SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 36

 CAPÍTULO 36


Jungkook POV:

 

Respiro profundamente y tan solo llega a mí el aroma de Jimin que ocupa todo mi espacio.

Ambos estamos en su cama tumbados. Él con la espalda en el cabecero y la mía sobre su pecho de manera que me abraza con una mano en la cintura. Yo nos he cubierto con una manta gruesa porque hoy la noche es algo fría. La única luz que tenemos es una sobre nosotros que alumbra medianamente. Pequeña pero suficiente.

Ninguno de los dos podemos dormir, así que hemos decidido mantenernos despiertos hasta que nos caigamos de sueño, literalmente. Yo no duermo por el dolor y el miedo que me han provocado, él no puede por los remordimientos que le corroen como la carcoma* a la madera.

Como una broma infantil sugerí que me leyera un cuento infantil y no sé de donde se ha sacado un libro de frases y citas célebres de filósofos, escritores, políticos…

Frente a nosotros está ahora mismo y me lee todo lo que le parece interesante y cuando alguno de nosotros no está de acuerdo con lo que diga, expresamos nuestra opinión. Igual que hacíamos en clase en filosofía o ética.

—“La conciencia no es más que una palabra que emplean los cobardes para atemorizar a los cobardes.” Willian Shakespare. –Habla susurrando, como llevamos haciendo un tiempo por miedo a despertar a nadie. Claramente no estamos bien. Alicaídos y temerosos. Tristes por la situación a la par que asustados.

—No me gusta Shakespare…

—¿No? A mí me encanta…

—Hum.

—¿Qué opinas de esta? ¿Crees que es verdad?

—Me gustaría decir que no creo en la conciencia pero ya veo que es ella la que no te deja dormir hoy, hyung. –Esta vez no me contradice porque sabe que es verdad. Puede parecer que le estoy culpando pero en verdad es tan culpa mía como suya que yo esté aquí.

— “El cobarde muere muchas veces. El valiente solo una.” Willian Shakespare.

—Esto es por lo que no me gusta. –Frunce el ceño—. Hyung… ¿Cuántas veces debo morir?

—Deja de ser así, amor. No vas a morir.

—¿Hay algo de Cicerón? –Busca durante unos segundos.

—“El primer arte que deben aprender los que aspiran al poder es el de ser capaces de soportar el odio.” Cicerón.

—Hyung, ¿se refiere al odio de los demás o al de uno mismo?

—No lo sé. Supongo que lo segundo. –Alzo mi cabeza para verle y le sonrío.

—Entonces tú nunca llegarás al poder. –Me mira fingiendo un enfado demasiado teatral y yo me abrazo más a él riendo como un idiota. Sigue leyendo olvidando mi fino humor.

—¿Confucio? –Asiento—. “Donde hay educación no hay distinción de clases.”

—¡Mentira! –Decimos los dos a la vez dado que ambos pertenecemos o hemos pertenecido a una clase social mucho más alta que el resto de las personas.

—Es cierto que los modales, —digo—, pueden cambiar mucho las apariencias de una persona pero eso no la hace una clase superior.

—Al contrario. –Respalda mi teoría—. La hace incluso peor por ser alguien que no es. –Reímos por nuestro egocentrismo de niños de bien.

—Me encanta esto hyung. –Le digo expresando mis verdaderos sentimientos sobre la situación.

—¿El qué?

—Poder compartir un momento así contigo. Me acuerdo cuando me ayudabas los viernes con los deberes cuando me quedaba a dormir en tu casa. Siempre fuiste mucho más listo que yo…

—Tal vez tener cinco años más que tú ayudase en algo. –Reímos como idiotas.

—Sabes a lo que me refiero. Estuviste en esta relación mucho más en serio que yo. Solo era un pobre niño inocente que no tenía amigos, pero para mí nunca fuiste un amigo. Eras como mi modelo a seguir.

