DENTRO DE LA ESQUIZOFRENIA (JiKook) - Capítulo 28

 CAPÍTULO 28

Jimin POV:

 

Con las fotografías del cuerpo de Jeon en  la mano me bajo de nuevo a los archivos y tiro de nuevo al caja al suelo para arrodillarme a su lado y rebuscar entre todo el papeleo lo que busco. Necesito desesperadamente un rostro, una fotografía, un nombre que alivie mis sospechas. Acabo tirándolo todo por el suelo sin preocupación alguna de las consecuencias. Rebusco a ciegas hasta encontrar una carpeta marrón, vieja y ajada, humedecida por el habiente. La abro sin titubeos y lo primero que me sorprende es la documentación básica que debieron entregar el día que fue hospitalizado. La leo de inmediato.

Su nombre, su lugar y fechas de nacimiento las cuales ya sabía de antemano. Algo me sorprende, algo que buscaba llama mi atención entre tanta información inservible. El lugar en donde estudió. Lo leo llevándome una de las manos a los labios para cubrirlos y ahogar un sollozo. Lo reconozco. Es el mismo en que yo estudié. Algo dentro de mí quema hasta el punto en que puedo sentir como mi carne se deshace, ya no contengo las lágrimas que se acumulan en mis ojos y rebusco tras estos documentos hasta dar con las fotos de su rostro. Con las fotos de su cuerpo entero, de él. Es él. Lo reconozco al instante y debo darme tregua dado que el tiempo ha hecho mella en él, de seguro. Pero debí darme cuenta antes. Debí suponerlo. Se me abren las carnes de pensar que durante meses he estado conviviendo con él y él me reconocía. Sabía de mí y yo he estado ciego.

Todo se vuelve aún peor cuando recuerdo que soy yo, mi reflejo en su mente, una sombra del pasado, la que le ha seguido desde entonces. Me pregunto a mi mismo hasta qué punto su enfermedad se agravó por mi culpa.

Sigo pasando fotos y más fotos de Jungkook. Del día de su ingreso e incluso fotos anteriores. Veo en él a mi yo del pasado, veo en el brillo casi inexistente de su mirada el mismo miedo que veía cada día en su rostro. Puedo sentirlo en mis propias carnes. Puedo verlo, puedo tocarlo, es palpable porque su espesura es demasiada. Las náuseas me atenazan, el vértigo y el temblor en mis manos se acentúa. Mi mundo cae al suelo. Se rompe en mil pedazos.

La documentación es clara. Le diagnosticaron la enfermedad con trece años. Desde esa edad y hasta que cumplió dieciséis le martiricé cada día. Cuando yo, siendo dos años mayor que él, me fui a la universidad, no volví a verle. No volví a saber de él. La vida es incluso sarcástica. ¿Cierto? Entre tanto alboroto de papeles encuentro un pequeño sobre blanco con unas letras que leo rápidamente.

 

Petición del paciente para ser ingresado.

 

<Estimado director del centro psiquiátrico de Seúl, yo, Jeon Jungkook le pido encarecidamente ser ingresado en su hospital dado que mi enfermedad se agrava cada día. He aprovechado que aún puedo escribir con soltura y sin tener que detenerme cada cinco minutos para dejar descansar mi mente como ya me ha sucedido en otras ocasiones. Soy enfermo de esquizofrenia y cómo puede entender, organizar mis pensamientos para escribirle no es una tarea demasiado sencilla.

Hace cuatro años llamó mi madre a su hospital pidiendo, por petición mía, una plaza en su hospital de manera permanente. Se nos fue denegada y tras varios intentos en los años posteriores recibimos la misma respuesta. He de pedirle que no tome mi caso como otro cualquiera porque hay varios factores que me impiden poder llevar una vida normal como pueden permitirse otros enfermos.

Mi familia no requiere del presupuesto necesario como para pagarme una medicación de manera diaria, y cuando pudieron, digamos que no pude aprovecharla. Sufro de ataques de ansiedad cada día en la escuela y aunque es horrible, fue peor. Sufrí maltrato desde hace mucho tiempo y cada día era una lucha constante, cada día era peor que el anterior y no solo se agravaba con mi enfermedad, sino que mezclaban ambas realidades. Llegó tal punto que sentí como me golpeaban aunque no estuviese sucediendo de verdad. Sentí como se burlaban de mí cuando nadie había presente. Sus voces aún están en mi cabeza, aún permanecen en mí por muy lejos que esté de ellos.

Uno de los chicos ya no está en mi instituto y por ello los abusos han cesado aunque mínimamente. Aun así, él está presente en mis días, él aún permanece aquí. Lo veo a veces, lo siento muy cerca de mí y cuando me habla, es mucho más cruel que antes porque al estar dentro de mi mente no solo se burla de mí sino que lo hace utilizando mis más escondidos secretos.

No sé si entiende hasta qué punto estoy desesperado que le escribo esta carta. Lo que le pido, señor, es que no haga sufrir más a mi familia con mi presencia, es que me ayude a alejarme de ellos y me dé una realidad más tranquila y más ordenada. Le pido encarecidamente que sea benevolente y me cuide, me dé un lugar donde vivir. Quiero que me ayude a alejar a los demonios en mi cabeza.

Gracias y disculpe por las molestias. Jeon JungKook.>

 

Siento como todo mi cuerpo tiembla y me veo aferrando el papel con fuerza. Me veo en cada una de sus palabras, me veo de nuevo identificado por un recuerdo. Pero hay algo que me llama mucho más la atención. La carta estaba cerrada. Nunca nadie la leyó.

 

 

 

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