SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 39

 CAPÍTULO 39


Jimin POV:

Oigo el disparo y todo mi cuerpo se despierta del sueño de golpe. Me incorporo en la cama y me bajo de ella en menos de un segundo alarmado por el sonido abajo. Miro a mi alrededor buscando a Jungkook por todas partes pero la puerta abierta me sobrecoge.

—¡¿Jungkook?! –Lo llamo a voces y nadie me responde.

Salgo del cuarto sintiendo todo mi corazón dar un vuelco. Bajo las escaleras saltando los escalones innecesarios que no necesito pisar. Tropiezo un par de veces pero no puedo remediarlo, no controlo nada de lo que hago.

Es increíble como ya no oigo nada en absoluto. El sonido del disparo se repite una y otra vez dentro de mi mente y eso hace que mis pasos se aceleren y ni mi aliento entrecortado hace eco dentro de mí. Mientras bajo apoyo mis manos en la pared, no temo caer y romperme el cuello solo que alguna vez llegue abajo.

Pero llego. Abro la puerta con todo el peso de mi cuerpo y salgo a la explanada en la terraza. No llego a dar dos pasos antes de ver el cuerpo de Jungkook tirado en el suelo, de cara a este pero con su rostro escondido entre la sombra que le proporciona la sangre derramada en el suelo.

¡Muévete! Grito en mi mente al cuerpo muerto delante de mí, inerte y ya sin vida. Pesa sobre mí una gran carga de culpabilidad por no haber llegado a tiempo. Por haberle metido en esta situación y por asomarme tan descuidadamente a la valla que separaba nuestras casas.

Doy un paso adelante sintiendo todo mi cuerpo sin fuerzas y quiero tirarme al suelo pero algo más fuerte me incita a caminar más adelante. Namjoon aún portando el arma y encañonando el cuerpo paralizado a sus pies me hace sentir un odio increíble, que jamás había experimentado pero lo que me enfurece aún más son los espectadores tan insensibles que han permitido esto.

—¡JUNGKOOK! –Grito ya habiendo asimilado que está muerto, ahí tirado en el suelo y salgo corriendo a tirarme a su lado. Namjoon se aparta del cadáver y me deja espacio para auto castigarme.

Doy la vuelta a su cuerpo y apenas puedo distinguirlo por el orificio de bala que ha atravesado su frente. La sangre aún cae caliente de él y mancha mis manos, mi cuerpo. Su rostro está completamente cubierto de ella y su pelo brilla con un color rojizo aterrador. Vuelvo a gritar su nombre con todas mis fuerzas hasta desgarrarme la voz. La siguiente vez que lo pronuncio se ha convertido mi grito en algo más gutural por la fuerza que me falla.

La desesperación me invade hasta límites insospechados. Toco su cuerpo, lo zarandeo y cuando asumo que no voy a obtener respuesta le abrazo aun pudiendo sentir en él un agradable calor corporal que se apaga poco a poco. Cojo su rostro en mis manos y beso suavemente sus labios manchados de sangre sabiendo que es la última vez. Su sabor es caliente y metálico, lo odio y quedará para siempre grabado en mi memoria.

Lloro. Lloro sin poder evitarlo y grito de nuevo. No puedo creerlo, lo tengo en mis manos y es como si aún estuviera aquí. ¿Qué diablos me pasa?

—Era lo mejor, Jimin. –Habla Namjoon ya sin su arma en las manos. –Le miro con la mandíbula apretada y el ceño fruncido. De mis ojos caen aun lágrimas traicioneras.

Un subidón de adrenalina incontrolable comienza a apoderarse poco a poco mi cuerpo y mi mente. Dejo de ser consciente de mis actos y a la vez responsable. De lo único de lo que soy consciente es del estado de locura a la que me ha llevado el amor. La pasión que me han arrebatado. Ya fui privado una vez de todo un futuro a su lado. Me temo que otra vez me es insoportable de asimilar y me niego a creerlo. La única solución, matar.

 

 

 

 

 

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