HEREDEROS (JiKook) [Parte I] - Capítulo 35 [Final]

 CAPÍTULO 35 


Jimin POV:

 

Algo moviéndose a mi lado me despierta con un poco de sobresalto. Abro los ojos mirando alrededor y me sorprende la más profunda oscuridad. Cuando miro a mi lado me sorprende el perfil de una espalda, la silueta de unos hombros sentados al borde de la cama rescatando lo que parece ser algo de ropa en el suelo. Yo me froto uno de mis ojos que se ha quedado sin la visión y me abrazo casi desesperado a la cintura de Jeon a mi lado haciéndole dar un respingo con lo que se gira y me mira por encima del hombro como me acurruco sobre el almohadón en el que él estaba y me sujeto a su cintura, adormilado.

—¿Te he despertado? –Pregunta, angustiado—. Perdóname. Pero tengo que irme al trabajo.

—Humm… —Murmuro—. No te vayas aun…

—Suéltame… —Pide suplicante y como no obedezco comienza a besar mis labios y mis mejillas. Ante el dulce contacto no puedo evitar sentirme pequeño y frágil y me dejo hacer soltándole, esperanzado con que se quede a mi lado pero se acaba marchando y su presencia se aleja poco a poco de mí. Le veo desaparecer por el baño y después le oigo vestirse en el salón. Yo me quedo boca arriba en la cama con el corazón palpitándome con fuerza. Siento que puede salírseme por la boca en cualquier momento y me llevo una de mis manos ahí, donde siento que está golpeándome tan fuerte. Donde puedo sentirlo queriendo romper mi pecho. Asciende un cosquilleo por mis pies, con él llega la realidad, la verdad, el verdadero motivo por el que mi corazón duele tanto, por el que recupero el dolor de cabeza tras una noche tranquila y apacible. Suspiro varias veces y no es hasta que no oigo la puerta cerrarse que no me atrevo a moverme. Me limito al principio a incorporarme. Salgo de la cama y me pongo algo de ropa interior. Camino descalzo hasta la cocina y me preparo una taza de café, pero no es hasta que no la tengo en mis manos que no soy consciente de que he perdido todo apetito y que lo único que deseo realmente es terminar con el dolor dentro de mi pecho. Como una espina clavada me muero por sacarla de un tirón sin miedo, sin remordimientos.

Dejo la taza de café sobre la encimera y camino hasta uno de mis abrigos en el interior del cuarto y rescato del interior de uno de los bolsillos donde supuse que sería un buen escondite, la tarjeta que me dio el padre del Jungkook. Miro los números y me quedo pensativo tan solo como una oportunidad para cavilar mejor si esta es la mejor solución. Hay demasiado en contra de esta opción, pero el bienestar de Jeon predomina dentro de mi mente y nubla cualquier otra posibilidad a salir de esta. Con una mueca en el rostro y de nuevo un inevitable picor en los ojos me acerco al teléfono del salón y me llevo al auricular a la oreja mientras que marco lentamente y sin confusión los números en la tarjeta. Espero varios segundos de unos incansables pitidos que a cada uno es peor que el anterior y me quedo tenso en el momento en que una señora contesta al otro lado.

—¿Despacho del señor Jeon? ¿Qué desea?

—Quisiera hablar con el señor Jeon, si no es molestia. –La señora al otro lado parece dubitativa.

—El señor Jeon no recibe personalmente llamadas de clientes.

—No soy un cliente. Dígale que soy Park Jimin, ya verá cómo me recibe. –Le digo a la secretaria del señor Jeon con un tono algo más autoritario, culpa de mi estado de nervios. Pasados unos segundos de un estúpido silencio al otro lado de la línea, la voz del señor Jeon se hace evidente en el teléfono. Oírla me produce náuseas y las contengo mientras respiro profundamente.

—Hola, muchacho. –Me dice—. Ha pasado solo un día desde que te he hecho la oferta. ¿Has pensando en ello? ¿Vas a darme una respuesta?

—Mi respuesta es sí, acepto el trato.

—Muy bien, chico. –Dice canturreando, con una evidente emoción y felicidad en su voz. Yo suspiro largamente.

—Yo me marcharé de la casa de su hijo, espero que usted cumpla su promesa.

—Por su puesto. Ya lo tengo todo dispuesto. En un par de horas un chofer pasará a buscarte a la casa de mi hijo, con el pasaje de avión y te llevará directamente a Incheon. En el aeropuerto de Nueva York habrá uno de mis trabajadores de la sucursal neoyorquina que te estará esperando. Para reasignarte en la empresa. Una vez allí ya te daré las indicaciones para el piso. No te tienes que preocupar de nada.

