EMPÉDOCLES (JiKook) - Capítulo 5

 CAPÍTULO 5


JungKook POV:

 

Llega tal punto el agobio que siento desmayarme. Es una sensación de ahogo que me aferro a la mano de Jimin con toda la fuerza que tengo hasta que, llegados un punto, no siento nada. Nada en absoluto más que su mano. Mi rostro encogido en una mueca de disgusto, ambas manos aferradas a la de Jimin, su estridente risa sonando por doquier. Nos detenemos pero aun no me atrevo a abrir los ojos. Siento su cuerpo acercarse lentamente al mío y cuando habla, su aliento choca contra mi cara.

-Puedes abrir los ojos, JungKook. –Niego con la cabeza acongojado pero su mano libre acaricia mi mejilla y por el roce siento instintivamente la necesidad de mirarle. Él ya no me mira a los ojos como pensé que haría sino que se mira su propia mano en mi piel. Pensé que, al abrir los ojos me sorprenderían unas vistas espectaculares, no me equivoco, su rostro es lo más hermoso que he visto nunca-. ¿Estás bien? –Me pregunta un poco temeroso de mi respuesta.

-Sí. Bien. Pero… -Dejo de mirarle para mirar el extraño bosque en el que estamos. A nuestra espalda está la pared de tierra, frente a nosotros, un bosque de árboles desnudos, sin hojas, en donde no encuentro su fin en las copas-. ¿Dónde estamos?

-Estamos en el camino que nos conduce a mi tierra. –Frunzo el ceño-. El país de los Terra. Vamos. –Su mano vuelve a aferrar la mía para caminar juntos y aunque es algo extraño él no parece incomodado y yo necesito de estar anclado a algo así que no me separo y caminamos el uno al lado del otro mientras hablamos y sorteamos árboles.

-Jimin…

-¿Sí? –Me pregunta con una gran sonrisa.

-¿Cuántos años tienes? –Frunce el ceño.

-La verdad es que no estoy muy seguro. –Miro su cuerpo más detenidamente.

-¿Cómo que no? ¿No sabes cuándo naciste?

-No, no lo recuerdo. No recuerdo haber nacido.

-Claro que no, nadie lo recuerda. ¿Pero y tus padres? ¿No lo saben ellos? –Jimin sonríe.

-No tengo padres, Jeon. –No sé si lo que dice es grotesco, triste o simplemente una broma de mal gusto-. Somos seres eternos, Jeon, inmutables. No hemos aparecido de la nada pero estamos desde siempre.

-¿No eras pequeño un día y fuiste creciendo?

-No, yo siempre me recuerdo así. –Asiento intentando comprender.

-Yo no te echo más de veinte años. –El ríe de manera exagerada a mis palabras y al rato se detiene. El sonido de su risa es meloso y agradable.

-¿Cómo son los demás? ¿Son todos como tú?

-¡NO! Yo soy un Terra, y hay Terras como yo pero nunca iguales, físicamente. Más altos, más bajos. Morenos, pelirrojos. Con habilidades diferentes, con especialidades…

-Oh…

-Pero hay otras tres raíces.

-¿Raíces?

-Sí. Yo soy la raíz Terra. Hay Aer, Aqva, e Ignis. –Las palabras suenan tremendamente confusas en mis oídos pero él parece tenerlas claras.

-¿Cómo? –Pregunto frustrado y él suspira de la misma manera.

-Tierra, Aire, Agua y Fuego, JungKook.

-Oh, ya veo. ¿Tú eres tierra?

-¡Sí!

-¿Has dicho que tienes poderes? ¿Puedes provocar terremotos y cosas así? –Jimin ríe de mis palabras con una expresión de compasión por mi ignorancia.

-No, nada de eso, Jeon. Simplemente trabajo la tierra. –Se agacha en el suelo mientras caminamos y recoge una de las piedras en el suelo y tras sostenerla en la palma de su mano dejándome verla, cierra la mano y cuando la abre, la piedra que era dura y compacta se ha convertido en un polvo gris que deja caer lentamente llevándoselo el viento. Apenas ha hecho fuerza, no ha usado más que su mano y se ha limitado a cerrarla y abrirla.

-¿Co-como has hecho eso?

-Tengo habilidades. Trabajo en las minas de piedras preciosas en busca de ellas. –Se señala sus orejas enmarcadas con varios pendientes brillantes. Son pequeñas piedras, unas rojas, otras azules, otras negras, todas sujetas en metal y con un pico que se introduce en sus múltiples orificios-. Las piedras tan pequeñas como estas me las puedo quedar, son inútiles y apenas tienen valor.

-Esto es surrealista. –Le digo haciendo que se encoja de hombros.

-Son cosas que los humanos no entendéis.

-Nosotros no conocemos estas cosas. ¡Esto debe saberlo todo el mundo!

-¡No! –Grita nervioso-. Los humanos no debéis interferir en el perfecto sistema de la naturaleza. Sois unos egoístas que os empeñáis en conocerlo todo y manipularlo todo para controlarlo.

-Gracias. –Digo con sarcasmo.

-Lo siento pero es verdad. Si te he traído aquí es porque ahora eres mi amigo y confío en que no se lo cuentes a nadie. –Se lleva el dedo índice a los labios para chistar allí-. No debe saberlo nadie. Prométemelo. –Asiento resignado.

-¿Otros humanos saben de esto?

-Sí. Otros ya han estado aquí y prometieron que no dirían nada. –Asiento. Su mano en la mía sigue siendo firme y agradable. Comienza a moverla en forma de péndulo a medida que avanzamos.

