SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 24
CAPÍTULO 24
Jungkook POV:
Llegamos a su cuarto y ambos nos sentamos en el
suelo desenvolviendo frenéticos la comida que ha traído, no es demasiada pero
sin embargo suficiente.
—No me llegaba el dinero para más así que…
—No pasa nada hyung. –Sonrío alegre—. Come y
cállate.
El primer bocado que entra en mi boca ayudado
de mis palillos quema, pica, es horrible pero siento mis lágrimas querer
escapar de mis ojos por lo delicioso que está. Sonrío con la boca llena y antes
de terminar de tragar el primer trozo meto otro más.
—Despacio, disfrútalo que no hay más.
—Muchas gracias hyung…
—¿Te gusta?
—¡Me encanta! Gracias por acordarte.
—Bueno… —Dice cambiando de tema—. ¿Qué tal
anoche?
—Bien hyung, pero no me estropees la comida
hablándome de V, háblame de ti.
—No sé para qué insistes, sabes que no voy a
decirte nada.
—¿Por qué? –Dejo de sonreír—. Dime algo sin
importancia, solo quiero conocerte mejor…
—¿Sin importancia? –Asiento y piensa un rato—.
Dejé de morderme las uñas hace unos años porque odiaba escribir en el móvil con
los dedos doloridos.
—¿Qué puta mierda es esa?
—Algo sin importancia… —Suspiro.
—Me refería a algo sobre tus tiempos de
escuela, o sobre tus padres…
—Ya te dije que yo no fui a la escuela…
—¡Es cierto! –Asiento—. La vida de niño pobre
no es demasiado buena ¿verdad?
—Hum…
—Entonces seguro que no sabrás qué son las
parótidas… —Digo con un aire de superioridad pero todo cae cuando habla.
—Las parótidas son las mayores de las glándulas
salivales, que se encuentran una en cada mejilla sobre el ángulo de la
mandíbula y en frente las orejas y que secretan saliva en la boca a través de
los conductos que se abren en distintos lugares de la misma. –Cuando puedo
recuperar el habla me resigno a aplaudir su comportamiento, pero solo en mi
mente, no quiero que me vea alabándole por algo sin mérito alguno.
—¿Qué diablos…?
—La escuela de la vida, que es muy dura…
—No me tomes el pelo, estas cosas solo se
aprenden estudiando medicina o latín y griego para conocer la etimología de las
palabras.
—¿Quieres que te hable de mis padres? –Evita mi
pensamiento pero no puedo denegar su ofrecimiento.
—Fácil, ellos me tuvieron muy jóvenes, arruiné
su plan de vida, intentaron vivir de manera que no les daba el sueldo y se
dedicaron a robar por muchos años en la empresa en la que trabajaba mi padre.
Pretendieron darse la vida que habrían tenido yo si no hubiera existido así que
el Karma les pasó factura. Un día pillaron a mi padre y le encarcelaron, junto
con mi madre que estaba en los mismos trapicheos que él. Yo, preso del pánico
me vi obligado a vivir en la calle porque la alternativa era una familia
adoptiva.
—Deberías haberte ido con la familia adoptiva.
—No.
—¿Por qué? No tendrías que robar ni delinquir
para ganarte un sustento.
—Si no hubiera escogido esta vida, jamás habría
vuelto a ver a la persona a la que amo.
—Vaya tontería, —alzo la mirada del Kimchi en
mis palillos y me mira sonriendo, esperanzado por un amor que no entiendo—, no
hay persona que merezca nada de lo que estás pasando.
—No conoces a esa persona. Es dulce, inocente,
alegre pero a veces bipolar…
—Y si tan genial es… ¿Dónde está? ¿EH? –No le
dejo contestar—. ¡Oh! –Dejo de comer para ensombrecer mi rostro y hacerle
preocupar—. Tal vez deberías saber algo, bueno, en realidad no pero me gustaría
contártelo…
—¿Ha pasado algo Kookie? –Deja de comer
también. El ambiente se vuelve tenso a nuestro alrededor a medida que intento
ordenar mis pensamientos para expresárselos.
—Anoche V tuvo un ataque de algo. Fue como si
se enfadase de repente por nada y bueno, —miro a todas partes—, se inyectó algo.
—¿Cómo?
—Con una jeringuilla y…
—¡YA SÉ CÓMO! –Hiperventila controlando su ira.
—No me grites hyung. Solo quería que lo
supieras.
—Ese hijo de puta… —Se levanta pero yo le
vuelvo a sentar tirando de su brazo—. ¿Cómo se atreve a dejar que presencies eso?
