EL PESO DE NUESTRA PERDICIÓN (YoonMin) - Capítulo 32
CAPÍTULO 32
Yoongi POV:
El sonido de mis pasos alrededor de mi consulta
es algo que no suelo tener en cuenta muy a menudo y que cuando soy consciente
de ello, no me suenan familiares. Mis pisadas sobre la madera se sienten
adultas, fuertes, potentes y ágiles a la par pero no me siento conforme con
ellas cuando hasta hace apenas unos años estaba entrando por primera vez en
este despacho adjudicándomelo como mío por un interés tan egoísta como el
propio miedo que me lleva agobiando desde entonces. Me muevo de un lado a otro
sobre el parqué rescatando mi libreta de alguna parte junto con la pluma y con
ambas cosas de la mano salgo en dirección a la sala de terapia donde me está
esperando Jimin. Por el camino me fijo en que ha salido un sol radiante después
de una dura noche de neblina.
Mientras camino recuerdo que esta agenda estuvo
en las manos de Jimin apenas hace un día y siento extrema curiosidad, y también
repentina, por saber qué escribió de mí en aquél instante en que me la arrebató
de las manos. Metiendo la pluma en el bolsillo de mi bata y yendo directamente
a la página que le tenía indicada, me encuentro con una letra que no es la mía
y que sin embargo reconozco, de haber leído tanto de ella. Se siente extraño
verla al lado de la mía y más aún con la tinta de mi pluma, confundiendo todos
mis sentidos. Escritas algunas frases al azar, comienzo a leer por encima con
una tonta sonrisa aflorando de mis labios por el recuerdo de la conversación.
“Min YoonGi. Muy detallista con sus
descripciones. Demasiado detallista. Mala relación con sus padres. Inexistente.
¿Gay? ¡Gay! Pone cara de tonto cuando habla de ese chico. Me mira mal cuando
digo algo inteligente. Pone cara de tonto cuando me mira mal. Cuando no quiere
hablar sobre algo dice frases cortas. Me elude algunos temas. Es un hipócrita.
Es un mentiroso.”
Cuando termino de leer me dejan un mal sabor de
boca sus palabras y acabo desfrunciendo el ceño que se había formado sin mi
permiso sobre mi frente de forma que vuelvo instantáneamente a la realidad y me
acerco a la sala de terapia posando mi mano sobre el pomo y girando este,
encontrándome con un vacío en el interior que me deja un tanto confuso. Cierro
la libreta y miró más exhaustivamente alrededor pensando en que tal vez he
llegado demasiado pronto y Jimin aún esté desayunando. Me saco el reloj de
bolsillo del chaleco y veo que incluso llego varios minutos tarde a mi sesión.
Es probable que se haya marchado al tener que esperarme, pero si lo pienso, no.
En realidad no lo es, dado que no tiene nada mejor que hacer ni ninguna
alternativa que satisfacer con su presencia. Me giro varias veces dentro de la
habitación y acabo saliendo de esta con una mueca de confusión que me dirige a
su cuarto a paso un tanto preocupado. Más ofendido por su inexistente presencia
que por cualquier otra cosa.
Cuando llego a la puerta de la habitación de
Jimin lo hago con un enfado creciente que toma el control de mi cuerpo y cierno
mi mano sobre el pomo de la puerta con violencia, haciendo evidente mi estado
de nervios y abro la puerta ya con el ceño fruncido sobre mi frente. Lo hago
con palabras gruesas saliendo de mi boca.
-Maldita sea. ¿Por qué diablos no estás…?
–Pregunto al aire. A la inexistencia. A la total soledad de un cuarto vacío e
iluminado por una luz amarillenta que lo vuelve incluso más vacío. Miro
alrededor cerciorándome de que no está por ninguna parte y el simple detalle de
la cama sin deshacer me provoca un subidón de adrenalina como no sentía en
mucho tiempo. Me golpea la más dura realidad de la que puedo ser culpable y me
dejo llevar por el pánico de una situación que acaba de saltarme a la cara con
toda la intención de devorarme. Dejo caer la libreta en el propio cuarto y
salgo corriendo pasillo adelante hasta que doy con las escaleras que bajan al
sótano. Ahora sí siento en profundidad el sonido de mis pisadas, el sonido de
mis pies retumbando por el suelo en esta institución decrépita que me acompaña
con diligencia siguiendo mi trayecto. Cuando desciendo me sorprende un pasillo
en semioscuridad y una de las puertas que me llama a gritos sordos. No oigo
nada, y eso es lo que más miedo me da de todo. La posibilidad de que no pueda
contestarme.
