EMPÉDOCLES (JiKook) - Capítulo 6

 CAPÍTULO 6


JungKook POV:

 

Las personas caminan en todas direcciones, hacia lugares diferentes desde lugares remotos. Algunos parecen decididos, como si una tarea importante ocupara sus pensamientos. Otros simplemente pasean solo o acompañados de otras personas. Algo me sorprende por encima de todo a pesar de las circunstancias y es que no veo niños, ni ancianos. Todos tienen una edad media, o al menos la aparentan, y se ven sanos, fuertes y robustos. Todos ellos ocupan mi vista.

Jimin vuelve a estrechar mi mano y comprendiendo mi desconcierto comenzamos a caminar lentos y despacio, dejándome acomodarme y observar todo lo que se me pone delante. Es cierto lo que me avisó, las personas, o al menos la mayoría, se quedan mirándome unos segundos pero tras racionalizar, comprenden que no soy como ellos y me sonríen tímidamente apartando la mirada. Otros asienten dándome la bienvenida a su mundo y comprendiendo que pueda sentirme desconcertado. Alguno, sin embargo, me mira por encima del hombro frunciendo el ceño.

-Algunos de los nuestros piensan que los humanos destruís nuestro trabajo que tanto esfuerzo nos cuesta. –Dice Jimin-. Sobre todo los Ignos, la raíz de fuego es siempre la más temperamental. –Giro mi cuerpo para mirar al hombre que me ha mirado con tanto descaro y de una manera tan grosera y me fijo en sus particulares ropas que destacan dentro de la claridad y los colores naturales de los que están compuesto el resto. Lleva pantalones ajustados de una tela roja oscura, casi granate y nada más. Todo su cuerpo está recubierto de pinturas simulando tatuajes con dibujos abstractos y algo violentos ya que recubren tanto su piel que no necesita de ropa. Su pelo está rapado en media cabeza y del pelo en la otra media lleva sujetas plumas de ave que cuelgan como trenzas de color rojo. Su aspecto es joven y fuerte. Como todos aquí.

Continúo caminando al frente y me fijo más detenidamente en el resto de las ropas. Hay personas con ropas parecidas a las de Jimin. Pantalones marrones, sucios la mayoría, chaquetas de pieles, camisas de hojas que no dejan mucho a la imaginación, y el los cabellos de las mujeres Terra, las trenzas de sinuosas lianas se enredan entre los mechones. Un grupo de tres chicas se acerca y camina hacia nosotros. Una de ellas es rubia con una melena larga y ondulada que se mueve a medida que camina. Su piel es un tanto oscura pero más bien parece dorada por el sol. Sus ropas son de pétalos y en la cintura la rodean varias cuerdas verdes en contraste con el rosa de su traje. Sonríe nada más verme y al pasar por mi lado deja un perfume a rosas embriagador. Su cabello se mueve tras ella chocando con intencionalidad sobre mi rostro y los mechones varían unos segundos con personalidad propia como los de Jimin y me cosquillean las mejillas. Yo me giro a su presencia ya a unos metros alejada y sonrío para ella recibiendo una sonrisa igual que la mía. Jimin tira de mi mano haciéndome caminar más deprisa.

-Vamos, no te demores.

-Sí…

Otras personas van completamente de blanco. Estas llaman más la atención y sus ropas parecen holgadas y cómodas. Ligeras y delicadas. Todas estas personas llevan a su espalda unas alas ya bien sean algo parecido a una mariposa o a un pájaro con plumas de igual color que sus ropas, blancas. El resto es muy sencillo de comprender. Las personas que entiendo son de agua llevan ropas con escapas de peces o simulándolas. Se ven todas hermosas.

-¿Quieres ver el mercado? –Asiento y me conduce por un camino entre tenderetes improvisados donde varias personas nos exponen sus productos. Miro al techo de donde aparece luz.

-¿Cómo es que hay luz si es de noche?

-Luciérnagas. –Dice y sin duda no alcanzo a distinguirlas pero si es cierto que las luces se mueven como insectos.

¡Vaya un humano! –Dice uno de los dueños de un tenderete en cuanto me acerco a él. Yo asiento ante sus palabras-. Bienvenido. –Nada más ver su ropa, muy similar a la de Jimin, comprendo que ambos son Terras.

-Muchas gracias.

-¿Pasarás una larga temporada con nosotros?

-No lo sé. –Reconozco-. Aún no sé ni cómo he llegado. –Jimin y él sonríen. Varias personas a nuestro alrededor se detienen y se paran a escuchar la conversación.

-¿Quién te ha traído? ¿O has venido tú solo?

-Jimin. –Digo y levanto la mano que ambos tenemos unidas. Comprobar que estoy aquí gracias a un hombre de su misma raíz le hace sentirse orgulloso.

-¡No me digas! –Exclama-. Entonces déjame recomendarte unas flores de luz. –Dice y me pone delante un saquito de tela marrón.

-No-no tengo dinero… -digo pero Jimin saca de un bolsillo en sus pantalones unas cuantas piedrecitas y escoge un par de entre ellas y se las da al hombre. Jimin coge el saquito y me lo da para ambos despedirnos del hombre y continuar caminado. Cuando nos alejamos vemos como las personas se abalanzan a su puesto para comprar lo mismo que yo he comprado.

-Eres un buen cebo. –Me dice comprendiendo que me ha utilizado para vender sus productos. Yo hago un puchero indignado pero Jimin niega con la cabeza-. Es un amigo, no te preocupes. Me llevaré un tanto por ciento de sus ventas. –Jimin me guiña un ojo y ambos reímos cómplices de una estafa.

