SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 6

 CAPÍTULO 6


Jungkook POV:

 

De nuevo despierto de un sueño involuntario esta vez sin sentir somnolencia, tan solo un gran dolor en la cabeza que me tiene aturdido. Siento lo que llamarían una resaca pero en realidad no puedo confirmarlo porque jamás he bebido. Abro los ojos lentamente sintiendo que mi cuerpo descansa en una cama algo agradable. No es la mía, sin duda pero es blanda y caliente. No, siento el calor por la gruesa manta que está sobre mí. Sintiéndola innecesaria la retiro de mí torpemente e intento incorporarme pero tal vez lo haga demasiado rápido porque un gran pinchazo me atraviesa. No veo nada y tan solo una gran luz bajo mis párpados. Un rayo que quiebra mi cabeza y me obliga a volverme a tumbar.

Unas voces se acercan y me quedo inerte escuchando la conversación detrás de la puerta.

—Ya te lo he dicho. —Dice una voz conocida—. No sé como cojones nos ha encontrado, ni que pretendía viniendo aquí pero…

—Nada de peros. Ya sabes lo que tienes que hacer.

—Tiene que haber una salida. Démosle un boto de confianza.

—Los niños ricos como estos no son de fiar.

—Detente aquí Namjoon, no sigas por ese camino.

—Alguna vez tendrá que ser la primera.

—No esta vez. –Ambos se mantienen en silencio unos segundos—. Dale una oportunidad. Si ocurre algo yo cargaré con su responsabilidad.

—No entiendo por qué haces esto pero más te vale que sepas asumir las consecuencias.

—Sabes que…

—Reserva tu pico de oro conmigo. No funcionará. –El hombre que me atracó se detiene en su parloteo y unos pasos se alejan de la puerta para otros acercarse y entrar dentro del cuarto.

Yo cierro los ojos haciéndome el dormido y siento su caminar de allí para acá sin parar. Coge algo de un mueble cercano, luego entra en el pequeño baño que hay aquí, se lava las manos, luego sale y se queda inerte unos segundos. Probablemente mirándome porque se acerca y me cubre de nuevo con la manta.

Agobiado de ella y en un acto un poco idiota e infantil la vuelvo a retirar de mi cuando se ha dado media vuelta pero el sonido le hace volver a fijarse en mí. Sonríe pícaro sabiendo que ya estoy despierto y me habla esperando que yo le conteste. Pobre…

—¿Estás despierto? Levántate, tenemos que hablar. –Su voz es firme pero no obtiene una respuesta por lo que sin titubeos se acerca a mí y presiona un punto en mi cabeza que me hace gritar de dolor. Inevitablemente me incorporo  alejándome de él todo lo posible.

—¿Estás loco? ¿Qué se supone que haces? –Toco allí en mi sien cuidadosamente sintiendo un par de puntos de sutura que alguien me ha puesto mientras estaba inconsciente.

—Debes contestar cuando un hyung te habla. –Ahora sí le miro y puedo ver con toda claridad su rostro. Es él. Son sus ojos, sus labios. Pero las piezas del puzle no son perfectas hasta que no casan todas juntas y al fin me deleito con su rostro que me mira confuso—. ¿Qué miras?

—A ti.

—¿Soy tan interesante?

—Ya no llevas la máscara. –Sonríe.

—Claro que no. Y déjate de tonterías, ¿cómo has llegado hasta aquí?

—Antes de robar debes saber lo que robas, idiota. –Se cruza de brazos frunciendo el ceño e intentando comprender mis palabras—. Mi mercedes, estúpido. Tiene un rastreador que desde mi móvil... –tanteo los bolsillos de mis pantalones y busco la mochila a mi espalda por todas partes pero no encuentro nada de lo que busco hasta que miro al chico ante mí viendo en su mano mi teléfono.

—¿Buscas esto? –Me levanto de inmediato pero con su pie chocando en mi esternón me vuelve a sentar en la cama—. ¿Así que esto es el culpable de tu presencia aquí? –Me gustaría atender a sus palabras pero son estas demasiado extrañas. Demasiado delicadas y refinadas. No lo entiendo.

—El culpable eres tú. He venido a por mis cosas. –Ríe descontrolado.

—¿Tus cosas? Olvídate de ellas. –Quiero hablar pero me interrumpe—. Por cierto, gracias por la generosa donación que nos  has hecho en tan gran gesto de caridad y por las llaves de tu casa. Nos serán muy útiles si algún día decidimos…

—¡NO! –Grito sin poder controlarme. Pero a los segundos intento manejar mejor la situación porque su ceño fruncido me tiene receloso—. Por favor, —respiro y muerdo mi labio sintiendo un nudo en la garganta—, devuélveme mis cosas y déjame ir a casa. Debo estar allí con todo antes de que regresen mis padres el domingo.

