HEREDEROS (JiKook) [Parte I] - Capítulo 27

 CAPÍTULO 27


Jimin POV:

 

Un sonido lejano me hace dar un respingo debajo de las sábana. No consigue despertarme del todo. Me mantengo aún tumbado, de espaldas a la puerta del cuarto con el ceño fruncido y los labios apretados, mientras me hago una bola dentro de la cama. El calor alrededor es del todo reconfortante. La cena aún perdura en mi organismo, siento ese cansancio generalizado después de haber tomado una gran cena y tras varias horas de absurda televisión he cedido a dormir. No sé qué hora es, pero como el ruido no vuelve a producirse, vuelvo a caer en brazos de una dulce inconsciencia. No es hasta pasado varios minutos que no siento como un cuerpo comienza a revolverse a mi lado en la cama. Yo frunzo el ceño, intentando comprender qué clase de sonido es el que se está produciendo. Algo cae en el suelo, algo chocando contra la tarima. El sonido del roce entre ropa, el de unos pantalones y un cinturón de metal pesado cae sobre el suelo y después, varios segundos de silencio. No me siento lo suficientemente despierto como para girarme a comprobar qué sucede pero no estoy del todo dormido. Me siento convaleciente, atontado, adormilado.

La cama se mueve con el peso de otra persona introduciéndose en ella a mi espalda. No es hasta que no siento unas manos frías colarse debajo de la tela de mi pijama que no doy un respingo asustado, completamente despierto y atento a todo lo que sucede alrededor. Ante mi impresión, los brazos de esa persona se ciernen alrededor de mi pecho y mi cintura, impidiéndome moverme demasiado, salir de la cama, o simplemente girarme.

-Shh… -Me chista Jungkook desde mi espalda. Su olor comienza poco a poco a invadirme. No el cítrico olor a colonia, sino el olor de su sudor, el de su aliento a alcohol, el de su asquerosa lengua recorriéndome la nuca.

-¿Qué diablos te crees que haces? –Pregunto tremendamente confuso y asustado. Sus manos consiguen agarrar mis muñecas impidiendo que me mueva más de lo que él necesita y sus piernas se ciernen con su peso alrededor de las mías. Sus piernas desnudas, frías, fuertes. Su pecho choca con mi espalda, me aprieta contra él. Si me esfuerzo puedo sentir el latido de su corazón a través de su tórax. Su respiración es fuerte, intensa, rápida. Acelerada. Como si acabase de hacer un gran esfuerzo. Simplemente está excitado.

-Cállate. –Me contesta cortante y seco. Mientras ambos nos revolvemos en la cama él consigue tenerme boca abajo con una mano rodeando mis dos muñecas sobre mi cabeza y se sube sobre mi cuerpo aplastándome con toda su longitud.

-Apártate de mí… me haces daño... –Me quedo con la poca respiración que me permite entre su peso cerniéndose sobre mi pecho.

-¿Creías que te iba a salir gratis vivir aquí?

-Serás bastardo… -Me quejo intentando revolverme.

-De alguna forma tienes que pagar el alquiler… -Susurra en mi oído con un suspiro y me besa el lóbulo, lo cual al sentir el contacto revuelvo mi rostro enterradolo en la almohada.

-Humm… -Me quejo cuando comienza a mordisquear mi cuello. La tela del pijama comienza a estorbarle y con la mano libre me levanta la camiseta y después se deshace de mis pantalones.

-Shh… cálmate…

-¡Suéltame! –Me revuelvo y consigo liberar una de mis manos que la dirijo a su cadera sobre mí, pero no consigo apartarla un solo centímetro. Con su mano libre se masturba unos segundos detrás de mí y siento la punta de su glande rozar de vez en cuando con uno de mis glúteos. Él comienza a gemir excitado mientras yo aun sigo intentando revolverme. El agarre de su mano sobre mi muñeca en la almohada comienza a dolerme. Siento como sus nudillos se han puesto blanquecinos por la fuerza del agarre y yo me siento los dedos entumecidos.

Su rostro, cerca de mi cuello, está concentrado en su propia masturbación y su mano acaba por saciarle mientras se reconduce a mi entrada. Yo intento no ceder y moverme pero su mano en mi cadera aprieta con fuerza en mi piel y consigo ceder mientras gimo de dolor al sentir como lentamente me penetra sin preparación.

-¡NGH! ¡KOOK! ¡Ah! ¡Para para…!