Me abalanzo sobre la puerta con un miedo
irrefrenable y giro la bisagra del cerrojo produciendo un sonido oxidado que me
pone la piel de gallina, pero la escena que me encuentro dentro anula todo
sentido de miedo ante la puerta, dado que obnubila el resto de mis sentidos
hasta provocarme unas nauseas del impacto visual. Su rostro, pálido y violáceo,
con ojos cerrados y labios abultados en una tonalidad azulada que me hacen
querer estallar en mil pedazos. Parte del agua fuera pero aun la suficiente en
el interior como para haberle provocado una noche de pesadilla.
-Jimin. –Murmuro esperanzado con que me
responda pero no encuentro una sola respuesta. Esto me hace gritar mucho más
alto, abalanzándome sobre el cuerpo en la bañera-. ¡Jimin! ¡Despierta!
¡Contéstame! –Le grito a lo que poso mis dedos en su garganta sintiendo su
endeble pulso y sus ojos se mueven debajo de sus párpados. Su piel está helada
hasta el punto de hacerme querer retroceder el contacto pero una parte mucho
más intensa de mi inconsciente toma el control, abrazando su cuerpo desde su
torso y ayudándole a salir a prisa, sintiendo que poco a poco se escapa de él
la vida y de mí la cordura. Con todo el movimiento y mis gritos que no cesan,
acaba por volver en sí aunque no de forma completa. Abre sus ojos y me mira
mientras le quito con violencia los cinturones y comienzo a desprenderle de las
mantas. Cuando le queda solo una termino por sacarle y noto como está tan débil
y su cuerpo está tan inutilizado por el frío que se deja caer en el suelo y yo
caigo con él al borde de la bañera. Con su rostro mirándome adormilado y su
cuerpo en el suelo tirado me siento completamente herido y vulnerable. Me quito
a prisa la bata y le rodeo con ella, rodéandole después con mis brazos, posando
mi cabeza en la línea de sus hombros y él devolviéndome el gesto con un gélido
aliento que me hace romper a llorar sin quererlo.
-Yoongi… -Murmura con voz rota por el frío y yo
me agarro con fuerza a su piel bajo mi bata, calentando su cuerpo con la
fricción de mis manos sobre ella. No es suficiente. Nada va a serlo y por mucho
tiempo no entrará en calor, me temo. Yo pido ayuda a alguna enfermera que pase
por allí en ese momento dado que no puedo cargar con su cuerpo pero tampoco me
siento capaz de dejarle aquí, sin más.
-Jimin… Jiminie, mi príncipe, no te preocupes.
¿Sí? –Le digo a lo que él me devuelve una mirada triste-. Oh, por Dios… ¿Cómo
he sido tan idiota…? –Oculto mi rostro en su cuello helado. Sus cabellos
húmedos me hacen sentir desazonado y poso sobre su piel mis labios. Después por
su rostro. Beso todo su rostro inclusive sus labios que no me corresponden el
gesto, dado que muy probablemente ni los sienta. Pero no me importa, le beso
con la necesidad de mi miedo y él cierra los ojos tal vez agotado, tal vez
desconectado de toda realidad. Siento la humedad de su piel colarse por mis
labios produciendo fríos chasquidos. Siento como la calidez de mis labios le
hace sentir algo, poco a poco, a medida que distribuyo besos por su
rostro. Puedo ver como poco a poco él
vuelve en sí y recibo esta vez una mirada un tanto miedosa. Lloro por la forma
en que me mira, por la forma en que intenta con su mano agarrarse con fuerza
inútil a mi camisa. Como sus pies se mueven intentando recuperar la
sensibilidad y como la silueta de su cuerpo se desdibuja sobre el suelo húmedo
de baldosas sucias y grises. Me siento mareado y confuso. Me siento totalmente
ajeno a la situación y mucho más implicado de lo que puedo llegar a asumir.
Vuelvo a gritar por ayuda hasta que una de las enfermeras aparece por la
puerta, la misma que le pedí que sacase a Jimin y corre rápido de vuelva al
piso de arriba para buscar ayuda, y más mantas.
-Perdóname, Jimin… -Murmuro en el cuello de
Jimin pero este habla, con voz desconsolada.
-Cúrame, YoonGi. Por favor. Cúrame… No quiero
sufrir más…
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