ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 10

 CAPÍTULO 10


Jimin POV:

 

El viento revuelve mis decolorados cabellos a medida que me balanceo en el columpio. Cuando voy hacia atrás el pelo cubre mis ojos sometiéndome a una cruel tortura de oscuridad pero las manos de YoonGi al impulsarme me hacen ver de nuevo retirando el pelo de mis ojos. El viento choca inevitablemente contra mi rostro sacándome una sincera sonrisa, extravagante y escandalosa, pero feliz, al fin y al cabo. Mis manos están firmemente ancladas a los hierros y mis pies se mueven ayudando en el movimiento. Grito lleno de energía.

–¡Hyung! ¡Esto es genial! –Yoongi sonríe pero en uno de los retrocesos ya no siento sus manos impulsándome y me giro para verle rodear el columpio y esperar frente a mí.

–Vamos, bájate ya. Llevas más de de diez minutos ahí. –Agarra una de mis cadenas y tira de ella para frenar el columpio y hacerme bajar. Yo, enfadado y con un puchero infantil, salto del columpio y meto las manos en los bolsillos de nuevo para caminar a su lado de regreso a casa. Cuando llegamos al borde de la carretera se detiene y miro la moto delante de nosotros. En su mano está el casco de la susodicha y me lo extiende confiado en que me lo ponga. Yo lo sujeto incrédulo. No sé que pretende.

–¿Cómo vamos a ir a casa? –Pregunto nervioso mirándole a él y a la moto alternativamente.

–En esto. –Señala la moto a su vera y palmea el asiento como quien azota una nalga o el lomo de un animal.

 –¿En la moto? –Pregunto incrédulo mientras él asiente tranquilo–. ¡Ni hablar! –Grito y le devuelvo el casco asustado–. No me verás jugándome la vida en ese trasto. No. Ni en broma. –Rápido se encoge de hombros y me arrebata el casco de las manos con total tranquilidad. Se sube a la moto y agarra el manillar mirándome ahí de pie sin moverme.

–Tienes dos opciones. –Dice alto y claro–. Puedes subir conmigo y confiar en mí o bien ir caminando a casa, llegar a las siete de la mañana y esperar una reprimenda de tu madre por haberte escapado, pues nada más que llegue pienso contárselo todo. –Guiña uno de sus ojos con una sonrisa pícara y yo me cruzo de brazos completamente subordinado a sus peticiones. Suspirando y con las piernas temblando me acerco a la moto y él se sienta un poco más adelante dejándome espacio–. ¿Entras? Con tu culo gordo no sé si entraremos los dos. –Resoplo de manera evidente para que me escuche y me siento pegado a su espalda.

–Hyung, ¿esto es seguro? –Pregunto completamente convencido de que moriremos de regreso a casa.

–No. Nada lo es. –Se encoge de hombros y se quita el casco para pasármelo a mí–. Ponte tu esto. Estarás más seguro así. –No lo pienso y me coloco el casco sobre la cabeza sintiendo un repentino sofoco por la poca movilidad que me proporciona y su incomodidad incesante. Siento las manos de YoonGi aferrase a las mías y rodearse la cintura con ellas. No me siento a gusto con este contacto pero nada más que arranca la moto y el rugido entra hasta el tuétano de mis huesos, me aferro a él con fuerza y escondo la cabeza entre sus hombros. La moto aun no se mueve y solo la hace rugir para asustarme. Casi lo prefiero aunque el sonido es estridente y demasiado fuerte para mis oídos. Comprobando que no me soltaré a él, arranca y nos incorporamos a la carretera al principio a una velocidad lenta pero cuando enfila una recta vacía, se deleita acelerando y produciendo una extraña vibración en mis piernas que asciende hasta mi cabeza. No le suelto por nada del mundo y pasados unos minutos llegamos al centro.

