SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 40
CAPÍTULO 40
Jimin POV:
~FLASHBACK~
Respiro algo nervioso y camino rápido un
viernes por la tarde como otro cualquiera, o al menos eso será para los demás
pero para mí los viernes son algo maravilloso porque cuando mis clases en casa
terminan y el profesor se va me dirijo corriendo a casa de mi adorado JungKook
para recogerlo y llevármelo de vuelta a la mía para pasar el fin de semana
juntos.
Nos hemos acostumbrado a esta perfecta rutina
desde hace años. Él aún estudia primaria y solo recibe clases por las mañanas,
está estudiando su último curso y yo por el contrario la superior. En estos
tiempos la diferencia de edad es muy notable, doce y dieciséis. Pero a mí me gusta,
puedo empaparme de su inocencia y preciosa forma optimista de ver el mundo y él
aprende de mí todo lo que necesite.
Es una ventaja terminar más tarde que Kookie
porque él ya está preparado con su mochila en casa para venir a la mía. Llego a
su puerta algo fatigado y llamo al timbre escuchándolo por todo el edificio. Me
abre la señora Jeon y me invita a pasar mientras Kook termina de organizarse.
—¿Qué tal el día, Jimin?
—Muy bien señora Jeon. ¿Y usted?
—Bien, como siempre, gracias por preguntar. –Es
una mujer sin trabajo que su única función, que no es poca, es encargarse de su
hijo, su marido y su hogar. Pretendo seguir con la conversación pero alguien se
tira a mi espalda para abrazarme. Veo el dulce rostro de mi Kookie a mi lado.
—¡HYUNG! –Su madre le reprende con una mirada
por su comportamiento pero sabe que es agradable esta relación.
—¿Estás listo? –Me enseña su mochila roja de
Iron Man—. Entonces vámonos.
—Jimin, —me dice su madre—, no te olvides de
ayudarle si puedes con sus deberes y que coma bien. —Es decir sano. Insiste en
estas cosas a pesar de que sabe que si viene a mi casa es para comer pizzas y
hamburguesas.— Acostaos pronto y…
—Sí mamá…— Le corta Jungkook excitado por irnos
ya. Ella lo entiende, ambos nos despedimos y nos marchamos en dirección a mi
casa.
En cuanto llegamos mi madre nos saluda y
subimos rápidos a mi cuarto como siempre, para que deje allí sus cosas. Sus
cosas: Simples juguetes que nos puedan entretener a ambos, ropa para estos
días, mudas limpias y un pijama. Si no trae nada, no pasa nada, no sería la
primera vez que le dejo mi ropa aunque parezca un bebé con ella.
Es ya de tarde porque mi horario dura hasta las
siete pero tenemos todo el fin de semana por delante. No nos ponemos nerviosos.
—Hyung, ¿hago los deberes ahora?
—Mejor cuanto antes. –Asiente y saca de su
mochila unos libros de los cuales hay cuadernos correspondientes. Se sienta
como siempre en mi escritorio y comienza mientras yo me deshago de mi ropa de
calle. Estoy en ropa interior cuando me pregunta la primera de sus dudas.
—Hyung, hoy empezamos con las raíces cuadradas,
no las entiendo. ¿Me ayudas? –Se gira en su asiento para mirarme pero desvía
rápidamente su vista cuando escruta mi cuerpo desnudo. Enrojece y vuelve su
vista al libro, siempre tan adorable y vergonzoso.
—Odio las mates…
—Yo también. No sé para qué son útiles. –Ríe
cansado.
—Para muchas cosas. –Termino de ponerme cómodo—.
Vamos a ver.
Me acerco a él y doy un vistazo a sus deberes,
rematadamente fáciles en comparación con los que yo tengo. Normal, supongo. Le
ayudo sin ningún problema y terminamos enseguida. Aliviado y liberado se
levanta del escritorio y guarda sus libros de nuevo.
—¿Quieres cambiarte también? –Asiente y yo me
siento con las piernas cruzadas en la cama analizando cada movimiento que hace.
Saca ya su pijama porque no tenemos pensado salir y veo que es nuevo. O al
menos no lo conocía yo. Negro y gris. Se plantea ya quitar su ropa pero me mira
esperando algo de mí, como no lo encuentra me habla.
—¡No mires! –Enrojece de nuevo y yo suspiro
exasperado por su pudor. Me tumbo en la cama boca abajo y respiro tranquilo de
vez en cuando desviando mi vista un poco para ver sus muslos blancos en contraste
con los bóxers negros. Su pequeña espalda donde la columna está tan presente.
