SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 13

 CAPÍTULO 13


Jungkook POV:

 


El día pasa lento después de la conversación que tuve en la mañana con hyung. Terminó todo de forma brusca, se marchó sin más tan solo diciendo que tenía cosas de las que ocuparse. Después de eso cerró con llave y ni siquiera ha aparecido a la hora de comer por lo que estoy famélico. Realmente, pasadas dos horas siento que las paredes me asfixian, que el espacio se reduce y la única forma que encuentro para hacer que el tiempo pase rápido es dormir.

Despierto cuando ya no hay luz en el cuarto porque se ha hecho de noche. Me revuelvo unos segundos sintiéndome aún mareado y descubro sobre mi cuerpo una manta con la que ya he sido arropado otra vez. Enfurezco al darme cuenta de que ha estado aquí y no ha sido capaz de despertarme tan siquiera para preguntarme qué tal estoy.

Retiro la manta de mi cuerpo y me asomo a la ventana sin poder abrirla. No veo más que un descampado en medio de la nada. Es donde estoy, perdido en medio de la nada. Mi estómago ruge, mi ansiedad aumenta a la par que mi aburrimiento. Me levanto de la cama entrando en el baño para lavar mi cara con agua.

La curiosidad me tienta y rebusco en los muebles aquí dentro algo interesante. Me siento en el suelo y saco poco a poco todo lo que veo. Colonias, cuchillas de afeitar, algunos medicamentos. El botiquín de esta mañana…

Nada interesante, lo guardo todo de nuevo y me dirijo fuera para rebuscar igual que he hecho antes. Nada de nuevo. Estoy planteándome sentarme en la cama cuando la puerta suena y se abre. Me abalanzo a ella sorprendiendo a hyung que entra asustado.

—¿Se puede saber que haces?

—¿Dónde estabas? –Le recrimino—. ¿Cómo me dejas aquí durante horas encerrado?

—Vine pero estabas dormido.

—Caí rendido por el aburrimiento.

—No es mi problema.

—Me has abandonado como a un perro.

—Kookie… —se burla de mí—, ¿quieres que te saque a mear?

—No te burles de mí. –Entra dentro y va al baño para hacer sus posibles necesidades dejando la puerta abierta. Yo me quedo fuera de espaldas a ella hablándole—. Necesito que me dé el aire, hyung. Necesito comer también. Tus caramelos no son más que placebos.

—¿¡Te has comido mis caramelos!? –Grita desde dentro acompañado por el sonido de su orina chocar con la cerámica del retrete.

—Solo dos hyung…

—¡No te he dado permiso!

—¿Querías que me muriera de hambre?

—No puedes tener hambre. No has hecho nada en absoluto, no has tenido gasto calórico.

—No me muevo pero aun así no he comido más que el deprimente desayuno de esta mañana. –Sale del baño con el ceño fruncido y se pone frente a mí, yo que estoy apoyando en la pared, me intimida con su cuerpo haciéndome esconder mi rostro de él. Sus manos colocan ágilmente la cremallera de sus vaqueros y el botón que lo cierra por completo.

—Para otra vez si quieres caramelos… —su voz es dulce a la par que siniestra. Con su mano roza mi mejilla. Una mano que está húmeda y no he oído el grifo del agua ser accionado—, solo pídelos.

—EWW… eso es asqueroso. –Salgo corriendo al baño a lavar mi cara de su asquerosa orina. Cuando me siento de nuevo restaurado me mira desde la puerta muriendo de risa—. No me hace gracia. Eres repugnante.

—No más que tu cursilería.

—¿Vas a darme de cenar o me moriré de hambre?

—Espero que te gusten las sobras de arroz tres delicias.

 

 

De nuevo me manda callar a medida que bajamos pero esta vez no hay nadie en la cocina. Entramos y cerramos detrás de nosotros para que nuestras voces no despierten a nadie.

—¿Dónde están todos? –Le pregunto cuando estamos solos.

—Dormidos, supongo. Cada uno en su cuarto.

—¿Y qué hacías tú fuera?

—Fregar los platos.

—Eww… ¿no puede hacerlo otro?

—Cada uno tenemos nuestra función. Uno cocina, otro compra la comida, otro limpia… —Saca de la nevera un pequeño recipiente de plástico lleno de arroz tres delicias—. Siéntate a la mesa.

