EL PESO DE NUESTRA PERDICIÓN (YoonMin) - Capítulo 25
CAPÍTULO 25
Yoongi POV:
29– 02 – 1937
Me alegro de que te hayan servido
las indicaciones que te pasé. Los números de esos doctores son la mejor baza
para ayudar a tu madre. Convéncela para que vaya a ver a alguno, te aseguro que
todos son de fiar. El señor Byung es conocido de mi padre, es una buena persona
y de seguro que se alegrará de saber que su hijo está ayudando en el proceso de
recuperación. De todas formas, háblalo con tu madre y dime lo que sea cuanto
antes. De todas formas si no consigues hacer que entre en razón, yo puedo ir a
ayudarte, para hablar con ella. Tal vez viendo la situación desde otra perspectiva le haga darse cuenta de la
gravedad de la situación. De cualquier forma, es su decisión, ya lo sabes. Lo
único que espero es que no te hunda con ella. No me gustaría siquiera pensar en
la idea de que te arrastre al alcoholismo o a la depresión de su propia
dependencia. Ante todo libérate de la opresión que ejerce sobre ti, debes ser
independiente de ella para poder tomar las cosas con calma y autonomía. No pido
que borres todo lazo sentimental, simplemente limítate mantenerte tú en la
superficie y hacer todo lo que puedas por ella. Me carcome la idea de que pueda
perderte por ella, pero es tu madre y yo no soy más que un mero desconocido de
la universidad. Yo no tengo una relación de confianza con mis padres ni sé por
lo que estás pasando pero mis consejos no están vacíos de criterio. Cuídate, mi
JungKook, no quisiera verte mal.
Nos vemos este viernes en la
plaza. Me hace mucha ilusión la sorpresa que me tienes preparada. Ansío ya
saber qué es.
Te quiere mucho, Park Jimin.
05– 03 – 1937
Querido JungKook.
Ante todo, vamos a dejar las
cosas claras. De nuevo he vuelto a ver ese nerviosismo en ti y ni quiero pensar
en qué diablos estabas pensando al escribirme esta carta, pero no tienes que
pedirme disculpas por lo que sucedió el otro día. ¿Entendido? No tienes que
disculparte por nada, al contrario, debería ser yo quien se disculpara por no
reaccionar como debí. Entiéndeme, tus labios sobre los míos me hicieron sentir
temeroso y muy nervioso. No pude sino quedarme en silencio memorizando lo
sucedido cuando aún estaba el recuerdo tan vivo. Me alegra de que eligieses un
buen momento, fue el mejor momento, el más oportuno. Tus palabras fueron
sinceras y hermosas y no tienes que arrepentirte por ellas. Ni mucho menos. Yo
siento lo mismo y creo que ya lo sabías, sino no, no te habrías lanzado. Yo no
habría tenido el valor pero tú lo hiciste, y no sabes cuánto te lo agradezco.
Me hiciste sentir como en una nube, como el mejor día de mi vida. Mi mejor
amigo me entendía y no solo en ámbitos de conversaciones, también en gestos de
necesidad física como ese. Un beso, Jeon. Solo fue un beso, no tienes que
torturarte de esta manera y menos decir estas cosas tan feas. ¿Quieres oírmelo
decir? Te correspondo. Estoy excitado por lo que ocurrió, ansioso por volverte
a ver. Quiero volver a ver esos ojos tan preciosos que tienes, quiero que me
sonrías y me prometas que no vas a volver a sentir miedo por tus propios sentimientos.
Aun recuerdo el beso, Jeon, no puedo sacármelo de la cabeza. Voy a explotar si
no lo grito, si no lo repito. Quiero volver a besarte, quiero volver a tenerte
en un abrazo. Y sé que tú también ansias de nuevo el contacto. No seas tan frío
ahora, porque no me engañas cuando el otro día fuiste tan tierno y cálido en
mis manos. Te añoro.
Ya comenzaba a inquietarme porque
no recibía una carta tuya. Pensé que me habrías respondido antes de nuestra
cita pero tras leer estas horrendas palabras no quiero siquiera pensar en que
no vuelvas a leerme, en que no quieres contéstame. Te necesito, tanto como tú
me necesitas a mí.
Te quiero, no lo olvides. Park
Jimin.
09– 03 – 1937
Jeon JungKook, si estuvieses
ahora mismo frente a mí, te habrías llevando una buena reprimenda, una fuerte
bofetada en tus adorables mejillas. No sabes cómo me duele ahora mismo el alma.