Maldita sea.
—Si lo sé no te digo nada.
—¿Pasó algo más? ¿Te golpeó?
—¡No, no! –Niego con mis manos y mi cabeza al
mismo tiempo pero los labios de V en los míos hace que regresen los recuerdos—.
Solo que…
—¿Qué ocurre ahora?
—Después de eso, drogado, me besó. –Ahora sí
que se consigue escapar de mi lado.
—¡Voy a matarlo! –Me levanto a la par que él y
le quito las llaves para que evite abrir la puerta. Las alejo de él pero estoy
seguro de que si no las consigue, tirará la puerta abajo.— Devuélveme eso,
tengo que decirle dos cosas a ese…
—¡No hyung! –Le defiendo sin saber muy bien por
qué—. Estaba drogado, no sabía lo que hacía. —Nos enredamos y peleamos por todo
el cuarto evitando tirar el Kimchi en medio del suelo.
—Lo sabía muy bien.
—No es cierto. Y tan solo fue un beso, solo
eso.
—No te puede poner una mano encima. –Me paro en
seco.
—¿Se puede saber qué dices? ¿Estás celoso?
–Sonrío de lado mostrándole toda mi picardía pero él lo niega en rotundo.
—Ni lo sueñes, es más complicado que eso
JungKook. No es nadie para hacerlo y menos para drogarse delante de ti. Solo
eres un niño.
—¡No soy un niño! –Le empujo a la pared cerca
de la cama y pongo mis brazos en torno a su cabeza para que no pueda salir.
Anteriormente he tirado la llave por ahí y él lo sabe bien pero no va corriendo
a por ellas—. Ya no te escaparás.
Respira calmándose y poco a poco vuelve en sí.
—¿Te besó? –Dice pausado.
—Sí. Pero solo fue un beso.
—¿Te gustó? –Me mira sincero a los ojos. No
puedo mentirle.
—¿Te importa? –Asiente—. Sí. –Baja su rostro
decepcionado con mi respuesta—. Me recordó a mi primer y único beso que tuve.
Entonces sus ojos me miran de nuevo
esperanzados y brillantes. Relucientes porque una gran sonrisa les acompaña. Le
encanta las palabras que acaban de salir por mi boca. Se recrea en ellas unos
segundo y más tarde fija su vista en mis labios. Me empiezo a sentir incómodo
cuando siento una de sus manos en mi barbilla, haciendo que le mire sin
evitarlo.
—¿Algo como esto? –Y sin pensárselo demasiado
come mis labios de una manera tranquila pero al mismo tiempo caliente.
Sus gruesos labios saborean los mío tan
tentadores. Su respiración es muy rápida y fuerte por lo que puedo sentir del
aire saliendo de sus fosas nasales para chocar en mis mejillas. Cambia de lado
su cabeza y ahora su nariz está del otro lado. Con este movimiento me ha
permitido poder profundizar un poco más en su boca, solo un poco más porque no
se deja controlar tan fácilmente. Todo mi cuerpo tiembla pero se mantiene
inerte como anoche. A los segundos, se separa.
—Hyung… —No corta mis palabras, es simplemente
que no sé qué decir al respecto.
Tampoco le parece importar porque pone ambas
manos en mis hombros y me conduce hasta mantenerme sentado en el borde de la
cama. Le miro desde la inferioridad que supone tenerle delante de mí, ahí en
pie con sus manos aun sobre mí. Ambos estamos con las mejillas encendidas,
enrojecidas por la vergüenza y el pudor que nos recorre.
No tarda en hacer que pase porque se sienta
sobre mis piernas con sus gruesos muslos aplastando los míos con su peso. No me
molesta, al contrario, ahora puedo manejarlo de una manera que me guste, o al
menos eso pienso.
Sus manos van a mi nuca y acarician mi pelo
tirando de él ligeramente para que no le quite los ojos de encima. Me hace
deleitarme con su rostro clamando por más besos. Sus labios hinchados y
ruborizados son la mejor droga que me ha tentado jamás. Sus ojos casi cerrados,
disfrutando del contacto que le proporciona mi cuerpo apenas pueden verme. Pero
ya que le gusta sentirme, mis manos van a sus nalgas y presiono allí reduciendo
el espacio entre nosotros dos.
—Kookiee… —Ronronea cuando siente mis manos
allí.
—¿Hum? –Mis grandes ojos le miran esperando
algo. Una súplica, una petición, algo que me haga continuar.
—Déjame besarte de nuevo.