Las luces de los carteles de neón son impresionantes. Más aún lo son sus reflejos brillando en los edificios repletos de cristaleras. Sin poder evitarlo miro algo lejos de Yoongi y puedo ver la hermosura de la inmensidad nocturna de Seúl. Jamás me había dado cuenta de lo maravillosa que es cada una de las pequeñas luces que en su conjunto forman una cúpula lumínica y que sin ella, no podría apreciar la grandiosidad de la ciudad en la que vivo. Aprieto mis manos en la ropa de YoonGi y dejo por un momento de escuchar el estridente sonido de la moto. Los coches a nuestro lado vibrando ya no son nada y solo escucho el sonido lejano del pálpito de mi corazón rebotando en las paredes del casco.

Cuando nos introducimos en un túnel subterráneo y acompañamos a otros coches en el camino, las maravillosas vistas desaparecen pero no hacen sino sustituirse por otras diferente. También hay luces y estas brillan en los capós de los coches manifestándose en ellos el verdadero color de su pintura que bajo el cielo oscuro no se aprecia con claridad. Aquí, YoonGi reduce la velocidad y cuando salimos del túnel toma una salida a la derecha que nos lleva al barrio donde vivimos. Poco a poco las calles se tornan más solitarias hasta que somos conscientes de que hemos llegado y aparca no muy cerca de la casa procurando que no se oiga el rugido de la moto. Yo no me muevo hasta que YoonGi no palmea mis manos en su vientre y alzo el rostro divisando a lo lejos mi casa. Sonrío ampliamente y bajo de la moto mientras él la conduce a una señal y la aparca anclándola con un candado de seguridad.

–¿Ves que no ha sido para tanto? –Yo me quito el casco mientras me mira bufando y al devolvérselo le sonrío ampliamente mostrándole mi entusiasmo.

–Ha sido genial, hyung. –Asiente corroborando sus palabras y ambos caminamos hasta el portal y nos adentramos en el ascensor en completo silencio. Cuando llegamos a la puerta de mi hogar, abro con mucho sigilo y nos adentramos conduciéndonos a las escaleras. Como está todo a oscuras me guio por los pocos resquicios de luz que hay y en el segundo escalón doy un traspié inoportuno pero no demasiado evidente ni escandaloso.

–Auch. –Susurro.

–Shhh. –Me chista y yo cubro mis labios mientras subimos con cautela hasta la planta superior y una vez allí me acerco con sigilo a la puerta de mi madre y el señor Min donde ambos duerme plácidamente. No han notado mi ausencia y eso me tranquiliza con lo que nos conducimos a nuestros cuartos pero antes de llegar, Yoongi me arrastra al baño y me dejo guiar por sus gestos. Allí ambos metidos cierra la puerta y enciende la luz encontrando en mi rostro algo que no le agrada demasiado. Me hace mirarme en el espejo tras que su cara de asombro me preocupe y veo ambas comisuras ensangrentadas con un leve tono rojizo en ambos labios y mis manos con algunas manchas de sangre. Yoongi chasquea la lengua disgustado y me hace sentarme en el retrete mientras busca por entre los cajones una bolsa de toallitas para extraer una y alzar mi mentón limpiando mis labios.

–Hyu–hyung… –Me quejo mientras se comporta como una madre limpiando a su hijo pero él me ignora y limpia mis labios dejándome ese extraño regusto a jabón en la boca.

–Cállate y no te comportes como un bebé. –Para más comodidad se sienta delante de mí en el suelo y coge mis manos en las suyas y con cuidado comienza a limpiarlas sutil y suavemente. Yo me dejo hacer con un puchero en los labios y le miro concentrado en su tarea. Varios suspiros salen de él y juraría que más de una vez ha intentado decir algo. Me lo confirman al fin sus palabras–. Lo siento, de veras. ¿Me perdonas? –No me mira, apenas parece tener emoción en sus palabras. Sin embargo no puedo evitar sonreír y asentir energéticamente. Me mira y sonríe también–. ¿Me prometes que no dirás nada de lo que ha pasado?

–Solo si prometes no contar que me he escapado. –Asiente y se levanta una vez ha terminado y se marcha a su cuarto dejándome a mí allí sentado. Mis párpados pesan. Bostezo ante la nada y me recuerdo que debo dormir. Mañana he de ir a la iglesia con mi madre. 

 

 


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