Su cintura, su cadera. Todo me enloquece. Es verdaderamente admirable.
Vuelvo a esconder mi rostro temiendo que me
pille y a los segundos un gran peso cae a mi lado en la cama. Le miro y se ha
tumbado con su gran sonrisa y sus grandes ojos escondidos por dos finas líneas
perfectas.
—¿Terminaste? –Asiente.
—Hyung… —Susurra tan cerca de mí que me
estremece—. ¿Podemos jugar a videojuegos?
—Claro… —Como negarme, es demasiado adorable.
———.———
Ambos subimos las escaleras cansados y
somnolientos después de haber cenado pizza y palomitas acompañadas de una
película. Ciencia ficción y fantasía son nuestros temas favoritos y como no,
ambos compartimos los mismos gustos para las películas. Me alegro de ello pero
eso ya ha terminado por hoy y debemos lavarnos los dientes, orinar e ir a
dormir.
Lo veo en el reflejo del espejo tan lindo
manchando sus labios con la pasta de dientes por su torpeza.
—Yo ya he terminado, te espero en la cama.
—Hum. –Asiente y salgo del baño para tirarme en
la cama y meterme dentro de las sábanas porque hace frío.
Pienso una vez más lo que tengo pensado hacer y
no veo nada en contra. Será mi primera vez igual que la suya aunque lo mío sea
mucho más vergonzoso. Pero es que necesito saber qué diablos me ocurre, no me
he fijado en ninguna chica y nadie me llama la atención porque el niño a unos
metros de mí, que veo acercarse a la cama, ocupa todo el espacio en mi mente.
—¿Hace frío hyung? –Asiento. A veces, me sorprendo
a mí mismo pensando en él mientras estoy estudiando. El sonido de su risa salta
en mis sueños como una grabación interminable. Me vuelve loco y llega un punto
en el que me cuestiono mi propia salud mental para sentirme tan mínimamente
atraído por él.
—Ven, métete aquí. –Le hago hueco a mi lado y
corre sin dudarlo para abrazarse a mí. No estamos tumbados sino sentados. ¿Es
atracción? ¿Amor tal vez? Tan solo empatía fraternal. No. No puedo engañarme o
será peor. Tengo que saberlo ya—. Tenemos que hablar Kookie…
Se separa del abrazo y se sienta frente a mí.
Apenas puedo verle claramente porque la única luz que hay es la de la luna
entrando por la ventana. Su gesto es preocupado y sumiso. Está atemorizado.
—¿He hecho algo mal? –Ser demasiado hermoso.
—Nada, —acaricio su mejilla tiernamente—, es
solo que… —¿Cómo le explico que quiero besarle?— Quiero besarte, conejito.
—Ah, —sonríe quitándose un peso de encima—,
vale hyung.
—¿Así de fácil? Pero entiendes que quiero un
beso en la boca, ¿verdad? Como los mayores…
—Sí hyung. Yo también quiero. –Se cruza de
piernas esperando que tome yo la iniciativa.
Y así es, sujeto ambos lados de su cara y me
aproximo poco a poco hasta que son nuestras narices las que chocan primero.
Luego los labios y al fin todo mi yo se deshace entre escalofríos. El beso es
tranquilo y pausado, algo temeroso de que entren mis padres, preocupado de que
no le guste. Pero lo que más me duele es tener que controlarme para no comer su
boca entera.
Nos separamos a los cinco segundos cuando ha
tenido suficiente y me mira sonriendo, con sus ojos iluminados. Me abraza y no
puedo contener la tentación de corresponderle y sentarlo en mi regazo. Es
demasiado adorable.
—Hyung, ¿he estado bien?
—Perfecto conejito. –Sonríe—. Es tarde, será
mejor que durmamos ya.
—Hyung, mañana no me despiertes con
pellizquitos o te mataré. –Me amenaza en serio pero yo solo veo el más precioso
aegyo que jamás se me ha expuesto. –Bosteza.
—¿Vas a matarme? Pero si te caes de sueño… —Río
conmovido por sus palabras.
—Hyung… —Poco a poco se queda dormido en mis
brazos—. Mañana quiero jugar con tu consola otra vez.
—Todo lo que quieras, mi amor. –Termina por
dormirse y yo lo tumbo a mi lado. Lo arropo con todas las mantas que están a mi
disposición y me abrazo a él como si temiese que el mayor monstruo que ha
existido fuera a pensar en crearle pesadillas. No, si yo puedo evitarlo.
⇽ Capítulo 39 Capítulo
41 [Final] ⇾
Comentarios
Publicar un comentario