Tras recordar la bolsa en mis manos la abro y saco de ella unas semillas negras.

-¿Qué es esto? –Le pregunto y él sonríe.

-Ya te lo explicaré. No las pierdas. –Las guardo en mis vaqueros y continúo caminando mientras nos desplazamos entre la gente para mirar en los puestos. La mayoría de las cosas no las comprendo y doy por hecho que son inciensos y hierbas aromáticas, algo de comida disecada, incluso veo rollos de pergaminos.

-¿Qué tienen escrito? –Pregunto.

-Recetas de comida, novelas, biografías, yo que sé. De todo. –Asiento-. En los archivos generales solo se guardan las cosas importantes. Estas cosas son solo cosas de coleccionista o curiosidades. –A los segundos tira de mi brazo hasta acercarnos a un puesto en la parte posterior-. ¡Mira!

Al acercarnos vemos en un puesto tendido en el suelo unas piedras de color beige con tonalidades y estampados marrones. Yo me acuclillo delante de ellas para verlas mejor y cuando estoy a punto de tocar una, un par de antenas aparecen de la parte inferior y el rostro de un insecto aparece para asustarme y hacerme caer al suelo. Jimin ríe igual que la señora, dueña de estas cosas. El insecto no es más grande que mi mano pero es suficiente como para dejarme acongojado.

-No tengas miedo. –Me dice Jimin-. No hacen nada. –Jimin se acuclilla a mi lado en el suelo y acaricia al bicho que se deja hacer con un sonido parecido a un ronroneo. A los segundos me atrevo yo también a acariciarlo y es francamente agradable-. Son básicamente animales de compañía. Yo tuve uno hace mucho tiempo. No tienen una vida muy larga pero son muy bonitos y cariñosos. –Jimin sonríe y la señora asiente a sus palabras-. Los Aers les enseñan muchos trucos en el aire y cosas de esas.

-Wow, es impresionante. Nunca había visto uno de estos.

-Seguro que sí, pero a simple vista no se diferencian. Son muy pequeños para el ojo humano.

-¿El ojo humano?

-Tu tamaño se ha reducido, Jeon. Ahora eres tan pequeño como puede serlo un ratón o menos incluso.

-vaya… no me noto diferente. –digo posando casi como instinto las manos en mi vientre.

-Anda, vamos. –Me dice sonriendo y de nuevo cogiendo mi mano para caminar lejos de los puestos ya acercarnos al centro de la plaza. Una vez allí nos quedamos mirando al frente, sobre la pared del fondo donde en un balcón permanecen sentados dos hombres.

-¿Quiénes son ellos? –Pregunto. Ambos hombres tienen expresiones hieráticas, pensativas incluso, mirando al frente sin mostrar ninguna expresión.

-Son el odio y el amor. Las dos fuerzas que condicionan nuestro comportamiento.

-¡Oh dios mío! ¡Ya lo entiendo! ¿Esto no es la teoría de Empédocles?

-¡Shhh! –Me chista-. No mentes a ese traidor aquí. –Frunzo el ceño-. Ese humano vino aquí hace mucho tiempo, nos prometió que no diría nada pero al final acabó contándolo por doquier. Menos mal que nadie le creyó.

-Oh… Ya veo…

-Miro más detenidamente a los dos hombres allí puestos. Ambos están sentados en dos tronos y sus ropas disciernen demasiado unas de otras. Las del hombre a la izquierda son oscuras, casi parecen tinieblas sobre su cuerpo y en algunas partes, varios detalles en color plata le hacen parecer muy frío y distante. Su pelo es blanco y muy corto. Su piel oscura. Sus ojos pequeños. Indudablemente es el odio.

El otro a su lado porta una túnica con colores vivos, con joyas en oro y con dibujos en la ropa que parecen murales. Sus ojos son grandes y su pelo rosa. Sus labios abombados y sus mejillas altas y rollizas. A pesar de no tener expresión es sin duda una imagen cálida y hermosa. Es el amor.

-Algunos dicen que son nuestros padres. Otros que son nuestros creadores. Otros, nada más que gente como nosotros, con una función algo diferente.

-¿Tú qué piensas?

-A mi me da igual. –Se encoge de hombros. Seguimos caminando-. Estamos en la época del amor. En estos tiempos el amor predomina sobre nuestro carácter y eso hace que la unión entre los elementos no sea algo brusco y cruel sino delicado.

-No entiendo.

-Cuando predomina el amor el aire y la tierra se unen para crear vida en los campos, el agua favorece a la creación y el calor del sol es lo que hace que todo funcione. Cuando el odio nos controla el agua se desborda y las plantas se inundan. Los terremotos son más frecuentes, los huracanes destruyen todo y el fuego arrasa bosques.

-¿No puede perdurar siempre el amor? Así no habría problemas.

-Las inundaciones y los huracanes no son problemas, simplemente el carácter más violento de la naturaleza. Igual que lo humanos necesitáis de desahogar vuestra violencia a veces, la naturaleza lo necesita también.

-Oh, claro…

-¡Vamos! –Me conduce entre la gente lejos de los dos hombres ahí arriba sentados-. Quiero presentarte a mi amigo Yoongi, es un Ignos.

-¿Fuego?

-Eso es.

-¿Y dónde está? –Le pregunto y Jimin sonríe ampliamente.

-Seguramente bebiendo en el bar.

 

 

 


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