—Se toma muchas molestias por su hijo. –Digo, irónico.

—Es mi hijo, es lo mínimo que puedo hacer. Alejarle de personas como tú.

—No es de mí de quien tiene que alejarle, señor, Jeon.

—Todo a su tiempo. Ahora dime, ¿él lo sabe ya?

—No. Se ha ido a trabajar hace nada. Yo le escribiré una carta.

—Bien. En un par de horas te va a recoge el chofer. –Estoy a punto de colgar pero su voz me sorprende de nuevo al otro lado—. Me alegro de que hayas aceptado mi oferta. Sabes qué es lo mejor para todos.

—No lo he hecho por mí, sino por su hijo.

—Oh, qué enternecedor. –Contesta sarcástico—. Lo importante es que lo hayas hecho, al fin y al cabo. Te iré informando. Ve a hacer las maletas, chico. Estados Unidos te espera.

La llamada se cuelga y yo me quedo unos segundos sujetando el auricular en mi oreja escuchando los pitidos acelerados al otro lado. Mi corazón se mimetiza con los sonidos y se acelera tanto como ellos. Me muerdo el labio inferior y cuando dejo al auricular sobre el teléfono de nuevo realmente comienzo a cuestionarme si lo que hecho está bien. Una parte de mí piensa en ello mientras otra hace a mis piernas caminar hasta la habitación y sacar mi maleta y la bolsa de viaje con las que llegué aquí y llenarlas de ropa. De mi ropa. Meto mi teléfono móvil que aunque inservible puedo volver a pagar contrato cuando tenga dinero. Meto todo con lo que llegué aquí pero no puedo evitar pensar que hay más cosas alrededor que debería llevarme conmigo o que ya se han metido en mi maleta sin yo quererlo. El olor, su olor. Se vendrá conmigo sin que yo pueda remediarlo y antes de que sea demasiado tarde me cambio de ropa y me pongo un traje con corbata, elegantes mocasines y una camisa blanca. Uno de los pocos trajes que pude traerme de mi casa.

Cuando salgo al salón me quedo sentado en el sofá con las maletas al lado de la puerta y las miro desazonado, confuso, expectante a que ellas tomen la decisión por mí pero me temo que yo ya lo he hecho y sigo sin creérmelo. Me muerdo el labio inferior y comienzo a pensar qué diablos explicarle en la carta de despedida. Me muerdo las uñas, las yemas de los dedos, el interior de mis mejillas pero no consigo sacar nada en claro y de súbito recuerdo la nota que un día él me escribió pero nunca llegó a entregarme. La rescato de uno de los cajones de su habitación y la leo un par de veces buscando entre el espacio de las palabras algo que me inspire para escribirle.

 

“Querido Jimin. Así se empiezan las cartas, ¿no? Con un “Querido” aunque en realidad no te quiera. Supongo que no es la mejor forma de empezar. Park Jimin, —ahora así—, no sé hasta qué punto has creado un vínculo emocional conmigo, pero córtalo ya. Voy a hacerte daño, lo sé. Aún no sé las palabras exactas con las que voy a despedirte pero sé que no seré gentil. Agg, no sé qué diablos estoy haciendo con mi vida, Jimin. Me he pasado años siendo el pequeño cebo de mi padre pero esto me está superando por momentos. No sé si lo has notado en mi comportamiento, o en la forma en que a veces no puedo evitar hacer una mueca desagradable cuando veo en ti algo que no me agrada. No sé si has sabido que realmente yo no te he amado, pero estoy empezando a dañarme yo también y no puedo más con esto. ¿Será todo más fácil si te entrego esta nota a tiempo? Estamos aún a tiempo de solucionarlo todo, pero solo si te lo hago saber. Hay demasiado en juego como para que yo ponga por delante de todo mis sentimientos, ¿no? Vaya estupidez. Qué egoísta sería. Yo no soy un joven enamorado que lo mande todo a la mierda por un capricho. Soy un joven responsable que lucha por lo que quiere. ¿Pero qué quiero? Nada, Jimin. Quiero que te alejes de mí ahora que estás a tiempo de comprenderlo. Lo siento, por todo. Perdóname.”