Obedezco sin rechistar y me pone el recipiente frente a mí junto con unos palillos y un vaso de agua fresca. Él se sienta delante y me mira mientras como. Parece que tiene hambre también pero cuando le ofrezco se niega.

—Tengo una pregunta. –Hablo con la boca llena de arroz.

—¿Dónde han quedado tus modales? –Mis mejillas enrojecen y pongo mi mano delante de mi boca pidiendo perdón, pero él se ríe de mi comportamiento—. No hagas estupideces, olvídate de la educación, idiota. –Asiento—. ¿Qué me quieres preguntar?

—¿Cada uno tenéis una habitación? ¿Por qué no puedo estar yo en una?

—Hope y Suga comparten una con dos camas pequeñas. Igual que Namjoon y Princesa. –Se ríe al decir el estúpido nombre que le han adjudicado.

—Entiendo… ¿y por qué tengo que dormir contigo?

—¿Prefieres dormir en el zulo? Esta conversación otra vez no. –Niego—. Hay otra alternativa… —Me mira pícaro—. La cama de V es más grande que la mía y está solo en su cuarto…

—¡Ni en broma! –Me manda silenciar con un gesto pero aun así ríe conmigo.

—¿Mejor un violador pederasta que un drogadicto? –Asiento no muy seguro de que esta sea la respuesta correcta. Pienso por un momento asegurándome muy bien y asiento de de nuevo respaldando mi idea—. Me alegra. Espero que seas consciente de todo lo que hago por ti.

—¿Qué haces? Robarme, violarme, secuestrarme y crees que por darme un poco de arroz pasado todos tus pecados son perdonados.

—Estoy jugándome mucho para que sean benevolentes contigo.

—¿Debería darte las gracias?

—No, deberías controlar tu orgullo y ser más paciente con la situación.

—No puedo hacer eso, hyung.

—¿No lo entiendes? Si no fuera por mí, ahora mismo estarías con una bala en la cabeza, tu cuerpo sin vida estaría tirado en un descampado a cincuenta kilómetros de aquí.

—¿Y puedo saber el por qué de tu caridad?

—Me das pena.

—Oh, gracias. –Digo sarcásticamente. Sigo comiendo en silencio habiéndome sentido completamente ofendido. A los minutos he terminado y le ofrezco el recipiente vacío con los palillos dentro.

—¿Qué pretendes que haga con esto?

—¿No esperarás que lo limpie yo?

—Eso exactamente. –Me levanto refunfuñando y me dirijo con ello al fregadero para lavarlo bajo su atenta mirada desde la mesa. De vez en cuando me giro para descubrirle analizando mi anatomía cuidadosamente. Le alzo las cejas y él sonríe sin avergonzarle. Maldito idiota.

Cuando termino seco el recipiente y los palillos y los dejo por ahí. Aprovecho que está distraído con la mirada perdida y restriego mis manos mojadas en su rostro. Hyung da un respingo en su asiento y me mira furioso. Yo me río inocente mostrándole mis manos mojadas en el aire.

—Es tan solo agua. –Sonrío alegre de habérsela devuelto, con un poco de higiene, aunque sea.

—No juegues conmigo, niñato. –Limpia sus mejillas con la manga de su sudadera y no hace sino enrojecerlas con el contacto tan descuidado.

—No te enfades… Te la debía.

—Eres idiota. Estaba pensando en salir a dar una vuelta contigo pero ahora se me han quitado las ganas. –Mi corazón da un vuelco—. Volvamos al cuarto. Es tarde.

—¡No! ¡NO! –Salgo corriendo a él y sujeto su sudadera con las manos suplicante. Le zarandeo para que reaccione y detengo sus pasos que se acercan a la puerta—. Hyung… Lo siento, lo siento. Perdóname. No volveré a hacerlo. –Estiro las mangas de mi sudadera y cubro las palmas de mi mano para limpiar con ellas sus mejillas que ahora están a mi alcance—. ¿Mejor?

—¿Has visto hasta dónde eres capaz de subordinarte por un poco de aire?

—Necesito caminar, respirar aire fresco. Estoy harto de estar encerrado.

—Eres un exagerado.

—Tal vez pero tendrás que vivir con ello. –Suspira exasperado y asiente. Siempre hace esto, cae ante el peso de mis palabras. Son como losas que quitan toda su fuerza. Es él quien se subordina ante mí y no al revés. Porque como bien ha dicho, es la pena lo que le conduce, es su humanidad y su sentido común. O al menos, eso espero.

 

 

 


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