MI REINO POR TUS PENSAMIENTOS (YoonMin) - Capítulo 2
CAPÍTULO 2
Jimin
POV
Flashback:
El
sabor amargo del café se había instalado en mis papilas gustativas alterando
mis nervios más de lo que deberían. Estaba en una reunión de trabajo, bueno, en
realidad no se le puede llamar reunión a quedar con un desaliñado de una
empresa de fotografía en un café bar a las seis de la tarde.
Este
hombre tenía una mini tienda donde promocionaba el arte de sus fotografías y me
habían recomendado contactar con él para que nos ayudase con un proyecto de
nuestra.
Este
hombre era un impresentable, llegaba cinco minutos tarde, y mi café se estaba
acabando, debería pedir otros dos para que no se sintiera incomodo al ser
observado mientras bebía. Miré de nuevo la hora cuando un hombre apareció por
mi espalda y se sentó en la silla vacía frente a mí.
—Disculpa,
estaba en casa con un taco de fotografías cuando… —comenzó a darme
explicaciones que yo no le había pedido, pero de pedírselas, tampoco le estaría
escuchando, la belleza que estaba frente a mí me había dejado completamente
ciego. Sus pequeños ojos danzando de un lado a otro con un aire cansado. Sus
mejillas coloradas por las prisas que realmente había sufrido y su pelo
decolorado a rubio platino… podrían haberme matado en ese mismo momento que
estoy seguro no sentiría dolor, todo lo que podía percibir era su hermoso
rostro pidiendo mi atención.
—No
importa. Ya está aquí. –Sonreí para mostrarle mi cercanía— ¿Quiere un café? Yo
invito.
—No
hagas eso –él rió de mis palabras y las arugas que se formaron en las comisuras
de sus labios al ser alzadas me atontaron—, No soy tan mayor. Dime solo Hyung.
—Vale
hyung, ¿quieres tomar…? –no me dejó terminar.
—No
gracias. He venido a hablar de negocios.
Pude
comprobar que era tremendamente profesional y no solo su actitud, la forma en
la que vestía, se veía muy elegante con camisa y pantalones de vestir,
combinados con un sombrero de poca ala y unas plumas pequeñas de colores
adornándolo. Ahí pude ver su pequeña marca de personalidad artística.
Con
el paso de los minutos, comprendimos que nuestras dos empresas no tenían nada
que ver, la mía es una gran multinacional mientras que la suya es tan solo un experimento
empresarial, y del que sin embargo vivía. Aquel día no cerramos ningún contrato
de trabajo sin embargo, la reunión no acababa.
Pude
descubrir que su familia era de Daegu y vivía aquí solo, y que la fotografía
había sido siempre una afición junto con escuchar rap, dibujar, y fumar. Me reí
de esa última parte porque yo jamás había probado un cigarrillo, hasta ese
momento.
Pasaron
las horas y me sentí obligado a aceptar una copa de whiskey a la que él
insistió en invitarme. No tuve otra opción, yo no quería que se marchara tan
fácilmente.
También
aprendí mucho de sus gustos, cosas banales que mi mente guarda como un tesoro.
Me dijo que la mayoría de su ropa era de colores oscuros porque no se veía bien
en colores claros, que no estaba acostumbrado a tomar café y que siempre que
podía comía fideos instantáneos. Algo que a la mayoría de la gente le desagrada
si tiene otra alternativa mejor. Pero recuerdo sus palabras “es fácil, rápido y
barato, no se puede pedir más”.
Aquella
tarde me dediqué a hacerle reír solo para ver su hermosa sonrisa
complaciéndome. Y él basó las horas en provocarme para hacerme enfadar, solo
como un juego. Pero cuanto más reía él, más se suavizaba mi corazón, y menos
cedí a sus provocaciones. Me di cuenta de que éramos dos personas totalmente
diferentes.
Él
odiaba el invierno mientras que yo lo amo, el acaba de salir de una relación
mientras que yo me acabo de casar, y por lo consiguiente vivo con mi esposa,
mientras que él vive solo. No le gusta hacer deporte mientras que yo lo hago
siempre que puedo, y a pesar de eso, no se conserva nada más. Es más juraría
que está más delgado que yo.
