MI REINO POR TUS PENSAMIENTOS (YoonMin) - Capítulo 3 [Final]

 CAPÍTULO 3 [Final]


Jimin POV:


Llamé al timbre y el sonido de las campanas retumbaba como otras tantas veces en mis oídos. Palmeé la carpeta llena de documentos que sostenía mi mano. Había pasado un mes desde que había salido de aquí tras forzar a Yoongi y realmente no estaba muy seguro de qué estaba haciendo en su casa de nuevo.

Sus pasos acelerados y su voz avisándome de que estaba llegando a la puerta me estremecieron. Todo mi cuerpo estaba nervioso e impaciente. Sus pasos se detuvieron al otro lado de la puerta y abrió esta lentamente y tras echar una mirada fuera, su rostro alegre se tornó asustado y temeroso. Tenso era la palabra que mejor definía ese instante.

—Hola Yoongi. –dije sonriendo y teniendo cuidado de que no cerrase la puerta antes de decir todo lo que yo quería exponerle, esperé un saludo de él pero apenas abrió la boca, en mi garganta ya se formaba un nudo—, ¿puedo pasar?

Abrió la puerta lo suficiente como para dejarme espacio y entré al recibidor pero él se cruzó de brazos delante de mí impidiéndome el paso al resto de la casa.

—¿Qué haces aquí? –su fría voz me preguntó.

—Yo… —me detuve y me tiré al suelo de rodillas y antes de que él retrocediera aferré sus piernas abrazándolas—. Lo siento hyung, perdóname. No debí hacerte aquello. –lloré en sus pantalones vaqueros rotos y sus delgadas piernas se mantuvieron inmóviles.

Su rostro fue cubierto por sus manos dirigidas a su boca y el jersey que portaba aquel día le estaba muy grande. O tal vez fue que había adelgazado más. No importa. Se veía demasiado inocente. Mi corazón no pudo evitar encogerse sufriendo. De él no salían palabras y eso me asustó.

—Te amo, perdóname, no sé vivir sin ti hyung, —dirigí mi rostro a sus pies y sollocé allí cubriéndome los ojos mojados.

—¿Crees que por pedirme perdón todo va a arreglarse? –su voz ya no era fría, al contrario, estaba intentando contener también las lágrimas, pero sus palabras sí eran dolorosas. Aun así, yo estaba precavido a ellas.

Levanté mi torso y me quedé frente a él de rodillas. Cogí la carpeta azul que había caído al suelo junto a mí y se la entregué.  En un principio dudó de que hacer pero no tuvo más remedio que aceptarla y abrirla para ver su contenido. Lo vi pasar las hojas y a medida que pasan los segundos sus ojos se abrían emocionados, con ganas de continuar con la siguiente, y la siguiente.

—Son documentos falsos, Jimin. –Dijo sonriendo con esperanza de estar equivocado, y en realidad lo estaba.

—No lo son, –dije poniéndome en pie—, te lo resumiré: Documento de divorcio de mutuo acuerdo, poderes de la empresa traspasados al subdirector, documentos de compra de una casa y contrato de trabajo.

Él me miró completamente sorprendido.

—¿Por qué me enseñas esto?

—Ya está Yoongi, toda mi vida a la basura. Todo era una mentira, esta es la de verdad. La que yo siempre he querido.

—Es una vida muy sencilla.

—No me importa…

 

 

Nos sentamos en el sofá y él estuvo revisando uno por uno todos los documentos que yo le había traído. Dijo que era la mejor manera de conocer mi nueva vida.

—¿Debes pasar una pensión? –preguntó cuando veía el acuerdo de divorcio.

—No, solo debería hacerlo en el caso de que tuviéramos hijos en común, y legalmente ya no formo parte de la empresa, por lo tanto mi sueldo se ha visto reducido. No tendría posibilidad.

—¿Dónde está esta casa? –Preguntó viendo el contrato de arrendamiento—, Me suena esta calle.

—Está unas cuantas manzanas más abajo.

—¿Es bonita? ¿Grande?

—No. Es fea y diminuta. Espero que tú me ayudes a decorarla. –me miró sonriendo. No puedo imaginar cuanto tiempo pasé sin ver aquella expresión en su cara. No necesito orgasmos si puedo ver su sonrisa provocada por uno de mis estúpidos comentarios.

—¿Cuánto vas a cobrar al mes? –ahora miraba el contrato de trabajo.