—¿Debería dejar a mi violador hacerlo?
—¿Has dicho MI violador? –Le miro sonriendo,
avergonzado de mis palabras.
—Me temo que eres solo mío. –Beso de nuevo sus
labios y con su cadera hace fricción con nuestros cuerpos.
Cuando cree que es suficiente me empuja para
quedar tumbado en la cama con las piernas colgando aún del borde y él se sienta
en mi cintura sin apartar sus labios de los míos. Me gusta el sabor de su boca
porque es picante y caliente, claro que acaba de comer kimchi y puede ser todo
una tontería mía, pero siento todo mi cuerpo en llamas.
Permanecemos así por unos minutos hasta que se
separa de mí para quitarse la camiseta que lleva puesta. Me deja al descubierto
todo su cuerpo tan bien definido, duro y compacto. Maldito hijo de puta.
Intenta volver a besarme pero yo interpongo mi mano entre nosotros apartándole
de mí. Por desgracia al hacerlo toco sus abdominales.
—Hyung… no sé… ¿qué hacemos? –Sonrío nervioso y
le contagio mi inquietud.
—No lo sé. Pero no quiero parar. –Intenta
besarme de nuevo pero otra vez le detengo.
—Hyung, esto no está bien. –Me incorporo con él
en mi regazo y me siento aún con su peso sobre mí.
—¿Por qué?
—Me violaste hyung… —Susurro y apoyo mi
barbilla en su hombro desnudo. Su aroma me mata poco a poco.
—Eh… Kookie. –Dice en mi mismo tono de voz—.
Mírame. –No le obedezco y escondo mi rostro en su pecho. Pero consigue
apartarse de mí y alzar mi rostro para que pueda analizarme—. Te prometo que
voy a hacer de esta tu mejor experiencia. Lo aré despacio para que no te duela,
y luego rápido para que lo disfrutes. Quiero tocarte Kookie, déjame darte
placer.
Todas y cada una de sus palabras me ponen los
pelos de punta. Y desgraciadamente no puedo negarme a su tan tentadora
petición. Asiento emocionado y se levanta de mí para tumbarme en la cama
colocando mi cabeza en el almohadón.
Ataca mis labios de nuevo, después mi cuello y
poco a poco mi calor corporal aumenta haciéndome sentir muy excitado. Mis dedos
se enredan en sus cabellos negros y le pido por más cuando está bajo mi
camiseta mordiendo mis pezones. Sus dos manos recorren todo mi cuerpo y me
encanta la delicadeza que muestra para encandilarme.
Sale de allí cuando cree que ha sido bastante y
se coloca entre mis piernas aferrando sus manos a mis muslos.
—Eres hermoso, Jungkook. –Le doy un beso
teniendo que doblar mi cuerpo y cuando le dejo me quito mi propia camiseta—.
Perfecto.
Besa y lame mi vientre, luego baja un poco y se
ve obligado a bajar con él mis pantalones y los bóxers.
—No hyung, no hagas eso.
—¿No puedo chuparte un poco? –Me mira como un
niño inocente que pide por caramelos.
—Acabas de comer kimchi, por el amor de dios.
–Hace un puchero muy gracioso y asume que no es el mejor momento.
—En ese caso, déjame probar otra cosa. –Masajea
un rato allí en el bulto bajo mis pantalones hasta que es ya muy evidente. Se
quita toda la ropa delante de mí y es ya suficiente provocación, estoy muy
duro. Yo quito el resto de la ropa que me sobra.
—Sea lo que sea, rápido.
—Tranquilo mi niño, todo a su tiempo. –Vuelve a
colocarse entre mis piernas y coloca nuestras dos pollas juntas para
masturbarlas a la vez. Todo mi cuerpo sufre convulsiones y escalofríos. Muerdo
mis labios intentando no gemir y por lo que veo él hace igual.
—No me tortures más… —Asiente y mancha mi
entrada con su presemen para mojarla. Después va su primer dedo. Entra despacio
y haciéndose camino, luego el segundo al poco y se detiene con sus movimientos
cuando ve mi rostro frustrado.
—¿Estás bien?
—Duele.
—Lo sé. Ahora pasará.
Mueve los dos dedos lentamente dentro de mí, y
los siento arañar en mi interior pero con los minutos los mueve desenfrenados
haciéndome delirar. Nunca antes había sentido nada parecido, querer abandonar
mi cuerpo para entregárselo por entero a él y dejarle libremente que me haga
enloquecer como estar haciendo en este momento.