Otra
diferencia que encontré entre él y yo, algo que me persiguió desde aquel día,
él hace lo que quiere, trabaja cuando tiene ganas y come lo que se le antoje en
el momento. No tiene deudas ni amigos, ni familia. No está atado a nada
mientras que yo, me veo aferrado a una vida que no me pertenece. Jamás supe lo
que era ser libre hasta que no lo descubrí a él. No sabía que su vida, podría
ser real.
Un
camarero pasó por nuestro lado con una bandeja llena de copas y cafés, y
tropezando con mi silla, los derramó sobre la mesa manchando la camisa de mi
acompañante y mi regazo. Yo disculpé al camarero de inmediato comprendiendo que
había sido un accidente pero el chico frente a mí retiró su silla hacia atrás
dejándola caer y sus puños cerrados en un intento por controlar su ira mal
adiestrada.
—¿Se
puede saber que diábolos te pasa? –el camarero apenas levantó su rostro del
suelo completamente avergonzado.
Su
voz gruesa me puso los pelos de punta, y la forma despreocupada con la que se
escandalizó me llenó de orgullo. Sin embargo no podía permitir que montase un
número aquí, me levanté de mi asiento recogiendo las cosas y nos ice caminar
hacia el baño del bar. Una vez dentro candé y me dirigí a los lavabos para
mojar unos pañuelos y quitar las manchas de mis pantalones.
Mientras,
él se limitaba a sacudirse la camisa con sus manos como si ahuyentara la
suciedad. Era gracioso de ver pero debía ayudarle. Me acerqué a él con las
manos mojadas de agua y lo hice apoyarse contra el granito de las pilas de
agua.
—No
era necesario que te pusieses así. –dije mientras con pañuelos intenté absorber
–irremediablemente— el café de su camisa.
—No
me importa. Era una camisa nueva. –reí nasalmente ante aquel comentario y seguí
limpiando la tela.
Él
estaba apoyado con sus brazos tras él y yo estaba muy cerca de su cuerpo.
Nuestras piernas estaba tocándose e instintivamente puse una de las suyas entre
las dos mías como una silla turca. Si yo hubiese querido habría podido
masturbarme con su pierna y tan solo pensarlo me producía escalofríos.
Me
estaba sintiendo terriblemente atraído por un hombre que acababa de conocer y
no sé qué era más grave, el hecho de ser un desconocido o de ser una persona de
mi mismo sexo.
Me
acerqué a su oído y juraría que sentía su respiración acelerada.
—Debemos
quitarte la camisa para lavarla mejor. –susurré con voz grave dirigiendo mis
manos al cuello de su camisa y desabotonando uno por uno todos los botones que
encontré a mi paso. Lo hice lentamente mientras mi mente me torturaba pensando:
“NO eres gay, detente, él acaba de terminar con una chica también, él tampoco
es homosexual. Va a golpearte si continuas”.
Sin
embargo, él no dijo nada. Solo observó detenidamente como mis manos se
deshacían de los remaches. Y una vez hube terminado ya que comenzaba a
internarse dentro del pantalón mis manos se posaron en sus hombros y retiré la
ropa dejándola caer por sus espalda. Cualquiera diría que yo estaba siendo muy
obvio pero me quedé atontado viendo su abdomen, su cintura, su pecho blancos.
Él
me miró con una ceja encarada y su labio torturado por sus dientes.
—¿Te
gusta lo que ves? –su voz socarrona no hacía otra cosa más que provocarme.
—Yoongi
hyung, —susurré en su oído—, ¿cómo puedes ser tan jodidamente caliente?
Mordí
su lóbulo y poco más tarde me desvié a su cuello dando besos suaves, sintiendo
sus cabellos hacerme cosquillas. Y cuando me cansé de aquello me conduje a su
boca y besé sus alrededores sin llegar a tocarla en absoluto. Me separé de él y
lo miré mientras mis manos vagaban somnolientas por su piel desnuda frente a
mí. Sus brazos aun sosteniéndole en el granito.
Sus
ojos felinos me desafiaban, controlaban mis movimientos juzgándolos. Sin poder
resistirlo por más tiempo y habiendo comprobado que él no me golpearía, posé
mis manos en sus omoplatos y lo atraje hacia mi cuerpo besando sus labios con
hambre. Aplasté con toda las fuerza de mis brazos su torso desnudo contra el
mío llegando a sentir el latido de su corazón
acelerar el mío.