—Un millón, quinientos mil wons al mes. No es mucho pero creo que puedo apañarme. Me cobran cuatrocientos cincuenta mil al mes de alquiler. –asintió.

—Espera, “Restaurante las delicias” ¿Dónde está esto? Creo haber estado allí.

—Es nuevo, lo reformaron hace dos meses. ¿No te suena la calle? –miró el nombre de la calle y sus ojos se abrieron asombrados.

—Pero, no puede ser. –Le miré sonriendo—. ¡Es el antiguo bar donde nos conocimos tú y yo! –Asentí viendo como su cuerpo saltaba inconscientemente en el sofá— ¿Aun te acuerdas de eso?

—Por supuesto. ¿Cómo iba a olvidarme? Cuando te vi llegar aquel día pensé que vendría un perro flauta, desaliñado y pordiosero. Pero el ángel que entró y se sentó frente a mí fue la hermosura más perfecta que he visto nunca.

—No intentes alagarme, no te sale bien. –Cubrí mi rostro enrojecido—. ¿Por qué has hecho todo esto? –dijo guardando los papees de vuelta a la carpeta y su expresión se volvió seria de nuevo.

—No quería decirlo pero es la verdad. Lo he hecho por ti. No estoy seguro de si de esta manera puedo tener una oportunidad contigo, pero debía intentarlo.

—¿Y si yo ahora te digo que estoy con otra persona? –sus ojos se volvieron tristes. Probablemente igual que los míos.

—En ese caso, —me levanté y recogí la carpeta y sonreí ocultando el nudo en mi garganta—, yo me voy y no ha pasado nada. Me ha encantado volver a verte.

Me dirigí al recibidor para salir por la puerta pero su mano de detuvo girándome a su rostro. Yoongi se acercó a mí y besó mis labios sonriendo entre ellos. Me besaba con ansiedad y deseo. Con necesidad. Pero yo no pude evitar detenerlo y alejarlo de mí.

—¿Estás seguro de esto? –mi voz no era más que un susurro.

Pero el no contestó de inmediato, saltó a mi regazo y me vi obligado a cogerlo con mis brazos. Sus piernas se entrelazaron en mi cintura y su boca se acercó a la mía y me besó, no sin antes decirme:

—Solo si tú quieres…

Y que puedo decir. Me entregué a sus labios como la mejor droga que he probado, porque es cierto, el whiskey no es más que un placebo al igual que la heroína y la cocaína. Porque no son sus labios los que me proporcionan el orgasmo, no es su cuerpo ni sus manos. Es su mirada perversa, son sus gestos a los que me vuelto adicto. Sus palabras frías y su carácter fuerte.

—Llévame a la cama Jiminie… —hacía mucho que no me llamaba de esa manera y casi caigo en la tentación, pero esta vez sería diferente, no quería comenzar una vida nueva con un orgasmo impulsivo.

—No, para hyung… —lo bajé de mi regazo—, vamos a hacer las cosas bien. ¿Cenamos esta noche en mi casa? – me miró completamente confundido.

—¿Me tomas el pelo? Venga no me jodas Jimin –agarró el cinturón de mis pantalones y se tiró a mi boca para devorarla.

—Hyung, no estoy de broma. –Me separé de él y le di mi carpeta—, aquí tienes mi dirección, a las nueve te espero, aré una cena, y ponte elegante. –se quedó allí de pie completamente aturdido y me veía salir por la puerta cuando me detuve y le dije antes de cerrar—: Ah, Hyung, no te hagas pajas antes de venir, no vale.

 

 

Me había pasado horas en la cocina preparando su plato favorito, raviolis rellenos de queso con salsa de tomate y setas. Para lo que quiere es muy singular mi hyung. En varias ocasiones se había salido el agua de la cazuela y la salsa por poco no se me quema. Soy un completo desastre pero por Yoongi estoy dispuesto a arder en la cocina

Faltaban quince minutos y la comida estaba casi preparada, por lo que decidí ir a cambiarme y ponerme un traje negro con su corbata y sus zapatos. Esto era una ocasión especial. Me miré en el espejo y por mucho que lo intenté solo vi la gran sonrisa en mis labios. Por fin sentí algo bueno en mi vida.

Salí al salón y comencé a preparar la mesa decorada con velas rojas y cubiertos elegantes –los únicos que tenía pero limpios—. Bajé la intensidad de las luces lo suficiente para ver pero que denotase un aire romántico.