Me duele a rabiar. Estoy con nauseas, con mareos de solo pensar en que estas
siquiera hablando en serio. Eres todo un cobarde. ¿Cómo puedes infravalorarte
de esta forma? ¿Cómo puedes ignorar tus sentimientos con tanta convicción? ¿Con
tanta rotundidad? No te das cuenta de que hay alguien que siente lo mismo y nos
estas dañando a ambos. Me estás haciendo mucho daño negándote que incluso me
besaras. Sucedió porque quisiste y créeme que no fue algo que yo no desease. Me
besaste y correspondí el beso, es algo simple de entender. No me importa si tu
madre no lo entiende, y ni siquiera pienso que se lo hubieses tenido que contar
¿Por qué hacerla daño a ella también? Si sabías de su aberración hacia esto, ¿a
qué esta forma de alardear de ello y luego esconderse bajo la mesa? Una
incoherencia tras otra, un error después de otro. La realidad es simple de
entender pero cuando intentas manipularla, es cuando se vuelve en tu contra
porque es algo que no está a nuestro alcance. No permitas que tu madre te
fustigue de esta forma, no dejes que tus férreas creencias tradicionales te
hagan odiarte, no me alejes de ti, porque ni puedo vivir sin ti ni tú te
sabrías manejar solo. Antes pensaba que necesitabas mis consejos pero veo que
haces oídos sordos a mis palabras, como siempre. Solo soy la almohada en la que
llorar. ¿Hum? Y luego me insultas, y me desprecias. Me niegas. ¿Negarás también
mi existencia? Al parecer, como formo parte de esta mísera y cruel realidad,
desapareceré como ella, convirtiéndome en polvo.
Espero que tu respuesta a mi
carta sea algo más amable. La espero con impaciencia y si no consigo una
disculpa, me veré obligado a buscarla en tu casa.
Park Jimin.
15– 03 – 1937
Me alegro de no haberte tenido
que importunar con mi presencia en tu casa, pero la verdad es que ya me estaba
lanzando al abrigo para salir a buscarte. ¿Qué diablos te ha sucedido,
JungKook? ¿A qué este arranque de tristeza, que desembocará en una ira ciega
que explotará en mi rostro? Soy el blanco de tus lágrimas y el de tus golpes. Y
ambas cosas duelen por igual y más aún cuando soy el culpable de ambas. Tal
vez, si me hubiese limitado a no dejarte huir a aquel día, si me hubiese limitado
a dejarte de lado como alternativa, tal vez todo habría sido más fácil para ti.
De verdad que tengo miedo en cada palabra que digo, en cada instante que pienso
en ti sin la capacidad de protegerte. Me siento débil, me siento culpable, pero
víctima también, de esto que está sucediendo. No me lo niegues por más tiempo.
No soportaría la idea de pensar en que no me amas tanto como yo te amo a ti, y
es demasiado. ¿Verdad? Es mucho el dolor que nos está causando este amor pero
¿acaso no es así? El conocimiento nos dota de inteligencia y pensamos que esta
es el mejor escudo ante el dolor de la realidad pero esta sigue acosándote con
sus flechas de amor inmisericorde. ¿No crees? Me alegra que me hayas pedido
disculpas, pero aun así, noto tus palabras tristes y frías de agradables
sentimientos. Esto es lo que me temía, que tu madre te abocaste a la depresión
y yo no he sabido ayudar, al contrario me temo. Solo he ennegrecido lo que ya
estaba carbonizado.
Me gustaría aclarar, al fin y al
cabo, que no me arrepiento de nada de lo que sucedió aquel día, y que me
enorgullezco de mis sentimientos hacia ti. Me siento bien al decirlo y al
expresártelo. Te amo.
Te quiere, Park Jimin.
18– 03 – 1937
Tu última respuesta me ha dejado
inquieto. ¿Qué estás diciéndome? No me gusta un solo pelo lo que estás
insinuándome. Estoy a punto de coger la chaqueta y salir en tu busca, no puedo
soportar la idea de que algo malo te pase. ¿Qué diablos significa eso de que no
puedes afrontar tus sentimientos y no quieres seguir teniéndolos? ¿Qué quieres
decir con que ya no importa lo que sientas? No juegues conmigo, ni se te ocurra
por un solo instante dejarme solo. No. No te lo permito. Yo… joder, Jeon.
No hace mucho que nos conocemos
pero ambos sabemos que eres alguien fuerte, que puedes con todo lo que se te
ponga delante y con lo que tú mismo generes. No me importa cuánto tiempo lleve,
ni cuánto esfuerzo suponga, pero voy a estar a tu lado para hacerte compañía,
para darte lo mejor que tengo, para consolarte, para abrazarte. No me importa
lo que tu madre diga, ni lo que tú pienses que es lo correcto, porque no lo es.
No quiero ni pensar en qué diablos estás hablando cuando dices que has
encontrado una solución, pero no pienso permitir que nada malo te suceda. Si no
quieres hacerlo por ti, hazlo por mí. No me dejes, te lo suplico. No
sobreviviré sin ti.
Contéstame cuanto antes.
