EL PESO DE NUESTRA PERDICIÓN (YoonMin) - Capítulo 8

 CAPÍTULO 8


Yoongi POV:

 

Los pasos de Jimin son más silenciosos que los míos. Sus pies en calcetines gruesos blancos no le hacen tener presencia a mi lado pero sin embargo la tiene y puedo sentir como, de vez en cuando levanta su mirada del suelo para mirar a mi rostro y leer en mi expresión la respuesta  a la pregunta que flota en el aire. ¿A dónde nos dirigimos? Es algo a lo que no quiero contestarle hasta estar en presencia de más personas que puedan contenerle en caso de que sufra un brote de ira. Mientras tanto, el silencio sigue rodeándonos con una sinuosidad rasposa. De vez en cuando yo también le miro pero él no es vergonzoso como yo y él sí me devuelve la mirada con esa curiosidad invadiendo su expresión. Porta la misma ropa que esta mañana y ahora, tras haber pasado varias horas, se le nota algo más acostumbrado al contacto de la tela y a la forma de esta sobre su cuerpo. Sigue con el mismo hábito de sostenerse las mangas de la camisa para cubrir sus manos pero no parece tan obsesivo con eso ahora. Tiene otras cosas en las que centrarse, como caminar, seguirme y estar en tensión por lo que pueda encontrarse al final de nuestra caminata a través de los pasillos de la institución. Su voz rompe el silencio con una mueca cansada.

-¿Has podido recuperar mis cosas? –Pregunta a lo que yo niego con el rostro. Él se decepciona.

-No las he buscado. –Digo y él me retira la mirada. Juraría que está enfadado conmigo pero se contiene a expresarlo de forma física. No le ayudaría nada enfrentarse a mí, aun sabiendo que podría enfrentarme.

-¿Las buscarás? No quiero perder mis cosas… -Dice lastimero.

-No. Lo siento. Son normas de la institución. Nada de cosas personales.

-¿Por qué? –Pregunta mientras subimos a la última planta y nos encaminamos por uno de los pasillos principales. A estas horas no hay tanto movimiento de personal como en las mañanas pero he de reconocer que el silencio alrededor denota a este sitio con una lúgubre atmósfera fantástica.

-Los efectos personales son solo un lastre para el avance de la terapia.

-¿Un lastre? ¿Un libro es un lastre?

-Los recuerdo son un lastre… -Sentencio y él no dice nada más porque acabamos desembocando en una habitación que cuando entramos, nos encontramos en la semioscuridad propia de una sala de cine. Solo se ve la luz de un proyector encendido y apuntado hacia una pared. Una fila de sillas en primera fila y dos personas aguardando a nuestra presencia. Jin en el proyector y una doctora en pie al lado de las sillas. Jimin no se separa de mi lado mientras caminamos hasta la fila de sillas y cuando le digo con un gesto que se siente en una de ellas me devuelve una mirada de sumo temor por lo que pueda acontecer-. Sé bueno… -Le advierto pero él no parece querer colaborar por las buenas.

-¿Qué es esto? –Pregunta mirando alrededor. Muchos otros pacientes no cedían a no ser que hubiese un intercambio de información que les tranquilizase, pero por primera vez me siento en la obligación de ceder a esa información.

-Terapia de aversión a la homosexualidad. –Digo y le señalo la pantalla en blanco proyectada en la pared-. Te mostraremos imágenes de contenido homosexual y controlaremos tus pulsaciones. –Digo y miro a Jin en la semioscuridad de la sala para que se acerque con el mismo aparato con que la noche antes medimos sus pulsaciones. Él se siente más tranquilo y cede a sentarse en una de las sillas. La doctora le rodea la muñeca con el mismo instrumento pero ahora, al contrario del otro día, tiene unos electrodos conectados los cual lleva, con ventosas de tela y resina, a pegar en sus brazos a lo que Jimin se sorprende y se intenta incorporar pero la mano de Jin le contiene. Su primera reacción es mirarme pero yo desvío la mirada a rescatar mi agenda y apuntar su primera reacción: obtención de información, exaltación ante un estímulo diferente, desconocido.

-¿Qué es esto? –Pregunta mirándose los brazos pero no le da mucho tiempo a seguir revolviéndose en el asiento porque Jin saca unas correas que cierne sobre sus muñecas para colocar sus brazos sobre los reposabrazos de la propia silla y que no se muevan, de forma que ni pueda levantarse ni pueda quitarse los electrodos por toda la piel en sus brazos. Su mirada sigue fija en mí, esperando una respuesta. Mientras sigue esperando, Jin levanta un reposacabezas en la silla y encaja su cuello en una semicircunferencia forrada de tela que presione su cuello de forma que no pueda mirar más que hacia delante. Es ahora cuando le hablo.