El
sonido de nuestros labios chocando y despegándose es de esas cosas que me
atormenta por las noches porque es un sonido tan adictivo a provocarlo que me
excita solo de recordarlo. Nuestras lenguas se vieron obligadas a intervenir
para hacer el beso mucho más caliente y ponernos las cosas más difíciles.
Ahora
fue él, el que me dio la vuelta y me sentó sobre el granito comenzando a
desabrochar mi camisa, cuando lo detuve:
—Espera
hyung, —él me miró con mis manos sobre las suyas—, Yo nunca he…
—¿Nunca
has engañado a tu mujer? –preguntó riendo por la nariz. ¡OH, MI ESPOSA! Apenas
me había acordado.
—No,
eso tampoco, pero me refería a tener relaciones con un hombre… Yo soy…
—Yo
no estoy tan seguro… —me miró cambiando su expresión—, ¿quieres continuar? –me
lo puso difícil al tener una vista tan privilegiada de él ente mis piernas con
un puchero en los labios.
No
pude evitarlo y me vi obligado a morder aquel pico que formó con sus exquisitos
labios y asentir en su rostro. Yo quería seguir, estaba completamente excitado.
—Quiero,
pero no aquí. Vamos a mi casa. Ella no está.
Salimos
de aquel sitio tan rápido como nos permitían los pantalones y subimos a mi
coche que estaba aparcado fuera. Conduje por la carretera completamente cegado
por el placer que estaba a punto de recibir. La adrenalina de mis venas y la
libertad que esto me estaba haciendo sentir.
Cuando
aún faltaba cinco minutos para llegar, Yoongi posó su mano en mi muslo y
masajeó aquella zona para calentarme aun más. Y como si no fuera suficiente, se
acercó a mí oído a susurrar cosas que me hacían pensar, maldita sea.
—¿Estas
nervioso?
—Mucho
—Tranquilo
amor, —mordió mi lóbulo—, voy a hacerte pedir más como a una perra.
Aferré
mis manos al volante intentando mantener la cordura o acabaríamos teniendo un
accidente.
…
Una
vez llegamos nada más entrar me dispuse a pulsar el interruptor pero él me
detuvo lanzándose a mis labios para devorarlos. Hoy mi mujer pasaría la noche
en Busán visitando a su familia y yo debía quedarme por temas de trabajo. Era
el momento perfecto, el día ideal para volverme loco.
—Vamos
a la habitación. –Me susurró entre el beso y yo acepté encantado.
Agarré
su muñeca y subimos por las escaleras hasta llegar a la cama de matrimonio que
nos esperaba ansiosa. Caí en ella y Yoongi se subió a mi regazo montando allí
haciendo que nuestros pantalones apretasen más. Estaba besándole pero tuve que
retirarme de sus labios para poder gemir a gusto. Ayudé con su movimiento
poniendo las manos en su trasero e impulsándolo. Yo me estaba volviendo loco y
aun más cuando se tumbó sobre mí y lamió mi cuello.
Fue
entonces cuando me perdí porque nos encontré de repente a medio vestir sobre la
cama. Yo ya no tenía corbata ni camisa, y él estaba tan solo en ropa interior.
Sus gemidos arrastrados me estaban matando lentamente como la peor de las
torturas, solo pensé en diferentes maneras de proporcionarle el placer que se
merecía. De ser capaz de ver diferentes facetas de él.
Me
giré tumbándolo debajo de mí en la cama y aun insistía en querer atacar mi
cuello. Le detuve con mis palabras.
—Hyung,
vas a ser el primero en suplicar.
—¿Cómo?
–su rostro confundido se aclaró una vez me vio haciendo un recorrido de besos
hasta la cintura de sus bóxers.
Una
vez allí me deshice de la prenda y lamí su glande provocando una súplica.
—No
sé si aguantaré mucho Jimin –me advirtió.
—En
ese caso, dime ¿qué quieres Yoongi?
—Chupa
rápido. –él no tenía pudor. Me encanta.
