HEREDEROS (JiKook) [Parte I] - Capítulo 13
CAPÍTULO 13
Jimin POV:
Con una mueca miro el interior de la nevera
habiendo perdido de vista la levadura. Me muerdo el labio inferior mientras
rebusco con la mirada cada uno de los estantes donde recuerdo haberla visto con
anterioridad y a lo lejos escucho el sonido del granizo golpeando levemente
contra el cristal de mi ventana mientras se camufla entre una de las canciones
de Yiruma* resonando en la estancia. Doy un largo suspiro y mientras me cruzo
de brazos el timbre suena haciéndome dar un respingo con la cabeza dentro de la
nevera. Cierro esta con rapidez y paro la música que suena desde el teléfono
móvil mirando la puerta con seriedad. Camino hasta ella mirando
alternativamente a la ventana y como el granizo alejaría a alguien la
posibilidad de la cabeza de salir a la calle. Cuando llego a la puerta miro por
la mirilla y rápidamente una sonrisa aparece en mi rostro mientras abro la
puerta y recibo a Jeon que me mira con una mueca indignada.
—¿Por qué no me abrías antes? –Pregunta.
—No sabía quién podía ser a estas horas…
—Son solo las ocho de la tarde. –Dice, como
excusa, pero su pelo empapado y todo su abrigo encharcado me anticipan por lo
que ha tenido que pasar hasta llegar a la puerta de mi casa. Con dos bolsas de
la mano y una expresión infantil me mira, de arriba abajo. Hoy porto apenas
unos vaqueros rotos negros y una camisa blanca que me puse hace horas para
bajar a comprar un par de cosas y rápido me arrepiento de mostrarme tan
informal delante de él. Doy un paso atrás, invitándole a entrar pero él rápido
me muestra una encantadora sonrisa y me abre los brazos—. ¡Feliz navidad!
–Exclama.
—¿Feliz navidad? –Pregunto riendo—. Navidad es
mañana, idiota.
—¿Qué más da? –Pregunta y acaba entrando dentro
de mi casa suspirando por el frío y quejándose por el agua empapándole de
arriba abajo. Deja amabas dos bolsas en el suelo y yo le ayudo a deshacerse del
abrigo mientras lo cuelgo en una de las perchas al lado de la puerta. Le veo
pasarse la mano por el pelo húmedo y con las mangas del jersey granate que
lleva se intenta secar con gran esfuerzo el cabello.
—¡Espérate aquí! –Le digo y salgo corriendo en
dirección al baño para traerle una toalla seca. Cuando llego a su lado le ayudo
a secarse el pelo lo que al principio le hace sentir incómodo pero acaba
cediendo. Con una sonrisa en el rostro le miro como entrecierra sus ojos por la
toalla revolviéndose en su cabeza y me mira, confuso.
—¿De qué te ríes?
—¿Has venido andando hasta aquí? –Pregunto.
—No. Me ha traído el chofer hasta unas manzanas
más al sur. He bajado a comprar algo de cena y he venido hasta aquí andando.
—¿Mi Kookie se está haciendo urbano? –Él hace
un puchero y cuando creo que su pelo no puede secarse más, le retiro la toalla
y dejándola a un lado, me abrazo a él casi como una necesidad que carcomía mi
interior desde que le he visto a través de la mirilla. Él me sonríe y me recoge
en sus brazos cálidamente. Me susurra un “feliz navidad, mi amor” nuevamente y
yo no puedo evitar corresponderle con las mismas palabras mientras me dejo
sumergir en el olor de la colonia y de la humedad del jersey. Después viene un
beso. Un dulce beso que se prolonga unos segundos hasta que creemos ambos que
es suficiente y cuando se separa de mí se acerca a una de las bolsas que dejó
en el suelo y me la extiende. Una bolsa de cartón levemente humedecida en
algunas partes.
—Lo siento. –Susurra—. Pero no te preocupes, lo
de dentro está bien envuelto. –Me dice y yo frunzo el ceño con una mueca
infantil.
—¿Qué es?
—Tu regalo de navidad. –Me dice, como si nada.