-Son electrodos que van conectados a la frecuencia de tus pulsaciones. Si al ver las imágenes que te vamos a mostrar a continuación te sientes excitado la aguja comenzará a moverse más rápido y se conectaran los electrodos que emitirán una descarga eléctrica. –Las últimas palabras le hacen abrir los ojos aterrorizado y comienza a revolverse, pero ya es tarde, no puede moverse y ante la imposibilidad, me mira, suplicante.

-No me hagas esto… -Pide pero no funciona. Yo ya he perdido el interés en su reacción. Siempre es lo mismo. Ahora se pondrá furioso ante mi impasividad y cuando todo comience, volverá a ser débil.

-Tenemos dos opciones si no te portas bien y atiendes a las imágenes. La primera es sedarte, la segunda, colocarte unas pinzas en los ojos de forma que no puedas cerrar los párpados. –pensando que mis palabras le haría romper a gritar, enmudece. Mira alrededor y asiente confirmando que va a ser tranquilo y yo asiento mientras me encamino a una silla un poco lejos de él, me cruzo de piernas y pongo la libreta en mi mano apuntando su reacción y el contexto en el que se encuentra. Es una situación ya muy vivida y me siento un tanto tedioso al tener que visualizar de nuevo las imágenes una y otra vez, siempre con las mismas reacciones, siempre con el mismo griterío. La primera imagen aparece en la pantalla con un sonido mecánico del proyecto. Es una escena un tanto sutil. La mera imagen de un hombre desnudo de espaldas. La imagen, como concepto artístico no está mal dado que tiene un buen sombreado por la luz pero no le encuentro nada de carácter sexual y al parecer, Jimin tampoco. Cuando desvío la mirada a él, este se muestra nervioso, con la respiración agitada pero de seguro que es por la propia situación en la que se encuentra. Mira la imagen con ojos atentos pero de seguro que está esforzándose por pensar en otra cosa. El pensamiento. Controlarlo si que es un buen reto.

La segunda imagen se proyecta diez segundos después. Una escena algo más pervertida de un hombre vestido de traje pero con su mano metida dentro de su pantalón formando un evidente bulto en su entrepierna. Tampoco obtengo ninguna reacción por su parte pero sí es cierto que la aguja ha aumentado débilmente su ritmo. Jimin parpadea, recorriendo con los ojos a la imagen y suspira, larga y evidentemente. La tercera imagen, dos hombres besándose. Ninguna reacción. La cuarta, una felación. En esta sí obtengo un evidente resultado cuando Jimin da un respingo en la silla y se retuerce un segundo intentando mover los brazos.

-¡Ah! –Se queja cuando libera su labio inferior por los dientes. Retira la mirada de la escena para mirar sus propias manos apretando el reposabrazos de la silla pero yo doy un par de golpes con mi pluma en la libreta a lo que él vuelve a mirar disimuladamente la pantalla con la intención de seguir y obedecerme pero la aguja no baja su nivel de tensión y vuelven los calambres. Ahora sí retira la mirada por completo-. ¡Duele!

-Si no te calmas nunca va a dejar de hacerte daño.

-Pero duele… -Se queja y comienza a intentar desatarse a lo que yo me levanto, me acerco a la enfermera que me pasa ambas pinzas para los ojos y me acerco a Jimin que me mira con una temerosa expresión. Sus latidos van más rápidos ahora y yo le sujeto el rostro con una mano mientras con la otro coloco la primera pinza bajo sus párpados haciendo que su ojo ya no pueda cerrarse. Con el siguiente ojo me cuesta más porque lo cierra casi involuntariamente  me veo en la obligación de coger con fuerza su mandíbula para que me obedezca.

-Respira hondo, y cálmate. –Le digo con voz fuerte-. Si no superas esto no vas a aguantar ni dos días. –Digo a lo que él me devuelve una inerte mirada mientras la enfermera me pasa un suero en gotas que dejo caer sobre cada uno de sus ojos con sutileza para que no se resequen. Le ajusto mejor el cuello al reposacabezas y Jin sigue pasando las imágenes. Rescatando la libreta me siento a su lado y me dejo sumergir en sus reacciones y en el movimiento de la aguja en el aparato a mi lado. Se mueve un poco más nerviosa, pero no tanto como antes. No lo suficiente.