Él no hace el mínimo comentario a mis quejidos y cuando está dentro del todo comienza a embestirme sin esperar a que me acostumbre. Con su mano en mi cadera me impulsa para que me acerque más a él, para que se hunda más profundo. Yo comienzo a temblar por el dolor, mis caderas se notan sensibles, nerviosas. Me muerdo el labio inferior pero no puedo evitar soltarlo de nuevo para que salgan los gemidos.

-¿No decías que follo de puta madre? –Pregunta con un deje divertido pero ante mi carente respuesta lleva su mano a uno de mis pezones y aprieta ahí con fuerza, haciéndome dar un respingo y alzar la cabeza. La mano que estaba libre la llevo a la suya en mi pecho para intentar hacerle que deje de hacer eso, para retirarla de ahí.

-¡Ah! ¡Auuchh! –Las embestidas aumentan su velocidad a medida que pasan los segundos y llevo mi mano, olvidándome de mi pezón, a sus piernas que chocan contra mis muslos, intentando frenar la velocidad, ralentizarla, detenerla. Solo consigo que él las aumente ante mi negativa y cuando aprieto mi mano en torno a su muslo, él parece disfrutarlo más y sonríe, escondido en mi hombro. Besa allí, muerde ahí mi piel, gime, suspira, frunce su ceño y aprieta su frente contra mi omoplato. Casi como un acto reflejo lleva su mano a mi pene, pero descubre que no estoy excitado y comienza a masturbarme a gran velocidad, a acariciarme los testículos, a buscar mi próstata dentro de mí mismo.

Sentir mi miembro dormido rodeado por su mano es una sensación que tenía desconocida. Sentirme obligado a pensar que está haciendo esto también en disfrute mío es una locura. Escondo mis gemidos en la almohada y su mano alrededor de mi cadera comienza a temblar, por la excitación. Comienzo a sentirme yo también emocionado con su mano masturbándome y él, golpeando repetidas veces mi próstata, me obliga a moverme a la par con él para que el placer sea mutuo. El sonido de su pelvis chocando contra mis glúteos es suficiente como para hacerme entrar en un trance de donde solo se sale a través del placer. Inclinándose aún más sobre mi cuerpo lleva su mano a mi pecho y me boleta el rostro para mirarle desde la derecha. Me mira con ojos oscuros, con labios hinchados, con una sonrisa atontada. Yo le miro un tanto dolorido con una expresión agotada y él besa mi mejilla produciendo un sonido infantil y adorable.

-Bésame. –Susurra, a lo que yo no contesto y le retiro la mirada, pero no puedo evitar caer en la forma de sus labios, en lo rosados que están, en cómo se los ha mordido. Me besa sin yo decir nada y durante el beso detiene sus embestidas. Es un beso largo, intenso, su lengua se cuela en mi boca y me recorre con ella. Sus labios tienen una textura deliciosa, la agilidad de su lengua, la tranquilidad con la que me besa. Deshace el beso y vuelve a esconderse en mi hombro para seguir con las embestidas. Me he vuelto duro y el roce de su mano termina por hacerme venir antes que él. Él se corre casi inmediatamente, animado por la presión de mis paredes alrededor de su pene.

Siento como se queda unos segundos aun en mi interior y estoy a punto de quitarle de encima de mí pero él se aparta con cuidado y me suelta la mano sobre la almohada. Rápido me llevo ahí la otra mano y comienzo a masajear con cuidado mi muñeca, dolorido. Pensando que él se va a marchar, no me muevo, pero en realidad cae a mi lado en la cama tumbado y se hace espacio para acomodarse. Al darme cuenta de ello, le miro con el ceño fruncido.

-¿Qué haces aquí? –Pregunto en respecto a que se quede a mi lado.

-¿Cómo? Pero si es mi cama… -Dice, perplejo.

-Pero me dijiste… -Niego con el rostro-. Me iré al sofá. –Hago el amago de levantarme pero él pasa un brazo alrededor de mi cintura y me acerca de nuevo a él, quedándose de frente. Niega con el rostro mientras chasquea con la lengua.

-No, no. Quédate conmigo, aquí. –Suspira y roza su nariz con la mía mientras niega besándome después en los labios. Me hace un adorable e irresistible puchero y yo suspiro largamente mientras bajo la mirada a mi mano entumecida y sigo masajeándome la muñeca con cuidado. Él mira en la misma dirección y me coge la muñeca con cuidado y besa mis dedos, despacio. Cuando termina se lleva mi palma a su mejilla y cierra los ojos, disfrutando del contacto. Huele a alcohol, pero no parece borracho. No más de lo que le vi la última vez.

