DENTRO DE LA ESQUIZOFRENIA (JiKook) - Capítulo 27
CAPÍTULO 27
Jimin POV:
Despierto sintiendo un choque brutal de
adrenalina cuando la realidad me golpea. Abro mis ojos en la cama como cada
mañana sintiendo de repente una angustia apretando mi cuello con fuerza. Una
fuerza que no puedo controlar ni tampoco detener. Algo en mí se revuelve y me
levanto muy despacio temiendo descomponerme si lo hago con demasiada velocidad.
Una vez los pies en el suelo interno mi rostro en mis manos y gimo allí para
desperezarme o simplemente porque lo necesito. Al fin, me levanto aun sin
deshacerme del malestar que me devora desde anoche.
Su voz, acompañada de mi nombre, es lo más siniestro
que he escuchado nunca. Oírme en su grabación sin que él me conociera, sin que
él supiera de mi existencia. A mi mente regresan los dibujos en sus blogs y mi
nombre escrito allí también. Siento una confusión tremenda que aumenta y se
convierte en vértigo al pensar que la sombra que ve constantemente porta mi
nombre. Rememoro con dificultad todos los otros CDs y tan solo escucho su voz
gritando por no ser golpeado, porque no le golpeen de nuevo. Los golpes. El
miedo, los gritos.
Conduzco a gran velocidad por la carretera
intentando con todas mis fuerzas respetar el límite de velocidad. Una vez llego
al edificio me detengo y salgo dirigiéndome como único objetivo al despacho de
NamJoon para, olvidando llamar a la puerta, entrar y sentarme frente a él
mientras le veo con una taza de café en una mano y unos documentos
plastificados en la otra. Me mira al principio enfadado por mi mala educación
pero tras detenerse en mi rostro que al parecer se muestra angustiado, se torna
interesado y curioso de las prisas que recorren mi cuerpo.
–¿Y bien? –Me pregunta antes de decirle yo
nada. Aun tengo que coger aliento.
–Tenemos que hablar. –Afirmo.
–Ya lo veo, ¿ha pasado algo?
–Más que pasar necesito preguntarte algo.
¿Sabía Jeon de mi existencia antes de venir a trabajar con él?
–No. Nunca le hablamos de ti. A los pacientes
no se les dicen esas cosas. Simplemente viene un doctor nuevo y punto…
–¿Está seguro? Es muy importante…
–Seguro. –Me mira frunciendo el ceño–. ¿Ha
pasado algo malo?
–No sé si es malo o no pero es raro.
–¿El qué es raro, Jimin?
–Unos días después de llegar aquí encontré en
uno de los blogs de Jeon mi nombre escrito con parsimonia sobre las hojas.
–Eso no es raro…
–No he terminado. Quiero saber porqué en la
última de las grabaciones de sus pruebas anuales dice mi nombre. –Namjoon me
mira curioso.
–¿Dice tu nombre?
–¿No lo sabías? –Le pregunto un poco perdido.
–No, las únicas personas que escucharon esos
audios fueron las que los hicieron. –Se encoge de hombros como si fuera algo
normal en este procedimiento–. Si tuviera que escuchar todo lo que dicen los
esquizofrénicos… ¿Así que dijo tu nombre?
–Sí. Alto y claro. Creo que se dirigía alguien
con mi mismo nombre.
–Es normal que los enfermos como él se dirijan
a personas que no existen o que existieron para ellos y ahora solo ven su
recuerdo, Jimin. En todo el mundo hay cientos de personas con tu mismo nombre…
no te alteres por estas cosas.
–Creo que le pegaron, Namjoon…
–Jimin, tengo cosas que hacer, por favor…
–Suspira y me levanto insatisfecho con la consulta. Tras salir de su despacho
sin despedirme me dirijo de nuevo a los archivos y tras recordar donde estaba
su caja de documentos me acerco a ella y recupero sin titubear la carpeta donde
estaban las fotos de su cuerpo el día que estuvo aquí. Dejando la caja en su
sitio regreso a las plantas superiores y llego hasta la habitación de Jeon
quien está sentado en la cama con el desayuno frente a él. Apenas ha comido
nada cuando me ve llegar y directamente suelta la taza con la leche y la deja
en su sitio. No me quita los ojos de encima hasta que no arrastro una silla y
me siento a su lado.
–Tenemos que hablar. –Le digo en un tono firme
y sus ojos me miran mezclando el miedo y la curiosidad.
–¿Sí?
