DENTRO DE LA ESQUIZOFRENIA (JiKook) - Capítulo 7

 CAPÍTULO 7


Jimin POV:

 

Cuando despierto por el sonido de la alarma de mi móvil al principio me creo en mi cuarto, en mi casa, pero tras abrir los ojos y sentir el extraño tacto de unas sábanas me alarmo y me incorporo sintiéndome completamente desorientado. Miro a todos lados en la oscuridad y sitúo las extrañas paredes, los mueble y oriento la ventana. Miro fuera en la semioscuridad que aún permanece y suspiro dejándome caer de nuevo sobre el almohadón. Cubro mi rostro con el ceño fruncido y siento dolor de cabeza por el cansancio provocado por el día de ayer. Suspirando y sin gana alguna me yergo y bajo del colchón caminando al baño para realizar mi higiene como estoy acostumbrado pero esta vez miro a todos lados buscando el pequeño neceser con mis cosas básicas como son el cepillo de dientes y la pasta. Lo miro pesadamente y me dirijo al retrete para orinar sintiéndome aun pesado para abrir el maletín.

Cuando termino de asearme y me he vestido compruebo que no tengo tiempo ni para desayunar por lo que me dirijo rápidamente al coche y conduzco al psiquiátrico cuando no ha terminado de amanecer. Al llegar allí inevitablemente tengo que pasar por delante de la cafetería antes de ascender por el ascensor y una voz dentro me llama deteniéndome.

–¿Doctor Jimin? –Me detengo en seco mirando un rostro pálido, tan pálido como el color de su bata blanca o el de las paredes de todo el edificio.

–Yoongi. –Digo sonriendo y me acerco a la mesa para recibir una de sus sonrisas un poco amargas. La venda en su brazo aún permanece ahí y por lo que se puede ver es la misma de ayer ya que está algo deshilachada y sucia. Es incluso más oscura que su piel, impresionante.

–¿Has desayunado, Jimin?

–No, la verdad es que no he tenido tiempo, mis horarios…

–Bah, no te preocupes, ven, siéntate, yo invito. –Hace un amago de levantarse pero le detengo con mi brazo.

–No será necesario…

–Vamos, te lo debo. –Termina de levantarse y yo me siento frente a su mesa a la espera de que regrese con un café con leche y unas tostadas. Ni siquiera me ha preguntado qué es lo que quiero pero al parecer tampoco hay mucho repertorio para elegir.

–Tu humor es considerablemente mucho mejor que ayer. –Digo y él se encoge de hombros pasándome la bandeja. El olor del café es francamente agradable.

–Mi humor es bueno pero al final de la jornada se ha desvanecido. Este sitio me consume.

–Espero que no físicamente. –Digo sonriendo, señalando su brazo herido. Él esboza una tenue sonrisa por mis palabras y asiente.

–¿Cómo fue tu primer día?

–Un poco cansado por el viaje. La casa en la que estoy alquilado no es nada del otro mundo y este hospital no me agrada demasiado. –Él se encoge de hombros.

–Tú y yo nos llevaremos bien. –Dice y me hace sonreír por su gesto. Ambos desayunamos juntos.

Cuando ha pasado casi media hora ya me veo más que obligado a conducirme al despacho de Namjoon para informarle de que he llegado y lo primero que me pide es que despierte a Jeon, le ayude a lo que necesite en respecto a su higiene y le acompañe a desayunar. Sorprendido como se quedó con la conducta tan radical de su paciente ayer, no me ha puesto ningún tipo de pegas ni inconvenientes, al contrario, me ha felicitado incluso me ha dado las gracias por mi presencia aquí. Sin embargo, yo tengo la sensación de que no hice nada que otra persona no hubiera podido hacer.

Camino hasta el cuarto de Jeon y tras llamar a la puerta y no recibir una contestación abro la habitación y me adentro en ella que permanece en una extraña oscuridad. La habitación es exactamente igual a la de un hospital corriente, una camilla donde tratarían a un enfermo, una ventana que da al pasillo con cortina y otra que da al exterior. Dentro de la misma, un cuarto de baño individual demasiado pequeño para mi gusto. Tras descorrer las cortinas y dejar que la tenue luz de la mañana entre puedo ver más claramente el cuerpo de Jeon tirado sobre la cama. No me había dado cuenta hasta ahora de que probablemente sea más alto que yo viéndole ahí tirado, medio enrollado en una sábana y dándome la espalda. Su espalda es mucho más grande que la mía y si quisiera, podría golpearme. Un miedo extraño me consume dándome cuenta que se me hará difícil manejar a este paciente.