-Me has hecho daño. –Susurro quejándome con un mohín.

-Lo siento. Mi amor… -Besa de nuevo mis labios.

-No me digas así. –Me quejo apartando mi mano de su rostro y me encojo en mi mismo entre su abrazo.

-Perdóname…

-¿Por qué lo has hecho? –Pregunto.

-Porque quería deshacerme de la sensación de las manos de un vejestorio por mi cuerpo. –Suspira, con un deje de amargura. Yo le miro con el ceño fruncido y él me retira la mirada-. Tuve una reunión de negocios.

-¿Con el hombre de ayer?

-No. Con unos empresarios amigos de mi padre… -Como no digo nada al respecto comienza a dar detalles-. Hemos ido a un karaoke y he tenido que ir a un privado con dos de ellos. –Suspira con tristeza.

-¿Me follas después de haberlo hecho con ellos?

-Solo me han manoseado. Nada más… -Dice ofendido. Yo le retiro la mirada y él coloca el brazo debajo de mi cabeza, atrayéndome un poco más a él. Su otro brazo lo pasa por mi cintura y acaba en mi rostro, acariciando mis mejillas y recolocándome el pelo sobre mi frente bajo su atenta mirada.

-¿Y el tío del otro día? –Pregunto pero al hacerlo me arrepiento, pareciendo celoso.

-No quiero hablar de ello… -Sentencia.

-¿Puedo hacerte una pre… -Niego con el rostro-. No importa…

-¿Qué? –Pregunta un tanto temeroso y yo me muerdo el labio inferior.

-¿Mientras estabas conmigo te acostabas con otros? –Pregunto pero escondo mi rostro-. No importa… Da igual. Al fin y al cabo era todo mentira…

-Sí. Lo hacía. –Dice mirándome con esos grandes orbes negros. Yo asiento, ya que había calibrado que esa posibilidad fuese real y no digo nada más al respecto, dado que poco importa si lo hacía con otros, o incluso si en realidad yo no era más que uno más entre todos con los que estaba “en una relación”. Cuanto más lo pienso más absurdo me parece y menos quiero pensar al respecto. Él sigue con las manos acariciando mi pelo y cierro los ojos ante el agradable contacto. De repente su contacto me trae a la realidad y me veo con él en la misma cama mientras su mano me acaricia con sutileza. ¿Qué de todo esto es real? ¿Es real su contacto? Sus besos, ¿son reales? ¿Acaso importa?

-No quiero vivir aquí si voy a tener que satisfacer tus apetitos sexuales siempre que lo necesites.

-Lo siento. –Vuelve a disculparse.

-No me lo creo. –Sentencio.

-Esperaba que fuera algo recíproco. –Me mira pícaro, a lo que yo le retiro la mirada, ofendido por su propuesta que en realidad no suena tan desagradable. Incluso pensándolo, es un buen trato, pero sé que a la larga ambos dos acabaremos dañándonos. Eso creo, hasta que le miro directamente y veo sus ojos enjuagados y brillantes mientras mira mi cabello. Su labio inferior tiembla y se lo muerde, unos segundos. Yo llevo mi mano a su mejilla y le acaricio, despacio.

-¿Qué te ocurre?

-Hoy ha sido un día horrible. –Suspira y yo no sé qué contestar a eso. Pienso en qué diablos podría hacerle sentir mejor pero solo me viene el poema de Verlaine a la cabeza.

-“Pon tu frente sobre mi frente y tu mano

en mi mano.

Y hazme los juramentos que romperás

mañana.

Y lloremos hasta que amanezca,

mi pequeña fogosa”.

Cuando termino el poema él se me queda mirando un tanto paralizado. No ha visto venir mi respuesta y se ha quedado perplejo ante mis palabras. Acaba sonriendo y eso hace que sus lágrimas acumuladas se derramen sobre la almohada. Ver su sonrisa me hace sentir tremendamente cálido.

- Y tan profunda es mi fe

y tanto eres para mí,

que en todo lo que yo creo

solo vivo para ti.

Contesta él. Cuando termina me besa, varios sellos seguidos, con sonoros gestos y acaba abrazándome con fuerza contra su pecho ocultando su rostro en mi cabello. No es hasta que dejo de verle que no cede al llanto y comienza a convulsionar con violencia. El sonido de su lloro es un dolor impresionante, me golpea con una fuerza brutal y yo solo puedo esconderme en su pecho y corresponder al abrazo con fuerza, esperando porque pronto se duerma y se calme.

 

 

 

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