EL PESO DE NUESTRA PERDICIÓN (YoonMin) - Capítulo 40

 CAPÍTULO 40


Yoongi POV:

 

Paso de nuevo mis manos a través de mi rostro. Me siento la vista cansada y mi cabeza puede explotar en cualquier momento. Desplazo las yemas de mis dedos a través de mi piel llevándomela con ella y formando arrugas en mi rostro, estirando mi piel, retorciéndola hasta sentir algo más que un mero contacto de mis dedos sobre mi piel. Suspiro, cierro los ojos y suelto de nuevo aire moviendo un par de papeles sobre mi escritorio. El silencio alrededor me hace pensar que me encuentro en soledad, no solo en mi propia consulta, sino en toda la maldita institución. Estos muros se caen a pedazos y siento que yo caeré con ellos de un momento a otro porque me siento formar parte de este edificio. Me siento atado a él de una forma inexplicable que no soy capaz de comprender y me gustaría acabar aquí también. Cavar una tumba en el jardín trasero y enterrarme lentamente sintiendo como el peso de la tierra poco a poco me quita la posibilidad de respirar.

Me paso ahora las manos por el cuero cabelludo. Cierro los ojos con intensidad y me dejo los cabellos enredados entre mis dedos. Puedo oír en mi mente el sonido de los gritos de Jimin perforando mi córtex prefrontal, y el contacto de la mano de Jin sobre mi hombro en forma de darme ánimos con unas palabras que segundos antes arremetían violentamente contra mí. ¿Cuánto hace que no tengo la más mínima voluntad de saber qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que siento? Hacía tanto tiempo que no sentía nada que ahora me desbordan los sentimientos y no soy capaz de registrarlos y adaptarme a ellos al tiempo que debiera. Me veo inundando de mis propias emociones y me pregunto hasta qué punto dejará de doler mi cabeza y podré volver a respirar con normalidad.

Varias voces en mi cabeza se contradicen. Varias facetas de una misma conciencia discuten y me veo en medio de la trifulca que hayan parlamentado. Quiero salir corriendo. Esta es la más llamativa de todas las propuestas. No importa a donde, solo correr como salvación al dolor que me causan estos extraños sentimientos. La segunda más votada es la de hacer caso o mismo de lo sucedido hoy y subordinarme a las palabras de Jin, dejando este trabajo por unas semanas y descansar de esta horrible situación. La verdad es que la propuesta es llamativa y para cuando yo regrese se habrán deshecho de Jimin mucho más rápido que de un cadáver putrefacto. Pero detrás de todas estas voces hay una que propone una medida totalmente kamikaze que no me trae ninguna recompensa ni me salvará de los sentimientos, al contrario, le lanzará de cabeza contra ellos y se desentiende del posible resultado. Es increíble como mi cuerpo contradice todo instinto de supervivencia y se levanta de la silla con la decisión de acatar esa pequeña voz que le obliga con una intensa mirada de orbes negros, a rescatar a Jimin del sótano.

Camino fuera de mi consulta y cuando me incorporo al pasillo miro a ambos lados aseguradme de que no hay nadie merodeándolo. Es la hora de la cena y todo el mundo debe estar en sus habitaciones y en sus despachos cenando la deprimente cena que sirven de carne a la plancha y verdura quemada. El olor de la lúgubre comida inunda el pasillo como si la ventilación de las cocinas no estuviese bien reconducida y cierro los ojos sintiendo un gran nudo en el estómago por culpa de la situación que acontece. Es de noche y puedo ver el azul oscuro inundando el cielo de Seúl. Como los edificios se hacen espacio para alcanzar ese azul y como las calles, algunas, están iluminadas por pequeños farolillos. Iguales que los de este pasillo que iluminan mis pasos con una luz anaranjada que me hace sentir nostálgico.

Cuando comienzo a bajar las escaleras mis pasos hacen eco a través de los pasillos y me corrompe el miedo a que alguien sepa de mi presencia y de mi dirección. Bajo lo antes posible, acompañado de la adrenalina recorriendo mi cuerpo, solo pensando en llegar cuanto antes. Me sumerjo en la última planta y su oscuridad me es demoledora. Camino sin pensarlo hasta el pasillo de las habitaciones con las bañeras y juraría que le han encerrado en la misma de la última vez, pero no lo sé de seguro y camino mirando una a una el interior vacío de todas las que están abiertas. Algunas están cerradas por mera precaución y otra, cerrada sin motivo y con un extraño recorrido de agua saliendo por la parte inferior de la puerta. El suelo de piedra reconduce el hilo de agua fuera y continúa hasta donde él quiere. Me quedo mirándolo y le quito importancia mientras me asomo a través de las rejillas de la propia puerta pero no veo más que la oscuridad al otro lado y la poca luz que entra es de una pequeña ventana en la parte superior de la pared contraria que no me muestra más que parte del suelo de piedra, de igual forma, humedecido.

