EL PESO DE NUESTRA PERDICIÓN (YoonMin) - Capítulo 24
CAPÍTULO 24
Yoongi POV:
Y nuevamente, un día más, oigo sus gemidos
lastimeros seguidos de un espasmo por parte del resto de su cuerpo. Estos son
tan solo descargas a medio voltaje y tan solo una descarga por cada imagen de
contenido homosexual que aparece. Tras una larga hora, él acaba agotado y yo
exhausto por el sonido de sus quejidos hacerse eco a través de la sala. Esta
vez es la enfermera la que maneja el proyector de diapositivas, mientras que
Jin está desaparecido en el laboratorio. Cuando ha transcurrido la hora entera
me levanto de mi sitio, con las piernas entumecidas y el trasero acartonado y
le retiro las pinzas de los ojos a Jimin que respira con dificultad por la
larga sesión de calambrazos que ha recibido. Cuando se queda en pie, también
con necesidad de usar sus piernas, se sujeta a mi brazo mientras le termino por
retirar los electrodos de sus torturados brazos y me devuelve una mirada triste
y cómplice del dolor que ha pasado. Con mi brazo al que está sujeto lo rodeo la
cintura y despejo su rostro de sus mechones esparcidos. Le sonrío amable y este
me devuelve una amable caricia en el brazo.
-Ya pasó… ¿hum? –Asiente y comenzamos a caminar
a su cuarto con cautela, procurando que sus piernas no fallen en ningún
momento. Sentirle así de vulnerable después de la intensa conversación que
tuvimos esta mañana se me hace una ilusión demasiado extraña. Yo no la olvido,
y él tampoco.
-Perdóname por lo de esta mañana. –Me dice en
un susurro a medida que caminamos a solas por los pasillos de luces anaranjadas.
-No hay problema. Yo tampoco debí marcharme de
esa manera.
-Lo entiendo, no tengo porque pedirte
explicaciones, pero a veces, me siento tan vulnerable que quiero que otros
también se sientan así. –Me explica con sinceridad y yo sonrío.
-Entiendo lo que dices, no quieres ser la única
persona que se muestra desnuda. –Digo y él asiente.
-No creo que de habérmelo contado eso me
hubiera ayudado, pero de veras fui sincero cuando dije que, si alguna vez
necesitabas a alguien, me tenías aquí.
-Gracias, por tus palabras.
-De cualquier forma, lo siento.
-Ya no importa. Simplemente no insistas. Yo te
lo contaré cuando crea necesario.
-¿Lo harás? –Pregunta ilusionado.
-Supongo que te mereces una explicación. –Digo
y él me mira con una sonrisa infantil que consigue enternecerme.
-Muchas gracias. –Se suelta de mi agarre,
viéndose capacitado para caminar por su cuenta y continuamos en silencio hasta
que llegamos a la puerta de su cuarto. Yo me quedo apoyando en el umbral
mientras le veo caminar de un lado a otro despejando el escritorio para poner
la bandeja con la comida.
-Mañana si me acuerdo te traigo un ungüento
para las heridas de los brazos. –Le digo a lo que él me mira y asiente
sonriente, agarrándose las mangas de la camisa ocultando sus manos bajo ellas.
Yo le miro sonriendo y me despido de él con una sonrisa y un gesto de mi
cabeza. Él me imita y cuando salgo diviso a la otra punta del pasillo a Jin
caminando hacia mi dirección con un sobre de la mano. Cuando recae en mí camina
hacia mi dirección como si fuese su objetivo y yo camino hacia él, alejándome
de la puerta de Jimin para que no nos oiga de nuevo, en una conversación
privada-. La sesión ha ido bien. –Le digo pero a él no parece importarle-. No
ha montado escándalo cuando le he dicho que la sesión era de una hora.
-Toma. –Me dice cuando llega a mi altura y me
extiende el sobre blanco con el sello del hospital y con el nombre de Jimin
escrito a mano con tinta negra. Cuando lo cojo en mis manos hago una mueca
antes de abrirlo.