—Más hyung…
—Es suficiente Kook. –Se aparta un poco para
tumbarse mejor sobre mi cuerpo. Me aplasta pero apoya sus manos a cada lado de
mi cabeza y yo entrelazo mis piernas a su cadera sabiendo que viene a
continuación—. ¿Listo, mi amor?
Le dejo hacer tranquilamente y una de sus manos
va a su propia polla para conducirla por el camino correcto. Al principio es
extraño, como poco a poco se mete en mí mientras sus ojos me miran pero con los
segundos el dolor aumenta exponencialmente. Cuando ha metido toda su longitud
se detiene y descansamos porque él también lo necesita.
Me permite verle sus mejillas coloradas y sus
labios hinchados, tan tentadores, tan delicados. Jodidamente deliciosos.
Maldita adicción. No puedo evitarlo por más tiempo y vuelvo a besarlo mientras
se acostumbra mi cuerpo a él.
—Cuando tú me digas, amor.
—Despacio, ¿vale?
—Claro… —Comienza despacio y solo con eso ya me
siento ir. Su cuerpo chocando con el mío. Sus ojos más centrados en su
situación que en mirar mi rostro descompuesto por su maldito falo partiéndome
en dos.
—¿Vas a hacerme gemir? –Sonrío por mi
estupidez.
—Sí, pero no demasiado que todos están abajo.
–Dice a pesar de que sabe, no me voy a poder controlar.
—Entonces, deberás decirme tu nombre…
—¿“Hyung” no te parece suficiente?
—¿No te gustaría que gimiera tu… ahh… nombre?
–Ya comienzo a hacerlo sin darme cuenta. Maldita sea, sus estocadas comienzan a
ser más fuertes.
—Si no te callas ya, voy a poner un trapo en tu
boca para que ni siquiera puedas respirar.
—Hyung… —Gimo muy alto—. NO seas malo conmigo… —Mis
manos van al almohadón bajo mi cabeza y me aferro a él mientras él me mueve con
sus fuertes embestidas.
Él ya no habla más, no puede y yo tampoco
porque utilizamos nuestro aliento para coger aire desesperados y poder
sobrevivir hasta llegar, al menos, al orgasmo. Y de repente, llega a un punto
dentro de mí que me sobre estimula poniéndome los ojos en blanco de placer. Me
veo obligado a cerrarlos y morder mi labio, controlando cada grito que quiere
salir de mí.
—¡Más! ¡Otra vez ahí! –Acata sumisamente mi
orden haciendo que su polla me dé el placer que me merezco. Una, otra, otra vez
hasta que pierdo el control de mi cuerpo. Ya no lo siento, estoy sobre el
cielo, sobrevolándolo muy rápido y caigo al vacío entre convulsiones provocadas
por la fricción de su mano en mi polla.
Vengo en poco tiempo y ensucio mi abdomen.
Mientras recobro poco a poco la cordura de mi mente le veo a él aun
embistiéndome con sus brazos temblando a cada lado de mi cuerpo. Vendrá en unos
instantes y yo beso su cuello que está a mi alcance y entrelazo los dedos de
nuestras manos para que sepa que aun estoy aquí para él.
Cuando lo hago sus ojos se abren, unos pequeños
ojos en medio de un enrojecido y sudado rostro que me trae de cabeza. Vuelvo a
tumbarme y me mira con la boca abierta, gimiendo por ella cosas que no
entiendo. Oigo mi nombre por ahí perdido pero no entiendo nada más. No
importa.
—Córrete dentro de mí. –Le ordeno y no tarda en
venir ensuciando todo mi interior. Es una sensación extraña a la par que
morbosa. Su cuerpo cae desplomado sobre mí y ambos reímos por la situación.
Acaricio su espalda fuerte y desnuda que está a mi alcance ahora—. ¿Estás bien?
—¿No debería ser yo quien te preguntara eso?
—No, contéstame. –Aún está tumbado sobre mí con
su cabeza mirando a la almohada.
—Estoy bien, ¿y tú?
—Genial. –Beso su oreja.
—¿Te ha gustado?
—¿Qué clase de pregunta es esa? Sabes que sí.
–Y si no se lo cree tiene todo mi semen manchándonos a ambos. Se ayuda de sus
brazos para incorporarse.
—Nos merecemos una ducha ¿cierto? –Asiento
pasando mis dedos por mi vientre manchado. Mi cuerpo está cansado, mi mente aun
algo en las nubes y mis dedos enrojecidos por la fuerza que han hecho apretando
la almohada. Me siento genial.
Comentarios
Publicar un comentario