SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 35

 CAPÍTULO 35


Jungkook POV:

 

Subimos al cuarto en silencio, sin llamar la atención sobre mí y que no sepan que escuché toda la conversación. Cuando llegamos él deja la bandeja sobre la cama y yo aun sigo mirando al suelo, inerte e inamovible. Mi cuerpo no reacciona porque lo uno verdaderamente activo en mi es el cerebro, asimilando ahora sí todas y cada una de las palabras escuchadas abajo.

—Jungkook. –Llama la atención sobre mí y me mira pero yo no puedo reaccionar—. ¿Cuánto has escuchado?

—Lo suficiente.

—¿Y cuanto es eso? –Está nervioso y eso me provoca una inseguridad enorme sobre mi propia integridad.

—Hyung… —Alzo la vista y sus ojos tristes se encuentran con los míos llenos de terror—. ¿Vais a matarme? –Mi voz es débil y entrecortada por el nudo en la garganta que me obliga a callar.

—Kookie… yo…

—Jimin. –Llevo mis manos a mi cabeza y me aferro a mi propio cabello para sentir un dolor físico que me alivie el interno—. ¡Quiero vivir hyung! –Me pongo en cuclillas y me mezo en mi propio asiento imaginario—. No quiero morir. No ahora que te he encontrado. No me mates por favor.

Suplico inútilmente por mi vida porque lo único que recibo a cambio no es más que un abrazo de Jimin que intenta reconfortarme. No lo consigue, nada puede hacerlo porque realmente estoy empezando a ver el fin de mi vida detrás de todo el optimismo artificial que mi mente ha creado.

—No llores mi amor, todo va a salir bien. Te lo prometo. Volverás a casa.

—¡MENTIRA! –Grito encogido en mi mismo—. Mátame ahora, pero no me hagas sufrir, por favor…

—¿Esto es otro ataque de ansiedad? –Asiento reconociendo de nuevo todos y cada uno de los síntomas—. Respira. Estoy aquí contigo. No voy a dejar que te pongan un dedo encima. Mira. Mírame. Estaré aquí contigo sin salir ¿De acuerdo? –Le miro y limpio las lágrimas de mi rostro.

—Te quiero hyung… No me dejes nunca… —Me abraza obligado por mis palabras.

—Nunca mi amor. Te amo.

Y acto seguido me besa tranquilo y paciente dejándome respirar de vez en cuando porque aún me resulta difícil. Acaricia mi rostro empapado y suelta mis manos de mi propio pelo para evitar que me dañe más. Cuando cree que ha sido suficiente retira sus labios de los míos y me abraza dándome suaves golpes en la espalda.

—Ve a desayunar, no quiero que te me mueras de hambre.  

 



 

 

  Capítulo 34                       Capítulo 36                            

 Índice de capítulos

 

 

Comentarios

Entradas populares