SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 8
CAPÍTULO 8
Jungkook POV:
Miro mi cuerpo cubierto con su ropa y me siento
extraño. Insistió en querer que me pusiera ropa más abrigada pero siendo verano
no lo he creído necesario. Estoy con unos pantalones cortos de deporte rojos y
una camiseta de manga corta blanca. Sin embargo él se pone algo más cómodo ya
que nos acercamos a la hora de dormir. Unos pantalones algo holgados de color
gris y una sudadera negra de manga larga que parece algo calurosa. Sin lugar a
dudas me he equivocado y no he tenido en cuenta que estamos en medio de la nada
a las afueras de la ciudad. Hace frío.
Ambos estamos algo incómodos. Sin hablarnos,
sin mirarnos. En realidad yo no tengo problema pero él parece enfadado o tal
vez pensativo porque camina de un lado a otro lentamente pero sin detenerse. Es
exasperante. Tengo una ligera idea de por qué se comporta así. Nadie quiere que
el momento de ir a dormir llegue. O tal vez fuera por el extraño momento que
tuvimos antes. Me soltó nada más ver el miedo en mis palabras y me prestó su
ropa. Maldito bipolar.
—Es la hora. –Mira el reloj en su móvil y se
detiene para mirarme firme y seguro—. Vamos, tengo que llevarte abajo. –Viene
hacia mí y me agarra del brazo levantándome de la cama en la que llevo horas
sentado. La única que hay aquí.
—¿Abajo dónde?
—Debo encerrarte abajo, en el zulo.
—¡NO! Ni de broma. –Tiro de mi propio brazo
para zafarme de él y ambos nos revolvemos de nuevo—. Yo merezco dormir como
mínimo en una cama como esta. –Señalo la cama ahora a mi espalda y él no puede
evitar reír.
—¿Has olvidado que esto es un secuestro? No
eres un invitado, maldita sea. Y si te dejo dormir ahí, ¿dónde se supone que
voy a dormir yo?
—Ese no es mi problema.
—Vamos niño insolente. –Agarra los cabellos de
mi nuca y me reconduce sin casi obtener dificultades hacia la puerta y la abre
sacándonos fuera.
Yo me quejo constantemente gimiendo y
revolviéndome pero una vez estamos fuera aferra su pequeña mano a mi nuca y me
conduce colocando el cañón de la pistola en mi espalda. No me queda más remedio
que hacer todo lo que me pida sin titubear.
—Jungkook. –Susurra—. Están todos dormidos ya.
No hagas ruido si no quieres que se despierten y te abran la cabeza,
¿entendido? –Asiento con curiosidad por saber quiénes son las personas a las
que tanto debo temer, pero no importa ahora y menos cuando me están encañonando
con un arma.
Bajamos unas escaleras. Cuando llegamos al
final y abre una puerta me encuentro en la terraza donde me golpearon esta
mañana. Mi cuerpo se encoge involuntariamente por el frío y tiemblo aun en sus
manos. El aire que toca en mi piel desnuda es muy desagradable y me arrepiento
de haber escogido esta ropa.
Caminamos hasta la otra punta de esta terraza y
veo una puerta sucia, entre sombras en una de las paredes. No sé de donde, él
se saca unas llaves y abre la puerta haciendo que un olor muy desagradable
salga de él. Estoy seguro de que alguien o algo ha muerto aquí dentro. Tapo mi
nariz repugnado.
—Entra ahí. –Me dice grave.
—Ni en broma. –Sin esperarlo me empuja dentro y
caigo de rodillas al suelo de tierra que hay.
Puedo ver más detalladamente el lugar ya que
mis ojos se acostumbran a la oscuridad. Hay un colchón sucio, ahuecado y
seguramente manchado de orina porque no huele a otra cosa mejor. No hay ventanas, no hay más. Eso y el aire
pestilente que me rodea. Las paredes también manchadas, el suelo algo húmedo y
me da miedo pensar de qué. Suelo en el que estoy tirado ahora mismo.
—Aquí tienes para dormir.
—Tienes que estar de broma. Esto es repugnante.
–Limpio mis propias manos con su ropa en mi cuerpo.
—Buenas noches. –Cierra privándome de luz y le
oigo candar la puerta con llave una vez está fuera. Yo gateo hasta la puerta en
tinieblas y la golpeo lo suficientemente fuerte como para que me oiga. Siento
sus pasos alejarse.
—¡No me dejes aquí! Por favor. No veo nada.
–Grito sintiendo ya picores por todo el cuerpo por la desconfianza que me
proporciona la oscuridad—. ¡Abre la puerta! Sé que me escuchas, no quiero
dormir aquí. –Ya no oigo sus pasos marcharse. Ya no oigo nada en absoluto y mi
esperanza se desvanece de un plumazo arrebatada por la situación a mí
alrededor. Apoyo la cabeza en la mugrienta puerta sin importarme en absoluto y
suspiro sintiéndome de nuevo un nudo en la garganta. Muerdo mi labio y susurro—:
No me hagas esto, hyung. No me dejes aquí.
Estoy a punto de dejar caer mis lágrimas cuando
la puerta emite un sonido extraño y cede abriéndose. Su cuerpo está frente a mi
serio y furioso. No conmigo, sino con él mismo.
Comentarios
Publicar un comentario