Tras llamarle una sola vez por su nombre y comprobar que no mueve un solo dedo, me acerco a su rostro rodeando la cama y me inclino hasta quedar a veinte centímetros de su rostro, sintiendo como mis gafas ceden y se deslizan por mi tabique. Le miro a los ojos y compruebo como estos se mueven bajo los párpados soñando algo. Su respiración es lenta y su pecho sube y baja haciéndome sentir la tentación de apoyar allí mi mano para comprobar que su vaivén es real.

–JungKooK. –Repito pero nada. Estiro mi mano para retirar uno de los mechones que manchan su cálida frente y nada más sentir el contacto de su piel con la mía, casi como un acto reflejo, atrapa mi muñeca con su mano y me aprieta fuerte hasta hacerme dar un respingo. Sus ojos se abren de golpe chocando con los míos y nada más que sus pupilas se estrechan y me reconoce, se aleja soltándome, no, tirando mi mano lejos de él.

–¿Por qué me tocas? ¡No vuelvas a hacerlo!

–Lo siento, –susurro–, lo siento. –Me mira sin apartar la mirada y mientras se yergue retrocede en el colchón lejos de mi. Yo retorno a ponerme las gafas en su sitio y me incorporo mirando a todas partes. Su reacción es, por otra parte, normal.

–¿Qué haces aquí? ¿Otra vez? ¡Desaparece ya! –Lleva sus manos a la cabeza para sujetar su pelo con fuerza.

 

JungKook POV:

 

Siento un frío contacto sobre mi frente y rápidamente, casi como un acto reflejo, mi cuerpo reacciona para detener aquello que me toca y extrañamente toco algo, puedo aferrar algo. Normalmente, no hay nada que poder aferrar a pesar de sentir los ya conocidos escalofríos. Los roces sin masa existente. Pero esta vez sí. Hay algo en mi mano. Mi cuerpo ha aprendido a reaccionar ante el contacto físico no mencionado, no intencionado, no concedido por mi parte. Inadecuado.

Mi mano aferra una muñeca que se retuerce bajo mi agarre. Ante ese movimiento abro los ojos encontrándome a menos de un metro de mí ese rostro que tan cansado estoy ya de ver. Allí, frente a mí, Él. Como cada día, como cada hora en mí día a día. Como siempre, Él puede tocarme pero por primera vez en mucho tiempo, siento su contacto y puedo contrarrestarlo. Miro su brazo en mis manos asustado y angustiado y lo alejo de mí sintiendo una potente descarga de adrenalina que me invade. Todo es tan real que juraría que él realmente ha podido tocarme. Que él realmente está aquí. En mi cabeza, un dolor sordo me atenaza.

–¿Por qué me tocas? ¡No vuelvas a hacerlo! –Le grito al producto tan real de mi mente ante mí.

–Lo siento. –Susurra con una expresión triste en su rostro. ¿Cuándo se ha disculpado él? Nunca–. Lo siento. –Repite mientras abre las palmas de sus manos para mostrándomelas vacías ante mi expresión de horror ante su inesperado gesto.

–¿Qué haces aquí? ¿Otra vez? ¡Desaparece ya! –Le exijo y llevo mis manos a mi cabeza como cada vez que regresa de nuevo a mi presente. Sujeto allí mis manos con mi pelo y creo una expresión de dolor e ira ciega que me hacen parecer mucho más loco de lo que estoy, lo sé, pero ¿qué más da? No hay nadie para verme.

–¿Jeon? ¿Qué ocurre? –De nuevo se acerca a mí para sujetar mis muñecas y retirarlas de mi cabeza pero rápido me incorporo y bajo de la cama alejándome de él. Su silueta es mucho más nítida que otras veces. Sus contornos y sus formas bailan a medida que se desplaza por el cuarto para seguirme, para rodearme e intentar tocarme.

–Na–Nada. No te acerques. –Asiente por mi petición y se aleja unos pasos dándome un espacio de seguridad. ¿Cuándo ha obedecido a lo que le he pedido?

 

Jimin POV:

 

–Me han dicho que debía despertarte, ayudarte con tu higiene y llevarte a desayunar. ¿Correcto? –JungKook me mira frunciendo el ceño confuso.

–Y yo que sé. –Sus manos aun tiemblan algo inseguro y ha llegado a sujetarse al borde de la ventana para sentirse aferrado a algo.

–¿Qué hacía tu antiguo psiquiatra? –Se encoge de hombros.

–Me decía que debía tomar las pastillas cada mañana. Cuando me negaba se enfadaba, se marchaba y al rato regresaba para acompañarme a desayunar con el resto de pacientes.

–¿Después?

–Me dejaba aquí hasta la hora de comer.

–¿No estaba contigo todo el día? –Niega con la cabeza haciendo un verdadero esfuerzo por ordenar sus pensamientos, o al menos, eso es lo que refleja su expresión.

–No. Él trataba a tres pacientes más.

–¿Yo debo hacer eso?

–Por qué me dices eso a mí.

–Porque solo me han encargado a ti. –Su rostro se torna serio.

–Genial. –Dice con aire irónico.

–¿Hum?

–Dicen que soy problemático y que necesito un cuidado permanente, o algo así me dijo el doctor Yoongi. –Aun sigue aferrado a la ventana.

–Por qué te ven como alguien problemático. ¿Por lo que le pasó a Yoongi?

–Porque no tengo remedio. –Aclara–. Dicen que somos problemáticos pero simplemente nos daban por perdidos y se encarga una sola persona de tres o cuatro de nosotros. Aun así, parece que aún tienen esperanzas porque me cure. Vaya tontería.

–Ya sabes que tu enfermedad no se cura.

–No la enfermedad, mi comportamiento. Debo mejorar en eso. Colaborar y blah, blah… –Suspiro entendiendo al instante qué quiere decirme. Asiento unos segundos y sonriendo con una expresión amigable doy por finalizada la conversación.

–Dejemos eso para otro momento. Por hoy, no te pediré que aceptes la medicación. Solo me encargaré de observarte y observar tu comportamiento. ¿Bien? –Asiente analizando mis palabras muy duramente–. Higiene. –Digo–. Vamos. –Me acerco a la puerta del baño y la abro para dejarle entrar y le veo acercarse a uno de los armarios al lado de la cama y sacar una muda limpia y un traje exactamente igual que el que lleva puesto. Se acerca a la puerta y evitando tocarme, entra. Yo pretendo entrar con él pero se para en seco y me mira fulminándome con la mirada.

–¿Qué diablos haces? –Pregunta serio.

–¿Necesitas ayuda? Yo… si….

–Fuera. –Me dice cruzándose de brazos–. Oigo voces pero sé mear y ducharme solo, gracias. –Sonrío con tristeza y algo de vergüenza y salgo cerrando detrás de mí. Espero mientras oigo el sonido de la ducha activarse y miro a todas partes frunciendo el ceño.

–Esto está muy mal pensado. Los enfermos con tendencias suicidas lo tienen muy fácil. –JungKook me contesta desde el interior del baño alzando la voz para que pueda oírlo a través de la puerta y el sonido del agua golpear el suelo.

–Lo sé. –Deja pasar dos segundos en silencio–. Cincuenta y cuatro.

–¿Qué? –Pienso que no he oído bien pero repite la cifra y me aclara qué quiere decir.

–Son las personas que he visto salir muertas de este hospital en el tiempo que llevo aquí.

–¿Suicidadas? –Pregunto tremendamente angustiado dado que JungKook solo lleva siete u ocho años en este psiquiátrico.

–Suicidios, negligencias médicas… llámalo como quieras.

–Joder… –Suspiro.

Tras diez o quince minutos sale con el pelo aún un poco húmedo pero completamente limpio y con la ropa sucia en un revoltijo sobre sus brazos. Con ella se dirige hasta una cesta de mimbre que entiendo recogerán en unas horas y se pone delante de mí donde estoy sentado en la cama. Me mira de arriba abajo pero como lo hace, olvido lo que quería decirle. Él parece analizarme muy detenidamente y me dejo hacer sabiendo que esto no será malo para ninguno de los dos. Al contrario, su mirada no me intimida. Me hace sentir cercano a él. Y me dejaría observar por él todo el día si quisiera. A los tres minutos ladea su cabeza y frunce su ceño con una expresión confusa.

–¿No vas a decir nada? –Me interroga.

–¿Debería?

–Deberías muchas cosas.

–Dime una.

–Desaparecer de mi mente. –Dice casi sin pensar. Sonrío ante sus palabras y me incorporo.

–Vamos a desayunar, Jeon.

 

 


Capítulo 6                            Capítulo 8

↢ Índice de capítulos


Comentarios

Entradas populares