillas arder.
–Ven. Sentémonos. –Con su mano en la mía me
conduce a uno de los sofás y se sienta a mi lado colando de nuevo su brazo por
mis hombros. Yo me acomodo porque es bastante agradable y vuelvo la copa a mis
labios sonriendo. El segundo trago es más ameno–. Mofletitos… ¿Estás nervioso?
–Le miro frunciendo el ceño–. Tu hyung nos va a azotar bien duro por haberte
traído. –Rápido le miro asustado y él sonríe divertido. Suspiro acongojado y
muerdo mis labios mientras desahogo mis miedos en la copa.
–¿Por qué está aquí el hermanastro de Yoongi?
–Pregunta el chico sentado en el suelo al borde de la mesa con algo en sus
manos. Está senado de forma que nosotros quedamos a su derecha. Nos mira de
reojo de vez en cuando mientras lo que está en sus manos no requiere de la
atención de su mirada.
–Lo he querido traer. ¿Algún problema? –Dice
Jeon desafiante y el chico se encoje de hombros desprendiéndose de la culpa en
la situación.
–Yo no quiero saber nada.
–Eso he dicho yo. –Salta Taehyung sentado en el
sofá a un lado de la sala y el chico en la mesa le hace un movimiento de cabeza
que él sabe interpretar y se levanta para sentarse en el suelo a su lado para
ayudarle con eso tan interesante en la mesa.
–Que educado eres, Hobi. –Le espeta JungKook
sarcásticamente–. Ni siquiera te has presentado.
El chico me mira un poco apenado y con un
suspiro y una endeble sonrisa, a la par que obligada, se presenta ante mí.
–Me llamo Hoseok. Jung Hoseok. –Inclino mi
cabeza y él me devuelve el gesto. Sobre su cuerpo porta una camisa blanca y
unos pantalones negros simples, nada elegantes pero al parecer cómodos. Igual
que sus deportivas. Su pelo castaño está algo revuelto. Despreocupado.
–Yo soy…
–Sí, sé quién eres. –Me sonríe ahora más
cínicamente–. El hermanito de nuestro hyung. –Mira a Jeon–. Y a juzgar por el
brazo de Jeon, el nuevo juguete favorito de nuestro maknae. –Rápido miro a Jeon
que niega con la cabeza sonriente, quitándole importancia a las palabras de
Hoseok.
–Ellos son Namjoon y Jin. –Señala al sofá
frente a nosotros donde un hombre mira su teléfono móvil y el otro está tumbado
con las piernas sobre el primero, mientras lee algo en una revista que por la
apariencia de las páginas, es bastante antigua, igual que por la calidad de la
fotografía de la portada. Algo de automovilística. El primero tiene el pelo rubio
y bastante rasurado en la parte inferior, el otro, castaño. Ambos me miran y me
analizan cuando son nombrados.
–Yo soy NamJoon, el dueño de esto. –Mira a todo
su alrededor–. Y quien se la cargará verdaderamente cuando Yoongi llegue. –Dice
pero con una sonrisa. Yo me levanto mientras todos me miran y me acerco hasta
él aún con la copa de la mano para extender la que tengo libre y alcanzar la
suya que aparece como un acto reflejo por la cantidad de clientes a los que
debe atender diariamente.
–Encantado de conocerle, y le agradezco que me
deje estar aquí. Lo que menos quisiera es ser una molestia.
–Vaya, que formal. –Dice con una agradable
sonrisa mientras aprieta fuertemente mi mano. El otro hombre, que
despreocupadamente extiende sus piernas sobre el cuerpo ajeno, ha ignorado mi
presencia–. No me extraña, viniendo de una familia tan conservadora. –Asiento
intuyendo que lo sabe a través de Yoongi.
–Le prometo que me haré cargo de la
responsabilidad de estar aquí. Ustedes no tienen que cargar con mis decisiones.
–Más me preocupa cargar con la bronca de Yoongi
cuando se entere.
–Nah, no se preocupe. Seguro que se le pasa. Es
de buen corazón.
–Yo solo te advierto, ten paciencia con él.
–Ambos sonreímos–. Y con él más. –Mira detrás de mí clavando los ojos en Jeon
que le frunce el ceño como respuesta.
–¿Cuándo vienen tus amigas? Me aburro. –Dice
Jin moviendo las piernas sobre el cuerpo de Namjoon igual que un niño pequeño y
caprichoso. Él suspira y yo regreso a mi asiento.
–En una hora, no seas impaciente.
Regreso al lado de Jeon y nada más sentarme y
beber un poco del líquido en mi baso, se oye el sonido lejano del rugir de una
moto. Todo el mundo alza la mirada y se miran entre ellos. Los que más
liberados se sienten de mi presencia en el lugar ríen. Otros, como NamJoon y
JungKook se miran ambos serios a la par que algo divertidos y nerviosos. Yo me
encojo hundiéndome un poco en el brazo de Jeon que rápido pasa por mis hombros
como si eso me reconfortara. Algo me dice que solo lo hace aguardando la
presencia de Yoongi, tan evidente ahora.
El sonido de la moto se detiene y todos
aguardamos un suspiro escuchado como unos segundos después la puerta trasera se
abre y entra corriendo el sonido del exterior para luego desaparecer
paulatinamente y el choque de la puerta al cerrarse es como la predicción de
que algo está a punto de suceder. Los pasos se aproximan y nada más veo
aparecer el cuerpo, un vuelco revuelve mi estómago aunque se hace cada vez más
intenso a cada segundo que pasa y él no es consciente de mi presencia. No aun.
