DENTRO DE LA ESQUIZOFRENIA (JiKook) - Capítulo 26

 CAPÍTULO 26


JungKook POV:

 

Sus palabras duelen. Duelen tanto que rompo a llorar sin remedio. Creo que no es consciente del extraño sentimiento que me reconcome por dentro, saber que me estoy medicando y comprobar que nada cambia, él sigue aquí, conmigo y no se marcha, me desespera. Cada día reaparece y retorna mi malestar junto con él, por no olvidar que los efectos secundarios de la medicación son demoledores. Llevo varios días sintiendo mareos y cansancio en todos y cada uno de mis músculos. Hay días, en los que pienso en no levantarme no porque no tenga la necesidad de comer, que tampoco ya que el apetito ha desaparecido, sino porque me pesa tanto el cuerpo y me encuentro tan débil que veo de cerca la muerte y por elegir, prefiero que sea en mi cama donde me encuentre.

Pasado aquél día en que lloré por horas en su hombro no ha vuelto a tocar el tema ni nada que se le parezca, yo lo agradezco pero el simple hecho de que regrese cada mañana ya es una tortura, me retorna a llorar de nuevo aunque no quiera y lo hago siempre que no sea delante de él. Con la excusa de ducharme, me meto en la ducha y sollozo allí mientras el agua cubre mis gemidos. Cuando se marcha cada noche respiro aliviado y lloro de la angustia de pensar que regresará al día siguiente. Lo hace, siempre regresa.

Hoy ha venido con un humor algo diferente. Una sonrisa permanece en su rostro y solo esta ya me hace temblar. Me encuentra en el baño mientras cepillo mis dientes y tras asomarse por la puerta entreabierta llamando por mi nombre doy un respingo que él encuentra adorable.

–¡Buenos días! –Me dice y entra en el baño conmigo, cosa rara en él, y cierra la puerta tras su llegada. A sus palabras, asiento con una media sonrisa y solo esta ya debe agradecerla porque me cuesta horrores esbozarla–. ¿Cómo te encuentras hoy? –Me mira a través del reflejo en el espejo–. Y no me digas que estás cansado, porque eso no me sirve.

Me limito a encogerme de hombros como respuesta alegando que con el cepillo de dientes en la boca no debiera hablar. Él sonríe a mi pobre respuesta y suspira un poco exasperado. Acaba proponiendo él algo diferente.

–¿Por qué no vamos a dar una vuelta por los pasillos como hacíamos antes? Llevas días aquí metido durmiendo y leyendo. Eso no debe ser bueno.

–No me apetece. –Le digo en un susurro mientras me inclino sobre el lavabo para escupir la pasta de dientes acumulada en mi boca. Tras reincorporarme me encuentro su rostro reflejado en el espejo mientras me mira descaradamente el trasero. Sin que se dé cuenta aparece en su rostro una sádica y pervertida sonrisa que me pone los pelos de punta y me quedo paralizado encontrando como única salida girarme a él para llamar su atención.

–Aunque, claro, siempre podemos hacer otras cosas… –Propone y avanza hasta mí para hacerme chocar la espalda con el lavabo y está a punto de besarme cuando le interrumpo.

–¡Vale! ¡Salgamos! ¡Salgamos a dar un paseo! –He girado mi rostro para que no me besara y sus labios está cerca de mi mejilla. Allí da un ligero beso y acaba accediendo a mi subordinación

–Genial, vamos. –Termino de enjuagarme la boca y tras peinarme un poco y colocarme las zapatillas del hospital salimos por la puerta de mi cuarto caminando el uno al lado del otro. Mis pasos son más lentos que de costumbre pero no puedo evitarlo ya que cada uno es una tortura, es algo que me cuesta horrores realizar. Y cada uno, pesa más que el anterior–. Dicen que nevará dentro de unos días.

–¿Tú crees?

–Sí. El cielo está amenazante. ¿Te gusta la nieve? –Caminamos por los pasillos cruzándonos con las personas a medida que cada una desempeña su función diaria. Todo parece no cambiar sin embargo dentro de mí se ha producido un cambio terrible. Ahora la realidad en mi mente no está distorsionada, pero sí es pesada y mucho más insoportable.

–No me desagradada. –Me encojo de hombros y comienzo a sentir como mis pasos cada vez son más pesados. Llega un punto en que arrastro los pies en vez de levantarlos.

–A mi igual. Me gusta más el verano pero siempre es agradable ver un paisaje nevado, ¿cierto?

–Sí, puede ser. –Siento mi boca seca. Me cuesta hablar incluso.

–Cuándo estudiaba en la facultad de psicología, siempre me sentaba al lado de una ventana y veía llover y nevar en los días de invierno. –Su voz comienza a sonar distorsionada. Lejos, suena como si nos separara un grueso muro. Él parece mucho más distante de lo que en realidad está. De vez en cuando al caminar su brazo roza el mío y cuando no lo hace pierdo la consciencia de equilibrio y percepción espacial. Mi cuerpo no es mi cuerpo y mis gestos están tan solo conducidos por una parte de mi subconsciente que ha recibido la orden de caminar. Jimin sigue hablando–. Siempre me gustaba jugar en la nieve pero la navidad no es algo que me agrade. Es gracioso, –ríe–, me gusta el invierno pero no lo que este conlleva.