La siguiente imagen es la de una masturbación en grupo. Los pies de Jimin se revuelven en el suelo como escapatoria a una tensión que no puede controlar y que menos puede verbalizar o gesticular. Vierto un poco de suero en sus ojos y respira hondo, con el ritmo tembloroso. La aguja no aumenta su ritmo. La siguiente es la escena de una penetración, a lo que Jimin responde con un gemido y un respingo en el asiento. Lloriquea unos segundos, yo me limito a apuntar en la libreta y comienza a llorar con gemidos lastimeros.

-El llanto aumentará tu ritmo cardíaco. –Le advierto y noto una clara intención de dejar de llorar pero la siguiente escena vuelve a producirle excitación y de nuevo un respingo, de nuevo el lloriqueo y el llanto generalizado. Sus labios se han hinchado y brillan por la luz en la pared. A ambos, al superior y al inferior, los une un hilo de saliva. Una par de gotas caen de sus ojos y no son sus lágrimas sino el suero que he vertido segundos antes. Se muerde el labio inferior y en sus ojos refleja la imagen que se produce en escena. De nuevo otro beso pero este más violento. No tiene una reacción más que llorar.

-Páralo… -Suplica-. Para esto. Ya no quiero ver más…

-Te quedan unas cuantas más. No seas ansioso. –Le digo con voz aburrida mientras miro mi agenda.

-Me siento mareado. –Me dice-. Páralo. –Pide y yo niego con el rostro a lo que él comienza a revolver los pies.

-Llorica. –Murmuro por lo bajo, cansado de oír su voz y subo el nivel de las descargas a la mitad, estando como estaba al cuarto de toda su potencia. La siguiente imagen es una tremendamente explícita de una penetración y la descarga le hace dar un salto en el asiento y grita, sorprendido por el refuerzo de la electricidad. Su respiración ha aumentado su ritmo, su olor llega a mí y me siento confuso. Tengo que quitarle como sea ese maldito olor a fresas.

-¡Páralo!

-La siguiente vez te sedaremos. –Le digo como amenaza pero en realidad es muy probable que lo hagamos. Él no me contesta y sigue dando otro respingo mordiéndose el labio inferior con fuerza.

-¡Duele YoonGi! –Mi nombre de sus labios se siente como una descarga. Le miro pero él no puede devolverme la mirada pero sé que lo estaría haciendo de poder girar el rostro o la vista-. Por favor. –Suplica-. No quiero ver una sola imagen más.

Giro el rostro para mirar a Jin en el proyector y este detiene las imágenes y acto seguido enciende las luces con lo que yo me levanto de mi asiento soltando un gran suspiro decepcionado con su poco aguante y le quito los electrodos del brazo y la muñequera que, rápidamente deja de mover la aguja. Después las dos pinzas en sus ojos y su primera reacción son cerrar los párpados y bajar el rostro, dejando escapar un par de lágrimas sobrantes de sus cuencas. Le quito las correas de las manos y se frota los ojos con insistencia, por el picor de haber tenido las pinzas bajo sus párpados. La enfermera corta la gráfica marcada por la punta de la aguja y doblándola me la guardo en la agenda. Después de unos segundos Jin ayuda a Jimin a incorporarse pero este parece dubitativo y se apoya en mi hombro para caminar a mi lado de regreso a la habitación. Antes de dar dos pasos se desploma en el suelo y vomita la comida de hace un par de horas. Yo suspiro y ruedo los ojos mientras Jin se agacha a sujetar el brazo de Jimin y la enfermera corre a buscar algo con lo que limpiar el estropicio. Miro de reojo como los hombros de Jin se convulsionan y Jimin palmea uno de ellos ayudándole a vomitar. Yo apunto su reacción biológica y cuando Jimin se recompone y se pone en pie le miro con decepción.

-Que poco aguante. –Digo a lo que él me mira rencoroso.

-Te dije que me estaba sintiendo mareado. –Murmura con los labios aún manchados de vómito.

-Espero que hoy reces y pidas perdón por tus pecados antes de irte a dormir. –Le advierto y me giro para marcharme de la sala mientras Jin se queda con él y antes de salir Jimin me contesta con mirada desafiante.

-Pediré a Dios que tenga misericordia con tu pútrida alma. –Le oigo decir mientras salgo por la puerta y lo último que escucho es una bofetada en su rostro de la mano de Jin, partiéndole la mejilla por su arrogancia y arrojo. No comprende que yo soy benevolente con él en comparación con lo que podría encontrarse sin mí de su lado.

 


 

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