Yo niego con el rostro—. Ya sé que no es navidad aun pero mañana tengo cena de
familia y mi padre va a hacer una fiesta y esas cosas. Supongo que tú tendrás
también tus cosas…
—No, la verdad es que no. –Digo mientras me
quedo mirando con curiosidad el interior de la bolsa de cartón con una mueca
entusiasmada.
—¿Cómo que no? ¿No vas a cenar con tu padre?
–Niego con el rostro—. ¿Ni con tu madre?
—No. Mi padre se ha ido con unos empresarios a
celebrar las vacaciones a Busán y mi madre se ha ido a Japón con unas amigas.
—¿Y qué vas a hacer mañana? –Pregunta.
—Nada. –Digo—. Vamos, dime qué es… —Refiriéndome
al regalo.
—Ábrelo. –Me dice con una atenta mirada. Yo
sonrío y saco de dentro de la bolsa un bulto envuelto. Un bulto blandito y
acolchado que palpo antes de abrir, prolongando su impaciencia que poco a poco
se convierte en desesperación—. ¿Qué es?
—¡Vamos! ¡Jimin no me jodas! –Río.
—Está bien. Vamos a ver… —Suspiro mientras abro
el paquete y me descubre un jersey gris simple que al sacarlo descubro es
varias tallas mayor que yo. Al mirarlo detenidamente veo que la marca es
“Giorgio Armani*”.
—No sabía tu talla. –Dice mientras lo pongo
sobre mi pecho y muestro lo grande que me queda. Él intenta arrebatármelo de
las manos pero yo niego con el rostro y una expresión ofendida—. Trae, lo
devolveré.
—No, no me importa. Me gusta… —Digo, sonriendo
un tanto forzado y me lo pongo sobre la camisa blanca sobresaliendo está sobre
el cuello. Sobre mi cuerpo no queda tan grande como parecía pero he perdido de
vista mis manos y mi trasero. Con él puesto Jeon me mira de arriba abajo
condescendiente, como si no le acabase de gustar sobre mí y yo retiro la
mirada, de vuelta a la cocina donde tengo varios ingredientes fuera sobre la
encimera—. ¡Ah! Espera, voy a por tu regalo.
—OK. –Dice, metiendo sus manos en los bolsillos
de los pantalones y mirando alrededor viendo como me escapo otra vez a una de
las habitaciones. Cuando regreso con un envoltorio en forma de prisma me doy
cuenta de que solo su forma evidencia lo que hay dentro y me muerdo el labio
inferior viendo como él, un tanto interesado, saca las manos de sus bolsillos y
las extiende hacia el regalo, el cual yo aparto de su alcance y hago un puchero
con mis labios, esperando un beso a cambio, a lo que él niega con el rostro—.
No un beso hasta no saber que es…
—¡Ya! No es justo…
—Ya veremos si me gusta o no… —Dice, altivo y
yo le doy el regalo envuelto con un papel brillante gris y negro a franjas.
Como si este no fuese más que un mero velo que descorrer, lo quita de una
pasada y se queda un tanto pensativo mientras mira la portada del libro que le
he comprado. No dice nada por un tiempo. Se queda paralizado leyendo el título
y frunce el ceño levemente.
—No sé si ya lo tienes, o si no te interesa… —Digo,
pero él no parece escucharme—. Es la biografía de Tiziano, con imágenes a gran
tamaño de sus obras y un texto explicativo de cada una de ellas… —Corto mi
discurso porque evidentemente lee el título y cuando alza la mirada me encuentra
ahí parado, con las manos agarradas entre ellas, nervioso, y con su jersey
puesto de una extraña forma. Me muerdo el labio inferior mientras sus ojos me
recorren y comienza a darle vueltas al libro en sus manos, mirándolo por todas
partes. Lo abre, lee las primeras palabras. Busca las imágenes, se queda
mirándolas…
—He traído algo de cena… —Dice, señalando la
otra bolsa a lo que yo me quedo un tanto confuso.
—¿No te ha gustado el libro? ¿Ya lo tienes?
–Suspiro y niego con el rostro—. Soy un idiota.
—Sí, lo eres… —Susurra mientras cierra el libro
y se queda de nuevo mirando la portada.