-Con sobre y todo. Como les gusta derrochar el
dinero… -Me quejo abriendo el sobre.
-No se está tomando la medicación. –Me adelanta
Jin con una mueca seria y decepcionada. Yo freno todos mis movimientos y me le
quedo mirando francamente atónito. Me sube una ola de decepción por toda la
espina dorsal y miro hacia mi espalda, viendo la puerta de Jimin a unos cuantos
metros. Mi reacción es inmediata.
-Mañana hablaré con él. Ahora hablemos
nosotros, vamos a mi despacho. –Le digo y me sigue en silencio. Caminamos en
total silencio hasta llegar al despacho en donde es el primero en entrar y yo
cierro tras nosotros recorriendo la estancia mientras saco el papel escrito a
máquina y me lo quedo mirando, leyendo por encima la información que viene, y
el nivel normal de hormonas que corroboran la falta de una medicación adicional
en él. Cuando me siento en la butaca tiro frente a mí el papel dejándolo sobre
la mesa, justo en frente de la seria expresión de Jin sentado frente a mí. Yo
chasqueo la lengua pensativo y me llevo la palma de la mano a mi mejilla,
apoyando el rostro ahí, dubitativo.
-¿Puedes explicarme qué es esto? –Pregunta a lo
que yo le miro ofendido.
-¿Insinúas que es culpa mía? –Pregunto y él se
encoge de hombros.
-Mía desde luego que no es, y que yo sepa, es
tú paciente, no el mío. Yo solo soy el director del centro.
-Todos los días le pregunto si se ha tomado la
medicación, y la enfermera nunca me ha informado de que no se la haya tomado.
-Ya he hablado con ella. La que le lleva el
desayuno, la comida y la cena. ¿Hum? –Me mira y yo asiento-. Me ha dicho que se
ha tomado la medicación todos los días religiosamente. –Yo me limito a
encogerme de hombros.
-Entonces esto está mal. –Señalo el papel
delante de ambos pero él niega con la cabeza.
-No lo está. Deberías preguntárselo
directamente a Jimin.
-Mañana sin falta lo haré. –Le digo rescatando
de nuevo el papel y mirándolo una segunda vez. Suspiro largamente.
-Si no se toma la medicación, estamos haciendo
el tonto, YoonGi.
-Lo sé.
-A partir de mañana se le administrará la
medicación en dosis líquidas por inyección, y durante un mes quítale la cena.
-Sí, estoy de acuerdo. –Asiento.
-¡Ah! Y la cajita esa de música, ¿de dónde ha salido?
-La trajo él. –Le digo-. ¿Quieres que se la
quite?
-Rómpela, delante de él. –Sentencia-. Debes
tomar el mando de la situación. Te ha estado vacilando, ¿no lo ves? –Asiento-.
Ha estado jugando contigo todo este tiempo.
-Sí. Se acabaron las tonterías. –Sentencio y él
me mira con una mueca comprensiva con mi situación.
-Hay pacientes que necesitan mano dura, y
otros, aún más. –Parafrasea mis palabras de esta misma mañana y yo asiento con
una mueca decepcionada. Acaba negando con el rostro quitándole importancia a la
situación y se levanta de la silla frente a mí posando su brazo en mi hombro,
dándome ánimos.
-Déjalo en mis manos, Jin. Te prometo que no
volverá a suceder.
-Confío en ti. –Me dice, serio-. Eres el gran
Min Yoongi, incluso los mejores cometen errores. –Asiento y me suelta el
hombros para marcharse lentamente de mi despacho. Me despide con una sonrisa y
un gesto de cabeza que yo imito y me quedo en el silencio. Con una mueca miro
alrededor y después miro la carta sobre la mesa. Sé que suele mentirme. Solo
hay que recordar la conversación de esta mañana. Sé que no me cuenta toda la
verdad, pero ¿hasta qué punto está dispuesto a mentirme? ¿Cuánto de lo que dice
es verdad? Esta situación comienza a sobrepasarme. Me está superando.
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