Y cuando estaba repasando la lista de cosas ya hechas en mi mente, sonó el timbre obligándome a dar un respingo. Él estaba ya al otro lado de mi puerta esperando.

—¿Quién? –grité encendiendo las velas de la mesa.

—Soy Yoongi –dijo con su dulce voz angelical.

—¿Yoongi? No conozco a ningún Yoongi –me reí yo solo de la estupidez que hice para ganar unos segundos de tiempo.

—Venga Jimin, no hagas el idiota.

Salí corriendo a la puerta por miedo de que se fuera y abrí recibiéndole con mi gran sonrisa. Debí parecerle un estúpido porque su rostro no denotaba jocosidad.

—Perdona, es que vienes un poco pronto…

—Oh… perdona… si quieres puedo irme y… —hacía el amago de girarse pero lo detuve adentrándole en mi casa.

—Tonto. –besé sus labios como bienvenida, solo intenté que fuera un saludo pero el lo prolongaba y lo tornaba caliente hasta el punto que le exhorté a parar.

—Perdona –sus ojos miraban al suelo mientras hablaba y formaba un pico adorable con sus labios—. Es que hace mucho que no… bueno, pues eso, que no tengo relaciones.

—Yo tampoco –ambos reímos—. ¿Cenamos?

Él quedó completamente impresionado al comprobar que había preparado su cena favorita y tan solo el hecho de que me acordara de cual era ya le emocionó. Le vi comer con tal gusto que me sentí realmente orgulloso de lo que había conseguido con un par de horas de esfuerzo.

—Pero… —titubeó nada más probar la pasta—, es pasta fresca. ¿La has hecho tú?

—Sí –sonreí agradecido.

—No hacía falta idiota… —negué con la cabeza.

Bebimos una botella de soju que había traído. Fingimos que no significaba nada pero ambos queríamos que nuestros músculos se vieran relajados por el efecto del alcohol para que una vez estuviéramos en la cama todo fuera más fácil.

—Voy a recoger los platos –dije una vez terminamos toda la comida en nuestros platos. Me levanté pero él me detuvo antes de alcanzar la bajilla.

—Jimin, —besó mis mejillas y más tarde mi cuello—, no sé si aguantaré mucho más.

—Está bien amor, vamos. –le cogí y con ambas piernas se aferró a mi tronco. Nos besamos desesperadamente gimiendo ya en el beso. Su cuerpo estaba muy caliente y estaba aumentando mi propia temperatura.

Llegué a las puertas las descorrí dejando al descubierto mi cuarto y mi cama de matrimonio. Cerré detrás de mí para tener más privacidad y que no hubiese luz, y caímos ambos en la cama.

Ambos nos quitamos la ropa lentamente, dejándome observar cada pequeña parte de su cuerpo blanco. No sé cómo no le gustaba el invierno si es tan pálido como la nieve. Me reí internamente de ese comentario y me centré en marcar su cuerpo para que todos supieran que este pedazo de invierno era mío.

—Yoongi hyung, —hice que me mirara mientras yo frotaba nuestras erecciones ya desnudas—. Voy a compensarte por todo lo que te he hecho amor, soy tuyo, hazme lo que quieras.

Sus ojos pasaron de tristes a sádicos a medida que avanzaban mis palabras.

—¿Lo que yo quiera? –su voz y su aliento ya eran incorrectos. Asentí entusiasmado—. Me duele… —dijo frotándose más—. ¿Serías capaz de chuparme un poco?

No me lo pensé dos veces y besé su glande ya mojado de líquido pre—seminal, su voz ya gemía mi nombre junto con palabras inconexas, me encanta la forma en la que es sensible. Abrís sus piernas y besé sus ingles tan solo para que supiera lo que vendría a continuación, mi intención no era hacerle sufrir, desde luego.

—Hazlo ya Jimin por favor. –se apoyó en sus codos para mirarme, gran error porque cuando me vio introducirme toda su polla de una vez en mi boca tubo la mejor visión que había experimentado. Cayó de espaldas en la cama gimiendo y pidiendo más.

Yo le recompensé llevando toda su polla hasta mi garganta evitando ahogarme. Sentí su cuerpo temblar debajo de mí y él me retiró besándome, probando su propio gusto.

—No hyung, quiero que te corras en mi boca.

