SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 17
CAPÍTULO 17
Jungkook POV:
Jueves.
Despierto y lo primero que siento es una
preocupante dificulta para respirar, pero me siento como un idiota cuando me
doy cuenta que era causada por tener la nariz metida en el pecho de Dooly junto
a mí. ¿Y cómo no hacerlo? Él me tiene abrazado de manera que no puedo moverme.
Me revuelvo unos segundos pero no hago más que incitarle a que me abrace aún
más fuerte.
—Hyung… —Me quejo adormilado—. Despierta, me
estás ahogando. —Ahora no son solo sus brazos sino que una de sus piernas
también se enreda en mí evitando que me mueva más—. Maldita sea, estás
despierto idiota.
Me doy cuenta que su infantil acto no era
provocado por su subconsciente sino que ha sido aposta para molestarme.
—Cinco minutos más… —Dice somnoliento. El sol
entra por la ventana cegándome a la hora de abrir los ojos para ver su
expresión cansada y adormilada.
—Lo digo enserio, me duele todo el cuerpo.
–Poco a poco sus brazos dejan de ejercer fuerza y me mira con uno de sus
pequeños ojos pero nada más que la imagen de mi rostro se guarda en su cerebro
para ser analizada abre los dos de golpe asustado. Su expresión pasa a
preocupada y después a una llena de arrepentimiento—. ¿Tan feo estoy por las
mañanas?
—Tu labio no parece muy dañado pero tienes un
pómulo morado, Jungkook.
—¿Eso es que sí? –Digo divertido pero no me
escucha.
—Deja de hacer el idiota. –Se incorpora
rápidamente—. Déjame ver tus costillas. –Yo le obedezco y me levanto la
camiseta mostrándole todo mi cuerpo lleno de moratones que anoche apenas se
vislumbraban. Él frunce el ceño y chasquea con su lengua enfadado.
—Eh… —Toco su brazo que no sabe qué hacer, si
tocarme o mantenerse en un puño furioso—. No te enfades otra vez.
—¿Cómo lo evito? Si supieras… —Niega con la
cabeza sin terminar su frase. –Voy a aplicarte crema antiinflamatoria y tomarás
una pastilla para el dolor cuando termines de desayunar. ¿Entendido? –Asiento.
Veo como se levanta de la cama y yo me quedo
allí con todo mi vientre al descubierto. Mientras le espero termino por
quitarme la camiseta y me miro a mi mismo como puedo y también me sorprendo por
la cantidad de hematomas que encuentro en mi piel. Los toco tímidamente y el
dolor en algunos lugares es horrible, en otros, insoportable.
Cuando regresa se sienta mirándome y de un tubo
de color amarillo saca un poco de crema transparente para aplicarla
delicadamente. Mi vientre se contrae con la temperatura.
—¡Ah…! Está frío… —Le veo concentrado en su
tarea y no puede verme como observo detenidamente cada una de sus facciones.
—Vas a prometerme que no vas a volver a hacer
nada parecido.
—NO.
—¿NO?
—Exacto. No voy a prometer nada que no vaya a
cumplir. –Niega con la cabeza—. Lo que no sé es cómo voy a explicarle esto a mi
madre. –Río despreocupado.
—Oh, Jungkook. –Chasquea de nuevo su lengua—.
Deja de decir esas cosas. Yo…
—Hyung… —Le interrumpo—. ¿Sabes que he soñado
esta noche?
—¿Qué has soñado Kookie?
—¡Que estaba comiendo un delicioso Kimchi! Mi
boca se hacía agua en el sueño y creo que he podido poner perdido el almohadón
de babas. –Me relamo en mi propio recuerdo.
—¿Estás pasando hambre aquí? –Asiento
avergonzado—. Te acostumbrarás, como todos.
Me estiro en la cama mientras él sigue
aplicando la crema, y bostezo mostrándole que aun estoy cansado. Palmea dos
veces mi tripa y se levanta para lavarse las manos. Una vez se ha ido, extraño
sus manos en mi piel.
…
Bajamos al rato para desayunar y al entrar en
la cocina, la bonita conversación que pudieran estar manteniendo se detiene y
todos, Hope, Namjoon y Jin, me miran expectantes.
—Buenos días. –Saludamos Dooly y yo a la vez y
somos correspondidos con el mismo gesto. Al ver que sonrío, sus nervios por mi
estado se tranquilizan pero aun así, Hope se levanta de su asiento para venir a
mi encuentro.
—¿Cómo estás, muchacho? –Me golpea el hombro de
forma que intenta darme ánimos con mi situación pero yo me encorvo y me quejo
con el golpe—. Lo siento. –Dice avergonzado—. Te ha dado una buena ¿eh?
—Déjalo ya Hope. –Dice mi hyung que va directo
a buscar nuestro desayuno.
—No pasa nada hyung, —le tranquilizo—, sí, me
ha molido a palos. –Digo sin darme cuenta que uno de los aquí presentes es su
hermano. Namjoon me mira de arriba abajo sin decir una palabra. Aun.
—Tú puedes con todo, pequeño. –Vuelve a
golpearme el hombro esta vez con más calma y se sienta a la mesa conmigo a su
lado.
—¿Has hablado con él? –Pregunta Dooly a Namjoon
poniéndome un cuenco de fruta troceada y un yogur para desayunar.
—Sí. –Dice simple.
—Hablo enserio. Tiene que dejar esa actitud ya.
—¿Por qué me lo dice a mi? No es mi
responsabilidad.
—Eres su hermano mayor, por el amor de Dios.
—¿Y crees que me hace caso? NO. –Se contesta a
sí mismo—. Habla tú con él.
—¿Yo? Para que me de la misma paliza que le dio
a él. –Me señala y yo tan solo estoy preocupado en comer—. Tiene un problema de
disciplina, y tú eres el único que puede solucionarlo.
—Ya hemos hablado de esto mil veces y la
disciplina no es su problema.
—Es suficiente chicos. –Los detiene aquí a mi
lado Hope. Pero nadie le escucha.
—Si V le ha golpeado por algo sería.
—¿Cómo? –Viene a mí y me levanta la camiseta
para que Namjoon pueda ver lo que ha hecho en mí—. ¿Te parece normal este
castigo por tan solo defenderme?
—Te lo repito, no soy responsable de lo que
haga mi hermano.
—Y sin embargo si yo le propino una paliza como
Jungkook ha recibido si caerá sobre mí no solo sus golpes sino también tu
reprimenda.
—Desde luego. –Dooly se exaspera y vuelve a la
encimera murmurando.
—No hay quien razone contigo.
Al rato Namjoon me habla a mí.
—Tenía pensado que hoy nos ayudaras a cargar
unas cosas al camión, pero me temo que no va a ser lo más adecuado. –Sonríe un
poco culpable de mi estado.
—Oh… puedo intentarlo si es importante…
—¡Ni en broma! –Me reprende Dooly desde el otro
lado de la cocina.
—No pasa nada muchacho. –Me mira sonriendo—. Y
perdón, en nombre de mi hermano.
—Sin problema. –Le devuelvo la sonrisa
conmovido por su gesto—. Por cierto, ¿Dónde está?
—¿Le has castigado en su cuarto? –Se mofa Hope
a mi lado.
—No creo que lo veas por unas horas. Siempre
hace esto.
—¿Siempre?
—Más de lo que quisiéramos. –Miro las
expresiones algo cansadas a mí alrededor y no puedo evitar que me contagien su
sentimiento de culpabilidad.
Comentarios
Publicar un comentario