Sin pensármelo demasiado giro el pestillo y entro en el interior mirando a todas partes hasta encontrar la bañera con él en su interior, pero la escena vuelve a sorprenderme, esta vez, de forma traumática. No le encuentro envuelto en las sábanas que debería tener en su cuerpo, sino que estas están dentro de la propia bañera, cortadas y rasgadas. Su cuerpo, completamente hundido en un agua oscura y fangosa que pienso, es del propio color de las mantas, pero en realidad las mantas eran sábanas blancas. El color negro es de la sangre derramándose a través del borde de la bañera. Caigo corriendo al pie de la bañera y saco la parte superior de su cuerpo hundido en el agua. Su piel está pálida, su pulso es ya inexistente. Sus ojos abiertos están húmedos e impregnados de agua sangrienta. Sus ropas blancas igual. Están completamente empapadas de esa oscuridad que se desborda cuando yo muevo el cuerpo en el interior de la bañera. Y no es hasta que no saco a la superficie uno de sus brazos que no veo los cortes en este. Cortes profundos y grandes, que forman a lo largo de todo su brazo una fila de cortes perpendiculares a la línea de su brazo y que ya no sangran, ya no hay más sangre que derramar. La cuchilla con la que lo ha hecho permanece quieta al borde de la bañera, bañada de sangre seca y por la temperatura del agua y el estado del cuerpo, esto ha sido apenas le han dejado aquí solo. Comienzo a gritar, sin sentido, intentando despertarle.

-¡Jimin! ¡Jimin despierta! ¡No me hagas esto!

Ya no importa, sé que se ha ido pero no puedo alcanzar a comprenderlo. Le doy palmadas en rostro, paso mis manos a través de su cabello mojado y me dejo acariciar por el contacto de su piel con mi mejilla. Me siento aturdido y perdido por la realidad a mi alrededor y lloro hasta que me duele y tengo que hacerlo gritando intensamente. Ya no me importa que la gente me vea, que sepa que estoy aquí. De repente y con su marcha, han dejado de importarme muchas cosas y desaparecen de mis prioridades como de un golpe violento. Le zarandeo, le grito de nuevo su nombre pero su cabeza cae al borde  de la bañera y quede ahí, a donde me abrazo y paso mis  manos por sus hombros ocultándome en la línea de su cuello, la fría y húmeda línea que antes me habría reconfortado. No huele a fresas. Ya no volverá a oler así nunca más.

-¡Yoongi! –Oigo la voz de Jin entrando por la puerta. No necesito más que una mirada rápida para saber que es él y que está ya impactado por la escena. Yo no puedo retirar los ojos de Jimin, no puedo permitirme que se borre su recuerdo de mi mente pero el dolor es inflamable, es demasiado para mí. Otra vez, una vida más entre mis manos por mi culpa. De nuevo el amor vuelve a pasarme una mala jugada y un alma más se suma a la lista de personas que he amado y se han ido por mi culpa. El cargo de conciencia es demasiado, el dolor, incontrolable. Lloro con violencia dejando que las lágrimas caigan a través de mis mejillas-. ¿Qué ha pasado aquí? –Pregunta confuso como si la escena no fuese suficiente para hacerle entender, su incomprensión me destroza.

-¿No lo ves? ¡Se ha suicidado! –Le grito y Jin ya lo había entendido, pero no dice nada al respecto. Yo caigo sobre el hombro muerto de Jimin y apoyo allí mi frente, confuso y atontado por todo. Me siento tan grande pero a la vez tan insignificante que no me hallo en mi propio cuerpo. Me giro a Jin que cae a mi lado posando una mano sobre mi hombro como si eso me reconfortara pero yo le devuelvo una mirada seria y consciente. Muy cuerda-. Necesito ayuda, Jin… -Suplico y él asiente, sin entender nada en absoluto.

-Lo que tú quieras, YoonGi...

-Necesito tratamiento. –Le corto a lo que él me mira confuso-. Estoy enamorado de este chico. Hemos mantenido relaciones, Jin. Necesito tratamiento… -Le digo a lo que él frunce el ceño y se incorpora soltando el agarre en mi hombro y alcanza mi brazo para incorporarme y alejarme de la bañera. Me sacará de esta estancia mientras manda a alguien a llevarse el cuerpo y a mí me dará un traje blanco como el que se ve manchado ahora en el cuerpo de Jimin. Esta institución me acogerá de nuevo pero con un nuevo cometido. En lo único en lo que pienso es en que tal vez un día se borren de mí todos esos malos pensamientos y el brillo de sus orbes negros mirándome con esa expresión de soberbia que me ha destrozado. Y en el peor de los casos, recobrar el valor para seguir sus pasos.

 


 

 

  Capítulo 39                  Capítulo 41 [Final] 

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