—A
sus órdenes. –introduje toda su polla de una vez y me deleité en su rostro roto
de placer. Jamás había hecho algo semejante peor me limité a hacer lo que a mí
me gustaría y al parecer acerté porque sus gemidos estaban sobrepasando el
límite que mis paredes podían soportar.
Cuando
sentí su cuerpo temblar me detuve evitando que se corriera en mi boca y acabase
nuestro juego.
Cuando
me retiré de él me puso violentamente en la misma posición que él había estado
segundos antes y quitó el resto de mi ropa dejándome completamente expuesto a
él. Y en el momento en el que me tuvo allí se recreó observando mi cuerpo. Pasó
sus manos por mi abdomen definido y sonrió enrojecido y tal vez avergonzado por
no ser como yo. No importa. Su cuerpo me gusta más.
Besó
mis labios sintiendo en él su propio gusto y se colocó entre mis piernas.
—Tienes
algo para…
—¿Dilatar?
¿Lubricar? —asintió y saqué de la mesilla que estaba a mi lado lubricante y un
condón.
Una
vez lo tuvo todo en su poder ensució dos de sus dedos con aquel liquido frio y
viscoso y los introdujo ambos al mismo tiempo en mi entrada.
—Agggg…
—me quejé. Estaba empezando a arrepentirme de dejarme ser el pasivo—, más
despacio, es mi primera vez.
Asintió
y besó mis mejillas regordetas y más tarde mis labios haciéndome olvidar el
dolor. Sus dedos sabían bien como moverse y cuando los dos ya me parecieron
soportables él introdujo un tercero haciendo que mis ojos se empañasen sin
romper a llorar.
—Vamos
allá. –Dijo posicionándose entre mis piernas con su glande en mi entrada pero
revolviéndose allí comprobó que no era la mejor manera—. Espera, ponte a
cuatro.
—¿Cómo?
—Será
mejor así, te dolerá menos. Luego cambiamos.
—Es
muy vergonzoso. –dije enrojecido. Pero tras hacer un mohín que no fue atendido
me vi en la obligación de acatar lo que él dijo.
—Vamos
allá. –repitió—. Va a doler pero pasará rápido, te lo prometo.
Sus
palabras no hicieron otra cosa más que asustarme pero una vez sentí el glande
entrar en mí una sobredosis de adrenalina corrió por mis entrañas haciéndome
disfrutar de las sensación de su pene dentro de mí. Entró por completo y se mantuvo allí por unos
segundos dejándome tiempo para acostumbrarme. Pero yo no me podía permitir
esperar, revolé contra él haciendo que nuestras caderas chocasen.
—Rápido
hyung, hazme pedir más.
Mis
palabras le alentaron a comenzar con las estocadas tanto como ambos deseábamos,
y con el paso de los segundos me acabé acostumbrando a la sensación de estar
siendo penetrado con brutalidad. Me aparté de él y me tumbé obligándole a él a
hacer lo mismo y entró en mí de nuevo.
En
una de las estocadas tocó mi punto dulce haciéndome tirar la cabeza hacia atrás
suplicando por que volviera a allí de nuevo. Quería que me abasteciera más
rápido, con más fuerza y a medida que yo pedía, él me recompensaba. Mi cuerpo
tembló bajo él y me corrí manchando nuestros vientres.
Sus
estocadas continuaban porque él aun no había llegado. Le saqué de mí y le
obligué a sentarse en la cama con la espalda en el cabecero. Me senté sobre él
y me dejé hacer sobre su polla poniéndole los ojos en blanco.
—Ah,
hyung, tan grande… —gemí en su oído
mientras saltaba en su regazo— fóllame duro hyung. ¿Te gusta así? ¿Eh...?
Córrete dentro de mí ya Yoongi. Estoy esperando.
No
necesitó mucho tiempo para temblar bajo mis muslos y venir dentro de mí. Yo
salté un par de veces más y vine por segunda vez aquella noche.
Ambos
caímos en la cama, rojos y sudados. Sucios y marcados. Nos tapé con una manta
que había cerca de nosotros y abracé su cuerpo delgado colocando su rostro en
mi pecho. Su respiración descontrolada fue todo lo que necesité para caer en un
profundo sueño.
⇐ Capítulo 1 Capítulo 3 [Final] ⇒
Comentarios
Publicar un comentario