Antes de poder evitarlo llevo mi mano a su lado a buscar su brazo y consigo agarrar casi de casualidad, la manga de su bata de enfermero. Me aferro con fuerza a ella mientras susurro débilmente.

–Ji–Jimin… Yo… me siento mal… –Antes de que él pueda reaccionar me desplomo en el suelo dado que he dejado de sentir la fuerza en mis piernas. Igual que en el resto del cuerpo así que de igual manera suelto su brazo y me veo de repente tirado en el suelo con los ojos entreabiertos. Una sombra borrosa se cierne sobre mí y puedo distinguir de ella sus rasgos que durante años me acecharon. Puedo distinguir su voz en la lejanía.

–¡JungKook! ¡Despierta! ¿Qué te pasa? ¡Contéstame! –No tengo fuerzas ni para respirar por lo que me limito a dejarme hacer mientras sus brazos me levantan en el aire y me conduce por los pasillos hasta que caigo en la inconsciencia.

 

Jimin POV:

 

Giro una vez más el bote de pastillas en mi mano. Su nombre ya me produce arcadas pero tras reconocerlo caigo en la cuenta de sus terribles efectos secundarios. Los leo de nuevo en la maldita etiqueta pegada con tanto disimulo: Mareos, visión borrosa, boca seca, somnolencia, problemas con el control de los músculos, estremecimientos y movimientos faciales incontrolables (ticks)…

–Se ha desmayado por el cansancio. ¿Ha estado durmiendo bien? –Me pregunta Yoongi mientras le ausculta los ojos dormidos.

–No, no lo ha hecho.

–Necesita comer mejor y dormir más horas, es todo.

–¿Cómo que es todo? ¿Qué cojones es esto? –Le digo mientras le pongo en la mesilla a su lado el bote de pastillas que él mismo me dio.

–La medicación de Jeon… –Dice como si fuera evidente.

–Maldita sea, Yoongi, le estamos dando antipsicóticos convencionales. –Me mira sin comprender.

–Sí, ¿y qué?

–¡Pues que no tienen más que efectos secundarios! ¿Por qué no se le está tratando con antipsicóticos atípicos? Son más eficaces con la esquizofrenia y no tienen efectos secundarios.

Yoongi me mira con una sonrisa triste.

–¿Crees que el estado nos da su fortuna para estos desgraciados? No sueltan un duro, Jimin. Esto es lo más que podemos permitirnos.

–Pero así no se curará nunca. Probablemente le hagan peor los medicamentos que la propia enfermedad.

–La vida es así Jimin… –Tras posar su mano unos segundos en mi hombro se marcha y me quedo ahí mirando el bote con las pastillas. Tras sentarme al lado de la cama de Jeon me apoyo en el colchón acariciando el pelo en su frente.

–Perdóname, Jungkookie, ha sido culpa mía.

 

 

Tras llegar a casa me siento en el sofá y me llevo a los labios la boca de una botella de cerveza que acabo de abrir. Apenas he aparecido por casa y me he lanzado a ella más que como un placer, como una necesidad. El abrigo aún está sobre mi cuerpo y mis zapatos enfundando mis pies. Me miro unos segundos las piernas en el sofá y me levanto para introducirle el último CD en el reproductor. Tras mirar la fecha descubro que se hizo tres meses antes de comenzar a atenderle como doctor. Nada nuevo me espera y por ello me siento de nuevo en el sofá apoyando el culo de la botella sobre mis piernas aun sujetándola con las manos. Tras escucharlos todos acabo llegando a la conclusión de la persona con la que habla es siempre la misma, siempre el mismo sujeto al que se dirige porque no cambia su forma de hablar ni tampoco el contexto. Se siente sofocado por su visión, cansado ya de verla. Sufre porque no se puede librar de ella pero es comprensible que haya llegado tal punto en que incluso se haya podido acostumbrar a eso. Es cruel pensarlo de esta manera, dejar al enfermo que se acostumbre a su enfermedad, pero los efectos secundarios de su medicina parecen incluso peores. Jungkook habla en el CD.

–No, no te necesito. –Lloriquea muy débilmente aunque su voz parece firme–. Siempre dices cosas feas de mí. ¡No! No quiero verte, déjame en paz. No ahora, por favor. No aquí. No quiero que me golpees. No otra vez. –No parece que vaya a sufrir una agresión inmediata, más bien parece que está siendo amenazado solo de palabra–. ¿Crees que me gusta? No, no me gustas. ¡Te odio, Park Jimin!

Mi corazón se detiene junto con la cerveza a medio camino de mis labios.

 

 

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