IDENTIDADES [PARTE III] - Capítulo 42

 CAPÍTULO 42


Jimin POV:

Supongo que este es el final, ¿no? Supongo que esta son mis últimas palabras de esta larga historia. Siento haber sido tedioso, aburrido, demasiado repetitivo. Pero compréndeme, eres todo para mí y todo gira en torno a ti desde hace mucho tiempo. Siento si en algunas partes me he excedido siendo demasiado gráfico o he contado partes que preferirías haber tenido como obvias o no haber conocido nunca. Este soy yo al completo desde principio a fin, y este es también mi final.

Desde que os fuisteis he intentado inútilmente recomponerme. Supe desde el principio que sería un fracaso y he acabado abandonándome a mi suerte, dejándome llevar por los hilos de titiritero que me tiene atado. La felicidad no es más que un mero recuerdo, el dolor, es el pan de cada día. Cuando te acostumbras al dolor, pocos lo saben, te acabas haciendo adicto a él. Te gusta, te torturas con él y te obligas a recordarte una y otra vez la causa de este con una constante perseverancia. Llega incluso a ser dulce, dentro de todo el quemazón que produce al principio.

Dejé de comer, de dormir. Al principio la idea del suicidio sonaba muy tentadora pero con el paso del tiempo llegas a la conclusión de que la vida es algo que no nos pertenece y tenemos que continuarla  a pesar de todo. Poco a poco esa idea se me fue esfumando de la mente como el vapor saliendo por las rendijas de mi cráneo. Namjoon comenzó a encomendarme a misiones un par de meses después de que os fuerais. Quería distraerme del dolor pero su comportamiento para conmigo había cambiado desde aquel día. Cuando me miraba sabía que recordaba cuando había llorado sobre sus hombros y eso le producía una amarga sensación en la boca del estómago como el momento en que te recuerdan que algo hiciste mal en el pasado.

Las primeras misiones no fueron más que insulsas excusas para sacarme de casa. Poco a poco se me devolvió la confianza requisada y me sacaron del país a Osaka, a Laos, y recientemente estuve en Seúl. Seguro que no te lo esperabas, seguro que ni siquiera pensaste en la posibilidad de que yo pudiera estar por allí después de todo lo que nos había sucedido, pero hice prometer que no tendría contacto contigo después de que te marchases. No incumplí mi promesa, y aun así te vi. Estabas yendo a buscar a HyeGun a la escuela con Yoogeun de la mano. Llevabas un abrigo negro con unos vaqueros rotos en las rodillas. Recuerdo haberte visto con ese vaquero antes y el recuerdo me caló profundo.

Alejado, metido en un coche negro con las ventanillas subidas, te observé casi como quien observa le paisaje esperando que los pájaros que hay sobre una rama no salgan volando siguiendo su rutina. Ahí estaba yo, observando a la naturaleza cambiante de Heráclito con las manos temblorosas y llorando en silencio por ver que sin mí, la vida seguía adelante para vosotros. Fue extraño ver a mi hija con un uniforme escolar diferente al que estaba acostumbrado a ver. A mi hijo, agarrado fuertemente de tu mano, te miraba con una sonrisa nerviosa por ver a su hermana caminar hasta vosotros y cuando te abrazó, una parte de mi también lo hizo y me sentí reconfortado.

Cuando os marchasteis me sentí nervioso, celoso, frustrado y dolorido. No era posible que la vida hubiera seguido para vosotros mientras que para mí se había muerto y podrido. Florecíais, mientras que yo me deshacía, me degradaba, poco a poco me esfumaba.

Allí en aquel coche, lloré por horas. Golpeé el volante, me descargué con el salpicadero y cuando al fin no me quedaron lágrimas me dejé abanicar por el confort de saber que seguíais vivos, felices, y con una vida mejor de la que yo os habría podido proporcionar.

Gracias, mi amor, por hacerles saber que su padre les quería. De seguro que se lo has repetido cada día. Gracias por salvarles de mí y por salvarme a mí también de mí mismo en muchas ocasiones.

Ya pasó todo, amor. Ya ha pasado lo peor y solo queda seguir adelante con el impulso de la desaparición del dolor. Ya no siento dolor mi amor, ya no tengo miedo de desaparecer porque sé qué has podido encargarte de ellos. Has sabido salir adelante. Enhorabuena, yo no.

Es esta decepción la que me lanza a los brazos de un destino mejor. Ya no me necesitas, soy prescindible. ¿Sabes? Siempre pensé que cuando muriese me iría con muchas cosas por hacer. Siempre temía dejar a alguien atrás o que otros sufrieran por mi culpa. Esta calma es la que me acompaña hoy y es la que me está confortando para buscar la mejor de las salidas. Ya no aguanto por más tiempo vuestra ausencia y aunque muchas veces te hayas preguntado ¿Qué es de mi? Ahora lo sabrás. De un momento a otro voy a llamarte al teléfono. Es por la mañana. Una mañana cualquiera de un día lectivo cualquiera. Tengo en mi mano un teléfono móvil y voy a realizar una llamada que va a ser cortada en cuanto localicen la señal. No importa, tenemos tiempo de sobra.

Bueno, supongo que este es el final. No soy una persona de frases memorables ni con una capacidad expresiva magnifica. No se me da bien eso de las despedidas pero creo que hay un uno por ciento de probabilidades de que esta carta te llegue. Creo que no vas a leerla. No importa, a mi me sirve de consuelo saber que de alguna forma sabías todo lo que acabo de contarte y no te hace falta ninguna de estas estúpidas palabras. Eres un chico listo, inteligente. Eres amable, sincero, talentoso, buen padre y mejor amante. Eres perfecto. Eres mío. Te amo.

Park Jimin.”


 

Capítulo 41                       Capítulo 43 (Final)

  Índice de capítulos 


Comentarios

Entradas populares