-Jimin, ¿qué más sabes hacer? –Piensa por unos segundos algo para mostrarme y cuando se siente satisfecho con algo en su mente alza el brazo hacia uno de los árboles a nuestro lado y con unos leves movimientos de su mano describiendo sutiles círculos, el árbol mueve sus ramas y se enrosca en sí mismo produciendo que me asuste y retroceda un paso pero él sigue sin soltarme. Las ramas de este se acercan lentamente hasta donde estoy yo y sus desnudas pieles sin hojas llegan hasta mí dándome una sensación de frialdad y muerte. Parecen unos fríos y gélidos dedos huesudos.

-Tócala. –Dice y yo lo hago rozando las yemas de mis dedos sobre la madera. Al hacerlo, del lugar donde he tocado, la vida se abre paso creando en las ramas un color verde tan brillante como representa la primavera y la fertilidad. Unas pequeñas y diminutas flores de colores variados y repletas de pétalos nacen dispersas entre las ramas. Algunas hojas de coloridos verdes y variados amarillos. Sonrío con ello y Jimin sonríe por mi sorpresa.

-Esto es hermoso. –A un movimiento de la mano de Jimin las ramas regresan a la altura y el árbol se yergue de nuevo.

-Vamos, tenemos que seguir caminado. –Me dice y avanza delante de mí pero aunque me alejo del árbol no puedo evitar mirar atrás comprobando el hermoso pero triste contraste entre este hermoso árbol que ahora se ve lleno de vida y el resto, cadáveres en un desierto.

-¿Cómo has hecho esto?

-No lo sé. Solo puedo hacerlo. Es una habilidad como tú puedes hacer muchas otras cosas.

-Ya veo… Eh, ¿A dónde estamos yendo?

-Al arjé. –dice tranquilamente.

-Espera, espera, ese es un concepto filosófico. Eso es abstracto. “El principio de todo”

-Lo sé. –Dice encogiéndose de hombros-. También es el nombre de la plaza central.

-Oh. –Suspiro un poco cansado de tantos conceptos.

-Allí es donde se desarrolla la mayor actividad de nuestro mundo. A estas horas está el mercado nocturno donde venden algo de comida dulce, algunas joyas como estas, -se señala de nuevo los pendientes-, parásitos, algunas… ejém… drogas…

-Ya veo.

-Por el día es algo más agradable, la verdad. Hay puestos de comida, utensilios de cocina, ropa, flores aromáticas, infusiones… de todo. Un día me compré algo de ropa de los Aqva solo para fastidiar a mi amigo Hoseok y casi me mata.

-¿Eso es malo?

-Digamos que no debemos vestir como otras raíces. Somos cuatro y debemos diferenciarnos de alguna manera. Se considera, ¿cómo decirlo? Una falta de respeto.

-Yo… ¿debería vestir algo en especial? –Pregunto temeroso de la reacción de otras raíces.

-No, tú eres humano y estás vestido como tal. A lo mejor te sientes un poco observado pero es normal. Como comprenderás no todos los días recibimos la visita de uno. ¡Oh dios mío! Y eres mi amigo. Soy tan afortunado…

-¿Afortunado?

-¡Claro!

-Tú has venido a buscarme, no ha sido casualidad.

-Ya… -Enrojece.

-¡Me has molestado cada noche! ¡No sabes lo que he pasado! –Finjo enfadarme pero él hace un puchero que no puedo resistir y acabo contentándome.

-Solo quería ser tu amigo. –Lloriquea.

-Está bien, está bien.

-Como te decía, en la plaza no solo hay un mercado, también hay lugares de reunión, de diversión…

-¿Cómo es de grande vuestro mundo?

-¡Es infinito! Tienes todo lo que puedes desear. Si deseas leer puedes ir al archivo y allí encontrarás documentos de todas clases, si quieres beber hay bares, si quieres comer, hay restaurantes, si…

-Sí, sí, entiendo.

-Pero es algo insignificante en comparación con tu mundo.

-¿Mi mundo?

-Sí. Siempre que puedo me escabullo y subo a la superficie. No sabes lo que daría por vivir como un humano.

-Tonterías. –Le espeto-. La tierra está contaminada, los humanos son crueles, no hay nada que merezca la pena…

-Tú. –Dice sin más y de forma totalmente seria.

-Gra-gracias.

Antes de poder retomar la conversación nos detenemos en medio de la nada y se pone delante de mí para mirarme fijamente y con una sonrisa infantil y algo forzada.

-¿Qué pasa?

-Ya hemos llegado. –Miro a todas partes un poco confuso porque el paisaje no ha cambiado nada en absoluto.

-¿A dónde? No hemos llegado a ningún lado.

-Ya verás. –Sus manos se estampan en mi sudadera y la sujetan con fuerza empujándome hacia delante, hacia él, pero él, sin embargo, se deja caer hacia atrás y ambos caemos al suelo y espero un golpe contra su cuerpo pero no llega. Espero por segundos en los que la adrenalina recorre mi cuerpo y la sensación de vacío me inunda. Nada sucede más que caigo sin separar los pies del suelo. Sobrepaso el límite entre dos mundos de manera surrealista y cuando regreso a tener una gravedad sobre la que me asiento abro los ojos descubriéndome en un entorno completamente diferente. El bullicio de la gente yendo de un lado a otro es ensordecedor y la luz en comparación con las tinieblas del bosque es cegadora. Jimin vuelve a sujetar mi mano con fuerza y me habla en un tono algo más alto para esquivar el ruido a nuestro alrededor.

-Aquí estamos. Este es el arjé.

 

 


 

Capítulo 4                                    Capítulo 6

 Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares