SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 16

 CAPÍTULO 16


Jungkook POV:

 

Miro los ojos de mi adversario, fríos y calculadores pero su sonrisa pícara, mostrando un exceso de confianza me muestra que toda su apuesta es un farol.

—Descubre tus cartas. –Le digo porque las apuestas han terminado y las cartas han sido ya terminadas de repartir.

Estamos los mismos cuatro que esta mañana, Dooly, Suga, Hope y yo en una mesa en la terraza, alumbrados por unos cuantos farolillos porque es de noche. Como le prometí a Suga, por su buen comportamiento y su notable esfuerzo tanto a la hora de desayunar como de comer, estamos jugando al póker. Sin duda es un muy buen adversario.

Puedo ver frente a mí a Suga hablando tímidamente con su compañero, ambos compinchados contra mí y Dooly a mi lado, cooperando en la misma función que Hope, intentar ayudar sin ninguna solución porque ninguno de ellos sabe jugar a esto.

—No tengas miedo, —susurra hyung en mi oído haciéndome temblar. Lleva haciendo esto toda la partida—, cuando tamborilea con los dedos en la mesa es porque está nervioso. Ciertamente así es y cuando descubre sus cartas apenas tenía un trío de reinas.

—¡FULL DE REYES Y JOTAS! –Tiro mis cartas sobre la mesa y abarco con mis brazos todo el dinero en fichas que me corresponde. Hyung a mi lado palmea mi hombro con fuerza enorgullecido de mi mano y grita desbocado. Por el contrario Suga y Hope se lamentan de su mala suerte esperando que yo también fuera de farol, y lógicamente, uno peor que el de ellos. Me temo que no.

—¿Quién te ha enseñado a jugar así?

—Mi padre me enseñó. –La cara de todo se ensombrece. Realmente no lo quise hacer adrede, pero tampoco debo decir nada ahora porque entonces sabrán que me han contado sus vidas. Menos más que mi hyung me salva de esta situación.

—¿Unas cervezas?

—¡Sí! –Dicen ellos dos a la vez.

—¿Puedes traernos tres Kookie? Puedes coger un zumo de la nevera si quieres.

—No soy un bebé.

—Pero tampoco bebes, idiota. –Frunzo el ceño fingiendo enfado pero me levanto convencido de querer un rico zumo de uva. A medida que me acerco a la cocina oigo la voz de Hope burlarse de hyung.

—¿Kookie? –Ríe—. Si que le has cogido apego…

Entro en la cocina que está a oscura excepto la poca luz de la luna que entra por la ventana. Abro la nevera aún oyendo las risas en lo lejos. La luz de la nevera es algo cegadora pero el fresquito que sale de ella es muy agradable teniendo en cuenta la temperatura veraniega que hay hoy. Miro por todos lados y encuentro unas latas de cerveza de color verde oscuro. Cojo tres y las sujeto a duras penas con una mano mientras con la otra alcanzo un pequeño cartón morado de zumo de uva. Suena algo detrás de mí pero no le doy importancia.

Retrocedo cerrando la puerta de la nevera con mi cadera pero al girarme ya no veo luz procedente de la puerta que daba a la calle. Veo un cuerpo delante de mí, a dos pasos exactos. Las cervezas caen de mis brazos y las oigo reventar en el suelo, lo siento pero he perdido la fuerza en ellos al reconocer el rostro ante mí.

—¿Te he asustado? –Dice su voz intentado parecer un pequeño niño inocente.

Mentiras, todo mentiras inducidas por la precaria situación a la que le han sometido las drogas. Sin pensarlo intento esquivarlo para alcanzar la puerta y salir de aquí pero con un empuje de su brazo vuelvo al mismo sitio que antes.

—Déjame salir.

—He candado la puerta.

—Se cierra desde dentro, idiota. –Avanza hasta mí lentamente aun con su mano en mi pecho.

—No es para que tú no salgas, es para que no puedan entrar, e interrumpirnos en nuestra charla.

—¿Charla? Y de qué quieres hablar. –Digo despreocupado, como si su cuerpo casi rozando el mío no me pusiera los pelos de punta.

—Voy a dejarte las cosas claras. –Agarra mi cuello estampándome la cabeza contra la puerta del frigorífico—. Aquí se hace lo que yo digo, cuando yo digo y…

—¡Quítame tus manazas de encima! –Golpeo la mano que no me dejaba moverme y avanzo empujándolo todo lo que puedo que es nada, porque un segundo más tarde ha aferrado sus manos al cuello de mi camisa y me vuelve a empotrar contra la nevera.

—Creo que no estás entendiendo nada. –Una de sus manos suelta la prenda para chocar brutalmente contra mi cara. Repetidas veces igual que hizo con mi hyung—. Vamos… ¿a qué esperas? Reacciona. ¡Golpéame! –Mi cuerpo no reacciona como me gustaría, golpeándole hasta la muerte, sino que me compadezco de su situación y me limito a intentar alejarlo de mí. No sé si realmente no quiero hacerle daño o el hecho de que jamás haya golpeado a nadie influye en mi cobardía.

Me suelta de golpe y comienza a utilizarme como un saco de boxeo porque lanza sus puños directos a mi estómago. Todo mi cuerpo se retuerce y me deja sin aire impidiendo que diga nada más. Y cuando creo que ha terminado, él último de sus golpes va directo a mi boca rompiendo mi labio allí donde alcanza.

Caigo al suelo y escupo la sangre que se aglomera en mi boca. No me da tiempo a levantarme porque todo su cuerpo cae sobre mí y antes de que me vuelva a pegar consigo pedir auxilio a la única persona en la que confío.

—¡HYUNG!

—De nada te servirá llamarlos. No saldrás de aquí hasta que yo no quiera.

—¡HYUNG! ¡Ayúdame! –Intento, como puedo, evitar que los golpes lleguen a mí interponiendo mis brazos entre él y mi cara pero es difícil porque se ayuda de su peso para no dejarme respirar apropiadamente y mis músculos pierden fuerza con los segundos.

—¿JUNGKOOK? –Pregunta Dooly tras la puerta. Oigo como intenta abrir esta por la fuerza pero no cede ante él.

—Nunca te han golpeado como es debido, ¿cierto?

—¡VA A MATARME, HYUNG! –Oigo el cuerpo de Dooly empujar brutalmente la puerta tantas veces por cada golpe que recibo de V y por cada grito que doy provocado por el dolor tan grande que me crean sus puñetazos.

—¡TaeHyung! ¡Como le pongas un dedo encima vas a morir! –Él grita desde fuera pero no consigue nada con ello más que alentarle a golpearme más fuertemente. No solo está mi hyung allí, oigo más voces que le piden parar, pero ambos solo escuchamos lo que nos interesa.

Cuando se ha cansado se levanta y me mira desde la distancia pero nada ha terminado, sus botas negras me golpean las costillas repetidas veces hasta que de mis labios no sale más que sangre, dejando a un lado los gritos y las súplicas por que se detenga.

—Esto es lo que pasa… —Una última que se dirige a mi cara y me hace girar el cuello ciento ochenta grados—… cuando no sabes mantener la bocaza cerrada.

Saco mi rostro de la oscuridad y seguridad que me dan la oscuridad del suelo y mi brazo para mirarle con los dientes apretados, evitando que de mí salgan gemidos de dolor o cualquier otra cosa que me ridiculice. Ahora los gritos de fuera no son más que un eco al fondo de mi mente todo mi cuerpo dolorido está temblando mostrándole mi debilidad.

Sus ojos me miran deleitándose en todo lo que ven, y parece que no ha tenido suficiente porque se vuelve a sentar sobre mí y coge mi mandíbula para obligarme a que le mire por mucho que me duela.

—Bienvenido al infierno, hijo de puta. —Un golpe en la puerta, uno de tantos, hace al fin que esta ceda al peso de hyung empujándola. El candado salta por los aires y la puerta se abre dejando que al fin entren a ayudarme.

Hyung viene corriendo a mí y creo que no me ve a mí, sino la situación en la que me encuentro porque solo se preocupa de apartar a V de mí y lo tira por ahí donde puede para ser él ahora quien pretenda darle una paliza. Doy gracias de que Suga y Hope lo detienen y consiguen separarlos porque si no, estoy seguro, esto habría acabado mil veces peor.

V es llevado fuera por Hope y Suga y estoy seguro de que Hyung habría ido detrás si mi voz no lo hubiese devuelto a la realidad.

—Hyung… —me ve ahí tirado en el suelo intentando incorporarme pero todo mi cuerpo duele. Oímos los gritos de Hope fuera recriminando algo a V que no estoy seguro de que pueda llegar a surgir efecto.

—Jungkook. ¿Puedes ponerte en pié? –Asiento levantándome con su ayuda pero no puedo ponerme del todo recto porque mis costillas duelen—. ¡Para! No puedes caminar bien.

—Sí puedo. –Intento hacerlo pero me obligo a agarrarme el costado quejándome.

—¡Deja de hacer el idiota! –Se agacha y me alza en brazos para caminar conmigo hasta su cuarto. Me lleva con una facilidad impresionante. Pero ahora puedo ver que el miedo que siento ante V no es nada en comparación con el miedo ante la rapidez con la que late su corazón ahora mismo. Sus músculos están muy tensos por la ira que recorre todo su cuerpo acompañada por la adrenalina. Sus dientes apretados y sus mejillas algo rojas, por el esfuerzo que ha hecho derribando la puerta.

Cuando llegamos a su cuarto me deja cuidadosamente en la cama y se encarga, desde luego, de cerrar la puerta con llave para evitar nuevos problemas. Corre hacia mí para comprobar mi estado.

—¿Qué ha pasado? –Me pregunta mientras me ayuda a quitarme la camiseta de manga corta.

—Ha sido solo una revancha por lo de esta mañana…

—¿Sólo? ¡Te podía haber matado!

—¡No me grites a mí! Yo no tengo la culpa.

—¡La tienes! –Palpa mis costillas una a una—. ¡Si esta mañana hubieses mantenido la bocaza cerrada esto…!

—¡Ahhh! –Toca un punto en concreto que me hace retorcer de dolor. Sus palabras se detienen porque todo mi cuerpo se dobla intentando canalizar el dolor.

—No está roto. ¿Te das cuenta de lo que podría haber supuesto que te rompa las costillas? Se te clavan en los pulmones y mueres en el acto Jungkook. –Coge mi cara en sus manos—. Maldita sea, también el labio y el pómulo.

Se levanta para coger el botiquín y regresa en menos de un minuto, renegando y maldiciendo a V, que él llama Taehyung, y frunciendo el ceño mientras cura la herida en mi pómulo.

—Mañana estará toda tu cara hinchada, y el tronco morado donde te haya golpeado. –Ha cogido una pequeña gasa impregnada en alcohol y limpia mi cara poco a poco. Sabe bien lo que hace.

—Debo estar loco, ¿verdad?

—Desde luego, no entiendo cómo se te ocurrió plantarle cara…

—¡No! –Me mira sin comprender—. Estoy loco porque volvería a hacerlo. –Le sonrío mostrándole que no miento en absoluto.

 

 



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