–¿Qué es esto? ¿Te acuerdas de esto? –Le doy
la carpeta y él la abre encontrándose con su cuerpo. Lo reconoce al instante
siendo consciente de sí mismo y de los golpes que adornaron su cuerpo. Sus ojos
se inundan pero no llega a derramar lágrimas. Una extraña sonrisa aparece en su
rostro y pareciera que expresa una amarga añoranza.
–Sí, soy yo. –Dice y asiento.
–Sí, eres tú. –Pasa una imagen tras otra–.
¿Recuerdas quien te hizo esto? ¿Quién te golpeada, Jeon?
–Fuiste tú. –Contesta con toda la naturalidad
del mundo.
–¿Cómo iba a ser yo? –Le pregunto sin fuerza
de mostrar una sonrisa sarcástica. Él asiente como respuesta a mi pregunta.–
Quiero que me expliques ahora mismo porque está mi nombre escrito aquí en tus
dibujos. –Rebusco en la caja de tela y saco el blog tirándoselo al regazo por
la página abierta. Él lo mira nervioso y sus manos comienzan a temblar. Veo que
en su desayuno está el bote de pastillas y ya debe haberse tomado la de hoy por
lo que no tendrá fuerzas para discutir nada–. ¡Quiero que me digas porqué
dijiste mi nombre! ¿Soy yo? ¿De qué me conoces? –Sus ojos me miran asustados
porque he comenzado a gesticular pero ha sido la falta de sueño lo que ha provocado
en mí este repentino ataque de ira–. Lo siento, no quería gritarte en tu
estado. –Le digo mientras retomo mi lugar en la silla pero él, casi como una
tentación a mi poca paciencia, sonríe cínicamente.
–Nunca creí que el famoso y alabado Park Jimin
se disculparía con alguien como yo. –Sus palabras me confunden.
–Ha sido mi culpa. –Le digo en un suspiro de
arrepentimiento.
–Como todo. –Aclara firme y seguro de sus
palabras.
–¿Por qué dices eso?
–Eres muy mal médico. –Dice, quebrando algo
dentro de mí. Sus palabras son tan sinceras que duelen.
–¿Por qué?
–Seguro que ni siquiera te has tomado la
molestia de pedir una foto mía el día que entré, o una de cuando me
diagnosticaron la enfermedad. ¿Verdad que no? –Es cierto.
–N–No…
–¿Tanto he cambiado, Jimin? ¿Tanto te cuesta
reconocerme? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Casi diez años ya… Puede que no seas real, nada más que una de
tantas ilusiones en mi mente pero estoy comenzando a cansarme del juego que me
propones. Siempre has sabido quien soy, siempre. Pero tú… ahora…
–No entiendo lo que dices Jeon… Descansa,
estás delirando. –Quiero levantarme y dejarle a solas, o más bien huir de sus
palabras que poco a poco forman imágenes en mi mente. Imágenes que temo
recordar.
–Y pensar que cuando nos acostamos creí que me
habías reconocido y solo me follabas para divertirte, ¿realmente te gustó? No
lo creo.
–Me estás asustando…
–Di mi nombre. –Me exige–. Dilo de nuevo.
Necesito escucharlo.
–J–Jeon JungKook…
–¡Ah! –Gime–. Que placer… ¿No me digas que no
suena bien? Mejor que RATA. ¿Cierto? –Me levanto de inmediato de la silla y mi
cuerpo se tensa. Temo romperme porque quiero huir y la voluntad se ve negada.
No puedo moverme–. Rata defectuosa, mocoso demente. Enfermo…
–¿Qué dices? –Juraría que he sonado enfadado
pero más bien parezco asustado. Todo en mi mente es una densa y putrefacta masa
compacta de recuerdos. De hipótesis que se verifican a sí mismas pero me niego
a reconocerlas como reales.
–De verdad que no entiendo cómo te han dado un
doctorado, hijo de puta. –Su mirada es fría y repleta de ira. Me odia. Mi
estómago da un vuelco.
–Jungkook…
–Recuérdame, Jimin. ¿No te suenan de algo mis
gritos ahogados dentro de la taza del retrete? ¿O cuando te suplicaba porque te
detuvieras cuando me pateabas la cabeza? Os suplicaba a todos pero eras tú
quien dirigías al resto como el líder de una masa fanática. –Mi estómago da
vueltas igual que mi cabeza–. Desaparece de mi vista de una vez, Park Jimin.
–Me veo como la sombra a la que he oído gritar. Yo. Soy yo.
Me voy de allí lo antes que puedo. Si sigo
escuchándole, acabaré por enloquecer.
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