SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 23
CAPÍTULO 23
Jungkook POV:
Sábado
Despierto poco a poco por el sonido de los
leves ronquidos de V en mi pecho. Al principio todo mi cuerpo se ve sumido en
la adrenalina pero, sin moverme, los recuerdos vienen a mí lentamente. Me froto
los ojos y sin despertarle me salgo de su cama para tumbarme en el colchón que
me han dejado, pero ya poco importa porque la noche se ha pasado y yo dormí con
él en su cama. Debo tener afición a dormirme con extraños.
Cuando me tumbo en mi “cama” le oigo gemir por
unos segundos y al rato desperezarse. Ya se ha despertado. Asustado de su
reacción me hago el dormido y me encojo en mí mismo esperando que no se acuerde
de nada en absoluto. No lo hará, estoy seguro.
Se levanta de su cama y camina al baño. Se
encierra allí por un tiempo haciendo su higiene y sale refunfuñando como un
viejo.
—Levanta. –Dice y me patea la espalda con sus
pies descalzos. Yo realizo algo de teatro para aumentar su ilusión y me levanto
fingiendo algo de sueño. No me mira, no hace más que coger la llave y abrir la
puerta—. Baja, estarán ya desayunando.
—¿Qué hora es? —Mira su móvil por ahí tirado.
—Las diez. Ahora voy yo. –Me dice y no me lo
pienso dos veces.
Bajo las escaleras y ya la animada conversación
de cada mañana me abofetea en la cocina. Entro en ella y todos me miran con sus
rostros iluminados aunque algo cansados. Veo a Suga y Hope como siempre en la
mesa y Princesa y NamJoon hablando animadamente mientras ambos cocinan.
—Buenos días. –Me saludan todos a la vez menos
Namjoon que tiene algo más importante que decirme.
—¿Y mi hermano?
—Arriba, se acaba de despertar y supongo que
ahora bajará. –Le digo con una sonrisa en mi cara.
—¿Está bien? –Me pregunta y me gustaría decirle
la verdad. Pero no puedo.
—Claro… —De nuevo mi afable expresión le
convence. Al fin puedo sentarme a calmar el hambre que me corroe.
Ante mí aparece un plato de tortitas y una taza
de zumo. Ambas se acaban en menos de cinco minutos y cuando acabo es cuando soy
verdaderamente consciente de que no está Dooly por ninguna parte.
—¿Y Dooly?
—Está haciendo unos recados. Regresará a la
hora de comer. –Asiento algo molesto.
—Suga…
—¿Hum?
—¿Jugamos luego una partida de póker? –Sonríe
pero antes de contestar mira a alguien entrando en la cocina detrás de mí.
—Claro. Pero dame un poco de tregua muchacho…
—Ni siquiera jugaba en serio –Era V quien entró
y ahora lo veo aceptando el mismo desayuno que me han ofrecido y se sienta en
el otro extremo de la mesa, lo más alejado de mí.
—¿Entonces vas a desplumarme…?
—Eso me temo.
—Me tendré que poner serio contigo muchacho...
—Lo estoy esperando… —Le miro pícaro y todos
los que están escuchando la conversación corean un “ohhh” precioso a mis
palabras. Suga va a decir algo pero la gruesa voz de V lo detiene.
—No sois valientes para apostaros algo… —Suga y
yo nos miramos sonriendo, pero en mi interior grito aterrado a la par que
sorprendido porque V ha participado en una conversación matutina. Se acuerda de
su beso. Estoy perdido.
…
—¡He vuelto a ganar! –Grita Suga delante de mí
levantándose de su asiento.
Ha sido una completa estupidez hacer caso a V y
apostar porque lo que nos jugamos es dolor físico y no sé qué diablos me pasa
hoy que no acierto nada en absoluto.
—Suga hyung… —Suplico lastimero. Nadie puede
oírme porque los demás están ya comiendo en la cocina. Hemos estado toda la
mañana jugando y ni siquiera hemos parado para comer—. Mi brazo ya comienza a
doler.
—No haber estado tan gallito. –Hago un puchero
y remango la manga de mi camiseta para dejar la cara interna del brazo, ya con
varias marcas de sus dedos allí, para que pueda golpearme una vez más.
Cierro los ojos y aparto mi rostro, con los
dientes apretados, porque estará anoréxico pero saca fuerza de donde sea para
dañarme. Coge carrerilla con su brazo pero antes de chocar contra el mío una
voz grave y autoritaria le detiene.
—¿Qué diablos está pasando aquí? –Dooly me
rescata de nuevo.
—¡Hyung! –Hago el puchero más lindo del mundo—.
Al fin llegas, él me está golpeando. –Me enamoro de cómo mata a Suga tan solo
con su mirada.
—No seas tan infantil. Hemos apostado de esta
manera y ha perdido, no es mi culpa.
—Mira, mira hyung. –Le muestro mi brazo aun en
la mano de Suga—. Ya está todo rojo. –Lo veo acercarse a mí y ver detenidamente
todas las marcas que me ha hecho.
—Manipulador… —Me espeta pero no me importa.
—Tú te lo has ganado Kookie, —me dice Dooly
serio—, asume las consecuencias.
—¿Vas a dejar que me golpee de nuevo? –Le miro
ahora decepcionado con él y conmigo mismo por no ser suficientemente
convincente.
—Sí, pero la última y delante de mí, que yo lo
vea.
No es de mucha ayuda pero sirve para que Suga
no se exceda con su fuerza y así es porque cuando suena el chasquido de sus
dedos contra mi brazo se va, recoge las cartas y se larga a comer. Yo me quedo
allí mirando mi brazo algo enrojecido y palpitante.
—¿Has comido ya?
—No, hemos estado jugando toda la mañana.
–Asiente y le veo cambiar de mano una bolsa blanca que acabo de ser consciente
de que está ahí. No le pregunto porque no es de mi incumbencia—. Y tú no has
estado para defenderme de sus torturas.
—Eres un exagerado, deja de hacer pucheros y
compórtate. –Está serio y algo frío.
—¿Estás bien? –Le pregunto mirando hacia arriba
porque estoy sentado en la silla frente a él—. ¿Estás enfadado conmigo por
algo?
—Si tan mal hyung soy… —me enseña la bolsa
blanca que no me sirve para adivinar que hay en si interior—, no querrás lo que
te he traído.
—¿Qué es…? –No me deja terminar.
—No, no… —se hace derogar alejándose escaleras
arriba—. ¡Me comeré yo solo este delicioso Kimchi!
Dejo de controlar mi cuerpo en cuanto le oigo
la palabra mágica. Me levanto de mi silla y le sigo escaleras arriba salivando
por el dulce aroma que desprende la bolsa a la que sigo el rastro. Voy dando
saltitos como un pequeño niño inocente. Por un largo momento he olvidado que
mañana mis padres regresarán a casa.
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