Y sin darle tiempo a pensar volví a tumbarle introduciendo su pene en mi boca de nuevo. Una vez se corrió dentro tragué todo el líquido saboreándolo bien y volví a tumbarme sobre él para besarlo. Él ya había roto a sudar, tan lindo…

—Prepárame Jimin –me pidió entre gemidos.

—Ni pensarlo –me erguí sobre él.

—¿Por qué? –se apoyó en los codos para verme.

—No pienso volver a hacerte daño. He dicho que hoy vas a disfrutar de esto.

—Pero yo quiero…

—No hay más que hablar— me giré y me coloqué debajo de él—. Prepárame o no, pero fóllame ya.

—Ponte a cuatro.

Obedecí sus órdenes y me coloqué a cuatro frente a él. Sabe que odio esta postura pero el siempre insiste en que me hará menos daño de esta manera. Y a pesar de todo cada vez que me lo pide sé que se preocupa por mí.

Introdujo un primer dedo que apenas noté ya que estaba acostumbrado a la sensación, sin embargo el segundo y el tercero los noté más. Escozor y malestar. Pero todo soportable.

Sacó su mano de allí, y yo ya sabía la que vendría después pero me equivoqué, su lengua apareció allí penetrándome y violando mi entrada sin aviso. Bendita sensación de los dioses. Aquello jamás lo había hecho y me estaba volviendo loco.

—¡Yoongi! ¿Qué demonios? –tras decir aquello salió de mí y se colocó de rodillas detrás esperando que yo le diese permiso, cosa que él no necesitaba. Asentí mirándole y el entró poco a poco. Cosa que tampoco era imprescindible.

Hacerlo sin condón era algo que amaba, sentir su glande entrar  y abrirse paso dentro de mí, tan cálido y duro.

—Ah… Jimin… muy apretado –tiró la cabeza hacia atrás igual que yo.

—Como te gusta amor, muévete. –El reaccionó al instante y se movió dentro de mí buscando mi punto dulce. Pero antes de que lo encontrara, lo saqué de mí y me giré para que se tumbara sobre mí, pero en vez de eso, cogió mis piernas y se las puso sobre sus hombros ayudándose a una más fácil penetración.

—Jimin… ah… —sus ojos apretados me mostraban que de nuevo estaba a punto de venir, y fue ene se instante que encontró mi próstata haciéndome delirar.

—Ahí hyung, más rápido. –me masturbé con mi propia mano para que pudiéramos tener un orgasmo juntos y así sucedió, tras unos segundos, el vino dentro de mí ensuciando mis muslos de semen y yo vine en nuestros abdómenes.

Me miró sonriendo por unos segundos y golpeó mi nalga con su mano. No me gustó la cara con la que me miraba. Bajó mis piernas de sus hombros y se sentó sobre mi cintura cogiendo mi polla con su mano.

—No hyung –intenté detenerlo pero se penetró a sí mismo de una vez, sin prepararse y sin avisarme.

No pude detenerlo porque mis ojos se tornaron blancos y me tiré en la cama retorciéndome. Él gritó gimiendo de dolor y a los segundos, cuando comenzaba a saltar sobre mí, de placer.

—Te dije que…

—Ah…  Jimin, fóllame duro…  —Sabía que yo no podía resistirme a sus gemidos—, cógeme y… —ya no pudo decir nada más coherente porque sujeté su cintura y le obligué a moverse como a mí me gusta. Cuando ya sentí mi segundo ápice aparecer abracé su cintura aun ayudándole y él escondió su rostro enrojecido en mi hombro. Ambos estábamos sudando y en una sobredosis de éxtasis.

—Voy a venir Jimin… —susurró en mi oído obligándose a formular una frase entera entre gemidos.

—No te toques. –aparté su propia mano de la polla.

—Pero quiero venir ya…

—No te dejo. –sujeté ambas manos y le tiré en la cama poniendo estas sobre su cabeza. Mis caderas hicieron todo el trabajo saliendo y entrando de él—. Córrete solo del placer que yo te doy.

Sus gemidos podían oírse a kilómetros porque yo aumenté la velocidad de mis embestidas.

Ambos vinimos en unos segundos.

Nuestras respiraciones entrecortadas era lo único que se oía ahora. Nos miramos y sonreímos felices. Una felicidad de verdad.


FIN



   Capítulo 2                             

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