—Perdóname. –Susurro y me paso las manos por el
pelo en mi frente, me lo retiro y con la manga escondiendo mi mano me la paso
por el rostro, intentando borrar todo signo de vergüenza y arrepentimiento. En
uno de los momentos en que cierro los ojos, los brazos de Jeon vienen a mi
cintura y me levanta del suelo con una facilidad pasmosa. Su rostro está tan
sonriente que podría partirse, su sonrisa es preciosa, brillante, pletórica.
Sus ojos me miran casi cerrados mientras gira conmigo en el aire. Yo sonrío
casi a la par pero con una incomprensión que me devora por dentro—. ¿Entonces
te ha gustado?
—¿Gustado? ¡Es el mejor regalo del mundo, mi
amor! —Gira aún más rápido conmigo en sus brazos y yo me escondo en su cuello
por el miedo a caer.
—¿Entonces hay beso? –Pregunto y él se detiene
con una expresión sorprendida.
—¡Todos los que quieras! –Dice y desde la
altura que me proporciona sujeto su rostro y me sumerjo en sus labios con un
apasionado beso de lujuria desmedida. En un momento determinado me coge mejor
en sus brazos y me hace dar un respingo, a lo que yo aprovecho para respirar y
él para mostrarme una sonrisa satisfactoria. Vuelvo a besarle y él acaba por
negarme el beso—. Si seguimos creo que al final no vamos a cenar. –Me dice con
una calmada expresión infantil. Yo asiento y me bajo de sus brazos mientras me
encamino por el salón recogiendo un poco el desorden, a lo que él se da cuenta
y niega con el rostro—. No te preocupes, cielo. Vamos, te he traído algo de
cena. –Él se acerca a la segunda bolsa que ha traído y saca de ella un pequeño
bol de fideos instantáneos que se muestran demasiado insulsos con la idea que
yo tengo de cena, por lo que inevitablemente muestro una expresión de
descontento y decepción que no consigo ocultar y él me responde con una mirada
ofendida—. ¿Qué? He tenido que caminar tres manzanas bajo el granizo para
comprar esto…
—Es que yo estaba a punto de hacerme una pizza…
—Digo encogiéndome de hombros con miedo en la voz por su posible reacción, a lo
que él suspira y pone los ojos en blanco.
—Como quieras, amor. Solo importa que estemos
juntos. ¿Hum? –Asiento y camino entusiasmado con él hasta la cocina y cuando
llegamos allí busca algo con la mirada, sin encontrarlo—. ¿Y la pizza?
—Vamos a hacerla. –Digo mientras le veo dejar
la bolsa con los fideos por alguna parte. Él asiente pero sigue confuso—. Vale,
pero ¿Dónde está? –Pregunta de nuevo.
—Que no está, aún, vamos a hacerla. –Repito
sonriendo mientras vuelvo a meter la cabeza dentro de la nevera buscando la
maldita levadura que hoy le ha dado por desaparecer.
—OK. ¿Y la masa? –Comienza a rebuscar de nuevo
—Vamos a hacerla. –Repito por tercera vez a lo
que él da un respingo y me mira, confuso.
—¿Cómo que vamos a hacer la masa? ¿Sabes hacer
eso? –Yo me limito a reír por lo bajo mientras concentro toda mi atención en
buscar el pequeño bloque de levadura compacta para usarlo en la masa y comienzo
a susurrar sin darme cuenta.
—¿Dónde he puesto la maldita levadura? –A mi
pregunta contesta Jeon con una mueca de confusión.
—¿Es esto que está aquí fuera? –Pregunta y yo
me giro para verle con el pequeño bloque de levadura mientras lee en el
envoltorio “Levadura” con una expresión confusa. Yo lo miro con una mueca
cansada y asiento, golpeándome la frente con la palma de la mano.
———.———
*Yiruma: nombre artístico de Lee Ru-ma (Seúl, Corea
del Sur, 15 de febrero de 1978), es un compositor surcoreano de melodías para
piano. Está casado con Son Hye—im (Miss Korea).
*Giorgio Armani S.P.A. es una compañía lujosa de moda Italiana.
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