—Deja de decir tonterías…

—Es verdad. No solo en lo estudioso. En cada pequeño detalle. Me acuerdo de esforzarme en mi casa en ordenar mi cuarto porque tú lo hacías en el tuyo propio. Me alimenté mejor porque tú me enseñaste lo importante que era para mí estar sano. Y cosas tan idiotas como en la forma de vestirme, en cómo hablar, como expresar mis sentimientos más banales y esconder los que pueden herir a otros. Gestos que con el tiempo acabé por heredar yo.

—Kookie, amor. No me hagas esto… —No le oigo suplicar porque me detenga.

—Muchas veces pensé que yo no era digno de ti. –Rio avergonzado—. Eras mayor, más listo, más alto, más fuerte. Y yo no era más que el hijo de los vecinos. Siempre supe que era un pasa tiempo para ti porque, ¿qué ibas a hacer conmigo? –Suspiro—. Te digo esto ahora porque no quiero separarme de ti sin que lo sepas. –Su brazo se aferra más fuertemente a mi cintura y esconde su rostro en mi hombro. Le oigo tirar de su nariz y tragar saliva difícilmente.

Suelta el libro que cae sobre mis piernas para acurrucarse en mí, o tal vez para hacer que yo me acurruque en él. Le siento llorar y me empapa con sus lágrimas el hombro en el que está escondido. Sus brazos tiemblan aunque se mantienen firmes. Se convulsiona levemente. Yo recupero el libro y sigo para mí.

—Mira, este es mi escritor favorito. Edgar Allan Poe. –Leo una de sus frases—. “Cuando un loco parece completamente sensato, es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza.” –Le miro con el rabillo del ojo pero sigue llorando. Continúo con este autor—. “Me volví loco, con grandes intervalos de horrible cordura.”

Vuelvo a mirare y tan solo sus ojos han sido descubiertos para mirar el libro en mis manos. Están rojos y aun derramando lagrimas pero intenta comportarse. Rio por la ternura que me proporciona verle tan débil y sumiso a mis palabras tan sinceras. Sabe que le estoy mirando pero no se digna a devolverme la mirada. Beso su acolchada mejilla y me responde con un murmullo.

—Hum…

—¿Sigo? –Asiente—. “Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche”.

—No tiene sentido. –Me dice entre lloriqueos.

—¿Por qué, mi amor?

—Si sueñas de día no te das cuenta de nada de lo que pasa alrededor.

—Tal vez se refiera a tener sueños y metas. A pensar en ellas en la vida real y no verlas solo como un sueño nocturno.

—Hace mucho que no tengo nada de eso…

—Oh, hyung, no digas eso.

—Pero es la verdad Kookie… —Cierro el libro y lo pongo en la mesilla. Me giro y me siento a su lado en la cama.

—¿Sabes lo que vamos a hacer? –Me mira curioso y yo susurro todo lo que digo—. Cuando menos se lo esperen nos fugamos. –Agarro sus manos para hacer mi discurso mucho más creíble—. Vamos a mi casa e informamos a mis padres de la situación. Ellos te darán un hogar. Y cuando consigamos dinero hacemos las maletas y nos vamos a vivir lejos, muy lejos. –Sus ojos se iluminan—. ¿A dónde te gustaría ir a vivir?

—Alemania, o tal vez Inglaterra.

—A dónde tú quieras, mi amor. Compraremos una pequeña casita para los dos y nos pondremos a trabajar en lo que mejor se nos dé. Conseguiremos lo suficiente como para vivir y seremos felices lejos de todo esto. –Por primera vez en mucho tiempo le veo esperanzado aunque todo haya sido una pequeña ilusión de mis desvaríos.

—Sería genial…

Poco tiempo después nos dormimos algo más aliviados pero aun siento algo agarrado a mi pecho, a mis pulmones que me impide respirar con tranquilidad. El sueño no es demasiado profundo, nervioso de cada ruido. Acabo por caer en las pesadillas de una noche que sería eterna.

 

———.———


*Carcoma: Insecto del mismo orden que el escarabajo, de cuerpo muy pequeño, casi cilíndrico y de color oscuro, que excava galerías en la madera seca, de la cual se alimenta; al golpear la madera con sus mandíbulas produce un ruido a veces perceptible, que le sirve de reclamo para encontrar a la pareja con el fin de aparearse.

 

 


 

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