—Bah… —dice desinteresado desbloqueando mi móvil y mirando ahí dentro—. Aún queda mucho, tan solo estamos a lunes.

—Por favor… —repito suplicante con un ligero temblor en la voz—, ayúdame con esto, sé que no eres mala persona.

—No sabes quién soy ¿verdad? –Quita la vista de mi móvil y me mira haciéndome sentir impotente.

—¿Cómo? –Creo no haberle oído bien y así parece porque él no le da importancia.

—Nada… olvídalo. –Pasan los segundos y mis manos cruzadas en mi regazo es lo único que veo hasta que él grita descontrolado—. ¡Cuánto porno!

Me levanto sin que pueda evitarlo esta vez y me lanzo a él pero levantando su brazo se aleja de mí, mi propio móvil. Ambos gritamos y nos insultamos como dos adolescentes jugando. Mientras yo me muero de vergüenza y hago algo por recuperarlo él sigue pasando las fotos y los videos deleitándose en todo lo que ve. Se ríe descontrolado y eso no hace sino avergonzarme más aún.

No sé si es queriendo o sin querer pero un video se selecciona y los gemidos de una chica que desconozco en persona se oyen por todo el cuarto. Él ríe más, yo me desespero hasta mi límite y me subo a la cama ahora que estamos peleando cerca de ella y una vez estoy sobrepasando su cabeza creo poder alcanzar mi móvil pero él se retira de mí y yo caigo al vacío.

No exactamente al vacío, su cuerpo amortigua mi caída porque le he hecho caer conmigo también. Mi móvil ha salido disparado y se ha roto la pantalla. No me importa en absoluto, no al menos ahora que su rostro está tan cerca del mío. Su aliento entrecortado mezclándose con el mío de tal manera que me pone los pelos de punta.

—Jungkook. –Por segunda vez inesperada vuelvo a oír mi nombre de sus labios—. Apártate de mí ahora mismo.

Ya no ríe y me enorgullezco de haberlo conseguido. Me levanto tímido aunque aun furioso pero me siento en la cama inerte con total diligencia. Él se dirige a mi móvil caído en el suelo y comprueba su estado más preocupado que yo. Un par de vueltas y lo tira por ahí corroborando mi teoría. Está destrozado.

Tengo tiempo en mirar a mí alrededor y descubrir que estoy en un cuarto algo oscuro, tal vez por la poca luz de la bombilla alumbrando desde el techo y que sea de noche ya tal vez influya. Hay muebles y un armario. Es una habitación muy pequeña pero acogedora. Muy personalizada por lo que puedo ver llena de cosas personales, ropa esparcida en algunos lugares, una cajetilla de tabaco en la mesilla a mi lado, alguna foto por ahí…

Sin duda él vive aquí.

—¿Qué hora es? –Le pregunto y él mira su móvil por ahí desperdigado.

—Las nueve y media de la tarde.

—Vaya… es muy tarde. –Digo sin darle importancia a la situación, me levanto y me dirijo a la puerta tranquilamente—. Será mejor que regrese a casa antes de que oscurezca más. 

—¿Cómo? –Antes de llegar me aferra por el brazo y saca una llave de su bolsillo candando la puerta. Luego, la retorna a su prenda—. No vas a ninguna parte.

—No lo entiendo…

—¡Estás secuestrado, maldita sea! –Todo mi corazón da un vuelco y no puedo evitar detener todos mis movimientos asimilando sus palabras.

—¿Vais a pedir un rescate por mí?

—Me parece que ya es tarde para eso.

—¿Por qué?

—¿De veras eses tan estúpido? Has visto nuestras caras, sabes dónde estamos, quienes somos…

—No, —él me mira confundido—, Dooly no me ayudó la otra vez. Es un nombre estúpido.

—Da gracias que si no fuera por mí, estarías muerto.

—¿Entonces? –Se encoge de hombros como respuesta pero la verdad es que yo todavía no había terminado—. ¿Cómo te llamas de verdad?

Me mira como si yo estuviera loco. Rematadamente loco, a punto de ser internado en un centro psiquiátrico porque acaba de decirme que estoy retenido contra mi voluntad, despojado de todos mis bienes, arrebatado de mi familia, después de haberla expuesto a ella en peligro también y lo único por lo que me intereso es por su maldito nombre.

 


 

  Capítulo 5                         Capítulo 7                            

 Índice de capítulos

 

 

 

Comentarios

Entradas populares