Te necesita, Park Jimin
Cuando termino de leer me doy cuenta de que no
hay una sola carta más. Me quedo mirando alrededor, observando las cartas
esparcidas por la mesa y me doy cuenta, tras revisarlas una a una, de que no hay más continuación. Como a
la espera de un nuevo capítulo
inexistente de esta historia, miro la fecha de esta carta y me cercioro de que
solo dos días después, Jeon falleció. Según su madre de gripe pero en esta
carta se insinúa otra cosa diferente. Con una desesperación completamente
incomprensible en mí me abalanzo al diario de Jimin buscando una respuesta que
me aclare lo sucedido pero me sorprendo al encontrar que a partir de que las
cartas entre ambas personas, principios de marzo, comenzaron a hacerse
importantes y continúas, él dejó de escribir en su diario. Ni una sola página
más. No hay nada más de relevancia. Meras observaciones de sus estudios, y
alguna lista de comida que entiendo debía ser para él. Nada que me ayude.
Envuelto en la impotencia doy un manotazo sin querer al diario y lo hago
precipitarse por el borde del escritorio hasta el suelo. Cuando cae lo hace con
un golpe seco que me hace respirar profundamente y agacharme para recogerlo.
Mientras, murmuro:
-¿Por qué todo el mundo me miente? –Farfullo
entre ofendido y preocupado. Con un puchero rescato el diario y lo pongo frente
a mí en la mesa, con el pensamiento de que me gustaría tener la canción de
Schubert para acompañarme en este sentimiento de angustia y melancolía. En este
sentimiento de confusión y desazón. De la última página del diario veo
sobresalir la esquina de un papel. Un papel de color y textura diferente al del
resto del diario. Me desplazo hasta este punto con una curiosidad felina y
hallo un folio blanco, doblado, y pegado con una especie de resina industrial a
la tapa dura del diario.
Cuando fácilmente la despego me doy cuenta de
que no es propiamente una carta, sino un sobre en blanco, impoluto, dado la vuelta y con la
solapa escondida de espaldas a mí. Lo abro y lo que me encuentro dentro no es
más que fragmentos de una carta unidos con la misma resina ya seca. Con
pegamento. Ha sido un trabajo laborioso dado que en todo el folio puedo verlo
en unas veinte partes. Reconozco la letra de Jimin en ella. Puedo ver la fecha
de un 22 de marzo sobre todo el conjunto. Puedo ver el nombre de Jeon como su
primera palabra. Una vez empiezo, ya no puedo parar:
Jeon, mi vida. Mi cielo. Supongo
que ya bien poco importan mis sentimientos. O los tuyos. Los de nadie en este
putrefacto sistema burocrático llamado mundo. Tus últimas palabras quedarán
conmigo el resto de mi vida y sin embargo tú jamás podrás leer las mías. Te
amo. Eso es lo único que importa. Y lo haré siempre que estés en mi recuerdo.
Siempre que te añore, que te nombre, que te sueñe. No importa cuánto tiempo
pase, cuantas personas descubran. Nadie ha sabido jamás hablar conmigo de la
misma forma en que tú lo haces. Tu madre no ha llorado. La mía ni sabe de tu
presencia. ¿Qué es la familia? Nada. El cura te ha nombrado, sin conocerte, el
cartero se conoce de memoria tu nombre, y el mío, y mi sonrisa al recordarte.
¿Quién es la gente? Nadie. ¿Quiénes somos? Nada. Ya no importa nada porque todo
lo que fuéramos se ha desvanecido con tu ausencia, se ha deshecho con el fuego
de nuestro amor. Amor ¿Qué es el amor? Nunca te lo pregunté y fue el tema que
nos quedó por hablar. Pero ya no importa, porque mi amor se ha ido contigo y,
por mucho que me duela, no puedo acompañarte. No tengo el valor y lo siento,
pero no sabes cuánto me duele tu perdida, tu rechazo, tu amor, y tus palabras.
Duelen como el infierno y aun así, siento un cálido sentimiento de compañía de
saber que siempre me has amado tanto como yo a ti. Me has idolatrado, me has
añorado en los días difíciles, en las disputas con tu madre. Te escribo porque
te añoro, y porque aun me quedan cosas por decirte, por hablar, por dialogar y
parlamentar. Necesito una última conversación. Una última riña. Necesito volver
a ver esa expresión sofisticada de una mueca de soberbia en tu rostro. Quiero
hablar de religión, de política. Quiero volver a sentir que alguien me
comprende, al fin y al cabo. Solo me quedabas tú como esperanza de esta
humanidad y te has desvanecido por un sentimiento tan fugaz como es la ira o la
depresión. Me has abandonado Jeon, pero te sigo amando. Y te amaré, el resto de
mi vida.
Te añoro, te quiero, te deseo.
Park Jimin.
Comentarios
Publicar un comentario