 

Al darle la vuelta al papel descubro que está en blanco y con una triste sonrisa rescato de algún lado un bolígrafo y me pongo a escribir lentamente, masticando las palabras, saboreándolas, temiendo confundirme y estropearlo todo. Llega un punto en que pierdo el miedo y simplemente comienzo a decirle lo que realmente siento y acabo por extenderme casi hasta el final del papel. Resumo una despedida y antes de darme cuenta alguien toca el timbre en la casa. Me levanto dando un respingo y contesto al telefonillo para saber que es el chofer que viene a buscarme. Suspiro largamente mientras me desenvuelvo alrededor y tras terminar la carta con una simple despedida me pongo el abrigo sobre mis hombros, me coloco una bufanda alrededor del cuello y agarro con fuerza la maleta con la bolsa de viaje sobre ella. Oculto el temblor de mis labios tras la bufanda, pero no puedo ocultar las lágrimas que comienzan a salir sin permiso de entre mis ojos. Mis hombros convulsionan, ya no puedo apenas ver por las lágrimas acumuladas. Dejo las llaves dentro y cierro el piso con un golpe fuerte de la puerta resonando. Estoy seguro de que la casa acaba de quedarse en un lúgubre silencio al que no ha estado acostumbrada estas últimas semanas.

Como única presencia dentro de la casa se ha quedado la nota escrita a mano sobre la mesa y con el boli que he usado a su lado.

La nota dice así:

“Querido Jeon. Así es como se empiezan las cartas de despedida ¿no? Nunca he escrito ninguna y la verdad es que me siento un tanto confuso en respecto a qué decirte. Lo he estado pensando, no durante mucho tiempo, pero sí intensamente. Tus palabras pueden ayudarme, por eso he decidido hacerlo en esta misma carta, de donde he sacado parte de la ayuda para expresarme. Por circunstancias ajenas a mí y a ti he tomado la decisión de dejar tu casa. No sé hasta qué punto has creado un vínculo emocional conmigo, así que esta ha sido la forma más adecuada de despedirme ya que temía demasiadas preguntas o un arrebato emocional incapaz de saber manejar. Me he pasado años siento el pequeño niño de papá, demasiado consentido, demasiado encerrado. Después de todo tengo que darte las gracias porque tú me ayudaste a liberarme de él. Sé que no era tu primera intención y prefiero dejar de lado tus verdaderos motivos, pero me he liberado al fin y al cabo y eso me ha dado la fuerza y la autonomía para conocerme mejor a mí mismo. Me he descubierto y he aprendido a valorarme, a quererme, a amarme. Es un sentimiento que todo el mundo debería experimentar, pero no todo el mundo puede sobrevivir a él. Y lo siento, pero tengo que decírtelo una vez más: tú también puedes enfrentarlo. Eres libre, Jeon. Tienes unas hermosas alas a la espalda con las que puedes volar lejos y vivir una vida llena de placer y amor. Dignidad, moral, ética. Estas son palabras a las que solo tú puedes darles un significado, un valor. Solo tú puedes decidir tenerlas a tu disposición. Yo no voy a ser nadie que te condicione, no quiero ser tu conciencia ni la voz de tu mentor. Soy la voz de la experiencia. Tú decides si escucharme. Fui un tonto enamorado cuando traicioné a mi padre, pero el amor no es el único culpable de las locuras que comete el hombre. Los principios morales son también, aunque no tan eficaces como el amor, una buena dosis de autoestima y valor para acometer nuestros verdaderos intereses.

Este es el final de mi carta de despedida. Nunca he terminado ninguna, así que espero improvisar bien. No me busques, no intentes contactar conmigo. Estaré bien, te lo prometo. Creo que es hora de volar por mi cuenta y espero que no pienses demasiado en mí. Quédate con esta bonita amistad de inicio tan extraño. Te agradezco toda la caridad que has tenido conmigo, dejarme vivir contigo, protegerme de tu padre, pero ya no puedo seguir aprovechándome más de tu bondad.

Perdóname por ser tan frío y no despedirme en persona, pero esto es lo mejor para los dos. No quiero hacerme más daño.

Gracias por todo. Te quiere, Park Jimin”

 

 

FIN


———.———

💬 Gracias por llegar hasta aquí. Esta es la primera temporada de dos. (Si quieres seguir leyendo la continuación de esta historia, puedes continuar directamente con el primer capítulo o acceder al índice de capítulos en el enlace que te dejo aquí): "Herederos (JiKook) [Parte II]"

Espero que esta historia te haya gustado y estés preparado para una nueva temporada. Disfruta.

 ———.———




Capítulo 34        Capítulo 1 [PARTE II]

 Índice de capítulos                                                 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares