SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 9

 CAPÍTULO 9


Jungkook POV:

 

Entramos de nuevo en su cuarto y al fin puedo calmar mis nervios. No dormiré en una conejera apestosa.

—Muchas gracias. –Me dirijo a la cama y pretendo tumbarme allí pero apenas logro sentar el culo cuando él me zafa por el brazo levantándome.

—No vas a dormir allí abajo pero no creas por un momento que tienes el privilegio de quedarte la cama para ti solo.

—¿Cómo?

—Como mucho, vamos a compartirla…

—Ni lo sueñes. No voy a dormir con un violador.

—¡No me llames eso!

—¿Prefieres Dooly, hijo de puta…?

—Basta… —Voy directo a coger una de las almohadas de la cama y la pongo bajo mi brazo.

—Crees que es caridad dejarme permanecer aquí pero el simple hecho de dormir en esa maldita cama ya es rebajarme demasiado. No dormiré con un ladrón pederasta. Si llego a saberlo hubiera preferido dormir allí abajo.

—¿Entonces? ¿Dormirás en el suelo?

—¡Exacto! –Me dirijo al baño— Pero no aquí a tu alcance. Dormiré mejor donde no pueda verte. –Y dicho esto cierro la puerta sintiéndome completamente estúpido por dejar pasar la oportunidad tan magnífica de tener un colchón sobre el que recostarme. Pero una vez más mi orgullo dañado no me permite ceder a él.

Suspiro esperando que igual que ha hecho un rato atrás, abra la puerta para descubrir mi parte más débil e inocente pero esta vez no lo hace. Le oigo apagar la luz y recostarse en la cama que suena bajo su peso. Oigo los muelles de esta revolverse unos segundos y después, nada.

No me queda más remedio que tumbarme en el piso frío y poner el almohadón bajo mi cabeza. Me encojo en mi mismo haciéndome un ovillo porque la cerámica está realmente fría y siento como con el paso de los minutos el calor de mi cuerpo se va poco a poco por el directo contacto con ella sin ropa de por medio. Mis piernas y mis brazos tiemblan. Pero no me importa. Pienso que acabaré acostumbrándome a ello.

Suspiro y ahora que tengo tiempo para pensar recuerdo a mis padres. Me gustaría pensar que la policía ha advertido mi ausencia, han avisado a mis padres y todo el ejército de Corea está buscándome. Me encantaría pensar en eso pero no son más que falsas ilusiones de un niño que se ha perdido. Me he perdido en mi orgullo y  en mi inocencia, creyéndome mejor y más valiente de lo que en realidad soy.

Pienso en mi casa y la calidez de mi hogar. Lo que daría por estar en casa comiendo algo que no estoy seguro de que sea comestible por el simple hecho de que lo he cocinado yo. Ahora mismo estaría con mi ordenador esperando que fueran las cuatro de la mañana para irme a dormir. Viendo cualquier cosa en youtube, porno tal vez, o simplemente escuchando música. En veinticuatro horas toda mi vida parece haberse deshecho en pedazos pero la verdad es que yo no lo siento así. Yo siento una seguridad inamovible de que regresaré a casa.

Con el tiempo acabo entrando inevitablemente en un estado de somnolencia que no termina de ayudarme a dormir por el castañeo de mis dientes por el frío. Estoy cansado, mareado, con dolor de cabeza que ahora me pasa factura junto al frío que atenaza mi cuerpo. Tiemblo. Sin poder evitarlo.

Un ruido suena cerca de mí, son unos pasos acercarse. No puedo mover mi cuerpo pero algo agita mi brazo llamándome por mi nombre. Oigo vagamente mi nombre ser susurrado de manera que solo yo pueda oírlo, pero la verdad es que el sonido no es lo suficientemente claro como para saber si es un sueño o la cruda realidad. Me llaman de nuevo más alto y claro.

—Jungkook. Levanta de ahí, vamos. –Tira de mi brazo y me levanta pero yo me zafo de él y vuelvo a tumbarme allí en el frío suelo como si fuera el mejor lugar del mundo. Pero él sabe que no lo es—. No seas idiota. Vas a enfermar si sigues aquí. Mírat,e estás tiritando.

Abro mis ojos lentamente para verle a mi lado arrodillado, con ojos cansados, con labios gruesos y una preciosa naricilla, enmarcada por dos mejillas gruesas. Me encantan sus rasgos faciales y me deleito con ellos como si fueran la mejor obra de arte que he visto jamás. Como si no fuera poco, se quita su sudadera y me la pone a mí con algo de dificultad, él se pensará que es por mi cabezonería pero la verdad es que estoy enormemente atontando por el sueño.

Una vez lo ha conseguido me pone en pie y me dirige hacia la cama. Se sorprende gratamente cuando comprueba que no le pongo demasiados inconvenientes y es aquí cuando se da cuenta de mi verdadero estado. Cuando llegamos me desliza suavemente y yo me introduzco allí, sin quejas. Las mantas están calientes. Muy calientes por el calor corporal que ha desprendido él durante todo este rato. Me hago una bola agradeciendo cada grado de temperatura que llega a mí.

Cuando creo que nada es mejor su cuerpo se acerca al mío tumbándose al otro lado y me abraza con sus fuertes brazos proporcionándome aún más calor. No me incomoda, es más, me aprovecho de ello para abrazar su cintura y poner mi rostro en su clavícula. Su olor es intenso y me encanta. Sus manos son curiosas y acarician mi cabello de manera relajante pero lo que más me gusta de él son sus palabras confusas que se vuelven perturbadoras en mi mente.

—Duérmete Kookie, ya pasó todo. –Repite no sé si porque se piensa que soy una especie de bebé o porque se aprovecha de mi estado de somnolencia para desahogar su castigado corazón.

—Te has compadecido de mí. Te he dado pena por dos veces seguidas. Tres por prestarme tu ropa. Cuatro con lo de la comida. Cinco por no matarme nada más verme aquí.

—Basta, duérmete.

—¿Quién te dice que no me marcharé nada más que te quedes dormido?

—No lo sé.

—Yo… —bostezo sintiendo mi cuerpo pesado—, voy a matarte nada más que te duermas.

—Harás lo correcto. –Su voz es grave y serena. Dándome la razón como a un idiota.

—Hyung…

—¿Qué…?

—Devuélveme mis cosas. –Ríe por la nariz—. Tengo que estar en casa antes del domingo.

—Estarás, te lo prometo. –Me aferra más a él y su calor corporal cumple muy bien la función de somnolencia.

—Hyung… —Mis ojos ya cerrados. Mi respiración tranquila. Mis manos aferradas a su cuerpo. No le pido más a la vida.

—Dime Kookie…

—Duérmete. Es tarde.

—¿Quieres que me duerma para matarme? –Asiento y emito un gemido como afirmación—. Idiota. –Besa muy fuertemente mi cabeza que está a su alcance y ya no necesito más. Caigo rendido en sus brazos. Duermo al fin sintiéndome seguro y a salvo. Me encantaría sentirme asqueado y temeroso pero no puedo. No entiendo este sentimiento. Ya no puedo entender nada.

 

 

 

 

  Capítulo 8                         Capítulo 10                            

 Índice de capítulos

 

 

 

Comentarios

Entradas populares