Primero le veo a través de la puerta como se
deshace del casco en su brazo. Su chaqueta de cuero habitual ha sido sustituida
por una con un par de cadenas en su cintura y unas cuantas tachuelas en los
hombros. Es mucho más terrorífico de lo que me había imaginado, y no lo
suficiente si no cuentas los pantalones negros que dejan entrever entre los
cortes en las rodillas, sus pálidas piernas y la delgadez de estas. En su
torso, una camisa negra. El corazón me va a mil y me interno en la copa de
nuevo.
Oigo sus pasos unos segundos y cuando se
detienen, sin necesidad de mirarle, sé que me mira. Todos detenemos nuestros
movimientos e incluso yo que dejo de beber aunque no me despego de la copa.
Oigo un fuerte resoplido y de repente una risa cansada y algo sarcástica. Al
fin me atrevo a mirarle y él me fulmina con la mirada de tal manera que incluso
no creí que doliese tanto. El pálpito en mi corazón me hace tragar duro.
–¿Qué haces aquí otra vez? –Me pregunta
intentando controlar su voz de forma evidente.
–Yo… eh…
–¿Has venido hasta aquí a buscarme? ¿Qué te
dije? ¿No te dije que no vinieras? –Su voz se altera por momentos. Eso me hace tartamudear
el doble.
–Yoo–Yoongi. Yo–Yo no he…
–Lo he traído yo. –Me corta Jeon con una
tranquila y sosegada expresión. Completamente desinteresado y despreocupado.
Sorprendente.
–¿Cómo? –Pregunta un poco aturdido al principio
pero con los segundos sus puños se cierran.
–Sí, yo. Quería que se divirtiera, el chico.
Mírale, es un sieso. Un poco de diversión no le vendrá mal…
–¡¿Se puede saber qué se te ha pasado por la
cabeza para traerle aquí?!
–Cálmate, no es para tanto. –Dice Jeon casi
aburrido pero yo me tenso con las voces retumbando en la sala.
–¡¿Y tú?! –Me señala con un dedo pálido y
tembloroso por la ira en sus nervios–. ¿Cómo has dejado que te arrastre hasta
aquí? ¿Te ha dado su número de teléfono? ¿Ha ido a buscarte a casa? ¡Dime que
no le ha visto mi padre!
–No–no… no te preo… –No me deja terminar.
–¡¿No estarás bebiendo alcohol?! –En dos
grandes zancadas se acerca hasta dónde estamos y me arrebata el vaso de la mano
oliendo su interior y mirando a Jeon culpabilizándole de la presencia de alcohol
entre los hielos de la copa. Con un fruncimiento de ceño deja la copa en la
mesa y me sujeta por el brazo para levantarme del sofá, a lo que no opongo
resistencia pero aun así, una fuerza me impide levantarme medio metro, pues la
mano de Jeon sujetando mi camisa me tira de nuevo en el sofá y hace que Yoongi
le mire con las mejillas enrojecidas por el enfado–. ¿Qué haces?
–No se va a ninguna parte. ¿No tiene derecho a
divertirse?
–¿Qué pretendes? –Le pregunta esta vez con una
ceja levantada y la voz algo más calmada, inquiriendo algo.
–Solo divertirme, hyung. –Torna su voz melosa.
–Hablemos fuera. –Con un suspiro, Jeon se
incorpora y ambos salen de la habitación seguidos de la mirada del resto. Oímos
sus pasos, lentos. De repente se detienen, no muy lejos de nosotros, y el
sonido de una bofetada hace eco por los pasillos hasta nosotros. Todos damos un
respingo pero como ninguno se mueve, yo no hago menos. Algo me dice que ha sido
Yoongi el agresor pues ha contenido toda su ira hasta este momento. Sus voces
nos ponen los pelos de punta–. ¿Cuándo vas a madurar, idiota? ¿Sabes en el lío
que me puedes meter si su madre se entera de dónde está?
–Hyung… –oigo la voz temblorosa y llorosa de
Jeon–. Solo quería divertirme. ¿Por qué le proteges? No es tu hermano.
–Pero vivo en casa de su puta madre y es mi
responsabilidad. –Sus palabras me hieren y ante la atenta y triste mirada de
todos, me incorporo y regreso la copa a mi mano de la que bebo un trago largo–.
¡Deja de meterme en problemas de una vez!
–Hyung…
–¡Nada de hyung! Olvídate de mí un tiempo,
¿entendido?
–¡No hyung! –Comienzan a hablar más bajo pero
seguimos oyéndoles–. He esperado semanas para hoy, por favor…
–Déjame en paz. Cuando aprendas a comportarte
con cabeza…
–¿Vas a follarte a una de esas guarras? Como
toques a una de esas furcias amigas de Namjoon…
–¿Qué?
Un silencio se instala. Un silencio
completamente tenso.
–¿Qué vas a hacer? ¿Hum? A ti tampoco te
conviene que se sepa. Déjalo estar. –Con una voz más calmada termina la
conversación y poco a poco regresan. Jeon por un lado con una de sus mejillas
enrojecida y con el rostro gacho se aleja sentándose en el sofá donde estaba
antes Taehyung sentado y Yoongi, con una expresión fría e hierática, se sienta
a mi lado arrebatándome de nuevo el vaso–. Te he dicho que no bebas esto.
–Susurra, tal vez cansado ya de gritar. Sin embargo, contradiciéndose en sus
palabras y haciéndome sentir pequeño e infantil a su lado, él sí bebe de la
copa y saborea el regusto a alcohol en sus labios.
–¿Yo no puedo pero tú sí?
–Exacto.
–Puf… –Suspiro y me dejo caer en el sofá
mientras le veo mirarme de reojo y cuando sabe que le miro, me aparta la
mirada. Miro a mi alrededor. Será una noche larga.
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